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Religión

SOS de las dominicas del monasterio de Montsió. Otro abuso del PSC.

SOS de las dominicas del monasterio de Montsió. Otro abuso del PSC.
 El PSC-PSOE pretende desahuciar a las religiosas de Esplugues para expropiar su Monasterio.
El Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat (Barcelona), gobernado por el PSC con mayoría absoluta y entre cuyos concejales se encuentra la actual Vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Carme Chacón, continúa los trámites para expropiar, de forma totalmente arbitraria, el Monasterio de Santa María de Montsió y expulsar a la comunidad de religiosas dominicas que ahí vive.

La comunidad dominica lanza un SOS a la opinión pública para evitar que las echen de su casa. La última notificación que recibieron al respecto está fechada el 6 de octubre, les llegó el 13 del mismo mes y se publicó en el boletín oficial el pasado día 27 de septiembre. Por lo tanto, como indican las hermanas dominicas, las alegaciones terminan el 28 de octubre. Y no saben qué hacer. Pero piden ayuda y oraciones.

El objetivo del Ayuntamiento es apropiarse de todo el monasterio (Iglesia, claustro gótico del S.XIV, dependencias y jardines), que es propiedad de la Comunidad de religiosas. Y, para tal fin, pretende modificar el Plan General Metropolitano actualmente vigente y recalificar los terrenos, pasándolos de zona verde privada de uso religioso a terrenos de titularidad pública con la zonificación de verde público y equipamiento.

Esta modificación es totalmente contraria a Derecho e infringe el ordenamiento jurídico, además de ser poco coherente, irracional y antieconómica. Y los argumentos dados por el Ayuntamiento no tienen ninguna justificación. El Ayuntamiento afirma que con la expropiación se pretende preservar el conjunto patrimonial y garantizar la apertura del mismo a todos los ciudadanos. Pero esas razones son falsas y no se sostienen.

El conjunto patrimonial ha sido preservado, desde su creación (S.XIV), precisamente por las distintas comunidades de religiosas que ahí han vivido a lo largo de los siglos. Gracias a ellas, solamente a ellas, el claustro ha llegado hasta nuestros días en perfecto estado. Y gracias también a ellas, cualquier persona puede visitar el claustro y los jardines cuando lo desee.

Porque la Comunidad de Dominicas, siendo como es la única propietaria del Monasterio, abre las puertas de su casa a cualquier persona que quiera visitar el conjunto patrimonial. De ello pueden dar fe muchas personas e instituciones de Cataluña. Incluso hay prevista una jornada de puertas abiertas el último domingo de cada mes. Y son precisamente las religiosas las que se encargan de recibir a los visitantes y de explicarles el conjunto patrimonial.

La actuación del Ayuntamiento es totalmente arbitraria. No hay razones que justifiquen la expropiación. Y el modo en cómo se está llevando a cabo es lamentable. Ningún responsable del Consistorio se dignó a informar de palabra a la Comunidad de religiosas. Se enteraron mediante una simple carta en la que se les informaba de que el Ayuntamiento había decidido quedarse con el Monasterio. Y el propio Ayuntamiento ya se ha encargado de dar por hecha la expropiación, anunciando en su publicación mensual que el Monasterio será de titularidad pública en breve. En Esplugues, la gente ya está convencida de que las monjas tienen que irse.

La Comunidad de religiosas está pasando por momentos muy angustiosos, y necesitan ayuda. La expropiación de su Monasterio no sólo las obliga a marcharse de ahí (el Ayuntamiento ni siquiera ha previsto su reubicación) sino que además pone en peligro la propia supervivencia de esta Comunidad, al verse privada de las condiciones necesarias para desarrollar su modo de vida. 

Existe la posibilidad de sumarse a una iniciativa colectiva, por la que se envía una carta al Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat (alcalde y grupos municipales) y a los medios de comunicación locales poniendo de manifiesto la indignación o tristeza de los que así lo sientan por una expropiación totalmente injusta e ilegal. Si a alguien le interesa puede
hacerlo aqui.

