ZP (PSOE), una amenaza para la salud pública.
La ruina económica con la que el socialismo ha vuelto a castigar a España lleva aparejada profundísimos latigazos psicológicos: estrés, ansiedad, depresión, complejos, angustia, etc. etc.
Es el diagnóstico del Grupo de Investigación en Desigualdades en la Salud. Aunque mucho menos visible que un terremoto o una inundación de grandes proporciones, el brutal impacto del paro sobre la vida y la salud de la población comporta una situación que cabe calificar como de "emergencia nacional".
El paro produce una incontable cascada de efectos que incide sobre muchos aspectos cotidianos. La inseguridad de parados y trabajadores incrementa la desesperanza y el miedo. La amenaza de quedar sin trabajo se convierte en un mecanismo disciplinario y de presión sobre la clase trabajadora, que aumenta a medida que crece el desempleo.
El paro paraliza carreras profesionales, reduce la autoestima, genera estrés psicológico y numerosos riesgos que dañan la salud. Aumenta la probabilidad de enfermar, tener problemas de ansiedad o depresión (tres veces más que en quienes trabajan), engancharse a drogas como el alcohol o el tabaco, morir prematuramente o suicidarse.
Hay que hacerse a la idea, en efecto, de que éstos son los estragos que sigue causando el desgobierno de Zapatero (PSOE) y sus colegas en las vidas de los españoles. Esto no se olvida ni se perdona fácilmente. Duele mucho. Pero lo que es más importante, no se superará de la noche a la mañana. Las secuelas van para rato. Tenemos un lustro de estancamiento profundo para seguir toreando malamente el morlaco del INEM.
La avenida del 22-M o de las generales de 2012 no deben mover al espejismo estéril ni a la vana ilusión. Rajoy no será el milagro. Trabajará sin duda en mejor dirección que en la que de forma alocada y tonta ha trabajado Zapatero (PSOE), pero los puestos de trabajo no se crearán por arte de magia. De una manera u otra, la bajada de impuestos será casi misión imposible. La recuperación del espíritu emprendedor será tarea titánica. La producción de riqueza y el consumo seguirán casi a ras de suelo.
Pensar que la recuperación del músculo nacional aparecerá después de una rápida tabla de ejercicios sólo conducirá, antes o después, a la frustración y a la melancolía. Desde luego que habrá una tabla intensa: se reducirán funcionarios, se privatizarán empresas públicas, se irá al copago, se acabará con la burocracia tal y como hoy la conocemos. Y desde luego será forzosa una evaluación de la calidad, la eficiencia y la productividad de la administración y los servicios públicos de un modo que hoy desconocemos.
Todo esto se hará, se quiera o no, se anuncie ahora por Rajoy o se omita. Y lo hará la derecha, sí, la derecha política, los que socialmente predican valores conservadores y económicamente abrazan el liberalismo. Se ha terminado el tiempo de las chorradas, por mucho que sus impulsores sigan en danza y con aspiraciones inútiles.
Y lo abracadabrante es que siguen. Hace unos días, de descanso en mi patria chica, leía en el diario La Verdad unas declaraciones engoladas de la aspirante del PSOE a presidir el gobierno de la Región de Murcia, que ve a Valcárcel más de 20 puntos por encima en los sondeos. ¡Más de 20 puntos! "Europa necesita gobiernos de izquierdas", proclamaba Begoña García Retegui (PSOE). ¡Que no, Begoña, que no! ¡Que no os habéis enterado los socialistas, los de la izquierda! Habéis ayudado a vaciarle el bolsillo a la gente, os habéis cargado la tranquilidad y el bienestar de la gente… ¡y seguís pidiendo paso! ¡Que vais zombis, Begoña, que vais zombis!
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