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El Gobierno argentino quiere adelantar cuatro meses las elecciones legislativas.

El Gobierno argentino quiere adelantar cuatro meses las elecciones legislativas.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, ha sorprendido este viernes a la oposición al anunciar su intención de adelantar cuatro meses las elecciones legislativas de octubre, en momentos en que sigue su disputa con el campo y el país comienza a sentir el impacto de la crisis global.

Argentina vive momentos de incertidumbre. La iniciativa de la mandataria Cristina Fernández de adelantar cuatro meses las elecciones legislativas supone, a juicio de los analistas, un riesgo político para el Gobierno y abre una carrera contrarreloj en el Parlamento. En la oposición ha sorprendido ya que se encuentra inmersa en un periodo para consolidar alianzas y aún no ha concertado sus listas de candidatos.

Fernández se justificó en que "sería suicida" para el país estar en un clima electoral "permanente" hasta octubre, al anunciar que quiere que los comicios se hagan en junio, una decisión que se rumoreaba desde pocas horas antes y que había desatado reacciones de la oposición, a pesar de la falta de confirmación oficial.

La cita, en junio
Durante un acto público, la presidenta dijo que el lunes próximo enviará al Parlamento una reforma de la ley electoral para que los comicios legislativos se hagan el 28 de junio próximo en vez del mismo día de octubre, como está previsto.

Dirigentes de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, segunda y tercera fuerzas parlamentaria, anticiparon su rechazo en duros términos. Pero el cambio fue apoyado por antiguos aliados de Fernández y disidentes del gobernante Partido Justicialista (peronista) que se han pasado a la oposición y anudan alianzas electorales.

La ley establece que las listas de candidatos deben presentarse a más tardar tres meses antes de los comicios y que las campañas proselitistas empiezan dos meses antes del día de la votación. Por tanto, el cambio de la fecha para renovar a la mitad de los 257 escaños de diputados y un tercio de los 72 del Senado debería estar aprobado antes del 28 de marzo, ya que en caso contrario no alcanzarían los plazos para cumplir los requisitos legales.

Este año también está prevista la renovación de legislaturas provinciales y municipales dentro de un cronograma que empezó el domingo último, cuando el peronista Frente para la Victoria de Fernández fue derrotado por el socialdemócrata Frente Cívico en las elecciones de la provincia de Catamarca. "No podemos estar en (clima de) elecciones hasta octubre, en una discusión permanente cuando el mundo se cae a pedazos y los pedazos nos caen encima: sería suicida", remarcó la mandataria.

Desciende su popularidad
El líder de la UCR, Gerardo Morales, aseguró que el Gobierno de Fernández ha demostrado "debilidad" y "debilita a las instituciones" en lo que constituye una "pésima señal" en un momento de crisis internacional. En tanto, dirigentes de la Coalición Cívica expresaron su rechazo por considerar que el Gobierno se propone "cambiar las reglas de juego" electoral "sin consultar" con la oposición.

"No me molesta que se adelanten las elecciones", aseguró en cambio el diputado Fernando De Narváez, quien forma parte de una alianza de peronistas disidentes con Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires y líder de la conservadora Propuesta Republicana. Al igual que algunos opositores, De Narváez opinó que Fernández quiere adelantar los comicios "quizá porque cree que en octubre la derrota sería peor".

Las encuestas mostraron en febrero que la imagen negativa de Fernández aumentó en dos puntos, hasta el 41 por ciento, mientras que su popularidad se mantiene en el 29 por ciento desde hace tres meses frente al 56 por ciento que tenía en enero de 2008, en su primer mes de gestión.

9 comentarios

Gonzalez H. -

Tras el giro de los Kirchner

Se une la oposición argentina contra el adelanto de los comicios legislativos
El macrismo, sector alineado con el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, y el PJ disidente acordaron enfrentar el proyecto del Gobierno, que hoy empezará a ser tratado en la cámara de Diputados. También votarán en contra la Unión Cívica Radica, la Coalición Cívica, y el socialismo.

Después de superar un fin de semana de dudas, desconcierto y fuertes diferencias, la alianza entre el macrismo, bloque encabezado por el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el peronismo disidente decidió ayer votar en contra del adelantamiento de las elecciones nacionales de octubre a junio, que propone el gobierno argentino. Se unió así al rechazo que ya anticiparon la UCR, la Coalición Cívica y el Socialismo a la iniciativa que la presidenta Cristina Kirchner remitió anoche a la Cámara de Diputados y que empezará a ser discutida esta tarde en la Comisión de Asuntos Constitucionales.