La web del monasterio: http://www.esplugues.com/montsio/

Acerca de la objeción de conciencia ante una ley radicalmente injusta que corrompe la institución del matrimonio.

Acerca de la objeción de conciencia ante una ley radicalmente injusta que corrompe la institución del matrimonio. NOTA DEL COMITÉ EJECUTIVO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA.

El Gobierno anunció hace un año su intención de regular civilmente el matrimonio de una manera desconocida hasta ahora para la Humanidad. Para casarse no importaría hacerlo con una persona del mismo sexo. En la legislación española el matrimonio dejaría de ser la indisoluble unión de vida y de amor de un hombre y de una mujer, abierta a la procreación, para convertirse en un contrato sin referencia alguna a la diferencia de sexos e incapaz, por tanto, de prestar a la sociedad el incomparable servicio de dar cauce a la complementariedad conyugal y de procrear y educar a los hijos. Ahora parece que el Parlamento se muestra dispuesto a aprobar esta nueva definición legal del matrimonio que, como es obvio, supondría una flagrante negación de datos antropológicos fundamentales y una auténtica subversión de los principios morales más básicos del orden social.

El 15 de julio de 2004 publicamos una Nota titulada En favor del verdadero matrimonio.

http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/VerdaderoMatrimonio.htm

Allí explicábamos las razones que nos obligan a pronunciarnos en contra de este proyecto legal, dado que nos corresponde anunciar el evangelio de la familia y de la vida, es decir, la buena noticia de que el hombre y la mujer, uniéndose en matrimonio, responden a su vocación de colaborar con el Creador llamando a la existencia a los hijos y realizando de este modo su vocación al amor y a la felicidad temporal y eterna.

Hoy, ante la eventual aprobación inminente de una ley tan injusta, hemos de volver a hablar sobre las consecuencias que comportaría este nuevo paso. No es verdad que esta normativa amplíe ningún derecho, porque la unión de personas del mismo sexo no puede ser matrimonio. Lo que se hace es corromper la institución del matrimonio. Esa unión es en realidad una falsificación legal del matrimonio, tan dañina para el bien común, como lo es la moneda falsa para la economía de un país. Pensamos con dolor en el perjuicio que se causará a los niños entregados en adopción a esos falsos matrimonios y en los jóvenes a quienes se dificultará o impedirá una educación adecuada para el verdadero matrimonio. Pensamos también en las escuelas y en los educadores a quienes, de un modo u otro, se les exigirá explicar a sus alumnos que, en España, el matrimonio no será ya la unión de un hombre y de una mujer.

Ante esta triste situación, recordamos, pues, dos cosas. Primero, que la ley que se pretende aprobar carecería propiamente del carácter de una verdadera ley, puesto que se hallaría en contradicción con la recta razón y con la norma moral. La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral, pero no puede entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, recordamos que los católicos, como todas las personas de recta formación moral, no pueden mostrarse indecisos ni complacientes con esta normativa, sino que han de oponerse a ella de forma clara e incisiva. En concreto, no podrán votar a favor de esta norma y, en la aplicación de una ley que no tiene fuerza de obligar moralmente a nadie, cada cual podrá reivindicar el derecho a la objeción de conciencia. El ordenamiento democrático deberá respetar este derecho fundamental de la libertad de conciencia y garantizar su ejercicio.

Es nuestro deber hablar con claridad cuando en España se pretende liderar un retroceso en el camino de la civilización con una disposición legal sin precedentes y gravemente lesiva de derechos fundamentales del matrimonio y de la familia, de los jóvenes y de los educadores. Oponerse a disposiciones inmorales, contrarias a la razón, no es ir en contra de nadie, sino a favor del amor a la verdad y del bien de cada persona.

Habemus Papam: Joseph Ratzinger, Benedicto XVI

Habemus Papam: Joseph Ratzinger, Benedicto XVI

Joseph Ratzinger se ha convertido en el primer papa alemán desde hace unos 480 años. El cardenal chileno Jorge Arturo Medina Estévez anunció su nombre a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y comunicó que tomará el nombre de Benedicto XVI.

