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Nacionalismos

Los nacionalistas de CiU piden ayuda a los expoliadores españoles.

Los nacionalistas de CiU piden ayuda a los expoliadores españoles.

¿No decían los nacionalistas que España les robaba?

¿Llegará para todos la tarta de 18 mil millones de euros?

Hay un antes y un después de la frase que ha pronunciado Mas-Colell, Conseller de Economía de Artur Más, ante los micrófonos de la BBC: "Cataluña no tiene otro banco que el Gobierno de España". La podría haber escrito Shakespeare para un personaje de tragedia contemporánea genuinamente española.

Si la llega a pronunciar Artur Más ante Dios, la BBC y la historia, no tendría nada que envidiar a la frase más trágica, más resignada, más representativa de la fragilidad de la condición humana que el Bardo de Avon hizo salir de la boca de Ricardo III, el personaje de la literatura universal que persiguió el poder con menos escrúpulos: "Mi reino por un caballo".

Pero la ha pronunciado su escudero económico, en idioma inglés con acento catalán, quizá para ganar tiempo mientras se la traducían a Rajoy en La Moncloa.

El caso es que Cataluña ha tenido que pedir papas al Estado. Que los nacionalistas no lo van a reconocer, pero al final hace más frío de lo que parece fuera de España. Que el Barça podrá permitirse el lujo de ser algo más que un club, pero Cataluña no puede permitirse el lujo de ser algo más que una Comunidad Autónoma, en el ámbito de una Comunidad Europea que fumiga como insignificantes hormigas a Estados, ya soberanos, con el doble de población que el territorio que venera a su patrona "La Moreneta"

"Se equivocó la paloma. Se equivocaba", como profetizaba Xoan Manuel Serrat reproduciendo un poema de Alberti. Por ir al norte fue al sur. Se equivocaba...

¡Bienvenida a la cola, Cataluña!

Los más optimistas calculan que la Generalitat tendrá que solicitar unos 2.600 millones de euros para salir del apuro de aquí a final de año. Los bonos patrióticos han creado un bucle de endeudamiento alrededor de 12 mil millones de euros y la Comunidad corría el peligro inminente de ser arrasada por un alud financiero.

Hubo que hacerse de tripas el corazón y decir ¡basta! Hubo que decidir entre morir de pie o vivir de rodillas, y las élites del nacionalismo catalán mayoritario decidieron hacer lo mejor para su pueblo, lo menos malo para España, y se han puesto a la cola de las ventanillas de pago del Estado, detrás de la Comunidad Valenciana y de Murcia.

¡Bienvenida a la cola, Cataluña! Al final, como la vida misma, el más independiente, el más orgulloso, el más rebelde de los seres humanos sabe que su último recurso es la familia. Millones de hogares dispersos por la geografía española lo confirman en estos tiempos de penumbra social y económica.

Y aunque algún radical jacobino, algún patriotero barato con fobias periféricas, intente comparar la foto de Durán i Lleida con Rajoy con el cuadro de la Rendición de Breda de El Greco, el Titanic nacional no puede permitirse el lujo de que se le vayan inundando sus compartimentos periféricos, sus pedazos autonómicos, en mitad de la tormenta e intentando mantenerse a flote en medio del Cabo de Hornos de la crisis.

Lo que es bueno o menos malo para Valencia, Murcia, Cataluña y las que te rondaré morena, es bueno o menos malo para España. Económicamente hablando, debería convertirse a partir del hoy en un axioma. Porque éste país está haciendo agua por el Centro y por sus territorios autonómicos, y hay que achicar todos a la vez, todo al mismo tiempo, dejando reproches centrífugos o centrípetos, alardes independentistas o alardes centralistas, hasta ver si el barco a la deriva consigue llegar a puerto seguro.

Una tentadora tarta de 18 mil millones de euros

El problema ahora es la tarta de 18 millones de euros. Menos 3.600 de Valencia, 2.600 de Cataluña y 300 de Murcia, quedarían sólo 11.500 millones para el resto de Comunidades. Andalucía puede necesitar una buena tajada; Las Baleares tienen al personal con los huevos de corbata; Castilla-La Mancha está más depauperada que el galgo de Don Quijote; Castilla-León han empezado ya a levantar tímidamente la mano.