Como informa el periódico La Nación, a ese pronunciamiento se sumó el anuncio de Solidaridad e Igualdad, un grupo de ex aliados de Elisa Carrió, y del porteño Claudio Lozano de que se abstendrán en la sesión especial prevista para mañana.


De esta manera, unos 113 diputados kirchneristas y una veintena de legisladores aliados al oficialismo cargarán con la responsabilidad de aprobar el proyecto y girarlo en revisión al Senado, donde el oficialismo pretende darle sanción definitiva la semana próxima.


La coincidencia de la gran mayoría del arco opositor en su rechazo a la jugada del matrimonio Kirchner abre un nuevo escenario que deja al oficialismo del Congreso con una mayoría muy ajustada para tratar de ofrendarle a la Casa Rosada la victoria legislativa que espera, como indica La Nación.


Hasta ayer, las cuentas le daban al kirchnerismo 134 votos seguros, apenas cinco por encima de la mayoría absoluta de la Cámara baja (129 votos positivos) que exige la Constitución para modificar el régimen electoral. No obstante, el jefe de esa bancada, Agustín Rossi (Santa Fe), afirmó que iba a contar "con 140 votos" cuando el proyecto ingrese en el recinto.


Mientras tanto, el texto dictado en Olivos por el matrimonio Kirchner empezará a ser discutido esta tarde, a las 16, en la Comisión de Asuntos Constitucionales, en la que el kirchnerismo cuenta con una holgada mayoría para firmar el dictamen y así poder habilitar la sesión especial pedida para las 11 de mañana.

Martin Krause -

El gobierno argentino no deja de ser una caja de sorpresas. No se detiene a pensar, a consultar opiniones, a formar consensos, sino que da el zarpazo. Eso fue lo que sucedió el año pasado con el anuncio de la estatización de los fondos de pensiones, que tenía por objetivo ponerle la mano a esa masa de dinero.

Ahora, preocupado por una eventual falta de divisas, piensa estatizar el comercio exterior de granos, la mayor exportación y principal fuente de divisas del país. Hasta el momento, en el comercio de granos hay productores que venden a comercializadores o directamente a exportadores, y estos los colocan en los mercados mundiales.

Siempre hubo un problema para los productores; como la temporada de cosecha es la misma para todo el mundo, los granos llegan al mercado al mismo tiempo y caen los precios. Por ello, tratan de demorar la venta y obtener así un mejor precio. Para eso necesitan tener silos, que no son baratos. No obstante, la tecnología y la creatividad empresarial han avanzado tanto que hoy cualquier productor tiene la posibilidad de almacenar sus granos y decidir cuándo le conviene vender. Los silos de aluminio son hoy moneda corriente en la pampa, como también los llamados silos bolsa, grandes bolsas de plástico que almacenan el producto en el campo.

Con la crisis internacional, que ha deprimido los precios de los productos agrícolas, la falta de crédito para comprar los insumos de la próxima cosecha y la inseguridad que el gobierno genera –al enfrentar a todo el sector privado–, muchos decidieron esperar. Pero el gobierno, que obliga a los exportadores a vender las divisas provenientes de las exportaciones al Banco Central, quiere que esas divisas ingresen ya, entre otras razones porque recauda un impuesto del 35% a la exportación. Dada esa premura, no se le ha ocurrido otra cosa que amedrentar a los productores y amenazarlos con estatizar la comercialización.

Podría lograr su objetivo por otros medios, pero no: fiel a su ideología estatista, insiste en avanzar con su programa y, de paso, vengarse de la rebeldía de los productores agropecuarios. Pero eso tendría un alto costo para la Argentina, no solamente porque no funcionaría, sino porque burocratizaría una actividad próspera y eficiente.

Como los Kirchner están en retroceso político y probablemente no continuarán en el poder después de las elecciones de 2011, estas barrabasadas seguramente serán revertidas por un futuro gobierno, pero por ahora su alto costo sigue siendo pagado por los argentinos.

Juan Hernandez S. -

Los cimientos del gobierno K se tambalean. Tras el desastre de las pasadas elecciones legislativas en Catamarca, donde el peronismo se creía imbatible, el ex presidente Néstor Kirchner quiere evitar la sangría de votos. Corren malos tiempos y algunos meses podrían marcar la diferencia.

