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La caída de Mubarak nada tiene que ver con la Transición Española

La caída de Mubarak nada tiene que ver con la Transición Española
…y podría acabar como el Irán de los ayatolás. Y la revolución en el mundo islámico no se parece a la caída del Muro de Berlín sino a la implantación de la tiranía de Mao en China. Al tumbar el régimen egipcio, Occidente está promocionando el fundamentalismo islámico. Los beneficiados serán los Hermanos Musulmanes.
 
Por fin cayó el líder egipcio Hosni Mubarak, un autócrata, pero menos que otros, por ejemplo que los regímenes vigentes en Arabia Saudí o Irán. El problema es que, esclavo del tópico, el mundo libre deja caer a un régimen sin tener previsto el recambio. En su papanatismo obamista, la prensa occidental vende la caída del premier egipcio como un triunfo de la “discreta” diplomacia norteamericana, cuando lo cierto es que Obama ha pasado de apoyar a Mubarak ante el temor a los Hermanos Musulmanes a dejarle caer cuanto su posición se volvió insostenible por la presión de las masas.
Al final, Obama, en su habitual retórica mentirosa, habla de una nueva generación de árabes demócratas pero no parece que esa generación aparezca por ningún lado, ni tan siquiera en Túnez. La experiencia de las transiciones a la democracia -véase el caso español- es que resulta más factible desde la reforma que desde la ruptura. Fue el Franquismo y un Rey nombrado por el dictador, quien hizo la transición más ejemplar de todo el siglo XX hacia la democracia.
Por el contrario, la progresía, con Obama a la cabeza, de izquierda y de derecha subyugada por el espectáculo de la masa en El Cairo, prefiere comparar el caso Egipcio con la Europa del Este. Se olvidan de que la caída del comunismo tuvo como líder a un hombre como Juan Pablo II, que representaba los principios cristianos de libertad personal, es decir, la esencia de Europa. En el mundo árabe no hay ni una base cristiana, por tanto, partidaria de las libertades individuales, ni líderes dispuestos a luchar por la democracia. Lo que hay son integristas islámicos dispuestos a apropiarse de las revoluciones e imponer la Sharia.
Sinceramente, lo que está ocurriendo en el mundo árabe no se parece a la caída del comunismo a partir de 1989 sino, precisamente a la instauración del socialismo totalitario en la Europa del Este tras la Segunda Guerra Mundial, y, especialmente, al caso chino, donde, en nombre de la libertad, Mao instauró la más terrible y duradera -cada día más fuerte- tiranía del planeta. En la misma línea, el caso Egipcio no se parece a la España de 1975 sino al Irán de la caída del Sha. A fin de cuentas, la miseria y el analfabetismo abonan el integrismo islámico.
En el caso concreto de Egipto los grandes beneficiados de la caída de Mubarak son los Hermanos Musulmanes. Aseguran que no quieren presentarse a las elecciones: pero es que eso es precisamente lo peligroso. Los integristas no quieren cambiar de Gobierno, sino de régimen: quieren implantar su propia dictadura. Por cierto, las Bolsas, el peor analista político y uno de los mayores enemigos de las libertades públicas, reaccionaron como era previsible a la caída de Mubarak: Wall Street se disparó al alza. Lógico.

9 comentarios

narceo -

Stalin también iba de paladín de las democracias contra Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, y después sojuzgó y atrapó en el comunismo totalitario a la mitad de Europa hasta finales de los años 80 del siglo pasado.