Y hay comunidades decididas a mantener el tipo e izar la bandera de la austeridad como estandarte de la gestión de sus gobiernos. Pero, si las cosas se tuercen más todavía, como por ejemplo se plantea la opinión pública gallega, cuyo Presidente tiene a gala no acudir al fondo nacional de rescate, ¿quedará algún pedazo de tarta para los rezagados? Esa es la cuestión.

La madrastra Europa ya ha dictado sentencia pública, y ha anunciado que 18 mil euros, ni uno más, ni uno menos, es todo lo que el anoréxico Estado español puede dedicar a operaciones internas de salvamento.

Los gobernados y los gobernantes de las comunidades que en principio no le van a pedir pasta a Papá Estado, analizan sin embargo recelosos la velocidad a la que va a ir disminuyendo la tarta. A ver si al final van a tener que reclamar postre, ayuda, ¡help!, y se van a encontrar con la bandeja vacía.

El Supremo declara nulo el uso preferente del catalán en Barcelona.

El Supremo declara nulo el uso preferente del catalán en Barcelona.

Entre otros, suspende las multas por no rotular en catalán, las actas redactadas únicamente en esta lengua y la de ser atendido en español sólo si quien se pone en contacto con la administración lo pide.

No rotular al menos en catalán, que la administración redacte actas únicamente en esta lengua y, entre otros, que el personal público reciba en catalán, a no ser que el ciudadano requiera el español son algunos de los artículos que el Tribunal Supremo ha suspendido en Barcelona. De esta forma, el catalán deja de ser preferente en la Ciudad Condal a raíz de la denuncia presentada por el líder del PP en el Consistorio, Alberto Fernández Díaz. Sólo el año pasado y en Barcelona se multó a 97 comercios por no rotular en catalán, a razón de unos 720 euros de media para cada uno de ellos.

Y es que, el Alto Tribunal ha confirmado la suspensión de 7 artículos del reglamento del catalán de BarcelonaLa sección cuarta de la Sala Contencioso-Administrativa del Tribunal Supremo (TS) ha confirmado la suspensión de siete artículos del reglamento de uso del catalán del Ayuntamiento de Barcelona, que decidió el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) en una anterior sentencia.

El fallo de la sentencia del Tribunal Supremo, que se ha conocido hoy, confirma el auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que suspendió los siete artículos de forma cautelar alegando que existen antecedentes de sentencias que han declarado nulas normativas que imponen directamente el uso preferente del catalán sobre la otra lengua cooficial, el español.

El reglamento del uso del catalán del Ayuntamiento de Barcelona, aprobado por el pleno del consejo municipal en febrero de 2010, fue recurrido ante los tribunales por el presidente del grupo municipal del PPC en el consistorio, Alberto Fernández Díaz.

Los artículos en cuestión

Los artículos suspendidos son el 3-1, que establece que las actuaciones internas del Ayuntamiento de Barcelona se han de hacer en catalán; el 3-2, que indica que las actas del consistorio se han de redactar en catalán; el 3-4 relativo a impresos, sellos de goma y análogos, y el 5-2, sobre la expedición de documentos.

También se suspendió el artículo 7, en el que se dice que en sus comunicaciones administrativas orales, el personal del ayuntamiento ha de emplear la lengua catalana, excepto cuando el administrado pida ser atendido en castellano, el número 12, referido a la rotulación, y el 18, sobre asientos administrativos.

En la sentencia, el Supremo considera que la Sala del TSJC ya valoró los "intereses en conflicto y consideró teniendo en cuenta los mismos que si no se adaptaba la medida cautelar de suspensión, la aplicación de la disposición general a lo largo de la posible duración del proceso podía hacer perder su finalidad legítima al recurso".

Para el Supremo, el TSJC ya justificó debidamente en su momento el 'periculum in mora' (peligro de un daño jurídico urgente) que suponía para el interés general de los ciudadanos e incluso de los miembros de la corporación municipal de Barcelona el no poder utilizar indistintamente las dos lenguas cooficiales.

Esta sentencia del Tribunal Supremo, que es firme, condena también a pagar las costas al Ayuntamiento de Barcelona, que puede ascender a los 3.000 euros.

Cataluña se declara INDEPENDIENTE de España en Educación.

Cataluña se declara INDEPENDIENTE de España en Educación.

Contra los que siembran el odio en Cataluña y Pais Vasco.

