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Muchas razones para votar "NO" a la Constitución Europea.

Muchas razones para votar "NO" a la Constitución Europea.

Mientras que el gobierno español se prepara para defender el "SI" y para difundir, a partir de enero, los contenidos de la Carta Magna Europea que los españoles deberán ratificar o rechazar en referendum, en el mes de febrero, conviene recordar, dede la libertad y desde el convencimiento de que es necesario ser exigentes y críticos como ciudadanos, las muchas razones que existen para votar "NO":

Hay muchas razones para votar "no" a la Constitución Europea, pero ninguna es tan fuerte como saber que nace antigua, superada, desfasada e hija de principios y valores que hicieron del violento y sanguinario siglo XX uno de los periodos más decepcionantes de la historia. Así concebida, la nueva Constitución que los españoles deberemos ratificar en referéndum, es una hipoteca que terminará por convertirse en un instrumento de tiránicas mayorías parlamentarias.

Redactada por políticos amortizados y en declive, la nueva Constitución proyecta hacia el futuro la Europa que es, no la que queremos que sea. Ideada por un reducido número de mentes "preclaras" constituidas en "poder constituyente", la carta magna europea ahoga la "democracia" en su redacción, apostando por el gobierno de los partidos y en detrimento del gobierno del pueblo.

El documento pone cimientos a una Europa de los Estados y olvida la Europa de los ciudadanos, las regiones, los pueblos y las ciudades. El documento rezuma vieja política y Estado decimonónico por sus poros y resulta patético al intentar apuntalar una sociedad europea basada en unos partidos y en unos representantes políticos que han perdido la credibilidad y tienen acreditados su divorcio con los ciudadanos, su voluntad de usurpar la soberanía popular y su vocación de arrebatar a los ciudadanos su derecho al autogobierno y a controlar el destino colectivo.

El nuevo texto parece confundir Constitución con democracia, cuando en realidad la Constitución usurpa la democracia y convierte la soberanía popular en un espejismo. Ni una sola apuesta real por la reconstrucción de la ciudadanía, ni un artículo que reivindique una unidad europea de pueblos y ciudadanos al margen de los estados, ningún aporte teórico sobre el concepto moderno de ciudadanía participativa, sobre los bienes públicos o la virtud cívica.

La Constitución, redactada bajo la batuta del taimado Giscard, carece de ambición y renuncia a aportar principios que renueven el carcomido edificio de la democracia europea, transformado por los partidos en un "sistema sin hombres". Quien la redacta parece creer a pie juntillas aquella sabia pero triste sentencia de Winston Churchill sobre la democracia: "es la peor forma de gobierno del mundo, exceptuando a todas las demás".

De la lectura emerge también la certeza de que la nueva constitución ha sido inspirada por burócratas del estilo de Valery Giscard, amamantados en el centralismo y el autoritarismo estatal e ignorantes supinos de las corrientes ciudadanas y comunitarias que se abren paso en el siglo XXI. Ni una innovación, ni una idea osada. Más de lo mismo, más políticos, más división frustrante entre mayorías vencedoras y minorías humilladas, más Parlamento que no legisla, más muerte para Montesquieu, menos controles al desbocado poder de los Estados, más prebendas para representantes que sólo representan a sus propias formaciones, y una cobardía conservadora que impregna cada párrafo, cada concepto reiterativo de ese mundo, hoy moral y filosóficamente desarbolado e impopular, conformado y controlado por los partidos y los profesionales de la política.

Tal como ha sido concebida, la Constitución Europea terminará convirtiéndose en instrumento de dominio implacable al servicio de tiranías parlamentarias basadas en la "mayoría".

La Constitución Europea ignora demasiadas cosas: que democracia y capitalismo no son sinónimos; que lo que los ciudadanos europeos quieren es un sistema basado en la gobernanza popular; que los partidos políticos actuales no son instrumentos sino obstáculos para la democracia; que la sociedad civil también existe...

De la nueva Constitución emerge un mundo futuro en el que los ciudadanos están "al margen" y se convierten en espectadores pasivos que contemplan con miedo reverencial cómo los "criminales" y los "hombres de la ley" resuelven sus asuntos a tiros.

Definitivamente, no es ésta la Constitución de los europeos que queremos arrojar fuera el miedo y comprometernos con la acción democrática.

Es decepcionante que esta Europa que tradicionalmente fue vanguardia de ideas y paridora de derechos civiles y libertades haya dado a luz un documento que, al iniciarse el nuevo siglo, frustra esperanzas y sueños, apuesta por más ciudadanos pasivos, más políticos profesionales, más estados autoritarios, más partidos invasores de la sociedad, más sociedad civil castrada y más cantera de ciudadanos desmotivados que se colocan en el euroexcepticismo y en la antesala de la rabia.

49 comentarios

PEPO -

SIGO DICIENDO QUE O CREAMOS UNA GRAN NACIÓN EUROPEA CON UNA SERIE DE ESTADOS PARA TENER EL PESO QUE NOS CORRESPONDE EN TODOS LOS NIVELES MUNDIALES O POR AHORA DEJAMOS LAS COSAS COMO ESTAN Y HACEMOS UNA VERDADERA CONSTITUCION EUROPEA A TRAVES DEL PARLAMENTO EUROPEO QUE ES QUIEN VERDADERAMENTE TIENE QUE HACERLA Y NO LOS QUE HAN HECHO ESTE TRATADO SOBRE TODO EL SR. GISGARD DE STAING, DESDE LUEGO QUE SE HAN LUCID0 CON EL BODRIO DE TRATADO QUE HAN HECHO.
¿SE ATREVERÁ DE UNA VEZ POR TODAS EL PARLAMENTO EUROPEO A HACER ESTE TRABAJO QUE A EL SOLO LE COMPETE?
POR ESTAS Y OTRAS MUCHAS COSAS HE VOTADO ¡¡¡¡N0!!!! AL REFERENDUM . FIN

PEPO -

HE VOTADO NO AL TRATADO PARA LA CONSTITUCION EUROPEA Y VOY A EXPLICAR EL POR QUE.
1.- ¿QUE QUIERE SER EUROPA O SEA POR AHORA LAS 25 NACIONES QUE COMPONEN LA UNION EUROPEA?
SEGÚN LO QUE ESTAMOS VIENDO NADIE QUIERE CEDER NADA DE SU SOBERANIA Y POR TANTO NO PODEMOS CONSTRUIR LA GRAN EUROPA QUE PUEDA INFLUIR EN CUESTIONES MUNDIALES AL MISMO NIVEL QUE ESTADOS UNIDOS O RUSIA O CHINA.
LAS NACIONES QUE COMPONEN LA UNION NO QUIEREN TENER UN EJERCITO POTENTE COMPLETAMENTE EUROPEO QUE HAGA VALER LAS LEYES MUNDIALES ,DEFENDIENDOLAS A TRAVÉS DE LA ONU, SINO QUE PREFIERE SEGUIR BAJO EL PARAGUAS AMERICANO.
¿PARA QUE SE HACEN REFERENDUMS (REFERENDA) EN CIERTAS NACIONES EUROPEAS SI RESULTA QUE NO SON VINCULANTES? ASÍ SE DERROCHA EL DINERO DE LOS EUROPEOS, PUES LOS PARLAMENTOS NACIONALES SON LOS QUE VERDADERAMENTE APRUEBAN EL TRATADO. O SEA QUE LOS GOBIERNOS SE RIEN DE SUS PUEBLOS A MANDÍBULA BATIENTE Y SE QUEDAN TAN TRANQUILOS....(cONTINÚA)

Urquielo -

Un tonto mas en el PSOE.
Borrell reconoce 'carencias' en el Tratado Europeo pero pide votar 'sí'
El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, ha reconocido que el tratado constitucional es "incompleto, insuficiente, tiene carencias" y habrá de ser modificado antes de que pasen 50 años, pero España tiene que votar sí en el referéndum del 20 de febrero por su proyección política.
De tontos esta el PSOE leno.

