HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ.
«Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gn 1,27).
Estas palabras del Génesis, sobre las que queremos reflexionar en la Jornada de la Familia y la Vida, recogen dos verdades fundamentales sobre la persona humana: es creada a imagen de Dios; es creada como hombre y mujer. Dios crea al hombre y a la mujer iguales en su humanidad, con idéntica dignidad personal, y al mismo tiempo en esencial y profunda relación de hombre y mujer.
La diferencia sexual
Dios no crea al ser humano para que viva solo. Por eso es hombre y mujer, para poder formar una familia como comunión de amor. En este plan de Dios la diferencia sexual es un elemento constitutivo del ser del hombre y de la mujer. La diferencia sexual, que no implica desigualdad, está profundamente inscrita en el ser de cada uno.
Cada uno de nosotros, hasta lo más profundo del corazón, es hombre o es mujer. «La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual (
) es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano»[1] .
Cuando la sexualidad se reduce a mero dato biológico, se corre el riesgo de cosificarla y des-personalizarla, convirtiéndola en un mero añadido exterior. A partir de ese supuesto equivocado, se habla entonces de orientación sexual, que cada uno podría determinar libremente. Una concepción de la persona humana que tenga en cuenta su verdad y todas las dimensiones de su ser, pone de manifiesto que no se puede elegir ser hombre o mujer, sino que la diferencia sexual nos es dada en nuestra naturaleza personal con todas sus consecuencias.
La diferencia sexual tiene también un profundo significado para la persona como imagen de Dios. En efecto, «a través de la comunión de las personas, el hombre llega a ser imagen de Dios»[2] . Lo hace en la comunión del hombre y la mujer, que implica en ambos toda la persona, alma y cuerpo. En el matrimonio, la comunión de los esposos tiene una cierta semejanza con la comunión de amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El gozo de Adán
El hombre y la mujer, en todo su ser corpóreo-espiritual, experimentan la llamada al amor y la comunión. Por eso en el paraíso, antes de la creación de Eva, Adán se siente solo. Dios, que conoce el corazón del hombre se da cuenta de su soledad, y dice: «no es bueno que el hombre esté solo» (Gn 2,18). Entonces Dios hizo caer un profundo sueño sobre Adán. Y el Señor formó a Eva y se la presentó a Adán, que exclamó: «Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada» (Gn 2,23).
Este hermoso texto, que contiene verdades fundamentales acerca del ser humano en un lenguaje simbólico, expresa el enorme gozo de Adán cuando Dios le presenta a Eva. No es el hombre quien se fabrica la mujer. Eva es modelada por Dios como ayuda semejante para el hombre, un otro yo igual en la humanidad. Así se nos insinúa que la mujer nace más del corazón de Dios que de la costilla de Adán. La gozosa exclamación de Adán se convierte de este modo en el eco humano de aquel «Y vio Dios que era muy bueno» (Gn 1,31).
La bendición de la procreación
La misma exclamación gozosa resuena constantemente cuando un hombre y una mujer descubren la belleza de la llamada al amor conyugal y a formar juntos una familia. Por eso a este gozo va unida también aquella bendición de Dios al crearlos hombre y mujer: «Y Dios los bendijo diciendo: creced y multiplicaos. Llenadla tierra y sometedla» (Gn 1,28).
El gozo que experimentan se multiplica cuando como esposos y padres pueden abrazar a su hijo. En la paternidad y en la maternidad los esposos encuentran una más plena realización de su ser personal como hombre y mujer.
La convocatoria a la existencia de un nuevo ser humano sólo se hace de modo digno dentro del matrimonio y como expresión del amor conyugal. Es algo que no se puede olvidar sin grave daño para la persona, para la familia y para la misma sociedad, pues lo contrario supone relativizar el inestimable servicio que el matrimonio presta a la sociedad al engendrar y educar a los hijos.