Contra los que siembran el odio en Cataluña y Pais Vasco.

En 1808, españoles de toda la nación se alzaron contra un invasor extranjero. Lugares hoy gobernados por gentes y partidos que se dicen antiespañoles, dieron entonces su sangre por España con un patriotismo muy consciente, nada ambiguo, y envueltos en la bandera roja y gualda. Uno de esos lugares fue Gerona, donde los catalanes soportaron con valor asombroso un asedio terrible. Al frente, un granadino: Mariano Álvarez de Castro. Y entre los defensores, una compañía de mujeres que pasaría a la Historia.

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Esto ya no se lo enseñan a los niños catalanes.

El sitio de Gerona: Cataluña dió su sangre por España.

Pongámonos en contexto. Madrid se ha levantado contra los franceses el 2 de mayo. Napoleón se ha encontrado con algo insólito: un pueblo que, aun sin rey, se organiza sobre la base de sus viejas instituciones y se alza en armas para defender la patria y la religión. Por todas partes surgen las Juntas. Los franceses son derrotados en el Bruc y en Bailén, fracasan en los asedios de Zaragoza y Valencia. En tal tesitura, temen perder la comunicación con Francia, comunicación que pasaba, entre otros lugares, por Cataluña, y concretamente por Gerona. La situación en Cataluña era difícil. Un fuerte contingente francés se había asentado en Barcelona y creía controlar la región. Pero en Gerona también los españoles se levantan. En junio de 1808 se constituye una Junta, animada sobre todo por el pueblo llano y los clérigos; pese al recelo de la burguesía local, la Junta se convierte en el verdadero poder y declara la guerra a los franceses.

 

¿Y estaba Gerona en condiciones de hacer tal cosa? En realidad, era una locura. Estamos hablando de una ciudad pequeña, de unos 10.000 habitantes y castigada por la crisis del trigo. Militarmente era muy débil: con un marino como gobernador, Julián de Bolívar, tenía una guarnición de tan sólo 300 soldados del Regimiento de Ultonia, al mando de dos oficiales de ascendencia irlandesa: O’Daly y O’Donovan. Ante el estado de guerra, la Junta organizó dos tercios de miqueletes, milicias populares como los somatenes. También acudieron marineros de Sant Feliu de Guixols para atender unas pocas piezas de artillería, en unas murallas arrumbadas por el tiempo y reducidas a su mínima expresión.

 Tres asedios

De manera que Gerona era muy poca cosa, pero para los franceses era vital: necesitaban controlarla para asegurar las comunicaciones con Francia. Así que el jefe napoleónico en Barcelona, Duhesme, que se ha enterado de la sublevación, corre a sofocarla. Es el 20 de junio. Se presenta en Gerona con 5.000 hombres y ocho cañones. Insta a los gerundenses a rendir la plaza. Los gerundenses dicen que no. Duhesme se lanza al asalto. Y aquí, como en Valencia o en Zaragoza, los franceses fracasan: después de tres asaltos, la ciudad resiste. El francés resuelve volver a Barcelona para reunir más tropas. Será un calvario: por el camino, partidas de somatenes y soldados le infligen graves bajas. Los gerundenses han superado este primer asedio. Devotos, atribuyen su victoria a la protección de San Narciso, que es nombrado jefe militar de la ciudad.   

 

Los franceses vuelven, como era de esperar. Será un mes después, el 20 de julio. Duhesme trae ahora más cañones; plantea un largo asedio en toda regla. Pero las defensas de Gerona han aumentado. Primero llegan tres batallones españoles. Rápidamente empiezan a concentrarse columnas de somatenes con dos grandes guerrilleros: Juan Clarós y Miláns del Bosch. Y los refuerzos consiguen su objetivo: después de un mes de asedio, el 20 de agosto los franceses tienen que abandonar nuevamente, y esta vez con pérdidas aún más cuantiosas.

 

Habrá un tercer asedio. Será el definitivo. Y será también uno de los más tremendos de la guerra de la independencia. Por parte francesa, penetra un gran ejército -18.000 hombres- con el objetivo de asegurar el control sobre Cataluña y, muy principalmente, acabar con la resistencia de Gerona. Pero a Gerona ha llegado alguien muy importante: el general Álvarez de Castro, un militar experto, de sesenta años; un hombre que se había negado a entregar a los franceses el castillo de Montjuich, que se había lanzado al combate y que llegaba a Gerona con el propósito de apurar la resistencia. El 1 de abril de 1809, nuestro general publica un bando resolutivo: se resistirá hasta la muerte. Y quien piense en pasarse al enemigo, será ejecutado sin piedad.