Según los analistas, no hay oficialismo que llegue sano a octubre –fecha programa inicialmente-. "He decidido enviar este lunes un proyecto al Parlamento argentino para convocar a elecciones para el próximo 28 de junio", dijo la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

"No reniego de la contienda electoral. Pero lo cierto es que los argentinos no podemos tener una serie de elecciones de aquí a octubre, teniendo en cuenta la crisis", dijo Fernández.
"Sería casi suicida embarcar a la sociedad en una discusión permanente de aquí a octubre ... no se puede estar en medio de este desastre en una feria y maratones de elecciones", añadió.
Independientemente del signo que tengan los partidos el malestar social lo pagan los gobiernos de turno. La llegada progresiva de los efectos de la crisis, que en Argentina todavía no se ha sentido, acabaría por derrumbar un sistema peronista basado en los subsidios y el clientelismo. Básicamente no hay fondos, ni crédito internacional.

En cuanto a las razones políticas, el desgaste y el clima de derrota tras Catamarca han despertado las alarmas entre las filas del Partido Justicialista.
La oposición intuye que el animal bicefálico que representan la Presidenta y su marido esta herido. "Los Kirchner ya sufren la ida de varios diputados y senadores de su bloque y de seguir así, serán muchos más los que se vayan", añadió José Arbo, quien el año pasado desertó del bloque oficialista.
Lo curioso y cínico del anuncio es hace una semana Néstor Kirchner pensaba diferente. En el cierre de la campaña electoral en Catamarca el ex presidente había salido a pegarles a los gobernadores que decidieron desdoblar los comicios provinciales de los nacionales.
A los gritos, Kirchner preguntó: "¿Por qué adelantan tanto las elecciones? ¿Qué le pasa a la burocracia política? ¿Tienen miedo de perder que separan las elecciones?". Fueron casi las primeras palabras de su enérgico discurso de cierre de campaña. Aquella frase dista mucho de las actuales intenciones del Gobierno de su esposa.

Keni -

Si no fuera porque este análisis responde a hechos de la realidad que tienen cabida ni más ni menos que en esta geografía, podría decirse que estamos presenciando una película con toques de comedia, pero también con escenas de tragedia indiscutida.

Entre muertos cuya sangre seca rápido, farándula de rauda verborragia, funcionarios enardecidos acusándose unos a otros, conflictos irresueltos y batallas campales, se va dirimiendo el año electoral. Tal como lo desea el kirchnerismo: en el marco de un clima bélico donde ellos se sienten más cómodos porque pueden elegir abiertamente quienes son sus contrincantes.

Los Kirchner nunca supieron hacer política en una cancha que no esté enlodada. Necesitan de la crisis como Sansón necesitaba del largo de sus cabellos. Basta un breve repaso por lo que se supone ha sido la "gestión" para observar que, en la calma, han sido ellos mismos quienes establecieron obstáculos y enredaron la trama. Desde la vereda de enfrente no supieron siquiera sacar rédito político de tantos errores cometidos.

La premisa oficial apunta al desconcierto. Cuánto menos se comprenda lo que pasa, mejor. Mantener a la ciudadanía dispersa en temas que no pasan de ser nimiedades de sobremesa es un acierto para un gobierno que no puede mostrar otros avances, y a su vez, debe ocultar todo tipo de balances.

En ese contexto, que se debata la pena de muerte en el siglo XXI, y aún cuando ésta contradice la letra de la Constitución Nacional es tan absurdo como funcional a los K. Dentro de ese marco, surge la voz de la Presidente abriendo una nueva contienda: el Poder Judicial. Quizás, un intento por desplazar al campo del centro de la escena. Cambiar de tema es otra de sus estrategias.

¿Cuánto tiempo acaso perduró en la opinión pública o publicada los vaivenes de la bonaerense y del secuestro de Bergara? Si ahora, el debate sobre la pena de muerte abre paso a la demora de los juicios de lesa humanidad, ese será otro logro K.

Entre tanto, siguen manejando con absoluta discrecionalidad la política nacional. Estipulan el cuándo y el cómo se atienden los problemas o mejor dicho, se postergan. Porque no ha habido solución para ninguno de los conflictos que acecharon y acechan.

En ´stand by´ está la cuestión por los salarios docentes, en ´stand by´ las retenciones y la falta de política agropecuaria. En ´stand by´ estuvo y estará la inseguridad.