2. LA VERDAD DEL MATRIMONIO: HOMBRE Y MUJER
Desde el principio la bendición de la procreación está unida a la unión sexual del hombre y la mujer. «La descripción bíblica habla, por consiguiente, de la institución del matrimonio por parte de Dios en el contexto de la creación del hombre y de la mujer, como condición indispensable para la transmisión de la vida a las nuevas generaciones de los hombres, a la que el matrimonio y el amor conyugal están ordenados»[3] .
La vocación al amor se basa en la diferencia sexual
El relato de la creación nos confirma una verdad evidente: toda persona es hombre o es mujer. Y esta diferencia y reciprocidad que no es sólo biológica, sino también afectiva y psicológica alcanza a lo más profundo del corazón y al mismo modo de vivir y expresar el amor.
El matrimonio se basa en la diferencia sexual, que es condición esencial para expresar con verdad la comunión conyugal. Por eso «el matrimonio es una institución esencialmente heterosexual, es decir que no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón»[4] . El matrimonio es siempre y sólo la unión conyugal de un hombre y una mujer.
Para los bautizados el matrimonio es además un sacramento, un signo que hace presente entre los hombres el misterio de la nueva y eterna Alianza de amor que une a Cristo con la Iglesia.
Esposo y esposa. Padre y madre
La riqueza que la diferencia sexual aporta al matrimonio se manifiesta también en la contribución propia de la paternidad y la maternidad. Dios, que crea al hombre y a la mujer, los crea también para que sean primero hijo e hija, y después, a través del amor esponsal, padre y madre.
En el desarrollo personal y afectivo, la relación del hijo o de la hija con el padre y con la madre supone una riqueza propia, que el padre y la madre aportan de modo diferenciado y específico. A través de la figura del padre y de la madre, el niño y la niña configuran su identidad personal y su identidad sexual como hombre o mujer.
En estos días en que contemplamos el misterio de Belén, podemos comprender por qué el mismo Dios quiso tener una familia, un padre y una madre. Si el Verbo encarnado no quiso prescindir de una madre para ser verdaderamente hombre, tampoco quiso prescindir de la referencia de un padre, San José. Así, Dios mismo se sometió a esta ley de la naturaleza humana (cf. Fil. 2,6): «la figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona»[5] .
3. HOMBRE Y MUJER EN LA SOCIEDAD
Si la familia es la célula sobre la que se construye y fundamenta la sociedad, las relaciones familiares tienen un reflejo en la misma. Si el matrimonio y la familia se ven enriquecidos por la complementariedad de hombre y mujer, también la sociedad se beneficia con la aportación específica del hombre y de la mujer.
«En tal perspectiva se entiende el papel insustituible de la mujer en los diversos aspectos de la vida familiar y social que implican las relaciones humanas y el cuidado del otro»[6] . Por eso es tan importante que las mujeres estén activamente presentes en la sociedad y singularmente en la familia. En ella los ciudadanos aprenden a vivir en sociedad.
Efectivamente, los hijos «aprenden a amar en cuanto son amados gratuitamente, aprenden el respeto a las otras personas en cuanto son respetados, aprenden a conocer el rostro de Dios en cuanto reciben su primera revelación de un padre y una madre llenos de atenciones. Cuando faltan estas experiencias fundamentales, es el conjunto de la sociedad el que sufre violencia y se vuelve, a su vez, generador de múltiples violencias»[7] .
4. ALGUNOS INTERROGANTES ACTUALES
Antes de concluir queremos clarificar algunas cuestiones referidas a la naturaleza de la reciprocidad sexual entre hombre y mujer, que hoy, desde diversas instancias, son negadas o puestas en entredicho. Con ello queremos recordar la verdad de la diferencia sexual, inscrita en la misma naturaleza del hombre y la mujer e iluminada por la revelación que nos enseña: «Creó, pues,Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gn 1,27).
Actitud de la Iglesia ante las personas con inclinación homosexual
Muchas personas se preguntan cuál es la actitud de la Iglesia ante las personas con inclinación homosexual. «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza»[8] . «Con independencia de la orientación sexual e incluso del comportamiento sexual de cada uno, toda persona tiene la misma identidad fundamental: el ser creatura y, por gracia, hijo de Dios»[9] .