 

Los franceses se lanzan al ataque. Ocupan las posiciones elevadas en torno a Gerona. Desde allí quieren bombardear la ciudad durante el tiempo que sea preciso. Envían un emisario a Álvarez de Castro para instarle a la rendición. El español no la acepta. El asedio será brutal. La artillería francesa cañonea sin cesar los muros de Gerona, sus casas, sus calles. Ya no se trata simplemente de amedrentar a la población, sino que es una estrategia deliberada de aniquilación de la ciudad, hasta su última piedra. Los gerundeses, sin embargo, no se rinden. Al revés, aceptan vivir entre las bombas como quien oye llover.

 Es casi increíble, pero esa situación va a prolongarse durante siete meses. Los franceses siguen acercándose, siguen bombardeando, pero Gerona no cae. A sus exiguas fuerzas –unos 5.600 hombres-, Álvarez de Castro ha añadido a la población civil. Primero se crea la Cruzada Gerundense –un nombre que dice mucho sobre el carácter que los españoles dieron a aquella guerra. La Cruzada constituyó ocho compañías clasificadas por oficios: clérigos seculares, clérigos regulares, estudiantes, artesanos, gente de posición, constructores, etc. Todos defienden: hombres, niños, ancianos, mujeres… sobre todo las mujeres. Tanto se distinguen las mujeres de Gerona en la resistencia, que Álvarez de Castro decide encuadrarlas también militarmente y otorgarles los mismos derechos que a los soldados. Así nace a finales de junio la Compañía de Santa Bárbara, que usaba como distintivo un lazo rojo en el brazo. Esta es la orden del general:

“Habiendo entendido el espíritu, valor y patriotismo de las Señoras Mujeres Gerundenses, que en todas las épocas han acreditado, y muy particularmente en los sitios que ha sufrido esta Ciudad, y en el riguroso que actualmente le ha puesto el enemigo; deseando hacer público su heroísmo y que con más acierto y bien general puedan dedicar y emplear su bizarro valor en todo aquello que pueda ser de beneficio común á la Patria, y muy particularmente de los nobles guerreros defensores de ella, y que a su tiempo tenga noticia circunstanciada S. M. del inaudito valor, y entusiasmo de las Señores Mujeres Gerundenses, (…) Ha venido S. E. en disponer y mandar que se forme una compañía de doscientas Mujeres sin distinción de clases, jóvenes, robustas, y de espíritu varonil para que sean empleadas en socorro, y asistencia de los soldados, y gente armada (…) La Compañía de Señoras Mujeres Gerundenses tendrá la denominación de Compañía de Santa Bárbara”.

 La estrategia de la boa

 Los españoles conseguirán hacer llegar víveres y municiones a los sitiados, pero ninguna ayuda podrá romper la tenaza francesa. El 19 de septiembre lanzan los de Napoleón su gran ataque: cañoneo brutal, murallas rotas, franceses que entran por las grandes brechas… Se combate cuerpo a cuerpo. Y pronto, el milagro: los gerundenses logran detener el asalto. Para los franceses resultaba incomprensible. Tanto que, directamente, optaron por no volver a intentarlo: a partir de ese momento, la estrategia francesa se limitará a estrechar el cerco a fuerza de artillería, como una boa asfixia a su presa. Eso será lo que acabe con Gerona.El 10 de noviembre llega una carta del mando español: no va a ser posible prestar auxilio a la plaza. Gerona está abandonada a su suerte. Cuando llega el invierno, la situación es insostenible: los edificios, arruinados; los supervivientes, sin techo ni víveres ni medicinas; las defensas, quebradas. La descomposición de los cadáveres expande graves enfermedades. El propio Álvarez de Castro enferma. La Junta designa a Bolívar para que tome el mando. Poco le queda por hacer.Son las siete de la tarde del 10 de diciembre de 1809. Ha caído la noche. Los sitiados, al límite de sus fuerzas, optan por capitular. Aún así, ponen sus condiciones. Los sitiados no son bandoleros ni rebeldes. Son un ejército, incluida la población civil movilizada. Como militares, exigen al ejército vencedor un trato conforme a los usos tradicionales de la guerra. Los franceses serán respetuosos, pero sólo a medias. En Gerona ya no había nada que saquear. Pusieron un especial celo en atrapar al general Álvarez de Castro; no les costó mucho, postrado como se hallaba. Al general le espera un calvario: enfermo y deshecho, será llevado de una cárcel a otra hasta terminar en el castillo de Figueras, donde muere el 22 de enero de 1810. Después, los franceses intentarán ganarse a la población imponiendo un régimen catalanista, bajo inspiración del afrancesado Tomás Puig. Será sólo un cebo, porque toda Cataluña es de hecho anexionada a Francia en 1812 y sometida al típico esquema centralista francés. El pueblo, por su parte, nunca aceptará el sometimiento. Cuando los franceses sean vencidos y abandonen la ciudad, ya en 1814, muy pocos afrancesados les seguirán. Y por el contrario, Gerona, la Gerona española, pasará a nuestra historia como un ejemplo insuperable de abnegación y de patriotismo. Entre otras cosas, sus muros fueron uno de los primeros lugares donde ondeó la enseña rojigualda como bandera de España. Esa bandera de Gerona está hoy en el Museo del Ejército. Y esa fue la verdadera historia de la Gerona española, de la Cataluña española.