Semanas atrás un alboroto poco racional se produjo por una supuesta filtración de un informe de la central de inteligencia americana. Este daba cuenta de una posible crisis política-institucional en la Argentina. Pues bien, si lo que acontece en estos días no es un fiel reflejo de lo que exponía ese documento, ¿qué es? El Poder Ejecutivo embistiendo al Judicial y al Legislativo, sin olvidar que, en el mismo seno del poder, se dirime una interna más compleja de absorber: aquella que enfrenta a Julio César Cobos con el matrimonio presidencial en una parodia con ribetes circenses.

Nadie puede negar que, los artilugios para diezmar al Vicepresidente son, paradójicamente, la mejor campaña que le pueden hacer. Cobos no ha tenido gran oportunidad de demostrar sus dotes de dirigente pero ha obtenido un altísimo porcentaje de apoyo ciudadano por ser víctima de los atolladeros que le ponen los Kirchner. Ese es el ´mérito´ de Cobos más allá del desempate en una votación parlamentaria tal como lo exige el reglamento de la Cámara.

Lo cierto es que esta crisis interna es más gravosa que la crisis financiera, que, acá, aún no ha hecho mella con toda su virulencia. Los bancos registran ganancias indiscutidas aún cuando el crédito se ausenta, y la desconfianza hace que el dólar siga siendo la elección de aquellos que tienen la posibilidad de ahorrar o proyectar.

La debilidad del oficialismo quedó al descubierto con la sangría de legisladores que emigraron a bancas donde mejor asientan sus ¿convicciones u oportunismos? Se oponen: ¿a qué? Algún día sería bueno dilucidarlo, así como también cooperaría al entendimiento ciudadano conocer el por qué esa repentina divergencia "justo a tiempo". A tiempo de no quedar pegados a tanto daño que se ha hecho, y a tanto que no se ha hecho, en un pecado de omisión oficial.

Mientras las alternativas no surgen, las críticas alcanzan ofertas impensadas y todos hacen causa común con las víctimas K. ¿Qué es lo que demandará la sociedad: crónicas de fracaso, uniones de espanto o metodologías distintas capaces de resucitar a la Argentina? Por ahora nadie se atreve a contestar, ni a entrar en cuestiones con más trasfondo. La polémica furtiva y banal se impone desde el poder y coopta la atención popular.

Entretanto, son cada vez más las contradicciones entre la oratoria presidencial y lo que han avalado en los últimos seis años. La última crítica de Cristina Fernández acerca de los cortes de ruta choca en forma categórica con aquella entrega simbólica que se hiciera desde el Salón Blanco a los piqueteros: "Esta casa de Gobierno es de ustedes", sentenció Kirchner el 25 de Mayo de 2003. Aplaudían entonces Luis D´Elía y otros tantos punteros que venían cortando el Puente Pueyrredón en pro de aumentos en planes sociales y reclamos sectoriales.

Asimismo, el aval oficial a los asambleístas que cercenaron los pasos fronterizos a Uruguay fue otra de las ´hazañas´ K. No queda de lado la metodología de los Moyano que se adueñan de la ciudad sin que ello merezca una reacción de Florencio Randazzo, ministro del Interior devenido vocero presidencial. Ahora, todo aquello que antes fuera apañado asusta y resulta condenado.

Y por último, el mayor de los grotescos: mientras la Presidente criticaba el corte de rutas, el paso a Chivilcoy era flanqueado por un "piquete" policial para que no avancen los productores reclamando a Néstor Kirchner el cese del fuego contra el sector de mayor productividad y que, paradójicamente, le regalara la tranquilidad de los primeros años de gobierno. Si no fuera por los ruralistas, Cristina no estaría donde está. A muchos le duele en demasía esa verdad.

Néstor Kirchner erigido candidato a diputado sin confesar, y más allá de las elucubraciones de juristas, puede llegar a convertirse en esta ausencia de racionalidad en el próximo de los arrepentidos del kirchnerismo. No sería de asombrar verlo autoproclamarse como disidente de sí mismo, despegarse de esa imagen donde la mesa de enlace, por ejemplo, era la oligarquía maldita. No en vano, en sus últimos discursos de campaña, se han escuchado benevolencias para los antaño maltratados.

Los Kirchner juegan a la ruleta rusa. Hay que admitirlo: van zafando. Forzando las cosas, desplegando el aparato comunicacional que acalla aquello de lo cual es mejor no hablar, y manteniendo en segundo plano (lo que no implica descartarlos) a los halcones criticados por sus adversarios.

A su vez, le arrancaron firmas a los representantes del sector agropecuario, intentaron debilitar, en una maniobra petulante, a Mauricio Macri liberando el paso a las hueste sindicales; y -sumándose (tarde) al reclamo primario de la sociedad-, aparecen ahora castigando a quién ellos consideran culpables de la inseguridad.

