Problemas arcaicos (Paraguay).
Problemas arcaicos (Paraguay)
Paraguay parece detenido en el tiempo. La invasión de tierras por bandas de campesinos que tiene en zozobra al país es un problema del pasado. Los "sin tierra" creen que el derecho a la tierra supone el derecho a usurparla. La pretensión misma de arraigar a los campesinos a la tierra expresa la nostalgia y el romanticismo de viejas utopías en desuso. Pero el problema no es la falta de tierras sino la dilatada recesión y el alto desempleo. La invasión aleja la inversión, destruye empleos, crea escasez y promueve nuevas invasiones en un círculo vicioso.
La Constitución protege la propiedad privada: la declara inviolable, es decir, "no invadible". Si la misma también reconociera el derecho a usurparla, como asegura la izquierda, se derrumbaría el estado de derecho y en lugar de la ley y el orden reinarían el caos y la violencia. Cada cual podría hacer justicia por mano propia, y sacar a uno lo que le pertenece para dar a otro. La defensa de la propiedad está en el origen del estado de derecho. La propiedad mueve a las personas a tratarse con respeto y dignidad y actuar responsablemente.
Los derechos a la tierra, a la casa propia, a un empleo digno, etc., que garantiza la Constitución, significan que las personas pueden comprar y disponer libremente de sus tierras y casas, pero no que puedan invadir propiedades ajenas o forzar a otros a cederle lo suyo. El derecho a un empleo, no significa que alguien tenga que ser despedido para que otro tenga un trabajo. El derecho a la felicidad implica que todos tienen derecho a buscar la felicidad, no a que otras personas tengan la obligación de darles la felicidad.
El problema de los sin tierras no deviene de la falta de políticas agrarias que existen desde 1905. En las últimas cuatro décadas, la reforma agraria repartió a los agricultores más de 11 millones de hectáreas sin mejorar un ápice la condición de los campesinos. Sólo progresaron los funcionarios encargados de repartir las tierras. Un nuevo reparto de tierras no hará sino perpetuar el problema. Además, son raros los campesinos que quieren ser agricultores y pocos salvarían un examen de agricultura básica.
Los sin tierras son el resultado del largo estancamiento del país. De haber crecido la economía, la población rural no sería hoy el 40%, sino la mitad de eso o menos, como en otros países. Los campesinos se habrían urbanizado con empleos en los servicios, manufacturas, industrias. La calidad de vida habría sido bastante más elevada y la agricultura de subsistencia hubiera desaparecido. La tierra sería trabajada por empresas agrícolas. En países desarrollados menos del 5% de la gente vive en el campo.
La solución no está en repartir parcelas de cultivo a personas sin capital ni tecnología, en zonas sin acceso, agua, servicios de salud, educación y seguridad. La tierra es una parte ínfima de la inversión necesaria en una explotación agrícola. La solución está en establecer las condiciones para un acelerado crecimiento económico que origine suficientes empleos para los desocupados del campo.
Pero para hacer crecer al país no se precisa una política de desarrollo como quieren los estatistas. Ningún pueblo ha progresado en base a ello. La Unión Soviética, en 70 años de planes quinquenales rigurosos, no logró el desarrollo agrícola en sus granjas colectivas, sino hambrunas que diezmaron a millones. Lo mismo en la China de Mao, hasta que Deng introdujo derechos de propiedad privada en las tierras estatales.
El desarrollo no se planifica en las oficinas públicas o en las legislaturas, sino que se realiza en las fábricas, comercios y mercados. Los productores comprando y vendiendo libremente son los únicos que pueden impulsar el desarrollo. A los gobiernos sólo les cabe liberalizar y crear el marco legal que favorezca a la producción. Lo esencial es dar las máximas garantías a la inversión.
Los que creen ayudar a los campesinos apoyándolos en las invasiones, no hacen sino condenarlos a la penuria. La única esperanza de los pobres está en la reforma y la liberalización de la economía, indispensables para aumentar la producción y crear los empleos que necesitan los que hoy deambulan por el campo tratando de sobrevivir.