«Las personas homosexuales, en cuanto personas humanas, tienen los mismos derechos que las demás personas (
) Estos derechos son suyos en cuanto personas, no en virtud de su orientación sexual»[10] . «La inclinación homosexual, aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente desordenada, ya que es una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Es el comportamiento homosexual el que es siempre de por sí éticamente reprobable, aunque habrá que juzgar con prudencia su culpabilidad»[11] .
¿Puede considerarse equiparable una pareja homosexual a un matrimonio?
«El amor que puede darse entre personas homosexuales no debe ser confundido con el genuino amor conyugal, sencillamente porque no pertenece a esta especie singular de amor»[12] .
El matrimonio, como ya hemos indicado antes[13] , es una institución esencialmente heterosexual, es decir que «no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón. A dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a contraer matrimonio entre ellas. El Estado, por su parte, no puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un modo arbitrario»[14] .
En consecuencia, «ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva»[15] .
¿Hay alguna dificultad para que una pareja homosexual pueda adoptar?
«La adopción ha de mirar siempre al bien de los niños, no a supuestos derechos de quienes los desean adoptar. Dos personas del mismo sexo, que pretenden suplantar a un matrimonio, no constituyen un referente adecuado para la adopción. La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona»[16] .
No queremos negar que una pareja de homosexuales pueda dar cariño y bienestar material a un niño. Pero recordamos que en esta situación se priva al niño de la relación con un padre y una madre, que son las relaciones identificatorias fundamentales de la persona. Por esta razón la adopción por una pareja de personas del mismo sexo es rechazable.
CONCLUSIÓN
Jesucristo, nacido en Belén como Luz del mundo, ilumina toda la vida humana, y permite vivirla con el gozo de caminar en la verdad, en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Ilumina también la verdad del amor del hombre y la mujer, la verdad del matrimonio y la familia. Frente a supuestos modelos de familia alternativos que hoy se proponen, invitamos a todas las familias cristianas a ser signo luminoso del Evangelio del Matrimonio y la Familia, a vivir con gozo su condición de hombre y mujer, esposo y esposa, padre y madre. A ser, a ejemplo de la Sagrada Familia, hombres y mujeres nuevos, creadores de una nueva cultura familiar: la cultura del amor y de la vida, centrada en Cristo, sostenida por la comunión de la Iglesia y abierta al horizonte de la misión en el mundo.
En estos días navideños os bendecimos con afecto a todos: a las familias, cristianas y no cristianas, que lucháis por vuestro amor y vuestra unidad en un mundo que no facilita su permanencia. Bendecimos en especial a los enfermos, los niños y los ancianos. Y pedimos al Señor que la luz de la Navidad pueda conceder a todos la plenitud del gozo y de la paz.
44 comentarios
Garcia M. P. -
Mar Velasco -
Mar Velasco -
El prelado cree que en el fondo de la cuestión «está de nuevo la visión de la persona como dueña absoluta y última de su vida, sin ninguna referencia moral trascendente. De nuevo el ateísmo como condición para alcanzar una quimérica libertad absoluta y autocreadora. Pero la realidad no es así».
Mar Velasco -
«Con todo, si hay personas que quieren vivir así, a lo mejor está justificado que el Estado regule algunos aspectos y algunas consecuencias de esa convivencia. Pero que no se empeñen en equipararla con el matrimonio, porque no lo es. A no ser que cambien la definición literaria, la figura jurídica y la identidad cultural del matrimonio», sostiene.
NECROPEDÓFILO -
¡¡¡ Sí al AMOR !!!