Todo es maniqueo y poco serio. Pero el juego está en marcha, y hasta ahora, aún en el apogeo de su debilidad, siguen siendo ellos quienes reparten las cartas. Cuál será el último as es un enigma, aunque mucho no puede demorar. Catamarca, sin ir más lejos, permite una lectura donde prever resultados del desgaste autopropiciado.

Lo cierto es que todo es un montaje que distrae, y ese es el objetivo de máxima: que octubre llegue sin discutir lo esencial, y el conurbano bonaerense se doblegue una vez más.

Margarita Bertomeu H. -

Seis de cada diez argentinos atribuyen la desaceleración económica del país al conflicto agrario, frente a un 25,8 por ciento que achaca los males a la crisis internacional, según un sondeo de la consultora Ibarómetro. La crisis se detonó el 11 de marzo de 2008 cuando el Gobierno de Cristina Fernández anunció un nuevo esquema de tributos móviles a las exportaciones de soja, girasol, trigo y maíz, cultivos de los cuales Argentina es uno de los principales proveedores mundiales.

Por entonces, la crisis alimentaria era un tema predominante en los foros internacionales y los precios de los cereales se disparaban a su récord histórico, alcanzado finalmente en julio. El polémico esquema tributario suponía fuertes alzas en los impuestos a las exportaciones con base en los precios internacionales con el fin de "redistribuir" la "renta extraordinaria" del campo y garantizar el abastecimiento interno a "precios razonables", adujo Fernández, que por entonces llevaba tres meses de gestión.

Ninguno de esos argumentos fue aceptado por el campo, que desde el inicio del conflicto realizó seis huelgas comerciales, logró fortaleza como sector otrora dividido y capitalizó en torno a sus crecientes protestas el tímido descontento de sectores medios de la población desencantados con el Gobierno de Fernández.

El fuerte pulso entre el Gobierno y las patronales rurales tuvo un capítulo central en julio pasado, cuando el esquema impositivo fue rechazado por el Parlamento en un reñida votación que fue desempatada en favor del campo por el vicepresidente argentino y titular del Senado, Julio Cobos, a quien el oficialismo comenzó a llamar "Judas". Tras la dura derrota política, el Gobierno retomó el diálogo con las patronales rurales hace sólo dos semanas, acercamiento empujado por nuevas amenazas de huelga entre los hombres del campo.

El Fisco cobra impuestos a la exportación de trigo (23 por ciento), maíz (20 por ciento), soja (35 por ciento) y girasol (32 por ciento) que las firmas colocadoras, la mayoría multinacionales, descuentan del precio que pagan a los agricultores. Las patronales insisten en sus demandas para reducir esos impuestos, pero el Gobierno se niega por cuestiones fiscales y remarca que la presión impositiva hubiera sido menor si rigiera el esquema de tributos móviles rechazado por el Parlamento.

La situación actual de los productores rurales es bien diferente a la de hace un año: los precios internacionales de los granos se han derrumbado por la crisis global, los costos de producción han aumentado y los márgenes de ganancias son en el mejor de los casos magros, en algunos casos inexistentes, afirma el campo. Para colmo, los fértiles suelos argentinos se vieron azotados en los últimos meses por la peor sequía que se recuerda en los últimos cincuenta años.

Sólo por el impacto climático, se calcula que las pérdidas en el sector agropecuario pueden recortar en 1,6 puntos porcentuales la previsión oficial de un crecimiento económico del 4% en 2009, de acuerdo a un informe de la Sociedad Rural.

Para Confederaciones Rurales, las pérdidas del sector sumarán 43.000 millones de pesos (unos 12.000 millones de dólares), lo que supondría un duro golpe para la economía, que ya acusa los primeros signos de deterioro tras seis años de expansión a tasas cercanas al 9% anual.

En este contexto, el remanente de la última cosecha de soja -de cuatro millones de toneladas, según los productores, y de nueve millones, según el Gobierno- retenido en silos y bolsas de acopio supone para el Fisco una demora en la recaudación de millonarios impuestos por exportaciones, lo que en parte presiona al alza el valor del dólar. El conflicto también desgastó a Fernández, cuya imagen positiva pasó de un 54 por ciento antes del estallido del conflicto al actual 29 por ciento, mientras que el descontento creció del 15 al 41 por ciento, según el último sondeo de la consultora Poliarquía. La caída de popularidad de la mandataria no es un dato menor en un año donde el Parlamento renovará bancas en unos comicios pautados para octubre y para los que la oposición busca aglutinarse, mientras se muestra cada vez más cercana a los dirigentes agropecuarios.