 

Balanzas fiscales y nacionalismo carca.

Balanzas fiscales y nacionalismo carca.
  Si permitimos que se llame solidaridad a lo que es una obligación legal, se podrá llegar a exigir, como pasa ahora, por parte de las comunidades más ricas, que esa solidaridad sea ésta o la otra. 

Con los dineros del Estado, los nacionalistas cometen cuatro falacias. La primera es la más conocida, la de afirmar eso de que "España nos roba". La eterna cantinela catalanista. Esta matraca la hemos tenido que soportar durante años. Se suponía que Cataluña sólo aportaba al Estado y éste le devolvía una miseria. Mientras tanto, Madrid y el resto de España vivían a costa de los catalanes. Aunque parezca grosero, así se transmite y así se ha instalado en el inconsciente colectivo de millones de personas en Cataluña.

Tragado el sapo, ahora se disponen a explotarlo metabolizado en el dret a decidir (o sea, "derecho a decidir"). Este lema, inventado por los vascos para reivindicar la autodeterminación, ha sido adaptado por los catalanistas más independentistas con la chulería de quienes no necesitan dar razones ni cuentas a la ley. Pero con una sutil diferencia; mientras los vascos van de frente y exigen todo por el mero hecho de ser vascos, los nacionalistas catalanes lo empiezan a utilizar como señuelo para camelar el descontento social por las infraestructuras y montar manifestaciones con el "derecho a decidir". Ese será el lema de la del sábado en Barcelona. Y allí estarán todos los nacionalistas, más todos los que se crean que asistiendo a la manifestación estarán pidiendo decidir sobre las infraestructuras.

Es un error doble: el de confundir cualquier descontento provocado por una mala gestión con la forma del Estado (¿habremos de pedir la devolución de la seguridad al Estado porque la Generalitat la esté gestionando mal?) y el caer en la misma trampa de la transición. Y es que entonces, aprovechándose del rechazo generalizado al franquismo, el catalanismo abanderó las reivindicaciones nacionales como si fueran la antítesis democrática al régimen y, en una década, convirtieron las organizaciones políticas y sindicales en lacayos de una de las ideas más rancias del siglo XIX: el nacionalismo. En Cataluña no conocemos otro gobierno desde entonces.

Pues bien, con la publicación de las balanzas fiscales realizado por el BBVA, la falacia se desvanece: Madrid paga el doble que Cataluña; o sea, cada madrileño aporta 3.247 € a la caja común del Estado, frente a los 1.489 € que paga cada catalán, datos que corresponden al quinquenio económico 2001-2005.

La segunda falacia es el empeño de los nacionalistas en dar carácter de sujeto jurídico a lo que sólo es una realidad de geografía física (las regiones) o política (las comunidades autónomas) en cuestiones fiscales. Quienes pagan los impuestos son las personas físicas, y todas pagan exactamente lo mismo en cualquier lugar de España, dependiendo de su renta personal. Así, un catalán que gane 50.000 euros al año pagará exactamente igual que un madrileño, un gallego o un murciano que gane esa misma cantidad. No es, por tanto, su comunidad quien paga sus impuestos, sino cada uno de ellos, y por eso pagarán más las comunidades que tengan un mayor número de ciudadanos con rentas elevadas y afincadas muchas y grandes empresas. Es el caso de Madrid, Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana, que son contribuyentes netas a la solidaridad interterritorial.