Paraguay parece detenido en el tiempo. La invasión de tierras por bandas de campesinos que tiene en zozobra al país es un problema del pasado. Los "sin tierra" creen que el derecho a la tierra supone el derecho a usurparla. La pretensión misma de arraigar a los campesinos a la tierra expresa la nostalgia y el romanticismo de viejas utopías en desuso. Pero el problema no es la falta de tierras sino la dilatada recesión y el alto desempleo. La invasión aleja la inversión, destruye empleos, crea escasez y promueve nuevas invasiones en un círculo vicioso.
La Constitución protege la propiedad privada: la declara inviolable, es decir, "no invadible". Si la misma también reconociera el derecho a usurparla, como asegura la izquierda, se derrumbaría el estado de derecho y en lugar de la ley y el orden reinarían el caos y la violencia. Cada cual podría hacer justicia por mano propia, y sacar a uno lo que le pertenece para dar a otro. La defensa de la propiedad está en el origen del estado de derecho. La propiedad mueve a las personas a tratarse con respeto y dignidad y actuar responsablemente.
Los derechos a la tierra, a la casa propia, a un empleo digno, etc., que garantiza la Constitución, significan que las personas pueden comprar y disponer libremente de sus tierras y casas, pero no que puedan invadir propiedades ajenas o forzar a otros a cederle lo suyo. El derecho a un empleo, no significa que alguien tenga que ser despedido para que otro tenga un trabajo. El derecho a la felicidad implica que todos tienen derecho a buscar la felicidad, no a que otras personas tengan la obligación de darles la felicidad.
El problema de los sin tierras no deviene de la falta de políticas agrarias que existen desde 1905. En las últimas cuatro décadas, la reforma agraria repartió a los agricultores más de 11 millones de hectáreas sin mejorar un ápice la condición de los campesinos. Sólo progresaron los funcionarios encargados de repartir las tierras. Un nuevo reparto de tierras no hará sino perpetuar el problema. Además, son raros los campesinos que quieren ser agricultores y pocos salvarían un examen de agricultura básica.
Los sin tierras son el resultado del largo estancamiento del país. De haber crecido la economía, la población rural no sería hoy el 40%, sino la mitad de eso o menos, como en otros países. Los campesinos se habrían urbanizado con empleos en los servicios, manufacturas, industrias. La calidad de vida habría sido bastante más elevada y la agricultura de subsistencia hubiera desaparecido. La tierra sería trabajada por empresas agrícolas. En países desarrollados menos del 5% de la gente vive en el campo.
La solución no está en repartir parcelas de cultivo a personas sin capital ni tecnología, en zonas sin acceso, agua, servicios de salud, educación y seguridad. La tierra es una parte ínfima de la inversión necesaria en una explotación agrícola. La solución está en establecer las condiciones para un acelerado crecimiento económico que origine suficientes empleos para los desocupados del campo.
Pero para hacer crecer al país no se precisa una política de desarrollo como quieren los estatistas. Ningún pueblo ha progresado en base a ello. La Unión Soviética, en 70 años de planes quinquenales rigurosos, no logró el desarrollo agrícola en sus granjas colectivas, sino hambrunas que diezmaron a millones. Lo mismo en la China de Mao, hasta que Deng introdujo derechos de propiedad privada en las tierras estatales.
El desarrollo no se planifica en las oficinas públicas o en las legislaturas, sino que se realiza en las fábricas, comercios y mercados. Los productores comprando y vendiendo libremente son los únicos que pueden impulsar el desarrollo. A los gobiernos sólo les cabe liberalizar y crear el marco legal que favorezca a la producción. Lo esencial es dar las máximas garantías a la inversión.
Los que creen ayudar a los campesinos apoyándolos en las invasiones, no hacen sino condenarlos a la penuria. La única esperanza de los pobres está en la reforma y la liberalización de la economía, indispensables para aumentar la producción y crear los empleos que necesitan los que hoy deambulan por el campo tratando de sobrevivir.