Estoy convencido que detrás de estas revueltas, camufladas como rebelión democrática contra el tirano egipcio está la mano del islamismo iraní. y los fanático integristas se harán con el poder en Egipto. Tiempo al tiempo.

victor -

Desde diversos medios se ha visto con simpatía la revolución egipcia, como si fuera sinónimo de democracia y con la voluntad de que el pueblo egipcio elija su camino, todo esto queda muy bien desde el punto de vista políticamente correcto, pero lo que se avecina en ese país si al final HHMM consigue el poder es otra nación fundamentalista islámica más a las mismas puertas de Europa. Mubarak para Occidente es lo mejor posible para un país islámico, si bien no es una democracia, es a lo más que se puede aspirar, ya que los países musulmanes por su propia naturaleza son incompatibles con la democracia. Si de verdad se quiere democratizar el mundo árabe, lo primero sería erradicar el islam.

carlos -

Desde los años 70 los hermanos musulmanes están "colaborando" con los gobiernos europeos en un proyecto letal para Europa.

O mejor debería de decir que los gobiernos europeos están colaborando con los hermanos musulmanes.

Ese "proyecto", llamado "El proyecto", existe. Está escrito, y publicado. Y lo que está ocurriendo ante nuestras propias narices, es el mayor golpe de estado desde dentro de los estados que ha ocurrido nunca en la historia del mundo.

Por cierto, ese texto fué encontrado por la policía suiza en una casa de Zurich.

Por tanto, esperar que nuestros políticos nos protejan de eso, es como esperar que Eta proteja a los ciudadanos de la violencia terrorista separatista vasca.

sancho -

Pues sí, en el tablero internacional, lo de Egipto se va a intentar por parte de los fundamentalistas, poco a poco, sirviéndose de la gilipollez del prójimo, conditio sine qua non, para que éstos se hagan con el poder, y cuando lo tengan ya serán frontera con Israel y podrá montarse la marimorena. Menos mal que nadie va a decidir por los israelitas y si se la ven venir empezaran a pegar hostias de lo lindo pasandose por el forro de los cojones a la comunidad internacional...chapó y suerte...

berta -

Habrá que guardarse mucho de las intenciones de los hermanos musulmanes. Lobos con piel de cordero.
En cuanto tengan el poder....donde dije digo, digo diego.

guripa -

Demos la bienvenida al nuevo estado talibán.Espero que tampoco nos toque ir a ese sitio a repartir bollicaos.

Luis Fernandez S. -

Padres de Al Qaeda y Hamás

La histórica relación con la violencia de los Hermanos Musulmanes, pilares del islamismo contemporáneo, tampoco permite ser optimistas. No conviene perder de vista su férreo apoyo a los terroristas de Hamás - grupo que, de hecho, nace como una facción de los Hermanos en Gaza-, y su oscura vinculación con los asesinatos y atentados ocurridos durante más de 30 años.

Los Hermanos Musulmanes son la más extendida e influyente organización fundamentalista del mundo árabe, padres de todos los grupos terroristas radicales. De hecho, el fundador de la yihad islámica egipcia y número dos de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, forma parte de ellos.

El papel en las revueltas egipcias de los Hermanos Musulmanes ha ido un paso por detrás que el resto de la oposición, cuidándose de no hacer declaraciones que les comprometieran en exceso. Las revueltas pidiendo democracia no han sido capitaneadas por ellos, pero pueden ser los mayores beneficiados de un movimiento con el que no se han comprometido hasta que otros se han lanzado a la calle.

Por sus ansias de libertad, sería injusto dejar sin más que el salvajismo islamista se haga con el poder. Como se señala desde GEES: "Las revoluciones no suelen ganarlas los que las comienzan, que suelen ser devastados más adelante por los más despiadados que han permanecido en segunda fila. No las ganan los buenos, sino los fuertes, que las más de las veces no son los mismos. No podemos hacer que los malos se vuelvan buenos: pero sí hacer a éstos más fuertes".