F.R.D.R -

Soy sólo un ciudadano corriente,no pertenezco a nigún partido politico,aunque simpatizo con aquella formación politica que defienda la igualdad entre las Autonomias y la integridad territorial de España.Digo esto porque cada persona mayor de edad es un voto y yo soy dueño del mio.
Pero mi asunto va por otro lado.Me da la sensación de que en unos meses los medios nos bombardearán con asuntos relacionados con la Constitución Europea.En principio desconozco-como la mayoria-en qué consiste esta Constitución,no se que paises han participado y que influencia han podido aportar a la misma-barriendo no se en que dirección-,esperemos que las locomotoras hallan tenido en cuenta los vagones y vagonetas de este Europa expres.Lo que si me surge es una incertidumbre que me gustaria que alguien preparado y versado en el asunto pudiera aclarar un poco mis dudas.
¿Cómo contempla la Constitución Europea que el Reino Unido posea una colonia ilegal en territorio español?.
Mientras no me lo aclaren y esta situación persista,me niego a votar una Constitución que seguramente beneficiará a los cuatro de siempre,mientras nosotros continuaremos con nuestro grano-y con lo que está lloviendo desde el norte que no nos salga otro-durante otros trescientos años.

Tomas C. -

Hablando de huevos, mi propuesta, que no es tan disparatada, Dios me libre, como les parecerá a muchos de ustedes, consiste en aprovechar la sesión porno del Plus la madrugada de los viernes para combatir la laciedumbre de la audiencia. Es posible que Europa no nos ponga, pero hay determinadas cosas que no fallan, igual que el Johnny Walker, la Coca-Cola o La Casera. «Verbi gratia», o sea, por ejemplo: cuando la chica rubia, descarada de bajos y con unos pitones dignos de Las Ventas exclame: «¡¡¡Dame más!!!, Rubalcaba saldrá, como una musaraña (que es un animal simpatiquísimo, no vayan a creerse), apostillando: «¡¡¡Más Europa!!!» en un recuadrito de la tele. Y cuando, llegado, al fin, el paroxismo, la guarrona de turno grite: «¡¡¡Así, así!!!», María Teresa Fernández de la Vega, con cara de «corpore insepulto» (es decir, como siempre), añadirá: «Así vamos a Europa», y a ver quién es el guapo que, ante tal propuesta, no se viene. Pasemos del «Sí» al «Xí» y la cosa está hecha. No hace falta ser un matemático para saber que, cuando te topas una incógnita, de lo que se trata es de despejar la «X».

Tomas C. -

En vistas de que el Plus se ve cada vez menos y de que la intención de voto para el referéndum europeo declina alarmantemente, el que suscribe, que es un ciudadano responsable aunque no lo parezca, está más que dispuesto a regalar una idea que puede satisfacer, al mismo tiempo, a Jesús de Polanco y al presidente Zapatero. La principal cuestión de los próximos meses es mover a las masas para que ratifiquen esa Constitución apadrinada por Giscard d’Estaing y amadrinada por los que siempre nos dieron masculillo cada vez que pudieron. Pues bien, de lo que aquí se trata es de poner a tono la libido del pueblo. En un referéndum –en éste y en cualquiera– las convicciones son menos importantes que las apetencias. Así pues, más que a los constitucionalistas, que son unos pesados, habremos de atender al consejo que, en circunstancias parecidas, nos dio Lope de Vega: «Porque como lo paga el vulgo es justo / hablarle en necio para darle gusto». De lo que se trata, al fin y al cabo, es de ganar, aunque sea, como proclaman los forofos, en el último minuto y sacándose un penalty del forro de los huevos.

Manuel O'Dogherty -

Vaya por Dios!, yo creía que en democracia cada cual tiene derecho a opinar como mejor le parezca, pero no; ahora viene el señor Pinon Pérez a a decirnos que quienes nos oponemos a la constitución europea somos unos ignorantes y otras cosas peores. Repetiré, por si el señor Pinon no se ha enterado, alguna de las razones que hacen imperiosamente necesario oponerse a este disparate: 1) la Constitución Europea no es una constitución. 2) es terriblemente intervencionista. 3) no recoge los valores fundacionales de Europa. 4) por algún motivo no nos la explican. 5) empeora la posición obtenida por España en Niza 6) ZP la va a utilizar como un plebiscito. Yo no pienso nada raro del señor Pinon por el hecho de querer apoyar esta constitución, pero quiero evitar a toda costa actitudes como la suya porque en España el pensamiento único, al que ya parece haberse apuntado el señor Pinon, murió con Franco y personalmente no estoy dispuesto a ceder a nadie, Giscard d'Estaing incluido, mi libertad. Vote usted que sí a esta constitución o lo que sea, señor Pinon, que yo y otros millones de personas como yo votaremos que no para que nadie nos pueda arrebatar nuestra capacidad de pensar y opinar, incluida la suya para tacharnos de ignorantes y no sé cuántas cosas más.

Pinon Perez -

Para los que dicen que no están informados les diré algo que quizá en ese deseo de encontrar una auto disculpa para explicar sus pobres razonamientos, (repito les diré) que en Internet, en las paginas web del Parlamento Europeo, tienen toda la información que deseen, tienen el texto integro de la mencionada Constitución Europea, y que si se molestasen un poco en querer informarse la oficina del parlamento Europeo, que está en Madrid, reparte información gratuita al que la solicita y desea informarse.

Lo que no podemos decir es que nadie nos informa, cuando lo que sucede es que no queremos estar informados. Claro que lo más cómodo es esperar a que nos traigan las cosas a casa para poder luego a desprestigiar a destajo.

Señora Nekane, mi felicitación por su petición del “sí” a nuestra constitución, a la europea, a la que hará iguales a portugueses y suecos, a españoles y alemanes, a la que nos dará libertad e independencia dentro de un mismo marco. Pero sobre todo independencia de papá dólar, independencia de Estados Unidos tanto política como económicamente.

Por último, que nadie diga que no se le ha informado, eso es lo más cómodo. Me imagino que a los que aducen falta de información, cuando van al cine no les llevan las entradas a su casa tienen que ir a la taquilla a por ellas ¿no? Por favor dejemos las pamplinas para otro momento que esto es muy serio. Adelante Sra. Nekane.

Pinon Perez -

Yo también pido el “sí” a la constitución Europea.

A Nekane Fuentes: Señora, tiene usted el derecho de pedir el voto afirmativo a la Constitución Europea, es más, yo también lo pido. Lo que no debe a usted amedrentarla ni desanimarla es que aquellos que dentro de su ignorancia se le ponen en contra, los que alegando que no se les ha informado del contenido de dicha constitución, piden el voto en contra, dicen que no votaran a favor, que no lo ven claro.

En España existen muchas Nekanes (a Dios gracias), cuya coherencia y cuya capacidad de raciocinio le permiten a uno pensar que esto dejará de ser un jardín estadounidense y este país comience a caminar solito sin que los gobiernos norteamericanos nos digan hasta la hora en que tenemos que ir al baño.

La constitución Europea será nuestra seña de identidad, capaz de identificar a varios centenares de millones de ciudadanos que nos regiremos por las mismas normas de convivencia. Quizá son aquellos que dicen “no” a esta constitución los que no están interesados en llevarse bien con sus vecinos, quizá prefieran que en esta comunidad vecinal, todos los vecinos estén enfrentados entre sí, y cuando se crucen en la escalera en lugar de saludarse gruñan como fieras.