Igualdad ante el amor
Javier Martinez -
No cabe duda de que el Gobierno, sin estar obligado a ello, actuó juiciosamente en su día al someter su anteproyecto de ley al Consejo de Estado. Ahora, resulta menos razonable ignorar el contenido del dictamen de ese órgano consultivo que tantas veces, en la historia reciente de la democracia española, ha contribuido a que los gobiernos españoles reajustaran proyectos legislativos que ofrecían anomalías o disfunciones desde un punto de vista jurídico. La ausencia de legislación sobre parejas homosexuales es una herida abierta en el derecho español. Es un problema real que merece una solución jurídica adecuada, con un estudio cuidadoso de las numerosas e importantes cuestiones implicadas. Requiere un debate sosegado, en el que la celeridad no sea un valor prioritario, y en el que los planteamientos emocionales cedan paso a una búsqueda racional de la justicia.
Javier Martinez -
Naturalmente, el extenso dictamen del Consejo de Estado casi cincuenta folios contiene una riqueza de matices que no es posible referir aquí. Pero sus conclusiones vienen a coincidir con una gran parte de quienes han estudiado este tema con seriedad: eliminar de un plumazo la heterosexualidad como elemento esencial del matrimonio parece tan precipitado como imprudente. Precipitado, porque resulta deseable que la regulación de una materia sobre la que gravitan tantas incertidumbres «esté respaldada por un amplio consenso político y social, y por una elevada dosis de seguridad jurídica». Imprudente, porque introduciría una legislación experimental en un área enormemente delicada, como el derecho de familia, en contra de las opciones comunes en el derecho comparado.
Javier Martinez -
Javier Martinez -
Es al segundo aspecto, sin embargo, al que el Consejo de Estado dedica, con diferencia, más atención. Me refiero a su juicio, siempre en clave estrictamente jurídica, no tanto sobre la constitucionalidad del anteproyecto, sino sobre la oportunidad del mismo, tanto desde la perspectiva del derecho constitucional al matrimonio que implica la tutela del matrimonio como institución como para los objetivos mismos que el Gobierno declara perseguir con esta reforma. Esos objetivos son desde luego legítimos: en síntesis, el reconocimiento legal de los diversos modelos de convivencia «more uxorio», y evitar la discriminación fundada en la orientación sexual. Es indudable la conveniencia de regular una realidad social que ha ido adquiriendo autonomía y aceptación en las sociedades contemporáneas (al menos en el mundo occidental). Lo que el Consejo de Estado pone en tela de juicio es que, para alcanzar esos fines, la solución más adecuada sea la extensión del matrimonio, y de todos sus efectos jurídicos, a las uniones entre personas del mismo sexo.
Javier Martinez -
Da la impresión de que el actual Gobierno, con su plan para regular la situación jurídica de las parejas homosexuales, pretende, como Procustro, ampliar a martillazos el concepto jurídico de matrimonio para cumplir con un compromiso electoral (que parecía elaborado más para una campaña de elecciones legislativas que como parte de un verdadero programa de gobierno). Así parece deducirse del dictamen aprobado unánimemente por el Consejo de Estado, el pasado 16 de diciembre, sobre el anteproyecto de ley por el que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio. El merecido prestigio adquirido por ese órgano consultivo del Estado español, a lo largo de sus casi cinco siglos de historia, hace que valga la pena comentar aquí algunos aspectos de su amplio dictamen. El informe contiene dos aspectos bien diferenciados.
Juan Orellana -
En fin, quizá es pronto para saber si estamos ante una nueva estrategia de creación de opinión pública, pero si este va a ser el ritmo de la campaña podemos augurarle otro éxito seguro. O tempora, o mores.
Juan Orellana -
El segundo caso nos viene de Alejandro Magno (Alexander), versión Oliver Stone -el amigo fiel de Fidel Castro-. Aquí también se subraya el amor platónico que nuestro héroe profesaba por el hipermaquillado Hefestión, su sirviente, a pesar de que Alejandro se casó con Roxana y mantenía apasionadas relaciones con ella. Por último, una de las películas favoritas de los Oscars, El aviador, de Martin Scorsese, nos brinda el tercer ejemplo. En este caso, el personaje histórico es Howard Hughes, magnate del cine, del petróleo y de la aviación civil. Todo un símbolo de una época y de un sueño, el americano, pero expresivo también del lado oscuro y trágico del éxito. Pues bien, este torbellino humano, que encarna Leonardo Di Caprio, tampoco era partidario de liarse con los géneros.