Cientos de miles de personas aplaudían en Roma cuando Ratzinger salió a saludar a la multitud. En toda la capital hubo conciertos de bocinas y el tráficoquedó completamente paralizado.
Su primera actuación como pontífice ha sido dar la bendición Urbi et Orbi (al la ciudad y al mundo).

La fumata blanca comenzó a salir por la chimenea de la Capilla Sixtina en el Vaticano, minutos después repicaron las campamas y decenas de miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano recibieron con gritos y aplausos entusiastas la elección del nuevo Papa.
El 265 Papa

El cardenal Joseph Ratzinger, de 78 años, elegido hoy como el 265 Papa de la historia de la Iglesia, se presentó ante una multitud de fieles que abarrotaba la plaza de San Pedro y al término de su comparecencia impartió la bendición 'Urbi et Orbi'.
Ratzinger, nacido en la bávara ciudad de Marktl, en la diócesis de Passau, en una familia tradicional de campesinos, participó como soldado del ejército alemán en los últimos meses de la II Guerra Mundial.
Entre 1946 y 1951 estudió filosofía y teología en la universidad de Múnich y en 1951 fue ordenado sacerdote.

A partir de su doctorado en 1953 asumió en distintas ciudades alemanas las respectivas cátedras de teología, centrando su enseñanza en el dogma y la teología fundamental. Ratzinger era decano del consejo cardenalicio.
El nuevo Papa Benedicto XVI dijo en sus primeras palabras que es un humilde trabajador de la viña del Señor.

El Pontífice, emocionado, agregó que le consolaba saber que Dios "sabe trabajar" y actuará con "instrumentos suficientes" para que pueda llevar adelante su Pontificado y añadió: "y sobre todo confío en vuestras plegarias".
Tras ser anunciado al mundo su elección como 265 Papa de la historia de la Iglesia, Joseph Ratzinger apareció en el balcón central de la fachada principal de la basílica de San Pedro.

Se le vio emocionado y nervioso, con ojos que demostraban que ha dormido poco en estos días.

Su primer encuentro con los romanos, del que pasa a ser Obispo, duró pocos minutos, los suficientes para que fuera aclamado como "Benedicto, Benedicto".
Recordó a su antecesor, Juan Pablo II, del que fue durante años su brazo derecho. Antes de abandonar el balcón impartió la bendición 'Urbi et Orbi', a la ciudad de Roma y al mundo entero.

EL Papa al que los “progres” no querían

EL Papa al que los “progres” no querían

Sabemos que ZP no es el presidente de todos los españoles, ha dado muestras de sobra de que él sólo gobierna para los suyos, para “los buenos” y magnánimamente tolera a los demás, que al fin y a la postre son “los malos”. Y con ocasión de la muerte de Juan Pablo II no se iba a comportar de forma diferente, ZP no es el presidente de los católicos españoles, él es un presidente laico, por ello nada tiene que decir respecto a la figura del Papa, y por supuesto con un día de luto oficial el trámite esta más que cumplido.

Poco importa que en el resto del mundo se reconozca el extraordinario carisma personal y moral de Juan Pablo II. Hasta tal punto que la cultura anglosajona, tradicionalmente poco dada a ensalzar al catolicismo, se haya rendido ante este Papa ejemplo de consecuencia. Carlos de Inglaterra y Camila han retrasado su boda, Blair ha rendido homenaje público al Papa, Bush se ha dirigido a la nación. Ni que decir tiene que la conmoción en países tradicionalmente católicos, como Irlanda, Polonia o Italia ha sido generalizada. Ya sabemos que en España ese fervor católico es recuerdo de otros tiempos, pero aún existe un sector mayoritario de la sociedad que sigue respetando la fe de sus mayores y se ha emocionado con la muerte de Juan Pablo II, un sector de la sociedad que esperaba más de unas autoridades, que por desempeñar un cargo público, deben representar a todos los españoles, por encima de sus manías partidistas.