Santiago M. L. -

Los enemigos del libre mercado y de la globalización del mismo encuentran un motivo más de vergüenza al constatar que, a mayor libertad económica, mayor prosperidad. Y eso se ha producido gracias a la unión económica entre distintas naciones.

Pero hablamos del primer paso hacia una unión política. Unión que puede hacer que debamos renunciar a determinados principios propios. No tenemos por qué. Nos enfrentamos a la posibilidad de tener que dar un giro de 180 grados a nuestro camino. Somos herederos de la condición de puente integrador entre Europa y América. Ese es el camino, y apartarse del mismo supone una traición a nosotros mismos y a nuestra misión.

Santiago M. L. -

¿Por qué no a una Constitución Europea para España? Soy de la opinión de que las naciones, en un momento dado de la Historia, son la inercia del camino recorrido a lo largo de ella. En un determinado momento toman un camino de desarrollo y deben recorrerlo con servicio de coherencia al mismo. Esto es algo parecido a lo de Unidad de destino en lo Universal propugnado por José Antonio. Pero creo que se entiende mejor.

Una nación despliega sus esfuerzos en una determinada dirección y con un determinado sentido, siendo habituales los desastres cuando renuncia a dicho sentido y pierde lo que llamaríamos su razón de ser. La fuerza expansiva de España ha sido siempre el vínculo transatlántico, el esfuerzo ultramarino, ser puente entre Europa y América. Como Portugal. Como Gran Bretaña entre África-Asia y Europa. Otras naciones han desarrollado sus esfuerzos principales dentro del continente europeo. Casos como los de Alemania, Polonia o la misma Francia, que, aun habiendo sido poseedora en el último tercio del siglo XIX y primera mitad del XX de un vasto imperio colonial, siempre ha tratado de encaminar sus esfuerzos a una hegemonía continental.

No cabe duda de los beneficios de todo tipo que una unión económica entre naciones ha reportado a todos sus integrantes. El derribo de barreras arancelarias, la liberalización de los movimientos de capitales, personas y bienes son condición necesaria y casi suficiente para crear condiciones de prosperidad.

Santiago M. L. -

Por qué votaré "no" en el referéndum de la Constitución Europea

Se viene oyendo que van a preguntarnos a las masas si queremos adherirnos a la Constitución Europea o no. En primer lugar, vamos a ver si el tenor literal de la pregunta resulta tan claro como lo expongo en la frase inmediatamente anterior. Mucho me temo que no será así. De cualquier modo, es ésta la cuestión de fondo.

Por otro lado, habrá que preguntarse cuántos de entre las masas van a leerse el texto legal. Nótese que utilizo la tercera del plural. Yo no lo haré. Ni por asomo. Y claro, el lector avispado no tiene otro remedio que preguntarse, con toda legitimidad, cómo es posible que rechace algo que no conozco. Pues hay motivo.

Para oponerse a este texto legal, cabe dos vías de razonamiento: la oposición a todo o parte del texto en su referente material y la oposición a la adopción del texto en sí, sea cual sea ese contenido material. Yo me encuentro entre los de la segunda opción. Si adopto dicho criterio, de poco sirve leer un texto que supongo farragoso y aburrido, haciendo causa común en este sentido con la gran mayoría de textos legales.

Juan Carlos G. -

Han sido ocho meses de inoperancia en la gestión, de eficaz propagandismo, de alianza con ambiguos lobbies, de lenguaje políticamente correcto hasta la náusea, de provocación sistemática a la Iglesia Católica y con ella a millones de ciudadanos, de sectarismo en los medios de comunicación, de ataques a personas y medios críticos con acusaciones falsas, de vergonzosas preferencias entre comunidades autónomas, de renuncia a los propios principios ideológicos y a las mínimas responsabilidades de Gobierno, de incansable trabajo en contra de los intereses de España en el exterior. Hoy, aparte de ellos mismos, a los socialistas españoles los respetan un par de tiranos hispanos y dos potencias extranjeras: Mongolia y Angola.

Esto es lo que hay. Y también un plebiscito a la vuelta de la esquina con el que Rodríguez pretende borrar todo lo anterior mediante el minucioso aprovechamiento, una vez más, del sentido de estado de la derecha, el que llevó precipitadamente a Rajoy a sumarse al sí. Es lo de la OTAN. Por eso el sí que nos van a vender Gabilondo y Del Olmo no trata de Europa. Si tratara de Europa también habría que rechazarlo por motivos que, personalmente, empecé a exponer aquí hace medio año y que le resumí a Ana de Palacio en La Linterna de la COPE el pasado martes: 1) la Constitución Europea no es una constitución; 2) es terriblemente intervencionista; 3) no recoge los valores fundacionales de Europa; 4) por algún motivo no nos la explican; 5) empeora la posición obtenida por España en Niza; y 6) Rodríguez la va a utilizar como un plebiscito. Y este es el punto clave.

Juan Carlos G. -

Existe en el no una posibilidad nada desdeñable de conducir a Rodríguez a la convocatoria de elecciones anticipadas. Elecciones que, por supuesto, preferiría que ganara el PP. Si no es así, lo mejor es que las gane el PSOE por mayoría absoluta. Que al menos gobiernen libres de tanto chantajista como hoy guarda cola en la Moncloa.

Juan Carlos G. -

En pocas semanas se va a celebrar un plebiscito sobre el Gobierno radical de Rodríguez. Aparentemente, se trata de un referéndum sobre ese tratado al que llaman Constitución Europea, pero a nadie se le escapa que el presidente se dispone a usarlo alegremente de la misma manera que Felipe González usó el referéndum de la OTAN con provecho y beneficios sin cuento (para él).

Rodríguez llegó por sorpresa, como apunta Le Figaro, y accidentalmente, como observó The Wall Street Journal. Tras dos años de agresividad, guerracivilismo, demagogia y conversión del adversario en enemigo a costa del Prestige y de la guerra, tras la fulminante operación de intoxicación masiva urdida entre el 11 y el 14 M, la aritmética parlamentaria puso al Gobierno sorpresivo y accidental en manos de grupos conjurados para volar el consenso constitucional y descuartizar España gratis.

Nekane Fuentes -

Por responsabilidad, españolas y españoles votemos Sí.

Hay cosas con las que no se debe jugar y una de ellas es la consulta popular a la que seremos sometidas las españolas (lo escribo en femenino porque somos más mujeres que hombres, ¡basta ya de lenguaje sexista!) el próximo mes de febrero.

Leía hoy en un periódico que el “no” a la constitución Europea va tomando cuerpo. Desde algunos medios y plataformas ciudadanas se plantea este referéndum como una aprobación o un suspenso a la política del nuevo gobierno. Espero que desde estas organizaciones o empresas informativas sean conscientes de lo mucho que nos jugamos los españoles y todos los europeos en la aprobación de este tratado constitucional.

Dejen de engañar a la población y de fomentar la idea de que si votamos “no” estaremos castigando a Zapatero. Estamos tratando un tema serio que no se puede reducir a si nos gusta más o menos la gestión socialista.

De lo que decidamos, y de lo que decidan en los demás países de la Unión, depende la construcción de una Europa fuerte, depende el desarrollo económico y social de nuestros hermanos del Este, y depende la posibilidad de unir nuestras fuerzas para hacer el contrapeso necesario a Estados Unidos en el panorama internacional.

Lalia -

Campaña "didáctica" del PP

En una entrevista con Europa Press, Acebes subrayó que su partido sí "ha hecho los deberes" y ha realizado actos de precampaña a favor del 'si'. "Y lo que nos gustaría es que el Gobierno también hiciera su trabajo en el futuro, que ha tenido muchos defectos y carencias en el pasado: Estos meses los ha despreciado el tiempo", sentenció.