Juan Orellana -
La última batalla del lobby gay.
No hay duda. La batalla cinematográfica del lobby gay ha sido un rotundo éxito. Ha durado poco más de una década, ha sido paciente y discreta, sin prisa pero sin pausa, sin alardes ni escándalos. El resultado: un cambio social sin precedentes. Hoy nadie se sorprende al escuchar en una tertulia de amigos cinéfilos que los personajes de Juda Ben-Hur y Mesala (Ben Hur, 1959) se profesaban una mutua atracción homosexual, así como los protagonistas de La soga de Hitchcock.
Ya nadie se extraña de que en cualquier película haya un personaje gay que encarne los valores más positivos y solidarios del film. Incluso son ya muchos los que no fruncen el ceño al leer por doquier que a Cary Grant le volvían loco los hombres atractivos y apuestos. De hecho, la batalla gay comenzó precisamente sacando del armario a personajes emblemáticos del imaginario colectivo. ¡Y quién representaba mejor los valores del galán y caballero, es decir, del varón, que Cary Grant!
Pues bien, ganada esa importante batalla, ahora hay síntomas de que comienza otra que supondría un paso más hacia el caos: la reivindicación de la bisexualidad. Y la estrategia se repite, a la vista de sus espléndidos resultados anteriores. Se trata de sacar a la palestra cinematográfica, personajes de renombre histórico y mostrar a las claras su presunta bisexualidad. ¿Para qué entrar en rivalidades de género? Carne y pescado para todos.
Javier F. -
Con motivo de la solemnidad de la Sagrada Familia, el Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco, pronunció el domingo una homilía en la Catedral de la Almudena centrada en la familia cristiana. Al término de la misma Monseñor Rouco manifestó un fundado optimismo en que la familia cristiana «no cejará en su vocación de ser testigo del Evangelio de la Esperanza que supera el mal con el bien»; optimismo pese a los acuciantes problemas y dificultades que la familia encuentra «en Europa y en España», para poder vivir de acuerdo con el ejemplo de la Sagrada familia de Nazaret.
Durante la homilía, el Cardenal Rouco abordó algunos de los puntos mas controvertidos de la actual situación por la que atraviesa la institución matrimonial. Es necesario hacer ésta defensa del verdadero matrimonio, «ante la permanente tentación de su deformación en su sentido auténtico». Muy claro fue Monseñor Rouco al hablar sobre la configuración constitutiva de la familia y su razón de ser, para evitar la confusión que «pretende designar con el nombre de matrimonio lo que por naturaleza no lo es ni puede serlo nunca: la unión homosexual». Y lo que aún es peor «incluir en ella la facultad de la adopción de los hijos». Por el contrario, el Arzobispo de Madrid apostó por una familia fundada en el Evangelio, y reconoció que la Iglesia ha puesto en ella «sus esperanzas para el futuro de una renovadora evangelización de la vieja Europa y de España».
Adrian M.L. -
zerolo debe de estar encantada.
lo unico cierto es que hay que diferenciar entre mariquitas y maricones.
Lo jodido de estos es que quieren ser de todo a la vez.
Adan y Eva no Adan y esteban.
Zancudo -
Cesar A. R. -
Viriato -
Eso sí, los que se casen tendrá derecho a pensiones de viudedad, pensiones alimenticias,... que es lo que realmente se buscaba con esta ley, ya que de otro modo, la pasta de los gays ricos (que los hay y muchos) pasaba a padres y hermanos al morir y no a la pareja que había dentro o fuera del armario. Una vez más, el dinero mueve el Código Civil. Triste, pero real.