Pero para los “progres” españoles todo lo que sea ensalzar la figura de Juan Pablo II les parece un exceso. Su firme oposición al marxismo, su consecuencia moral, con constantes llamadas a la paz y a la solidaridad con los más desfavorecidos, a la vez que alertaba contra la inmoralidad de las presuntas teorías “progresistas”, impiden que su figura sea reconocida por estos sectarios, incapaces de la más mínima objetividad.

Hoy critican a la Iglesia por el tratamiento de masas que se está dando a la muerte de Juan Pablo II. Critican el “espectáculo” de la agonía y muerte del Papa. Los mismos que también critican la falta de apertura informativa del Vaticano, y es que la Iglesia nunca hace nada bien según parece.

No les gusta la despedida multitudinaria que fieles católicos e incluso no creyentes quieren brindar a Juan Pablo II, no les gusta que el espontáneo fervor popular, que la emoción que suscita la figura de Juan Pablo II se vea en todos los hogares españoles. Los que babeaban detrás de la figura de Sampedro, con su triste y amargo espectáculo final, no aguantan la altura y categoría de un Papa que nos ha dado toda una lección de cómo vivir y de cómo morir.

Quizás si hay un exceso, el exceso de rabia que acumulan contra Juan Pablo II el grande, “los Sardas” de turno, que no pueden evitar lanzar su bazofia contra un hombre que ya se ha ganado la inmortalidad en la historia. Exceso de rabia porque intuyen, saben, que en muy pocos años nadie recordará de su enanez intelectual, mientras la figura de Juan Pablo II ya ha quedado gravada para la eternidad.

Los restos mortales de Juan Pablo II se exponen en la capilla Clementina.

Los restos mortales de Juan Pablo II se exponen en la capilla Clementina.

El cuerpo de Juan Pablo II ha sido expuesto en la capilla Clementina del Vaticano, donde ha sido honrado por la curia. Con aspecto sereno, pero mostrando en su rostro el sufrimiento que ha pasado en los últimos meses y durante la agonía y exhibiendo unas manos blanquísimas que estrechaban un rosario, el cuerpo sin vida de Juan Pablo II fue expuesto hoy en el Palacio Apostólico para el homenaje de la Curia.

Quince horas después de fallecer y una vez que el Camarlengo, el cardenal español Eduardo Martínez Somalo, constatara su muerte, el cadáver de Karol Wojtyla, «Juan Pablo el grande», como ya se le conoce, fue colocado en un catafalco en la monumental sala Clementina, en la primera estación del rito de las exequias.

Bajo una gran lápida que recuerda que la sala se construyó durante el papado de Clemente VIII fue instalado el catafalco, revestido con telas de damasco beige. Encima fue colocado el cadáver de Juan Pablo II, cuya cabeza quedó recostada bajo tres cojines dorado.

El Pontífice estaba revestido con los hábitos pontificales: sotana blanca y casulla roja. Sobre la casulla le fue colocado el «palio», estola de lana blanca con cruces negras (signo litúrgico de honor y jurisdicción), fijado con un gran alfiler dorado. Sobre la cabeza tenía la mitra y apoyado sobre el cuerpo, en la parte izquierda, le fue colocado su tradicional báculo terminado en una cruz.

Las manos, extremadamente blancas, que impresionaban, las tenía unidas y un rosario entre los dedos, delgadísimos. Calzaba sus tradicionales zapatos de color marrón rojizo. A la derecha del catafalco fue colocado un cirio pascual del actual año, mientras dos Guardias Suizas rendían honores.

A la primera exposición de los restos asistieron un escogido grupo de periodistas de medios internacionales. Por primera vez, la imagen del Papa fue fotografiada y grabada y emitida por cámaras de televisión a menos de 24 horas de su muerte. A los lados del catafalco velaban cardenales, arzobispos y obispos.
En el lado izquierdo, al fondo, se encontraba su fiel secretario, el arzobispo Estanislao Dziwsz, y las cuatro monjas, encabezadas por sor Tobiana, que cuidaban el apartamento papal.