Así, denunció que el Gobierno de Rodríguez Zapatero, "el mismo que ha convocado el referéndum para decir que era el primero", no ha "informado" a los españoles sobre la constitución europea. "Hemos visto el estudio del CIS de esta semana, en el que los ciudadanos han dicho al Gobierno: 'usted nos llama a un referéndum para que demos una opinión, cuando no nos ha informado", agregó.

"La inmensa mayoría de los españoles ha contestado 'oiga, no sabemos de qué nos está hablando usted. No nos ha informado ni de que es la Constitución europea, ni cuál es su contenido o repercusión para España o sus intereses'". "Y cuando se llama a una consulta tiene que haber un elevado grado de participación para que esa consulta tenga la repercusión que se busca, que es conocer la opinión de los españoles -apuntó-. Y eso no es compatible con que el Gobierno haga el anuncio, la foto y luego no trabaje".

Narciso L. -

En una entrevista con Europa Press Televisión, el ex ministro de Interior se mostró confiado de que el Gobierno culpará al PP si el resultado del referéndum de la Constitución que se celebrará el próximo 20 de febrero sale mal. "Estoy seguro, porque lo están haciendo ya: que si el PP es tibio, que si no va a hacer precampaña... el PP es el primero que ya ha hecho actos y que hará una campaña explicativa", afirmó.

"Que nos eche las culpa, pero no se lo va a creer nadie. Nuestra posición en esto es seria y responsable. Vamos a defender el 'sí' porque creemos que es bueno para España y Europa, y defendemos la Constitución europea por el interés general. No se trata de quién se ponga la medalla. Y no hemos hecho el cálculo de quién se pondrá la medalla", puntualizó.

En este contexto, avisó de que, a su juicio, los socialistas cometerían un error si intentan sacar "interés partidista" de la convocatoria del referéndum en febrero. "Hablamos de intereses generales. Pero si lo que quieren es ponerse una medalla harían bien, como lo que han querido es hacerse una foto para ser los primeros, en hacer sus deberes", indicó.

Para Acebes, lo que debería hacer el Ejecutivo del PSOE es dedicarse a convencer a sus "socios", ERC, IU y algunos grupos "nacionalistas" para que cambien el sentido de su voto y respalden el texto europeo. "Su problema no es con el PP, sino con esos partidos con los que vota todos los días", resaltó.

Lalia -

Viviendo en España durante casi toda mi vida, he comprobado algunas cosas; cuando la docencia estaba en manos de las órdenes religiosas, había más españoles orgullosos de serlo.

Olvidando las tradiciones y abandonando la enseñanza en manos de los nuevos pedagogos, hemos alcanzado las más altas cotas de incuria.

Tenemos una nueva generación de españoles desorientados que son fáciles de ganar para cualquier causa. Pero siempre tenderán a adaptarse a lo más inmediato, por comodidad, por desinterés y por ignorancia.

Antes tenías que tener buena reputación para ser tenido en cuenta, ahora tienes que tener conocidos, opiniones políticamente correctas, actitudes aprobadas, en lugar de aptitud probada.

¿Debemos volver atrás?

No lo creo, pero si debemos pensar en qué podemos hacer.

Observo que el separatismo nos inquieta a todos, menos a los que tienen nuestro encargo de hacer cumplir la ley; a ellos quisiera boicotear el 20 de febrero.

g. e. s. -

ZP quiere "descrispar", pero no pierde oportunidad de actuar unilateralmente, arrinconando a su principal fuerza opositora que, al fin y al cabo, obtuvo casi 10 millones de votos bajo unas condiciones auténticamente antidemocráticas, y basándose en el apoyo que le prestan fuerzas radicales y minoritarias. No escucha a las instancias pertinentes del Estado, ni a instituciones como la Iglesia, aunque, eso sí, no deja de sonreir.

Si todo eso es lo que usted quiere para España y Europa, porque somos la misma cosa, esto es, una economía que no sabe cómo crecer, un ejecutivo intervencionista, una moral de derrota y en constante huida hacia la nada, pues entonces siga los consejos del actual inquilino de La Moncloa y vote Sí al Tratado constitucional de la UE. Pero si usted piensa en términos de voluntad y de salir adelante, si cree que es usted quien mejor sabe cómo gastar su dinero (y no Hacienda), si cree que hay una línea que separa claramente lo correcto de lo incorrecto, entonces, piénseselo dos veces. Tiene dos opciones, abstenerse y vivir plácidamente el 20 de febrero; o votar no y vivir tranquilo unos cuantos años más. Hasta la próxima de ZP.

g. e. s. -

No, no es Europa lo que está en peligro si se vota No al nuevo Tratado. Lo que está en peligro es la Europa que intenta vendernos ZP, sólo eso. Una Europa en lo externo construida sobre el plan estratégico francés y que, con todos los adornos que se quieran, aspira a contrapesar a los americanos en el mundo y colocar a Francia como el referente indispensable en todo el Viejo Continente. Frente a una Europa abierta al Atlántico y al mundo, flexible, rica y plural, la Europa continental significa una Europa cerrada sobre sí misma y supeditada a los dictados de París.

En lo económico, la Europa de ZP es una Europa vieja y decadente, de subsidios y escasez de reformas económicas y laborales. Es un proyecto obsoleto que ningún resultado le ha dado ni a Alemania, sumida en una interminable crisis de crecimiento, ni a Francia, que sólo vive de sus réditos históricos pero que le están agotando a velocidad de vértigo.

En lo cultural es una Europa que bajo el manto del multiculturalismo niega, en realidad, la experiencia histórica de la tradición cristiana que nos inspira. Que penaliza, de hecho, a los nacionales frente a los inmigrantes, más cuanto más distintos son estos respecto a nuestras tradiciones y valores. Es una Europa de la decadencia moral, de pensamiento débil, de la falta de claridad moral, del todo vale. Como si no hubiéramos sufrido en nuestras propias carnes lo que todo eso significó para la vida española en la primera mitad de los 90.

g. e. s. -

El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero ha anunciado su propósito de "descrispar" la vida política de cara al referéndum sobre el Tratado constitucional de la UE que se celebrará en España el próximo 20 de febrero. Entre líneas de su declaración culpa, como suele hacerse desde las filas del socialismo ramplón, al PP de la tensión generalizada, nunca a auténticas cacicadas como la segunda votación sobre la renovación del poder judicial o el matrimonio gay y las adopciones por este tipo de parejas, por citar sólo dos casos.

Es más, ZP ha dicho que lo que se juega en el referéndum es ni más ni menos que el futuro de Europa. Todavía nadie le ha preguntado a qué se refiere más allá de su retórica apocalíptica sacada de la mejor fase de Felipe González cuando en el 86, ante su referéndum sobre la OTAN afirmó que salirnos de la Alianza llevaría a España al África subsahariana. Ni lo uno, ni lo otro.

Si los españoles rechazaran el texto del Tratado constitucional no sería el fin de Europa. ¿Por qué habría de serlo? Hasta final de esta década no iba a entrar en vigor, luego las instituciones de la UE tienen garantizado su buen funcionamiento –gracias a Niza, todo hay que decirlo–, durante los próximos años. Sin ningún trauma. Es más, habida cuenta que se le abre una puerta a Turquía no estaría de más emplear bien este tiempo para modificar sensatamente los procedimientos de votos introducidos a última hora en el texto por Giscard y que tan graciosamente ha aceptado Zapatero a pesar del daño que le infligen a España.