4 comentarios
ejemplo -
Lugo, por cierto, traicionó a la Iglesia Católica, a la que se integró por propia voluntad aceptando sus reglas en cuanto a abstenerse de todo goce carnal. Pero eso, que para los religiosos podrá ser muy trascendente, a los efectos ciudadanos es lo de menos. En este terreno, lo único que importa es que el presidente no le dijo la verdad al pueblo paraguayo en un asunto de su vida privada, es cierto, pero que arroja una ominosa sombra sobre todo el espectro de su credibilidad como ciudadano y, ahora, como presidente.
El presidente esto es, el primer ciudadano de la República cuando todavía era obispo de San Pedro y, sobre todo, un hombre grande, sedujo a una adolescente de 16 años en el año 2000, con quien inició un vínculo sexual permanente. No es seguro pero sí posible que Lugo haya abusado de su posición de poder en aquella localidad del interior profundo de Paraguay. Todo se inició una vez cuando le llevé la ropa de cama a su habitación, y al preguntarle si necesitaba algo más, él me dijo que sí, que a mí era a quien él necesitaba, siendo a partir de ese momento constante su acoso, hasta que debido a mi corta edad e inexperiencia, fui seducida por su forma de hablar, por sus palabras bonitas, por sus expresiones bellas y por las promesas que me hizo de renunciar a su cargo por mí, narró Viviana Carrillo en la demanda que presentó la semana pasada ante el Juzgado de la Niñez y Adolescencia de Encarnación.
Fruto de esa relación, Carrillo tuvo un hijo de Lugo el 4 de mayo de 2007. Pero Lugo decidió no reconocerlo dada su condición de clérigo (algo humanamente comprensible suponiendo el terror que le provocarían las estrictas normas de su Iglesia Católica), pero también decidió no reconocerse como padre de la criatura. Le falló a su mujer y, especialmente, le falló a su propio hijo.
El abogado Claudio Konstinchok, uno de los patrocinantes de la señora Carrillo, dijo que ellos procuraron llegar a un acuerdo con el presidente, pero no lo consiguieron. Además, la demandante asegura que la gota que derramó el vaso fue una bofetada que Lugo le pegó cuando discutían porque, según ella, él no le pasaba dinero suficiente para mantener a su hijo.
La señora Carrillo tendrá o no otros motivos no tan angelicales como para haberse decidido a enjuiciar al presidente del Paraguay, pero hay algo que éste no puede levantar: tuvo un hijo con ella, no lo reconoció cuando debió, no ejerció sus deberes como padre con el pueril argumento de que tenía muchos enemigos políticos que podrían destruir su carrera, sólo lo veía algunos domingos cuando asistía a misa en el Colegio del Verbo Divino de Asunción y luego, únicamente porque le advirtieron que el ADN acabaría con la mentira, aceptó, en una breve declaración hecha desde la Casa de Gobierno, en ejercicio de su investidura y con la bandera del Paraguay detrás, que el niño, que se llama Armindo igual que Lugo es un vástago suyo.
Si se tratara de ciudadanos comunes, esta historia podría a lo sumo ocupar un pequeño espacio en la sección policial de los periódicos en el que probablemente la inconducta del padre sería cuestionada. Pero la cuestión es que se trata del presidente de la República. De la inconducta, de la mentira y del engaño del presidente de la República.
Esto le presenta un serio problema al mandatario, cuya palabra ha sufrido un grave percance. De ahora en adelante, es legítimo que los paraguayos se pregunten si cuando habla su presidente les está diciendo la verdad. Si fue capaz de ocultar, amañar hechos y mentir nada menos que sobre su condición de padre, ¿por qué no volvería a pecar ya no en la acepción católica de la palabra sobre otros temas relacionados con su gestión? ¿Cuántos hijos más tiene el presidente que todavía no ha reconocido?
Lugo, como va dicho, decidió por su propia voluntad integrar los cuadros de la Iglesia Católica. Pero violó su juramento religioso. Luego, también por voluntad propia, resolvió pedirle al pueblo paraguayo manejarle temporalmente sus asuntos y juró fidelidad a la Constitución. ¿Quién puede ahora asegurar que cumplirá con su palabra como presidente?