Verlo de cerca por primera vez tras la muerte impresionó, sobre todo porque bajo ese rostro más o menos sereno se percibía con claridad lo que ha tenido que sufrir en los últimos tiempos, aunque a él no le pesara, porque hasta los últimos días de vida mantuvo su máxima de «que bonito es gastarse hasta el final por el Reino de Dios».

La ceremonia de este primer rito de las exequias la presidió el cardenal Martínez Somalo, quien presentaba buen aspecto físico (padece del corazón) y se le vio sereno, aunque en algunos momentos, sobre todo cuando esparció agua bendita sobre el cadáver y lo miró fijamente, mostró aspecto triste. El cardenal español era muy apreciado por el Papa. Se dice que era el único que hacía reír a Juan Pablo II.
La solemne ceremonia se celebró el latín y comenzó con el canto de la antífona «Yo soy la resurrección y la vida...». Martínez Somalo revestido con paramentos rojos y estola roja pidió al Señor que acogiera el alma del difunto. «Peregrinando ante su cadáver, damos gracias a Dios por los beneficios que a través de Juan Pablo II concedió a su Iglesia e imploramos la misericordia por las culpas que nuestro pastor ha cometido debido a su fragilidad humana. Suplicamos al Señor que lo acoja en su Reino y le conceda el premio por las fatigas que sostuvo por el Evangelio», dijo el Camarlengo.

En medio de un silencio total y con gran solemnidad, Martínez Somalo encendió el cirio pascual, mientras se cantaba el salmo «El Señor es mi luz y mi salvación». Después con lentitud y solemnidad se acercó al cadáver, sobre el que esparció en tres ocasiones agua bendita, e invocaba que Juan Pablo II pueda contemplar «cara a cara» a Dios.

Fue uno de los momentos más sugestivos, acompañado de música sacra, y en los que se vio a Martínez Somalo semblante de mucha tristeza mientras miraba fijamente al Papa y bendecía el cadáver con el agua bendita.
La ceremonia concluyó con el canto del Padrenuestro en latín y después comenzó el homenaje de la Curia, de las autoridades italianas y del cuerpo diplomático acreditado ente el Vaticano. Lo abrió el decano del colegio cardenalicio, Joseph Ratzinger, que oró unos momentos ante el cadáver y después le siguieron, entre otros, los purpurados Julián Herranz, Crescenzio Sepe, Javier Lozano Barragán, Camillo Ruini, José Saraiva y Dario Castrillón Hoyos, el arzobispo Leonado Sandri y numerosos prelados, entre ellos Cipriano Calerón Polo. Italia estuvo representada por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, y el Gobierno presidido por Silvio Berlusconi. También estuvo el alcalde de Roma, Walter Veltroni, y el líder de la oposición Piero Fassino.

Todos los presentes dieron el pésame a Estanislao Dziwisz, quien en un momento no pudo retener las lágrimas. Además de la Curia, también acudió a la Clementina el personal que presta sus servicios en el Vaticano. A media tarde se cerró la sala Clementina. El cadáver del Papa será trasladado en la tarde del lunes 4 de abril a la basílica de San Pedro, donde recibirá el homenaje de cientos de miles de fieles de todo el mundo. La hora exacta la decidirán los cardenales durante la primera Congregación prevista para mañana en la Sala Bologna del Palacio Apostólico.
Por otra parte, se desconoce todavía dónde será enterrado Juan Pablo II y, aunque todo hace pensar que será en el Vaticano, habrá que esperar a conocer su testamento, donde podría haber dicho si quiere reposar para siempre en la basílica de San Pedro o en Cracovia.