Santiago M. -

Y en caso de conflicto territorial en España, cada país europeo tomará sus decisiones para defender sus intereses, incluso si eso supusiera una confrontación civil en España. La Unión Europea, en este sentido, ni es, ni será, con la nueva Constitución, una auténtica unión política. Otra cosa sería si los parlamentarios europeos se eligieran directamente por todos los europeos, y si el poder ejecutivo y judicial emanaran directamente también del voto ciudadano y desaparecieran los parlamentos, junto con los poderes ejecutivos y judiciales nacionales. Pero eso no se ha planteado, ni está en el texto de la nueva Constitución que es, básicamente, un acuerdo entre países, un Tratado, no una auténtica Constitución.

5ª) Es curioso que el argumento más contundente que emplean los partidarios del sí dentro del PP y los intelectuales del entorno conservador y liberal, es que votar no es votar lo mismo que los nacionalistas de Esquerra, el PNV y el BNG. Un argumento sin peso, porque las razones de los separatistas son, precisamente, las que he expuesto en el apartado anterior; que la nueva Constitución es un tratado entre países europeos y ellos no reconocen la existencia de España. Los que desde un entorno liberal o conservador, incluso quizá socialista, vamos a votar no, o emitir un voto nulo, a la nueva Constitución, sabemos que estamos votando un tratado entre naciones, pero nos horroriza la disminución del peso de España; por eso nos quedamos con Niza.

Santiago M. -

Seguiremos. Pero adelanto que estoy dispuesto a votar directamente que no y sacrificar mi explicación -en la propia papeleta- de porqué defiendo el fortalecimiento de la Unión Europea, pero sobre la base de la participación directa de los ciudadanos.

Santiago M. -

No quiso celebrar en Madrid la firma de la nueva Constitución, para no acordarse de que es presidente del gobierno como consecuencia directa del atentado del 11-M y no quiere reunirse con Polonia, para que no le recuerden que su posición en Europa ha quedado debilitada como consecuencia de su antinorteamericanismo, que le lleva a firmar cualquier cosa que le presente Chirac.

3ª) El tratado de Niza, actualmente en vigor, ya representó un sacrificio para España. Es verdad que logramos un número de votos superior, proporcionalmente, al que nos correspondía de acuerdo a nuestra población, pero también lo es que para equilibrar esa situación España cedió escaños en el Parlamento Europeo. Con la nueva Constitución tenemos menores escaños que en Niza y menos votos en el Consejo de Ministros. Por eso era necesario negociar, y por eso esta Constitución es negativa para España.

4ª) Contrariamente a lo que opinaba hace poco Ramón Pérez Maura en ABC, no es verdad que la nueva Constitución garantice la integridad territorial española. Si decidimos matarnos entre nosotros, la Unión Europea se abstendrá. No hay compromiso en ese sentido. La historia reciente europea ratifica lo que digo. La guerra civil en la antigua Yugoslavia estalló porque Alemania decidió apoyar la secesión de Eslovenia, aún a riesgo de prender la mecha de la confrontación. Nada detuvo a los políticos alemanes.

Santiago M. -

Al margen de desarrollar más ampliamente -tiempo tenemos todavía-, las razones para votar no a la nueva Constitución, las inmediatas son abrumadoras:

1ª) En la actualidad, la Unión Europea se gobierna de acuerdo con el Tratado de Niza, que fue ratificado por todos y cada uno de los miembros de Unión a 15 y aceptado, también, explícitamente, por los nuevos diez miembros. Por tanto, si no se ratificara la Constitución de Giscard seguiría en vigor el Tratado de Niza. No hay vacío legal, ni constitucional. De hecho, la Unión Europea seguiría funcionando -bien o mal- como hasta ahora, por tiempo indefinido.

2ª) Es verdad, y se señala como gran ventaja, que el texto de la nueva Constitución permite tomar decisiones con más agilidad. Pero no a todos: sí, sobre todo, a Alemania, y también al Reino Unido, Francia e Italia. El poder de decisión de España y Polonia, las grandes perjudicadas, sin embargo, disminuye. Por eso mi asombro, y el de muchos españoles, ante la falta de objeciones por parte del gobierno de Zapatero al texto que vamos a votar. Si se aprueba la nueva Constitución, el poder de España para influir en las decisiones políticas y, sobre todo, económicas, de la Europa a 25, se reduce drásticamente. Y quizá la constatación de este hecho, que habría sido puesto de manifiesto en la reunión con Polonia, explica la vagancia de Zapatero. No quiere saber nada que le recuerde sus debilidades.

Santiago M. -

Votar no a la Constitución Europea.
Hace tiempo que había decidido emitir un voto nulo en el referéndum del próximo 20 de febrero, en el que se pedirá nuestra opinión sobre el nuevo Tratado constitucional de la Unión Europea, vulgarmente denominado "la Constitución Europea".

Voto nulo, porque quiero escribir en la papeleta "sí a la Unión Europea, no a la Constitución de Giscard". Porque yo, como creo que la inmensa mayoría de los españoles, somos europeístas. Sabemos que nuestros derechos y nuestra libertad se garantizan mejor dentro de la Unión Europea que fuera. Y tenemos la experiencia de que cuanto más se estrechan nuestras relaciones económicas, más posibilidades tenemos de competir con libertad y de ampliar la penetración de nuestras empresas en el mercado europeo. La traumática experiencia de dos guerras mundiales y la defensa contra el comunismo, provocaron una reflexión entre los mejores políticos conservadores y liberales europeos, que les condujo a defender la colaboración entre naciones en lugar de la confrontación como forma de asegurar la paz, y la mejor de las colaboraciones, concluyeron, era asegurar la libertad: la libertad de movimientos de personas, bienes y servicios y capitales. Por eso, los que tenemos objeciones de fondo al texto de la nueva Constitución, elaborada por Giscard, -un hombre que protegió al entramado terrorista de ETA durante los años más difíciles de implantación de nuestra democracia, ratificada por Chirac y Schroeder, y, por supuesto, aceptada dócilmente por Zapatero, tenemos que explicar nuestra posición.

Alberto M. -

Y mientras este zafarrancho se produce, mientras se anima a los españolitos a que participen disciplinadamente en el referéndum y voten lo que les gusta a Zapatero y Moratinos (o Zapatinos y Moratero, son intercambiables), el PP autista, jugando con el juguete que le han regalado como al tonto una tiza. Sin saber qué cara poner en caso de que nadie vaya a votar o si el "no" supera el treinta por ciento. Es decir, sin saber qué hacer ni qué decir. Patético.

Alberto M. -

El Gobierno prepara una gran payasada mediática con personajes y personajillos que recitarán fragmentos del infumable texto constitucional europeo en los medios públicos. semipúblicos o parapúblicos, que al final todo es lo mismo. Estos personajes serán "ajenos a la política", como si alguien que hace algo así pudiera "pasar" de la política y lo que está haciendo no fuese más que eso, política, pura y dura. O impura.

Pero el más delicioso cinismo es la anunciada publicación de cinco millones de ejemplares del texto profuso, confuso y difuso del Tratado Constitucional (unas trescientas páginas) que se "embucharán" en los diarios de alcance nacional. ¡Cuatro días antes del referéndum!, es decir, el 16 de febrero. El dispendio supone ni más ni menos que convertir a cinco millones de españoles -de los que compran diarios escritos, que no son ni mucho menos todos los futuros votantes- en verdaderas máquinas de leer a velocidades record y otorgarle al texto un interés máximo para el descanso dominical. Se trata, en suma, de convertir el sacrosanto texto constitucional europeo en un émulo de los folletos de supermercado o promociones inmobiliarias, es decir en unas hojas prescindibles nada más palpadas.