Luis Fernandez S. -

Su ideario: "El islam es la solución"

Con la caída en desgracia de Mubarak, todos los argumentos que el dictador ha esgrimido para mantener en una alegalidad relativa a los Hermanos Musulmanes también han perdido validez para la opinión mayoritaria. El aún presidente egipcio dijo en diversas ocasiones que el grupo islamista constituía "un peligro para la seguridad del Estado porque adopta un programa religioso" y alertó que "en el caso de que se diera un ascenso de esta corriente se reproducirían en Egipto situaciones recientes de regímenes que representan el islam y que se enfrentan al aislamiento". Y repasando su ideario político –al que no han renunciado- no parece descabellado el temor a que implanten una revolución a la iraní: "El islam es la solución". Ese fue su lema desde los 80 y al que aún no han renunciado. Si bien es cierto que Mubarak ha instrumentalizado el miedo hacia ellos para aferrarse al poder, conviene no rechazar taxativamente sus advertencias.

Cosa distinta es que, en la coyuntura actual, los Hermanos Musulmanes quieran subirse al carro de las protestas para capitalizar el liderazgo de la oposición al régimen. Conscientes de que con el discurso fundamentalista actual los apoyos mermarán, sólo han disfrazado su mensaje, pero éste permanece inalterable. Ahora, propugnan un régimen constitucional y parlamentario... con un revelador añadido: "Con un Estado civil de bases islámicas". Es decir, un Estado islámico, a la imagen y semejanza de Arabia Saudí o Irán.

¿En qué consistirían exactamente estas bases islámicas? Escuchando sus propias consignas, abarcaría todas las esferas de la vida pública: se aplicaría la ley islámica, y en ningún caso una mujer o alguien de otra confesión podría ocupar ni la presidencia del país ni del Gobierno. En resumen: imposiciones totalitarias e islámicas.

Por ello, en la desconfianza hacia sus objetivos no están los delirios paranoides con los que se trata de demonizar esta postura. Existen sólidos argumentos. El propio ideario de los Hermanos Musulmanes imposibilita su entrada en un juego político democrático, como ahora quieren hacer ver. Aunque se descuelguen con bienintencionadas declaraciones –"Queremos formar parte como una fuerza política más"- conviene no confundir necesidades tácticas con abandono de objetivos.

En el horizonte queda, además, los precedentes históricos en los que tras un período democrático, grupos similares han ido adquiriendo poder como un grupo más, para acabar absorviéndolo, implantando la "revolución islámica". Muy al estilo de lo ocurrido en Irán con la inicial utilización de la oposición al Sha, y la posterior aniquilación para hacerse con el control absoluto. Entonces, también se habló de "moderación" y a quienes advirtieron se les tachó de agoreros.

Luis Fernandez S. -

Los turbulentos días que vive Egipto dejan tras de sí un aluvión de artículos y reflexiones de todo color. En el análisis de los protagonistas de los acontecimientos, se detecta una preocupante y frecuente tendencia: los Hermanos Musulmanes son situados más cerca de la moderación, por obra y gracia del paso de los días.

Con su incorporación a las negociaciones que persiguen finalizar las revueltas, la organización fundamentalista ha ido cobrando protagonismo, siendo cada vez más vinculados a la "moderación" y la "democracia". Latiguillos tan habituales como que son "un grupo políticamente reformista y moralmente ultraconservadores" les caracterizan a diario, transmitiendo una imagen perversamente distorsionada de su verdadera naturaleza. Convertir a los Hermanos Musulmanes, de la noche a la mañana, en un adalid de la moderación es un ejercicio de amnesia –voluntaria- con indeseables consecuencias.

Y es que en la configuración de este grupo existen motivos para temer su ascenso al poder. La opinión mayoritaria se esfuerza estos días por implantar la idea de que han experimentado una transfiguración tan radical, que poco tienen que ver con aquél grupo fundado en 1928 para evitar la progresiva occidentalización de Egipto por el colonialismo británico, imponiendo la ley islámica o sharia. Y no es así. Nunca han abandonado sus totalitarios objetivos ni se han moderado, por muy deseable que sea, ya que son el único grupo –organizativamente hablando- con capacidad para capitanear un futuro gobierno.