Hasta el momento el Vaticano no ha informado del lugar y todas las miradas están puestas en su secretario particular, el arzobispo Estanislao Dziwisz, a quien se considera depositario de su testamento. Se espera que en las próximas horas se conozca el lugar, aunque todo hace pensar que Juan Pablo II será enterrado, como la mayor parte de los papas, en las grutas de la basílica de San Pedro, a pocos metros donde está la tumba del Apóstol Pedro.
Se asegura que descansará en el mismo lugar donde durante treinta años estuvo sepultado su predecesor y al que tanto admiraba y proclamó beato Juan XXIII, fallecido en 1963.

Los restos de Juan XXIII fueron trasladado desde las grutas el 3 de junio del año 2001 hasta la basílica, pocos meses después de ser beatificado. Juan Pablo II, su gran admirador, decidió trasladarlos al altar de San Jerónimo para permitir un mayor flujo de fieles devotos. Eligió esa capilla porque Juan XXIII admiraba a los padres de la Iglesia y a ese santo en concreto y, de hecho, cuando entraba en San Pedro el primer sitio al que se dirigía era a ese altar. Conociendo el amor que sentía por Juan XXIII, no es de descartar que quisiera reposar en el mismo sitio donde estuvo el «Papa Bueno», como es conocido Juan XXIII.

Pero también es conocido su amor por su Polonia natal y por Cracovia, donde pasó medio siglo de su vida, de la que fue arzobispo y cardenal y de la que salió para el cónclave de 1978 en Roma, del que salió elegido Papa. A Cracovia pertenece Wadowice, la localidad en la que nació en 1920 y que abandonó a los 18 años para estudiar en la capital, que marcó su vida.

Durante su último viaje a Polonia en 2002, Juan Pablo II vivió uno de los momentos más emotivos de su noveno viaje a su país, cuando visitó la catedral de Wawel, de Cracovia, y después cuando oró, emocionado, ante la tumba de sus padres y hermano en el cementerio de Rakowice, no muy lejos del templo.
En una capilla de la catedral, la cripta de San Lorenzo, celebró el por entonces Karol Wojtyla su primera misa como sacerdote. Fue el 2 de noviembre de 1946, un día después de su ordenación.

A los polacos les gustaría tener entre ellos, para siempre, al polaco más importante de la historia del país y están convencidos de que si ahora no será posible y es enterrado en el Vaticano en años venideros sus restos serán trasladado a Polonia.

En breve, visto que los funerales solemnes en Vaticano se celebrarán posiblemente el jueves, se conocerá donde descansará el ya conocido como Juan Pablo el grande, como hoy le calificó el cardenal Angelo Sodano, que fue su secretario de estado.

Mañana lunes la congregación de cardenales se reunirá para comenzar a preparar el cónclave que elegirá a su sucesor y no se descarta que también fije la fecha del entierro, al que se espera asistan más de dos millones de personas y decenas de jefes de estado y reyes de todo el mundo.

EL CAMARLENGO RECIBIÓ EL CERTIFICADO MÉDICO. El Papa murió de un colapso cardiocirculatorio.

EL CAMARLENGO RECIBIÓ EL CERTIFICADO MÉDICO. El Papa murió de un colapso cardiocirculatorio.

El Papa Juan Pablo II murió de un colapso cardiocirculatorio, informó este domingo el Vaticano. El camarlengo de la Iglesia Romana, el cardenal español Eduardo Martínez Somalo, constató la muerte del Papa Juan Pablo II, que fue certificada por el médico personal del Pontífice, Renato Buzzonetti, informó el Vaticano. El rito, de acuerdo con los nuevos tiempos, excluye los viejos sistemas para determinar la muerte del Papa y sólo contempla el certificado médico de defunción.

El papa Juan Pablo II murió este sábado de un choque séptico y un colapso cardiovascular circulatorio irreversible, según el certificado médico de defunción, hecho público este domingo por el Vaticano.