Margarita Bertomeu H. -

El conflicto entre el Gobierno argentino y el sector rural cumple este miércoles un año con los impuestos a las exportaciones de granos como eje inalterable de la disputa, pero encuentra a las partes en escenarios completamente diferentes en un año electoral y ante la amenaza de la crisis financiera global.

Emilo Castellote -

Al finalizar el mes de febrero de 2009, las fisuras dentro del la coalición kirchnerista se están precipitando en la Argentina. A fines de enero, el oficialismo sufrió una escisión por izquierda, al abandonar el diputado nacional Miguel Bonasso el bloque del FpV y romper con el gobierno movimientos piqueteros como Libres del Sur. Después, dos ex gobernadores K -Brizuela del Moral de Catamarca y Colombí de Corrientes- que realizan elecciones anticipadas, pasaron a apoyar al Vicepresidente. Hace dos semanas el peronismo disidente en la decisiva provincia de Buenos Aires formalizó su escisión, al constituirse la alianza Macri-Narváez-Solá. La semana pasada la renuncia de los dos senadores justicialistas de Santa Fe (Reutemann y Latorre) al bloque oficialista generó un hecho de repercusión política nacional. Siguió la renuncia de los dos senadores justicialistas de Salta (Romero y Escudero). El mismo día se alejó del oficialismo un senador radical K de Río Negro (Verani). Varios diputados, siguiendo a Reutemann, abandonaron el bloque oficialista en la Cámara Baja y en la provincia de Buenos Aires,- que es el 40% de los votos,- un decena de legisladores abandonaron el bloque oficialista.

La posibilidad de derrota electoral en las legislativas de 2009 y la percepción de que el kirchnerismo no podrá retener el poder en 2011 motivan este fenómeno.

Mientras tanto se sigue deteriorando la relación entre el matrimonio Kirchner y el Vicepresidente. Las denuncias judiciales sobre la decisión del Ejecutivo de no permitir el uso de aviones oficiales a Cobos es una evidencia del conflicto. Pero es el acto por el nacimiento de San Martín -que se realiza anualmente en Corrientes el 25 de febrero- lo que ha escalado el conflicto. La Presidente dio orden que no formen los efectivos del destacamento de Granaderos de Yapeyú, dado que asiste el Vicepresidente, junto con el gobernador de Corrientes -única provincia que elige gobernador este año antes de octubre-, que ha pasado a ser su aliado político. El 1 de marzo Cobos presidirá la asamblea legislativa en el inicio de las sesiones ordinarias, intentando el oficialismo diversas vías que no tendrán resultado para impedirlo. Pero será el 8 de marzo, en las elecciones legislativas de Catamarca, cuando los Kirchner y Cobos tendrán su primera confrontación electoral.

El Vicepresidente asistirá al acto de clausura de la campaña de su aliado, el gobernador Brizuela del Moral, mientras que Kirchner podría estar presente en el del peronismo -si en los sondeos tiene posibilidades de ganar-, que concurre con una alianza de Barrionuevo, Saadi y el kirchnerismo. Esta elección muestra también el problema de la oposición: la tercera fuerza es la Coalición Cívica de Carrió, que resta votos al gobierno provincial y no al peronismo, que así se beneficia de la división de las fuerzas opositoras en el ámbito nacional.

El diálogo entre el Gobierno y el campo puede derivar en una nueva tregua, pero no en un acuerdo definitivo. El paro de comercialización que se ha realizado en la tercera semana de febrero, ha sido efectivo en cuanto a la participación de los productores, pero ha tenido menos repercusión social. Es que la Comisión de Enlace que representa a las cuatro entidades del sector, parece moverse ahora sin una estrategia política precisa, sin dar prioridad a su mensaje no sólo respecto al conjunto de la cadena agro-industrial sino hacia la sociedad en su conjunto. Los sectores autoconvocados están desbordando a la dirigencia y el margen político para el diálogo entre la Comisión de Enlace y su margen para ceder frente a un gobierno dispuesto a ceder poco es limitado.

Pero es ante todo la crisis global la que reduce la actividad económica, el ingreso por exportaciones, el superávit fiscal y la recaudación, potenciando conflictos sociales de diverso tipo. Es que la caja para atenderlos se ha reducido y en cambio quienes requieren asistencia -personas, sectores empresarios y sindicales, provincias, municipios, etc.- se han multiplicado.