Quizá lo haga, y eso sería muy bueno para la estabilidad institucional del Paraguay. Pero no podrá evitar que todo lo que diga hasta el final de su mandato quedará, en el mejor de los casos, bajo sospecha.
huesca-madrid -
El Paraguay se ha vuelto uno de los países de economías más estatizadas, o menos libres del continente, según el Índice de Libertad Económica 2003. Si bien las libertades políticas crecieron y se estableció la democracia, las libertades económicas se fueron deteriorando y hoy están más restringidas que durante la misma dictadura. A consecuencia de ello, el país se estancó y cayó el ingreso y nivel de vida de la gente, mientras ascendía rápidamente la corrupción, la ineficiencia y el despilfarro estatal.
La democracia trajo una década perdida al Paraguay. La población se empobreció a niveles nunca antes conocidos y los políticos corruptos saquean ferozmente las arcas del Estado.
¿Falló la democracia? No. La democracia no falló ni es culpable del fracaso. La experiencia de las últimas décadas en el mundo enseña que la democracia, si bien es una condición necesaria para el desarrollo, no es una condición suficiente. Para impulsar el progreso de los pueblos, las libertades económicas y, en especial, los derechos de propiedad privada, son mucho más importantes que las libertades políticas. Países como Chile y Taiwán crecieron y prosperaron en ausencia de un sistema democrático, mediante las libertades económicas.
El problema no es de la democracia, proceso que tuvo en el país una transición pacífica, sino de los políticos que no están dispuestos a establecer un sistema jurídico independiente, a liberalizar la economía, reformar el Estado, eliminar la corrupción y promover el desarrollo. Los políticos paraguayos son opuestos al capitalismo, la propiedad privada y la modernidad. Desean seguir con el estatismo e incursionar en utopías socialistas y nacionalistas como la reforma agraria y la franja de seguridad en las fronteras. Frenaron las privatizaciones, la desregulación y el achicamiento del Estado.
La clase política es la única responsable de la tragedia que vive el país.
En 1989, como hoy, no existía en el país una ideología de recambio para el estatismo arcaico que se arrastra desde 1940. El liberalismo clásico estaba ausente. Las soluciones liberales que se extendían con éxito en todas partes fueron dejadas de lado. La idea socialista era tan fuerte entre los políticos que, posiblemente, aún si el Muro de Berlín se les caía encima, no habrían notado el rotundo fracaso del socialestatismo y la victoria del capitalismo democrático en el mundo.
Los dirigentes políticos de izquierda y derecha son todos estatistas. El Partido Liberal de Eusebio Ayala ha dejado de existir. El Partido Colorado de José Segundo Decoud está en cenizas. Mientras en el mundo avanza el liberalismo clásico, en Paraguay la idea predominante entre intelectuales y políticos es aún el socialestatismo. Esta es la causa de la pobreza y corrupción.
Durante el prolongado autoritarismo stronista la gente se acostumbró a no pensar o tener iniciativa propia, y esperar todo de los gobernantes. Y hasta hoy muchos conservan la esperanza de que un caudillo honesto, generoso y fuerte los saque de la pobreza. Pocos se percatan que la prosperidad no es obra de los gobiernos, sino de la gente común, de las personas que trabajan, producen y crean riquezas. Y muchos menos entienden que cuanta mayor libertad tienen las personas de trabajar, producir y comerciar, mayor es el crecimiento de la economía.
Pero la gente no tiene la culpa. Las personas entienden que el socialestatismo no es la solución al atraso, el desempleo y la pobreza. La gente común sabe que los países que prosperan son todos capitalistas y celosos defensores de la propiedad privada. En cada una de las elecciones presidenciales desde 1989, la gente votó efectivamente a favor de las privatizaciones y la reforma del Estado. Nadie votó al socialismo, las invasiones de tierras, las expropiaciones arbitrarias, la franja de seguridad en fronteras y las leyes populistas. Pero los políticos que prometieron al país modernidad trajeron luego estatismo y atraso.