El texto del certificado es el siguiente:

"Certifico que Su Santidad Juan Pablo II (Karol Wojtyla) nacido en Wadowice (Cracovia,Polonia) el 18 de mayo de 1920, residente en la Ciudad del Vaticano, ciudadano vaticano y fallecido a las 21,37 horas del día 2 de abril de 2005 en su apartamento del Palacio Apostólico Vaticano (Ciudad del Vaticano) por lo siguiente:

-Choque séptico

-Colapso cardiovascular irreversible,

en una persona que padecía enfermedad de Parkinson, pasados episodios de insuficiencia respiratoria aguda y posterior traqueotomía, hipertrofia prostática benigna complicada por urosepsi (infección bacteriana de la sangre) y cardiopatía hipertensa e isquémica.

La verificación de la muerte fue realizada mediante una electrocardiotanatografía que duró veinte minutos.

Declaro que las causas de la muerte, según mis conocimientos y conciencia, son las que he indicado.

Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005

El directo de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, doctor Renato Buzzonetti".

El rito de constatación

El rito de la constatación de la muerte se produjo a las 09.30 horas local (07.30 GMT) y según informó el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, se celebró bajo la presencia del cardenal Martínez Somalo. El camarlengo, junto al vicecamarlengo, monseñor Paolo Sardi; el maestro de ceremonias, el arzobispo Piero Marini, y los prelados de la Cámara Apostólica se dirigieron hasta los aposentos del difunto Pontífice junto al médico personal del Papa, Renato Buzzonetti.

Una vez en la habitación del Papa, el canciller secretario de la Cámara Apostólica, el abogado Enrico Serafini, redactó el acta de la muerte del Pontífice, a la que agregó el certificado médico del doctor Renatto Buzzonetti. La ceremonia se realizó siguiendo el rito "Ordo Exsequiarum Romani Pontífici", que contempla lo que hay que hacer para constatar la muerte de un Papa. El rito, de acuerdo con los nuevos tiempos, excluye los viejos sistemas para determinar la muerte del Papa y sólo contempla el certificado médico de defunción.

Blázquez augura «consecuencias» si el Gobierno rompe con la Iglesia.

Blázquez augura «consecuencias» si el Gobierno rompe con la Iglesia.

El futuro del nuevo presidente pasa por el Arzobispado de Zaragoza - La clase de Religión y la financiación, temas clave del flamante Episcopado.

«Verdad con amabilidad». Esta será la máxima del nuevo presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez, cuyo futuro inmediato pasa por el Arzobispado de Zaragoza. En aras de esa fórmula, el todavía titular de la Diócesis de Bilbao advirtió al Gobierno de «consecuencias» si rompe los acuerdos Iglesia-Estado, al tiempo que señalaba que quiere mucho al cardenal Rouco, pero sin que eso le lleve a coincidir «con él en todo».

Blázquez no termina de creérselo y se siente presa de «agradecimiento, sorpresa, disponibilidad y consciencia» del peso que le cae encima. Pero tras la resaca de su nombramiento, parece dispuesto a asumir a fondo el legado del cardenal Rouco en lo doctrinal, a la vez que hace ya gala de un estilo propio y marca ciertas distancias con su mentor y padre pastoral en las formas. «Con el cardenal Rouco mantengo unas relaciones de profunda amistad. Le quiero y le valoro, aunque no esté en todo de acuerdo con él», dijo en declaraciones a la Cope.

Rouco es un canonista y su argumentación tiende siempre a ser jurídica y cuadrada. Blázquez es un teólogo y su argumentación se orienta hacia lo espiritual. Eso sí, sin excesivos adornos ni florituras verbales.

Por ejemplo, mientras Rouco exhibía los cánones y las leyes civiles y eclesiásticas como base de las relaciones con el Gobierno, Blázquez solicita al Ejecutivo que atienda a la realidad social, dice que la Iglesia no pide «privilegios» y «confía» en que los socialistas no impugnen los acuerdos Iglesia-Estado de 1979. Pero, a renglón seguido, advierte de lo que pasará si lo hacen: «Tendremos que atenernos todos a las consecuencias».