Bengurion -
normalidad? -
Que gesto tan noble el de este "colectivo"ayudando a expandir el matrimonio,ha consolidar este sacramento
estoy feliz de este acontecimiento,tan esperado por la sociedad,años de intentar que los Julillas se casaran,como los papas de toda la vida
Y POR FIN,ya podemos celebrar que los maricos,vestiditos de tul,sean marido y vete tu a saber que
¿Como se presentaran en sociedad?
Te presento a mi marido
Aqui mi señor
aqui mi señora
En fin les deseo un largo matrimonio y una descendencia feliz,todos rubitos,aunque sea de bote
Que los niñitos rubios,dan mas morbo
Es la culminacion de un largo proceso,peleado con valentia,por estos discriminados,que no tenian posibilidades de matrimonio,algo tan necesario para la convivencia en pareja
Algo tan progre,como el matrimonio
La institucion recomendada por los socialiistas progres de toda condicion
Con una margarita cucamente puesta en ese adorable sitio del mariconeo
QUE ILUSION
Maria C.C. -
y el colectivo de los obesos, qué?
y el de las rubias?
y el de lo tatarmudos?
etc....
RIP al sentido del humor....
Narciso L. -
Pilar Garcia -
Me refiero a la aprobación del anteproyecto de ley para modificar el Código Civil en materia de matrimonio.Y la ley no mejora nada si no respeta la realidad de la persona, hombres y mujeres. Si se empeñan en legislar la equiparación de las uniones de hombre y mujer, verdadero y único matrimonio posible, con las uniones de dos personas del mismo sexo, se equivocan.
Y nos están haciendo una grave injusticia a las personas que entendemos que sólo es posible el matrimonio y la familia y los hijos entre un hombre y una mujer; no se olviden de este detalle.
También podrían indicarnos cómo uniones de amistad y parentesco habituales podrían beneficiarse de herencias, sucesiones, etcétera, porque si no están haciendo injusticia fiscal a muchos otros ciudadanos.
Brado -
Albert M. -
Por cierto, estos mismos entre los cuales figura la productora «El Terrat» no se atreven a la más mínima insinuación sobre el Islam. Durante el Ramadán no he visto ninguna broma paralela de las que vemos en Navidad y veremos en ni Semana Santa.
¡¡¡COBARDES!!!
Mario Catalán -
Me parece desacertada la proposición televisiva de esos cinco gays que mejoran la imagen de un varón.
Primero, porque ante todo, es la mujer o novia la que debe aconsejar según sus gustos.
Segundo, porque las propuestas de un homosexual a un heterosexual para convertirlo en metrosexual, no va más allá de un juego de palabras. Un gay aconsejará según sus tendencias sexuales, por tanto, para atraer a otro hombre.
Tercero, porque el amor femenino es espiritual. A la mujer se la conquista con palabras, el hombre es el verdadero romántico. El amor del hombre es visual. Metrosexualizar a un varón es desnaturalizar su masculinidad.
Ya se sabe que Dios los creó hombre y mujer. Cada uno con su encanto y características propias.
Garcia M. -
Hopelina -
Hopelina -
Juan Bravo -
Jesus A. -
A. Sanz -
David G. -
Manuel R. -
Manuel R. -
Faustino A. -
«Si el Hijo de Dios ha necesitado de la Sagrada Familia para encarnarse, nacer, crecer y prepararse para su misión como Salvador del hombre, también el hombre como tal necesita de la familia, basada en el matrimonio verdadero, para nacer y educarse de forma plenamente conforme con su dignidad y vocación de Hijo de Dios», afirmó el cardenal durante su homilía. Rouco Varela calificó de «gravemente urgente» la defensa de la familia: «La confusión sobre su configuración constitutiva y su razón de ser ha llegado hasta el punto de que se pretende designar con el nombre de matrimonio lo que por su naturaleza no lo es ni puede serlo nunca: la unión homosexual; y lo que es peor, tratando de regular esa unión jurídicamente como si lo fuese, hasta incluir en ella la adopción de los hijos», afirmó.
Jordi C. -
Siento hondo pesar y preocupación por el legado de inmoralidad que, con el abandono de la virtud, la rectitud, la integridad personal, el matrimonio tradicional y la vida familiar, probablemente nuestros hijos heredarán si no hacemos algo, hoy y ahora, para impedirlo.