Hay en esta confusión un enorme error: España es una nación de ciudadanos concretos, libres, con iguales derechos y deberes; no un conjunto de comunidades cuyo imaginario sujeto jurídico suplanta esos derechos individuales.

La tercera falacia es que para definir la contribución de las comunidades al Estado para que éste distribuya dicha renta en función de las necesidades de cada una de ellas se ha impuesto el concepto de solidaridad. De ahí nacen todos los agravios. No es solidaridad, es justicia distributiva. No se trata de que unos se apiaden de otros, sino de que el Estado por el poder que le confieren las leyes distribuya esa riqueza recaudada de forma equitativa entre todos los españoles. De la misma manera que una empresa o un ciudadano individual no puede disponer ser solidario con el dinero que ha de aportar a Hacienda porque es una obligación legal hacerlo, no lo son las comunidades que, además, no aportan nada.

Si permitimos que se llame solidaridad a lo que es una obligación legal, se podrá llegar a exigir, como pasa ahora, por parte de las comunidades más ricas, que esa solidaridad sea ésta o la otra. Si hablamos de justicia distributiva, serán los responsables políticos de cada momento y las reglas legales que nos hemos otorgado entre todos los que decidan donde y en qué cantidad deben ir los dineros de todos.

Pero la cuarta falacia es la peor. Si la propaganda nacionalista hubiera tenido razón, es decir, si las balanzas fiscales concluyeran que era Cataluña la que más pagaba, no cambiaría nada. Porque de la misma manera que un rico paga más que un pobre y eso no le da derecho a exigir al Estado que sus calles estén mejor asfaltadas, las regiones económicas que más producen han de pagar, pero no por eso pueden exigir gestionar el montante total de lo que pagan. Porque si así fuera, todos los ricos querrían gestionar sus impuestos, es decir, ninguno pagaría nada, porque la gestión de lo que pagasen repercutiría de nuevo sólo en ellos. ¿Quién pagaría entonces la seguridad social de todos, el colegio público, los transportes, las carreteras, las fuerzas armadas etc.? Simplemente no habría Estado.

Si se fijan, ni las políticas más conservadoras de la derecha más rancia se atreverían hoy a defender ese egoísmo fiscal. Y sin embargo, hoy, en España, el Partido Socialista de Cataluña, ERC, CiU e ICV, defienden esa política fiscal: quieren gestionar "sus" impuestos. Quieren tener "derecho a decidir" sobre todas las rentas que son de todos los ciudadanos españoles. Lo que nadie se atrevería a exigir como persona individual, lo exigen como nación. Nunca un argumento había definido tan nítidamente lo que es un comportamiento ideológico carca.

A propósito, un día u otro habrán de desaparecer esas antiguallas medievales llamados Fueros. Con perdón.

Tres preguntas al PSC

Tres preguntas al PSC  Según ustedes, la culpa de los problemas de que estamos sufriendo los catalanes la tiene el PP por el déficit de inversiones en infraestructuras durante el gobierno de Aznar. Aunque ese argumento ya me lo sé de tanto repetirlo, admitiendo que fuera cierto, durante los años que llevan ustedes mandando en Madrid, en la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona ¿no han tenido tiempo para corregirlo y hacer algo al respecto?

También achacan parte de estos males a la falta de recursos económicos debidos al injusto sistema de financiación actual. Ya se sabe que los recursos siempre son insuficientes y que ello obliga a establecer prioridades. ¿Era más importante utilizar el dinero disponible en el despilfarro del Forum de las Culturas que en mejorar las infraestructuras?

Por último, ¿creen que a los ciudadanos nos preocupaba más la aprobación del Estatut al que tantos esfuerzos han dedicado ustedes, que a no tener apagones, que funcionen los trenes de cercanías o no se colapsen nuestras carreteras? Si en el referéndum del Estatut votamos menos del 50 %, si no admiten sus responsabilidades y procuran ponen remedio, todavía será mayor la abstención en los comicios venideros.