Quizás por eso reconoce que las actuales relaciones Iglesia-Gobierno atraviesan un momento de «cierta perturbación y confusión». Y tras el diagnóstico, la solución: «Serenidad y claridad por parte de todos» y «decir la verdad con amabilidad».

En lo doctrinal, por lo tanto, no habrá cambio alguno. Ni puede haberlo. Blázquez es un teólogo de raza, absolutamente ortodoxo, fiel a Roma e inspirador de los kikos. Como dice el propio Blázquez: «Mantengo la posición de la Iglesia». En todo y a rajatabla.

En cuanto al aborto y a la eutanasia, por ejemplo, explica que «no se puede cortar el itinerario de la vida humana desde su concepción hasta la muerte». Bendice la familia tradicional «de varón y mujer, abierta al don de los hijos»; asegura que «si se mantiene la familia, ganamos todos, y si se desmorona, perdemos todos»; y se posiciona claramente contra el matrimonio homosexual.«Eso no es un matrimonio y no debe serlo desde el punto de vista cristiano, ético ni cultural».

Dialogante y flexible, pero tenaz, Blázquez recuerda al Ejecutivo socialista los otros dos grandes contenciosos pendientes: la financiación y la clase de Religión. En cuanto a lo primero, defiende el actual sistema de financiación que «respeta perfectamente los derechos de los ciudadanos».

En cuanto a la clase de Religión, insiste en el argumento que últimamente viene utilizando el Episcopado: «Los padres tienen derecho a elegir el tipo de educación que quieren dar a sus hijos según sus convicciones», como lo demuestran los tres millones de firmas recogidos por los padres católicos y que hoy entregarán en La Moncloa.

En círculos eclesiásticos se da por seguro que Blázquez no seguirá mucho tiempo en Bilbao. «Es una Diócesis demasiado complicada para que la regente el presidente del Episcopado y la cabeza visible de la Iglesia española», dice un eclesiástico muy cercano al nuevo jefe de los obispos. Reforzado por el voto de confianza de sus hermanos en el Episcopado, Roma tiene previsto trasladar a Blázquez al Arzobispado de Zaragoza antes del verano, donde sucederá al que también fuera durante dos trienios presidente de la CEE, Elías Yanes.

Por cierto, el modelo de don Elías al frente del Episcopado será el que siga Blázquez casi al pie de la letra. Vendrá todas las semanas dos o tres días a Madrid, potenciará los órganos colegiados y se fajará con los medios, aunque esto último, como gran tímido que es, le cueste mucho.

Para tapar el agujero que Blázquez va a dejar en Bilbao, Roma sigue pensando en ascender al obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, cuyo nombramiento no sería contestado en Euskadi. El hueco dejado por Asurmendi lo cubriría en Vitoria Gonzalo Bilbao, el eterno vicario general de la Diócesis y hombre de gran predicamento entre fieles y curas.

Tras su ajustada derrota, Rouco, por su parte, tiene todas las puertas abiertas. Podrá elegir cuando quiera y optar por seguir al frente del Arzobispado de Madrid o por dirigir un dicasterio de prestigio en Roma. Por ahora, el cardenal de Madrid seguirá en su Diócesis (que se encuentra en pleno proceso sinodal) y continuará siendo el «hombre de Roma en España». A medio plazo, y ya con otro Papa en Roma, puede que Rouco se plantee el culminar su carrera con un retiro dorado en la Curia romana.

El cardenal dice a todo el que le pregunta: «Me siento en paz».Pero en su entorno no se ha digerido la derrota del purpurado madrileño. Y se buscan culpables. Algunos ya apuntan al Nuncio papal, Manuel Monteiro de Castro, por no haber retirado a los progresistas que ya han presentado la renuncia (Yanes, Oliver, Echarren, Fernández) y haberlos sustituido por hombres de Rouco. «Se perdieron cuatro votos y se dejaron de ganar otros cuatro; en total, ocho votos. Más que suficientes para que Rouco hubiese vuelto a ganar», dicen sus incondicionales.