Alberto M. -

El Gobierno socialista ha encerrado al Partido Popular con un sólo juguete, la Constitución europea, en recuerdo tal vez de una de las primeras obras del novelista Juan Marsé que así se titulaba.

Los populares no harán propaganda de un texto en el que no creen, o apenas creen, pero deben hacer "como si" la hicieran. Tampoco entrarán en el gran jolgorio propagandístico improvisado por los aparatos publicitarios del socialismo gobernante. En el mejor de los casos, lo que Mariano Rajoy y sus amigos pueden sugerir a sus seguidores es que vayan a votar -una abstención masiva desautorizaría la prueba y castigaría seriamente a su mentor, Zapatero- y, si les peta, voten "si". Hasta ahí pueden llegar como máximo porque saben hasta qué punto la militancia popular está en contra tanto del texto de esta Constitución "sui géneris" como con del "si" en el referéndum. Un "no" masivo será, mírese como se mire, un varapalo al Gobierno.

Estas cosas suceden cuando no se consulta con la militancia a buena y debida hora y se prefiere presuponer los resultados de una encuesta interna que no se hizo. Helos, pues, aquí a los populares en manos del Gobierno, cuyo mensaje subliminal consiste en decir: esta Constitución es la que no quiere el PP, que hará todo lo posible para que nadie la vote. Es un mensaje tanto más fácil de lanzar cuanto estamos en el etapa del todo vale para deteriorar a la oposición: el 11-M, las relaciones con la Iglesia, la enseñanza de religión o las relaciones con Venezuela.

Garcia M. P. -

Frente a la idea de que esta Constitución Europea podría servir para diluir el fenómeno separatista, es ingenuo pensar que un texto intergubernamental depositado en la lejana Bruselas pueda ser el antídoto frente a la avalancha nacionalista, máxime cuando ni siquiera la propia Constitución Española lo es.

Finalmente, en el texto de la actual Constitución Europea no se ve una Europa definida, no se sabe de dónde viene ni a dónde va. No reconoce las raíces cristianas de Europa, condena la pena de muerte pero no regula ni defiende la vida desde el nacimiento hasta la muerte, con lo que se abre camino al aborto y a la eutanasia en muchos países miembros. El concepto que se tiene sobre el matrimonio no es exclusivamente la unión de un hombre y de una mujer, ya que se da cabida a cualquier otro sucedáneo y combinación contraria al de la propia naturaleza humana.

¿Qué hay que votar entonces? ¿Lo que nos dicen el Gobierno y el principal partido de la oposición? Cuando hay tantas opiniones tan distintas y se ha organizado tanto revuelo por algo será. Europa no sufre sin la Constitución y España sufrirá mucho con ella. Rodríguez Zapatero se llevará el mérito y los demás, no se sabe. ¿No es mucho pedir por Europa?

Garcia M. P. -

En definitiva, argumentan que de aprobarse la Constitución Europea el poder de decisión política y económica de España se reduciría drásticamente. Critican la política exterior española del nuevo Gobierno socialista que se ha decidido por una política antiamericana aliándose con Chirac y Schröeder, perdiendo en las recientes negociaciones las cuotas de poder alcanzadas en el Tratado de Niza, teniendo menos escaños en el Parlamento Europeo y menos votos en el Consejo. Con la distribución de votos que firmó Rodríguez Zapatero, España se ha quedado sin capacidad de formar minorías de bloqueo en cuestiones vitales para nuestros propios intereses. Por todo ello, prefieren quedarse con el Tratado de Niza, dando su voto negativo a la Constitución Europea, a la vez que pretenden evitar que este referéndum sea un plebiscito a favor del actual presidente del Gobierno, quien ha roto el consenso con el partido mayoritario de la oposición en política exterior y ha abierto un proceso de des-construcción de España.

Garcia M. P. -

Por último, habría una posición más que es la de aquellos conservadores, liberales e incluso socialistas cuyo voto a la Constitución Europea se decanta por un no, y que a diferencia de los nacionalistas y separatistas lo fundamentan en que el poder de decisión que ostenta España en el Tratado disminuye respecto al alcanzado por Aznar en el Tratado de Niza, que estará no obstante vigente hasta 2009. España como Polonia son los grandes perjudicados en la Europa de los Veinticinco, y no formará parte de los cinco países grandes. Quiénes apuestan por esta opción piensan que aunque salga un no a la Constitución Europea de Giscard seguirá vigente el Tratado de Niza, por lo que no se produciría ningún vacío constitucional ni legal y seguiría funcionando la Unión Europea.

Garcia M. P. -

El actual Gobierno de la nación ha convocado a todos los españoles el próximo 20 de febrero de 2005 a un referéndum consultivo y no vinculante sobre el nuevo Tratado Constitucional de la Unión Europea, vulgarmente llamado Constitución Europea. En puridad de conceptos es un Tratado más, como lo fuera el de Acta Única, Maastricht, Ámsterdam o Niza, pero no es propiamente una Constitución.

Se ha abierto un amplio debate que no ha hecho más que comenzar, en el que existen opiniones muy diversas y encontradas con argumentos a favor del sí y del no, incluso también del voto nulo. Pocos son los que tienen un criterio formado al respecto, lo que evidencia que en su mayoría no se ha leído y estudiado con profundidad este texto, entre otras cosas, debido a la poca difusión del mismo.

Quiero entender que la mayoría de los españoles somos europeístas, ya que nuestros derechos y libertades se garantizan mejor dentro de la Unión Europea que fuera. La traumática experiencia de dos guerras mundiales y la lucha contra el comunismo ha llevado a los políticos conservadores y liberales europeos a defender la colaboración entre naciones en lugar de la confrontación como forma de asegurar la paz y la libertad de movimientos de personas, bienes, servicios y capitales.

Garcia M. P. -

Los distintos partidos políticos no han dejado de fijar posiciones. Así, el partido del Gobierno está impulsando el sí a la Constitución Europea, entre otras razones porque van a acabar firmándola ellos, aunque se les critique que pretendan convertirlo en un plebiscito de Zapatero, que busca salir reforzado por la votación, aunque independientemente del resultado al final hará lo que le parezca oportuno.

El principal partido de la oposición también ha abanderado el sí, entre otras cuestiones porque argumentan que con independencia de que pueda hacerse un uso poco recto por el Gobierno de su resultado, se trata de un asunto que afecta a la totalidad de los españoles y es lo más recomendable. Si bien entienden que el Gobierno no ha negociado convenientemente la cuota de poder que le corresponde a España, piensan que es un mal menor. También parece que quizás les mueva un cierto qué dirán a nivel europeo, y por aquello de no desarrollar una política antisistema y radical.

Sin embargo, no piensan así los partidos nacionalistas como la ERC, el PNV o el BNG, quiénes ya han anunciado su voto negativo al considerar que la Constitución Europea es un Tratado entre naciones y estos partidos separatistas no consideran a España como tal nación. Entienden que tanto Cataluña como el País Vasco o Galicia son una nación y que España es una comunidad de naciones y no reconocen su existencia. Desde IU denuncian el texto por ser poco social.

Ignacio V. -

En poco más de ocho meses las cosas han cambiado estrepitosamente. Zapatero se ha colocado en el vagón de cola europeo, ha enfadado a los que deberían ser socios naturales de España, renunció a Madrid como sede de la firma de la Constitución y ahora, ante el peligro de que el Referéndum sea un fracaso, dice que la culpa es del PP y que la derrota sería para Europa.