Fernando Batalla F. -
Los marxistas entonces cambiaron su virulenta fórmula, aceptando que si bien los trabajadores de países ricos mejoraron su nivel de vida, esta mejoría se logra a expensas de los países pobres. La explotación se trasladó de los trabajadores a las naciones. Los países pobres eran cada vez más pobres debido a que los países ricos eran cada vez más ricos. Al principio, el anticapitalismo y el odio a los "países ricos" incluían a las naciones europeas, pero desde los años setenta, tanto la izquierda radical como la extrema derecha concentraron su rencor en los Estados Unidos, su capitalismo y política "imperialista".
El paradigma contrario, el americanismo, nació en el siglo XVII, cuando desembarcaron los peregrinos en Plymouth. Esa nueva colonia era comunista: toda su producción se almacenaba en un depósito común para que la autoridad política la distribuyera a cada uno de acuerdo a sus necesidades, según el principio marxista "de cada uno de acuerdo a su habilidad, para cada uno de acuerdo a su necesidad". Así, pronto los colonos sufrieron hambre y comenzaron a morir. Por fortuna, pocos años después abandonaron el sistema comunista y cada colono tendría derecho sobre los frutos de su propio trabajo.
Desde que se instaló la propiedad privada, los colonos de Plymouth Rock prosperaron y nunca más padecieron hambre y miseria. La nueva nación adoptó muy pronto los derechos de propiedad, la economía creció y se robustecieron los deseos de libertad que más tarde confluyeron en la Revolución Americana. La esencia del americanismo se definió en la Declaración de Independencia de 1776 que afirmó el principio revolucionario de que todos los hombres nacen con iguales derechos a "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" y que los gobiernos se crean sólo para defender estos derechos fundamentales del ciudadano.
Desechando prejuicios delirantes, lo que realmente importa es revivir el americanismo, la defensa de los valores universales de la libertad, la vida y la propiedad que traen prosperidad y esperanzas a los pueblos y atacan en su misma raíz la miseria y la opresión.
boris garchunkel -
Y la liberalización, es la que nos sumió en la actual crisis económica pues los señores banqueros del norte no querían que el estado americano se metiera en sus negocios de creación de títulos espurios (mal llamados basura toxica)
Días atrás tuve el raro privilegio de ver un documental sobre paraguay que fue pasado por el canal publico (7) y me llamo la atención que durante los 30 años que gobernó un gobierno liberal y un presidente de facto, no se ocupo este gobierno liberal de solucionar los problemas de su pueblo, de infraestructura básica, agua, salud, cloacas, educación y justicia.
Si se ocuparon de los "GRANDES NEGOCIOS" (igual paso en argentina) particulares que llevaron a que toda la gente pobre de paraguay solo les quedara la salida de emigrar a países como la ARGENTINA donde el 70 % de las villas de emergencia son habitadas por personas provenientes de países "limítrofes"
A donde se hacen "Tours de índole medica " para poder operarse de cosas tan simples como cataratas, porque acá en argentina la medicina publica "es gratis" saturando así también nuestros sistemas de salud.
Siempre me pregunte porque tanta inmigración de un país que tiene una geografía tan parecida a la nuestra y donde la agricultura podría dar cabida a tanto empleo (cosa que se revirtió también el la argentina con la "liberalización y la llegada de los "pooles de siembra" y la híper mecanización de agro).
y la respuesta surgió de el propio documental , PORQUE NO LOS QUIEREN , PORQUE EN VEZ DE TRATARLOS COMO PERSONAS CON PROBLEMAS HUMANOS , CON NECESIDADES HUMANAS , SE AMPARAN EN LA LEY DE PROPIEDAD ,PUEDE QUE ESTE SEÑOR TENGA ALGO DE RAZON DADO QUE DICHA LEY TIENDE A DAR UN "ORDEN " pero esto lo esgrime una parte del pueblo muy selecta que se "apropio" de TIERRAS PUBLICAS en épocas pasadas que ahora se llaman "PROPIEDAD PRIVADA" gracias a los favores o las relaciones con el poder de turno en ese momento (70 % DE LAS TIERRAS PUBLICAS (CASUI 40% DEL TERIITORIO PARAGUAYO) FUERON REPARTIDAS EN LA EPOCA DE STOESNER A INTEGRANTES O ALLEGADOS A SU GOBIERNO).