El oficialismo se encuentra frente al cuadro más difícil desde que llegara al poder casi seis años atrás, en mayo de 2003.

El punto es qué estrategia de respuesta debe dar frente a este drástico cambio de situación. Es que un año atrás, en febrero de 2008, cuando todavía no se había precipitado el conflicto del campo y se estimaba que el país crecería 7%, era impensable la situación política que hoy vive el kirchnerismo.

El gran riesgo es que sufra un “lame duck” -pato herido en castellano- que es el nombre que se da en los EEUU al último tiempo del segundo mandato, cuando el Presidente ya no puede ser reelecto. Se pierde entonces el poder real, mes más o mes menos. Es la situación que vivió Bush en sus últimos meses.

La estrategia central del oficialismo, en consecuencia, debe ser reconstruir un horizonte creíble de que puede ganar las elecciones de 2009 y 2011. En caso contrario, las escisiones de multiplicarán y ello realimentará la percepción de que el Gobierno ha perdido el poder.

En política es como en los mercados: si tengo futuro tengo presente y perder el futuro es perder el presente. Así como los inversores suelen anticiparse a lo que creen que sucederá, en política puede suceder lo mismo.

Para evitarlo es necesario un cambio de actitud política. Frente al quiebre de la coalición oficialista y el aumento de la disidencia en el PJ, el ex presidente Kirchner podría aceptar la propuesta del senador Carlos Reutemann de elegir la fórmula presidencial de 2011 en internas abiertas y simultáneas en todos los partidos. Así lo dispone además una ley que no se aplicó en 2007. De esta manera, todos los disidentes podrían competir y plantear que lo importante es la unidad del peronismo, gane quien gane la interna que se realice.

Respecto al Vicepresidente, lo sensato es una reconciliación, aunque ésta sea limitada. Es que resulta imprescindible establecer un modus vivendi, ya que en caso contrario problemas como la negativa a que el Vice use aviones del estado en sus viajes o la orden al destacamento de Granaderos de Yapeyú, para que viaje a Buenos Aires de urgencia para no formar en el acto conmemorativo del natalicio de San Martín que preside Cobos, pueden complicar la situación.

En lo que hace a los conflictos sectoriales y sociales, el diálogo es la actitud necesaria y las concesiones graduales o parciales el camino a elegir. No es fácil para una administración Kirchner -incluyendo ambos períodos de gobierno-, que ha hecho del conflicto un instrumento para la construcción del poder.

Frente al cambio de situación, el oficialismo debe modificar su actitud política. Pero el problema es que la historia muestra que es más fácil que los líderes políticos cambien su ideología a que modifiquen su personalidad.

Demetrio G. -

En los últimos días, en Argentina, el oficialismo parece debilitado y las deserciones en el peronismo ponen a dura prueba la estabilidad del Gobierno de Cristina Fernández y de su esposo, Néstor Kirchner. En la actualidad, el aparato peronista y justicialista ya no representa un bloque único y sin fisuras, sino una agrupación de intereses diversos que a veces oscila y se rompe en varios frentes.

Hace poco más de un año, Cristina Fernández asumía la presidencia con la sensación de que, después de la cesión del bastón presidencial por parte de Néstor Kirchner, el “matrimonio presidencial” se quedaría al poder por mucho tiempo más. Néstor había dejado un imagen altamente positiva, había logrado ser el presidente del Partido Justicialista, el mayoritario del país, mientras Cristina había sido elegida con el 44 % de los votos y se presentaba como una “woman power” capaz de gobernar el país y garantizar la continuidad de las políticas de su esposo.

Sin embargo, en la actualidad, es evidente que el Gobierno sufre una crisis política y, sobre todo, una crisis de sus políticas. De gran importancia serán las elecciones legislativas del próximo octubre, en las que se renuevan la mitad del Congreso de Diputados y un tercio del Senado. Será el primer test electoral para la actual mandataria y definirá las condiciones de gobernabilidad del país. Los datos actuales y las defecciones dentro del oficialismo deben preocupar al matrimonio presidencial ya que se registra un “importante retroceso” electoral del kirchnerismo, tanto que varios analistas ya hablan de un ciclo agotado. Una eventual derrota del oficialismo podría abrir a una grave crisis institucional.