En Moncloa ya no tienen miedo, es pavor lo que sienten ante el 20 de febrero. Los españoles no son tontos y saben de sobra que Zapatero tardará minutos para colocarse la medalla del triunfo en caso de que gane el "sí" en las urnas. Y los ciudadanos ante el uso torticero de su voto pueden dar una lección al Gobierno.
Zapatero, una vez más, pendiente de su imagen y de sus golpes de efecto se ha equivocado. Pensó en su momento que el Referéndum podría ser su refrendo particular un año después de las elecciones, pero el "tortazo" puede ser mayúsculo. Tan grande como para hacer tambalear incluso al Gobierno; por más que insistan en que la culpa de todo es del PP y de José María Aznar, lo cierto es que tienen miedo, y un político con miedo es algo muy peligroso. Como para salir corriendo.

Ignacio V. -

No es fácil recordar un Gobierno en la reciente democracia de España que se haya deteriorado tanto en tan poco tiempo. Este Ejecutivo parece decidido a conseguir lo antes posible otro "preciado trofeo": quemar etapas políticas a velocidad de vértigo.

El Gobierno Zapatero tiene el próximo 20 de febrero su primer gran examen político. Nos estamos refiriendo al referéndum sobre la Constitución europea. Zapatero quiso en su momento ser mejor que nadie y decidió que España fuera el primer país que ratificara la Constitución europea. Al final sus ganas pueden terminar en un disgusto. Y es que un presidente del Gobierno no puede ir por la vida con discursos cursis y palabras vacías. Gobernar es estrategia, es gestión pero por encima de todo son los principios; y en esta legislatura por el momento esos principios no aparecen por ninguna parte.

Encima, ahora que se ven con el agua al cuello pretenden pasar la responsabilidad al Partido Popular, aunque esta vez no cuela. Es verdad que José María Aznar cuando era presidente del Gobierno se comprometió llevar a referéndum la futura Constitución europea, pero entonces el texto se estaba negociando, España todavía no era un ejemplo de renuncias, nuestro país pertenecía al "núcleo duro" y el propio Aznar era un insobornable defensor de los intereses españoles.

Alberto O. -

Esperemos que los órganos que el Tratado Constitucional institucionaliza, los Gobiernos y, sobre todo, los ciudadanos de la Unión, acaben creando la estructura política europea que, a partir de su diversidad y conservándola, consolide de forma definitiva la unidad de Europa, la unidad de su forma de vivir la democracia y la libertad como seres humanos y como ciudadanos.

El Tratado Constitucional, que los españoles tendremos que votar en el mes de febrero, es un paso nuevo, importante y puede que decisivo en la buena dirección. Votando "sí" estamos votando a la mejora posible de la Europa de hoy, pero, además, votamos por la que tenemos que seguir construyendo en el futuro, la que nosotros, europeos y el mundo necesita. Porque no olvidemos que a pesar de debilidades y defectos, los países europeos que van a ingresar o los que quieren ingresar, como Turquía, o los que luchan por su democracia y libertad, ven a la Unión Europea como un reducto de esa libertad de los ciudadanos y de esa democracia de justicia y bienestar generalizado.

¿Qué cosa mejor puede hacer hoy, pensando en nuestro mundo, en nosotros y en nuestros hijos, cualquier ciudadano de cualquier país de la Unión Europea que votar "sí" a la esperanza de Europa? Porque eso es a lo que votaremos al votar el Tratado Constitucional, un paso más hacia esa esperanza, un "sí" a lo que Europa es hoy, a lo que puede ser, a lo que será, si los europeos nos lo proponemos, mañana.

Alberto O. -

Dados nuestros vínculos de unión con los Estados Unidos y los países de habla inglesa y con la América que habla español y portugués, los que de siempre tenemos con los países del Magreb y del Medio Oriente, el papel de una Europa realmente unida podría ser de primordial importancia para ayudar a resolver los conflictos que hoy existen en el mundo, los que mañana surgirán de acuerdo con los principios que se sentaron al crear las Naciones Unidas; para fortalecer la democracia; para luchar contra el hambre, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia y el fanatismo; para extender el respeto y la aplicación de los derechos humanos fundamentales, sin distinciones de sexo, razas y creencias; y, también, para unir nuestra fuerza, la de Europa, a la de todos los que luchen contra cualquier forma de terrorismo que a todos nos atañe, contra el crimen internacional organizado, contra el narcotráfico, contra todos los que amenacen nuestro derecho y el de los demás a vivir en paz y en libertad.

Para todo eso la Unión Europea tiene que ser una verdadera Unión; tener una política exterior y de defensa consensuada, pero común; una fuerza militar europea, financiada por un presupuesto europeo, sin abandonar o debilitar el instrumento que hizo posible, primero, la recuperación de los Estados europeos arruinados por la guerra; segundo, la consolidación de su libertad y democracia, y, tercero, la creación de la Comunidad Europea: es decir, la OTAN; pero contando con nuestras propias fuerzas y nuestros propios medios.

Alberto O. -

Pero con todos sus logros y debilidades la Unión Europea hace falta en nuestro mundo y hace falta como poder moderador. Superadas las sangrientas guerras religiosas, las de los nacionalismos que buscaban un predominio continental nunca consolidado y las dos terribles guerras mundiales originadas por la lucha entre Estados europeos, Europa, la Europa de la Unión, es hoy una Europa en paz, una paz, no nos engañemos, reciente y amenazada. No nos ha tocado vivir, desde la caída del muro de Berlín, en un mundo pacífico. A las viejas amenazas se añaden otras nuevas, el terrorismo islamista radical, de carácter internacional, la más grave de ellas, potencialmente devastadoras para esa paz, para nuestras democracias y para nuestra libertad.

Por otra parte, la crisis en la que se encuentra el sistema internacional creado a partir de 1945, en torno a las Naciones Unidas, y la confirmación de los Estados Unidos de América como la superpotencia planetaria económica y militar y líder evidente del que llamamos mundo occidental, nos obligan a todos a pensar en los cambios a introducir en ese orden, más necesario hoy, para un mundo no menos turbulento y cambiante que el que surgió después de la Segunda Guerra Mundial

Alberto O. -

Esta Unión Europea, aunque está sumida ahora en un pobre crecimiento económico, tiene hoy una moneda común, el euro, que es una de las más fuertes del sistema monetario mundial; y está por encima de los Estados Unidos y del Japón en la ayuda a los países más pobres o en vías de desarrollo. Pero, en cambio, no puede influir de forma decisiva en el conflicto palestino-israelí y en otros conflictos que también le afectan; en ocasiones, como ha ocurrido en los últimos tiempos, no ha podido influir de ninguna manera.

¿Cuál es nuestra debilidad? Nuestra debilidad es que la Unión es, con eficacia, una unión económica y comercial; pero no ha conseguido instrumentar una política exterior de esa Unión; que en los casos conflictivos, incluso dentro de lo que llamamos Europa, no sólo cada Estado de la Unión toma sus propias decisiones, sino, lo que es peor, que, como ocurrió en el conflicto serbio-croata-bosnio, Francia, Alemania e Inglaterra tomaron decisiones opuestas cuando no contradictorias, hasta que la inhumana gravedad del conflicto y la intervención de los Estados Unidos nos unificó. En este aspecto y en el de la defensa, el Tratado Constitucional da un firme paso adelante.

Alberto O. -

A lo largo del año que viene los ciudadanos de los Estados que forman la Unión Europea, o sus representantes democráticamente elegidos, tendrán que aprobar o rechazar el primer proyecto del Tratado Constitucional europeo. Un texto largo y de lectura no fácil. Un texto en el que, una vez más en la larga marcha hacia la unión política de Europa, las cláusulas de salvaguarda de la soberanía de los Estados de la Unión se recogen celosamente; aunque todos saben, sabemos, que en el mundo actual ninguno de esos Estados es plenamente soberano; o dicho de otro modo, que el concepto, político y jurídico de soberanía, que desde Bodino hasta las Constituciones del siglo pasado se fue forjando, ya no puede predicarse del poder que dentro de sus fronteras, y mucho menos fuera, si hablamos del poder militar, tienen los Gobiernos y los Estados de la Unión tomados uno a uno.