Por suerte o por consecuencia, DE LAS INJUSTICIAS, siempre las cosas tienden a regularizarse y la llegada al poder de un gobierno popular y con cierto viso de socialización de la relación entre las clases que forman el estado Paraguayo (país al que respeto muchísimo, con el cual festejo que se halla reconocido al Guarini como lengua oficial en el MERCOSUR) y que en épocas en que acá en Argentina nosotros éramos una simple colonia Paraguay era una potencia (ver Paraguay antes de la guerra de la triple alianza)
Disiento totalmente con este señor, El usurpador salvo que demuestre lo contrario, pudo haber sido el que con un titulo de propiedad concedido por un magistrado amigo se apropio de tierras que eran de dominio o posesión publica y eran trabajadas por familias ( poseedores originales y derechohabientes según el derecho consuetudinario la tierra es de quien la trabaja Y POSSE ) que fueron desalojadas ( por no poseer un letrado amigo en el poder que los defendiera y por un problema de falta de educación ANALFABETISMO) por dicho papel tan espurio como los títulos subprime de los banqueros americanos.
SI LA VIEJA UTOPIA EN DESHUSO ES QUE EL HOMBRE VIVA DE SU PROPIO TRABAJO Y QUE ESTE ORGULLOSO DE LO QUE PRODUCE Y SEA POSEEDOR DE SU PROPIA TIERRA A LA CUAL TRABAJA Y CUIDA, CABRIA PREGUNTARLE A ESTE SEÑOR COMO LLEGO EL ATENER SU PROPIEDAD Y SI FUE HEREDADA DE DONDE LA OBTUVIERON SUS ANTECESORES.
En cierto párrafo este señor se contradice declarando que el problema no es la falta de tierras sino la recensión y el alto desempleo, pero esos son problemas que no los ocasiona el pueblo los ocasionan los grandes agentes económicos
Que como bien es sabido el capitalismo a diferencia del socialismo es ESENCIALMENTE COBARDE, pues huyen los capitales a la primera señal de problemas mientra que el socialismo se basa en la fuerza y determinación de su gente
LA INVASION NO ALEJA LA INVERSION ES UNA CONSECUENCIA DE LA COBARDIA DEL CAPITALISMO.
ES INEXACTO QUE CON LA SESION DE LA TIERRA A LOS QUE LA QUIEREN TRABAJAR SE DERRUMBE EL ESTADO DE DERECHO , LO QUE ESTE SEÑOR PROPUGNA ES LA TIERRA EN MANOS DE UNOS POCOS Y SI HAY TIERRAS PARA REPARTIR QUE ME LAS DEN AMI ASI TENGO MAS (O NO DICE QUE EL PROBLEMA NO ES LA POSECION TIERRA)
EN OTRA PARTE DE SU ARTICULO MUESTRA UNA CLARA FACETA FACISTA CADA CUAL PODRIA HACER JUSTICIA POR MANO PROPIA ¿ no es esto una clara incitación a la violencia? que este señor en buena posición social esta declarando ( y seguro que piensa en ejercer) y le recuerdo que la primera violencia que ejercen la clases altas, sobre las bajas son el hambre( la cual usan como arma de dominio) y la desigualdad de la cual hacen gala .
Por otro tanto no es cierto que la propiedad promueva el respeto, la dignidad, y a actuar responsablemente, sobran ejemplos que por poseer una propiedad, se mata, se viola, se avasalla el derecho de otro humano (sino fíjese en la propiedad en el imperio incaico donde solo el inca era el dueño y las parcelas de propiedad comunitaria se repartían en función de la voluntad de trabajo.)
Por ultimo Usted pide liberalizar mas no le basto con lo que han hecho en los años que les toco gobernar a los liberales en Sudamérica produjeron pobreza a raudales, desigualdad, por doquier , comprendo
de que se quejan les quedo la obra a medio hacer se querían quedar con todo
BORIS GARCHUNKEL