Cambio de régimen. Convencer a la mayoría o preparar la resistencia.

Cambio de régimen. Convencer a la mayoría o preparar la resistencia.

Tenemos un presidente del Gobierno y unos partidos políticos (PSOE, IU y los nacionalistas) que no respetan las leyes. No cumplen la Constitución y creen que España como Nación es un error histórico y que ahora es el momento de trocearla como Estado. Por eso han aprobado el Estatuto catalán y han pactado con Batasuna-ETA, la excrecencia armada del nacionalismo vasco, cuyas acciones violentas son justificadas unos días por unos y otros por otros. Rodríguez Zapatero, el libertador de De Juana Chaos y amigo de Otegi, el dirigente de Batasuna, a quien considera un hombre de paz, tiene, por más alucinante que parezca, planteamientos guerracivilistas. Cree que hay que reanudar el enfrentamiento entre las dos ya inexistentes Españas, para que ahora ganen los partidos de izquierda y los nacionalistas. Y está dispuesto a aceptar la violencia de ETA, como demuestra su comportamiento tras el atentado de Barajas. Que la España del siglo XXI sea totalmente ajena a esos planteamientos rupturistas ni le importa ni le interesa. Él es y actúa como un revolucionario que desprecia el ordenamiento jurídico.

Sabe Rodríguez Zapatero, y saben sus aliados, que sólo el PP sigue defendiendo España como Estado y como Nación; por eso necesitan destruirlo. Y la forma más eficaz de hacerlo, como siempre con cualquier partido político, es crear disidencias internas. En el caso del PP, los disidentes son un grupo de altos dirigentes que creen excesivo y poco electoralista el discurso nacional de su partido aunque sea compartido, eso sí, por la inmensa mayoría de los militantes y de los votantes. Para el Gobierno, el enemigo a batir son Esperanza Aguirre, Acebes y Zaplana, demonizados por los medios de comunicación de la izquierda, de los nacionalistas y de los pobres de espíritu.

Sólo un rotundo triunfo electoral del PP, ahora en las municipales y autonómicas y después en las próximas generales, puede parar el proceso de descomposición del Estado español. Recomponerlo es harina de otro costal. Sería necesario un nuevo proyecto constitucional, un referéndum y volver a ganar por mayoría absoluta otras elecciones generales inmediatas.

Es muy posible que lo que he expuesto en los párrafos anteriores le suene a chino a muchos españoles. Y no porque sean pasotas o irresponsables. Simplemente ese discurso político es complejo y las necesidades personales, las preocupaciones familiares y el trabajo diario llenan la capacidad de reflexión de muchos votantes, que no imaginan las consecuencias, en sus vidas personales, de la ruptura del Estado español y no terminan de creerse que Rodríguez Zapatero no sea sólo falso y mentiroso, sino que su objetivo sea la destrucción del Estado español.

Si los que defendemos la Constitución, y a nivel de representación política sólo lo hace el PP, no ganamos con claridad las dos próximas convocatorias electorales, nos encontraremos con un escenario mucho peor que el actual. Rodríguez Zapatero y sus aliados actuarán como lo hizo el partido nazi tras ganar las elecciones de 1933. España se habrá convertido en una parodia, latinoamericanizada, de lo que significaron el fascismo y el nazismo en los años treinta del siglo pasado. Y en esa tesitura hay que preparar la resistencia. A nivel personal y a nivel político. Porque, como ha demostrado repetidamente la historia de la España moderna, cuando los españoles se den cuenta de lo que han hecho con su vida y su futuro, reaccionarán. Como lo hicieron los pueblos de toda España tras contemplar, sin darle importancia, la invasión francesa de 1808 hasta el 2 de mayo. No hubo reacción a nivel popular hasta esa fecha porque la invasión había sido bendecida por los dirigentes políticos de la época, los Borbones –padre e hijo–, los intelectuales, y la burguesía acomodada, a los que posteriormente se identificó como afrancesados. Digo preparar la resistencia, porque España como Estado no podrá funcionar durante unos años, pero la Nación española no habrá desaparecido y serán mayoría los que pedirán –en un futuro indeterminado– la reconstrucción política de España.