La presidenta deberá intentar recuperar la unidad perdida o se verá obligada a enfrentarse no sólo a una oposición tradicional (radicales y socialistas, que mantienen un acuerdo propio), sino también a una guerra dentro del peronismo. Ambos con el mismo objetivo: quitarle la mayoría a los Kirchner en el Congreso. El actual resultado es consecuencia de una gestión política y económica cuestionable y, sobre todo, del conflicto con el campo. La batalla perdida evidenció las autoritarias maneras de Néstor Kirchner y su incapacidad para comprender el alcance del conflicto. De ahí, los enfrentamientos con los diputados peronista que votaron contra de su ley. Por eso, Cristina deberá gestionar este nuevo conflicto con mayor cuidado y sacar enseñanzas de los errores precedentes.

La estabilidad política de los Kirchner ésta cada vez más débil y es probable que el adiós al kirchnerismo de Carlos Reutemann, de Felipe Solá, de Juan Carlos Romero y de Jorge Obeid (todos ex gobernadores peronistas) tendrá una importancia política considerable. Cristina Fernández debe preocuparse de reconstruir el Estado ya que ha cumplido su primer año como presidenta entre pocas luces y demasiadas sombras: por eso debería replantear políticamente su gestión y garantizar mayor gobernabilidad en el país, antes de que la situación empeore y Argentina se convierta en un país ingobernable.

R. P. M. -

Todo fue muy bien para Néstor Kirchner y su gobierno mientras la economía crecía al 9 por ciento anual, el desempleo descendía abruptamente y la inflación permanecía controlada —bien que en muchos casos estaba más bien reprimida-. Esos años dorados se extendieron desde 2003 hasta mediados de 2007. Entonces, la inflación comenzó a crecer, el gobierno persistió hasta el cansancio en negar el problema y dibujar la información estadística, y el idilio entre el gobierno y la sociedad entró en declive. Aun así, Cristina Fernández de Kirchner fue elegida presidenta con el 45 por ciento de los votos y, sobre todo, altas expectativas de mantener lo que andaba bien y modificar lo que no.

Distintos problemas contribuyen a explicar que desde la asunción de Cristina como presidenta el kircherismo entró en un ocaso del que no se consigue salir. De todos ellos, el más serio, el más determinante y el que conlleva consecuencias más profundas es el conflicto que el gobierno eligió abrir con el sector de los productores agroganaderos. La agricultura argentina da cuenta de casi la mitad del producto bruto nacional, no menos de la mitad de las exportaciones y entre un 25 y un 30 por ciento del empleo. Es un sector dinámico, innovador, altamente productivo; además, la opinión pública lo ve con mucha simpatía -desde hace décadas- y comparte sus principales demandas.

Por qué el gobierno de los Kirchner tomó el camino de la confrontación con la agro industria es algo difícil de entender. Lo cierto es que lo hizo, y persiste en esa línea, con ligeros matices que no alcanzan a modificar la situación.

Ese conflicto colocó a la inmensa mayoría de la sociedad del lado del agro, y propició una sensación de que mucha gente y muchos sectores políticos con ideas distintas sobre innumerables asuntos podían coincidir en un asunto puntual importante. Eso produjo por si sólo un cambio político en el país: se desató una corriente de demandas de diálogo, de acercamientos entre dirigentes políticos siempre distanciados, se conmovieron las bases políticas del peronismo -tradicionalmente disciplinadas cuando alguien de su partido ejerce el poder-. El gobierno sufrió entonces su primera derrota parlamentaria; de una histórica votación en el Senado emergió un nuevo dirigente con alta popularidad, el vicepresidente Julio Cobos. Varios gobernadores hicieron públicos sus desacuerdos con la política del gobierno. Y, progresivamente, diputados, senadores y dirigentes políticos van tomando distancia del gobierno o simplemente abandonan sus filas y constituyes bloques parlamentarios separados.

Néstor Kirchner, quien al instalar a su esposa en el gobierno buscó consolidar su liderazgo político desde el partido Justicialista (peronista), en un año ha pasado de ser un líder a ser un jefe con poder pero con baja legitimidad entre sus seguidores. Ahora, varias incipientes alianzas opositores están empezando a conformarse, y en todos los distritos del país hay dirigentes peronistas que analizan seriamente la conveniencia de correr por caminos separados.

No es la crisis global y su impacto en la Argentina la causa de todo eso, sino los errores no forzados en los que incurrió un gobierno que creyó que tenía todo consigo sin medir sensibilidades en la sociedad y sin tomar en cuenta que ningún viento sopla siempre favorablemente para uno.