Lalia -
L. D. -
Si el Estado ha concedido privilegios a los contratos matrimoniales es por la utilidad social que conlleva la protección y el cuidado de la familia. Una unión homosexual no puede cumplir esa función social, a no ser que se le reconozca un derecho de adopción que, en su caso, resultaría perjudicial, pues iría en detrimento de los derechos de la infancia. Frente a este ciego y arrogante positivismo jurídico, hay que reivindicar los derechos naturales que le asisten a la infancia y señalar que una cosa es que un niño carezca de un padre o una madre, y otra cosa, muy distinta, que esté en marcha una legislación encaminada a privarles de alguno de ellos.
L. D. -
Si la postura del Gobierno en educación y familia no es asumible por los cristianos, tal y como ha manifestado Rouco en una entrevista concedida con ocasión de la jornada Familia y Vida 2004, hay que señalar, además, que los planes del Ejecutivo encuentran también objeciones nucleares desde diversos ámbitos, como son los de la Psicología, el Derecho de Familia y el Constitucional, los tratados internacionales o el más elemental respeto del sentido del lenguaje.
La referencia del matrimonio con referencia exclusiva a la unión entre hombre y mujer, lejos de ser un mero imperativo confesional, es la definición que, de esta institución, se encuentra en el diccionario de la Real Academia, pasando por la Constitución española o en textos internacionales tales como la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 16), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 23) o el Convenio del Consejo de Europa para la protección de los derechos fundamentales (art. 12).
L. D. -
La campaña que este domingo ha iniciado la Conferencia Episcopal para responder a los planes del Ejecutivo en esta materia ya empieza a ser, de hecho, denigrada por muchos medios próximos al Gobierno como una intolerable y retrógrada intromisión de la Iglesia Católica contra la soberanía del Parlamento, cuando, en realidad, no se trata más que del ejercicio de un derecho y un deber que tiene la Iglesia de pronunciarse ante sus fieles ante planes tan perjudiciales como los planteados por el Gobierno.
R. V. -
Añade que "ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales o la equiparación legal de éstas al matrimonio, con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse de forma clara e incisiva". Sobre la adopción por parejas del mismo sexo se asegura que es "rechazable" porque no constituye un "referente adecuado", ya que la "figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona".
R. V. -
El presidente de la Conferencia Episcopal subraya que "se gobierna desde el Parlamento, pero se juzga, se opina, se piensa, se reflexiona, desde la sociedad y también desde los púlpitos".
Rechazo frontal al matrimonio homosexual
Con motivo de la jornada "Familia y Vida 2004", la Conferencia Episcopal se manifiesta en contra del matrimonio homosexual y dice que "el Estado no puede reconocer este derecho inexistente a no ser actuando de un modo arbitrario".
En el documento "Hombre y Mujer los creó", difundido este domingo, y que se puede consultar en su página web, los obispos afirman que "el comportamiento homosexual es siempre de por sí éticamente reprobable" y reitera que "a dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a mantener matrimonio entre ellas".
R. V. -
El presidente de la Conferencia Episcopal asegura que antes de las elecciones de marzo y, aunque "había discrepancias respecto a la asignatura de Religión", hubo contactos con Rodríguez Zapatero que eran "fluidos", "hubo reuniones de trabajo en la sede del PSOE y parecía que habíamos llegado a un acuerdo".
Rouco Varela asegura que la Iglesia no quiere enfrentamientos "con nadie y menos con el Gobierno", pero agrega que la postura del Ejecutivo "ante el derecho a la educación, ante la familia, ante la sociedad (por ejemplo el derecho a la vida) no es asumible desde el punto de vista cristiano". Explica que "la Iglesia trata de exponerlo, razonarlo e influir en la opinión pública; por medio de la palabra, respetando las leyes, a los gobernantes legítimos, que representan una autoridad y por los que la Iglesia reza".