Y preparar la resistencia porque el modelo vasco, de partido nacionalista que condena la violencia pero cuya policía –siguiendo las instrucciones de su Gobierno– permite la impunidad al entorno de ETA-Batasuna, se extenderá. Y se perseguirá no sólo a los que, como en Cataluña, pretenden hablar en español, sino a todos los que no se identifiquen con los regímenes totalitarios que nos quieren imponer.

Y cuando esos comportamientos sectarios sean cotidianos en la España no enferma de nacionalismo, la mayoría de los españoles reaccionarán, buscando, nuevamente, el imperio de la ley y el restablecimiento del Estado de Derecho. Y, además de nuestra propia experiencia histórica, tenemos ejemplos cercanos, en Europa, de rebeliones cívicas no violentas que han logrado reformas constitucionales y elecciones generales libres frente a comportamientos totalitarios de sus gobernantes. Porque, para desesperación de los Rodríguez Zapatero de turno, España, hagan lo que hagan, seguirá existiendo como Nación y la mayoría de los españoles querrá que vuelva a funcionar como Estado.

ZAPATERO BAILA AL SON QUE TOCA ETA .

ZAPATERO BAILA AL SON QUE TOCA ETA . La soberanía nacional reside en el pueblo español. O al menos eso creíamos, porque el Sr. Zapatero se ha arrogado el poder soberano para decidir por sí, y sin consultar al resto de los españoles, que “el Gobierno respetará las decisiones de los ciudadanos vascos que adopten libremente, respetando los métodos democráticos, los derechos y libertades de los ciudadanos y en ausencia de violencia y coacción".
Es decir Zapatero otorga el derecho de autodeterminación a los vascos. Y si no es así, que aclare sin lugar a dudas, categóricamente, José Luís Rodríguez Zapatero lo que ha querido decir con tales palabras. Que nos diga a los españoles y a los etarras que no habrá nunca autodeterminación, así de claro y de sencillo, y que se dejen de cuentos los mamporreros gubernamentales.

Estamos más que hartos de este gobierno que se dedica a bailar al son que tocan los terroristas. Respeta los plazos que le imponen los delincuentes, cede a sus reclamaciones políticas y abdica de la aplicación de la justicia con que solo los batasunos chaqueen los dedos. La flojedad moral que caracteriza a los actuales gobernantes, hacen que España este hoy indefensa ante cualquier audacia separatista.

En la tramitación del problema de Vascongadas, se advierten responsabilidades gravísimas. Si desde ETA-Batasuna, y en definitiva todo el separatismo vasco, se ha creído que podría constituir una formidable coacción sobre el PSOE, sobre el gobierno, con solo agitar el señuelo de la paz, no cabe otra cosa que lamentar el triunfo electoral de unos poderes tan enclenques, tan dóciles a la maniobra traidora.

Ninguna legitimidad, ni legalidad, asiste a este gobierno para dar carta de naturaleza a la teoría autodeterminista que esgrime el separatismo vasco. Vascongadas es tierra española y corresponde a los todos los españoles, tanto como a los vascos, el derecho a intervenir y fijar los destinos del País Vasco. Un destino que nunca debe ser determinado por un grupo como ETA y sus cómplices, materiales y morales. Que si Batasuna es lo mismo que ETA judicialmente hablando, todos sabemos que hay otras formaciones tan culpables como Batasuna en la situación que vivimos.

Es conveniente que esto no se olvide por el pueblo español, pues quizás se acerca la hora de ir puntualizando las traiciones consumadas, para pedir cuantas a aquellos que las cometieron o toleraron que se cometiesen.

Y que tome buena nota el Sr. Rajoy y el Partido Popular, se acerca la hora en que las tibiezas no tienen cabida. O se está con España o contra España. Es hora de cortar de raíz cualquier proceso que pueda llevar a una consulta sobre la autodeterminación del País Vasco. Y no solo hablamos de medidas judiciales o legales, sino políticas. Y si el Partido Popular no está dispuesto a asumir la responsabilidad histórica de oponerse a la desmembración de España por todos los medios a su alcance, debe dejar paso a aquellos que sí están dispuestos a asumir sobre sus hombros esa tarea, sin miedo a perder poder, posición o fortuna. Hoy no caben ya sino dos soluciones extremas: o acceder indignamente a pactar con ETA, perdiendo el País Vasco, o rescatar la soberanía, rescatar la colaboración y le patriotismo de Vascongadas por medio del combate político. Todo lo demás en cobardía, miedo y candor.