Esta Unión Europea actual que, posiblemente, es la primera potencia comercial de nuestro mundo, no ha entrado todavía con plenitud en lo que se llama la "sociedad del conocimiento", es decir, en el dominio de las nuevas tecnologías ligadas con la informática, donde nos llevan una enorme ventaja Japón y los Estados Unidos, pero también, a lo que parece, la India.

Alberto M. -

El gobierno y el partido conservador tienen en sus manos la posibilidad de que estos espacios de reflexión y disconformidad se abran. Pero siendo realistas y conociendo el género, hay muchas razones para temer que vuelvan a las andadas: la exaltación de la España unánime y petulante en que convierte el poder al común de los ciudadanos de este país sin sociedad civil ni nada que se le parezca.

Esa España de los Zapateros, Moratinos y Solbes está dispuesta a machacarnos con la apisonadora del silencio y la exclusión. A propósito de nuestro amigo Miguel Ángel Quintanilla Navarro: dentro de unos días debe estar en las librerías -cuanto antes mejor, no hay tiempo que perder- un libro suyo donde desmenuza, desmitifica y destroza intelectualmente la Constitución de Giscard. Título: "El misterio del europeismo español: enjambres y avisperos. España ante la Constitución Europea". Es un texto sólido, impecable y erudito cuya lectura debería ser obligatoria para quienes han convertido el "no" en objetivo de sarcasmos y descalificaciones, como siempre impunes y abusivos: la práctica española de "a moro muerto duro lanzazo" de la que tanto saben socialistas y demás cofrades.

Alberto M. -

Ha sido una sorpresa y agradable leer en este mismo espacio un comentario titulado "Votar No a la Constitución Europea". Durante varios meses y ante la soberbia e ignorancia ambiente anduve buscando como Diógenes con su candil voces discordantes, críticas o disconformes, las voces de quienes estaban dispuestos a decir "No" a la "Constitución de Giscard" como Recarte califica con toda razón el texto que intentan colarnos de matute a los españoles el próximo veinte de febrero. Que intentan colarnos unos y otros: gobierno y oposición conservadora, es decir, PSOE y PP, todos juntos en unión defendiendo las banderas de la antigua confusión.

Que una voz tan autorizada diga "No" al Tratado (ya que no Constitución porque no lo es) me parece una buena noticia. Como lo es que a las voces de César Vidal, Agapito Maestre o Miguel Ángel Quintanilla Navarro (todos ellos colaboradores de Libertad Digital) se pronuncien en la misma dirección. La presión del "sí" ha sido tan masiva, arrogante e interesada que sinceramente me recuerda los plebiscitos franquistas, los veinticinco años de paz y demás zarandajas. Quienes se oponen o nos oponemos a la llamada Constitución europea no tendremos espacio alguno -fuera de Libertad Digital por ahora y tal vez alguna cadena de emisoras- para decir clarito y sin mordaza que este texto que intentan colocarnos es un disparate monumental, un insulto al sentido común y un atentado a la Europa posible del futuro.

Joan Miguel C. -

La unidad de España no estará mejor resguardada por el Tratado. Ese es un problema interno que sólo nosotros podremos resolver. Para ello el primer paso es dejar de huir hacia Bruselas y enfrentarnos a la realidad. No deja de ser paradójico que mientras Francia cree que el Tratado potenciará su influencia en el Viejo Continente, una parte de nuestros conciudadanos anhele nuestra progresiva disolución.

Joan Miguel C. -

La elaboración de los grandes tratados que han jalonado el proceso -Mastrique, Amsterdam, Niza- se ha vivido entre nosotros con la tranquilidad de quien no está dispuesto a replantearse un pilar básico de su estrategia. Nosotros éramos más europeístas que nadie y, por esa razón, no creábamos problemas. Lo sorprendente para muchos era que los franceses, por poner un ejemplo, fueran tan irresponsables como para dividirse, discutir y casi hacer fracasar alguno de estos sacrosantos textos.

Es evidente que los franceses no actuaban con irresponsabilidad, sino todo lo contrario. Analizaban las consecuencias, valoraban el efecto sobre sus intereses y sacaban conclusiones. Había racionalidad mientras que por estos lares se imponían las orejeras: no ver, no pensar.

Ahora le toca el turno al Tratado de la Constitución Europea (sic). Un texto que parte de un título perfectamente contradictorio: o es un tratado o es una constitución, pero ambas cosas es imposible. Que continúa con un articulado en extremo farragoso y que incumple uno de sus primeros objetivos: reordenar y simplificar el entramado jurídico europeo. Y que concluye con un atentado directo contra los intereses nacionales de España, al reducir su número de votos.

Joan Miguel C. -

El Tratado es importante para España y, por lo tanto, debe ser discutido. No hacerlo no demostrará que seamos más europeístas que los padres fundadores, bien al contrario pondrá de manifiesto nuestra inmadurez y la gravedad de nuestros problemas internos, aquellos que nos llevan a huir hacia la descomposición en una entidad superior para obviar nuestra falta de cohesión nacional.

La campaña que el Gobierno está organizando es una ofensa para todos nosotros. No se es más o menos europeísta por estar de acuerdo o no con el texto. La unidad europea no está en peligro. Sencillamente estamos discutiendo una forma de avanzar, que implica la hegemonía franco-germana y un marco jurídico kafkiano. Lo que sí está en peligro es la imagen del gobierno de Rodríguez Zapatero, porque aceptó lo que Aznar nunca hubiera permitido: la revisión de los acuerdos de Niza. Ese grave atentado contra nuestros intereses nacionales fue asumido por el recién llegado gabinete socialista y presentado como un logro. De ahí que sientan vértigo ante la abstención previsible y que traten de movilizar a la opinión pública con argumentos falaces para, finalmente, apuntarse el sí al Tratado como un triunfo en exclusiva.

Joan Miguel C. -

Durante los difíciles años de la Transición a la democracia el europeismo fue un importante elemento de cohesión social. Casi todas las fuerzas políticas estaban de acuerdo en que era esencial para la estabilidad del nuevo régimen político asentarlo en las instituciones europeas. La fuerza de esa creencia se basaba en algunas realidades alarmantes.

Los españoles no estaban seguros de ser capaces de convivir. El recuerdo de las guerras carlistas y, sobre todo, de la Guerra Civil estaba muy presente en la conciencia colectiva. Los retos políticos, la necesidad de reestructurar profundamente la economía, las divergencias en política exterior representaban obstáculos tan importantes que se sentía la necesidad de buscar amparo bajo el paraguas de la nueva Europa.

El estado heredado del Franquismo estaba en crisis. El abuso del discurso nacionalista había dañado gravemente el sentimiento nacional español, elemento básico de cohesión. Al mismo tiempo, los antiguos nacionalismos periféricos salían reforzados por su mayor o menor vinculación con la causa democrática y, sobre todo, por disponer de un discurso positivo fraguado en el victimismo.

Jugando con la célebre frase de Cánovas, en aquellos días queríamos ser europeos porque no podíamos o no nos sentíamos capaces de ser españoles. No había en España una convicción madura de lo que representaba la unidad europea, sino una voluntad de huir de nosotros mismos hacia la panacea del bienestar.

Garcia M. -

Es éste un alegato enfurecido y convincente contra la nueva Constitución Europea, escrito por alguien que conoce el texto y lo odia.