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Acerca de la objeción de conciencia ante una ley radicalmente injusta que corrompe la institución del matrimonio.

Acerca de la objeción de conciencia ante una ley radicalmente injusta que corrompe la institución del matrimonio. NOTA DEL COMITÉ EJECUTIVO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA.

El Gobierno anunció hace un año su intención de regular civilmente el matrimonio de una manera desconocida hasta ahora para la Humanidad. Para casarse no importaría hacerlo con una persona del mismo sexo. En la legislación española el matrimonio dejaría de ser la indisoluble unión de vida y de amor de un hombre y de una mujer, abierta a la procreación, para convertirse en un contrato sin referencia alguna a la diferencia de sexos e incapaz, por tanto, de prestar a la sociedad el incomparable servicio de dar cauce a la complementariedad conyugal y de procrear y educar a los hijos. Ahora parece que el Parlamento se muestra dispuesto a aprobar esta nueva definición legal del matrimonio que, como es obvio, supondría una flagrante negación de datos antropológicos fundamentales y una auténtica subversión de los principios morales más básicos del orden social.

El 15 de julio de 2004 publicamos una Nota titulada En favor del verdadero matrimonio.

http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/VerdaderoMatrimonio.htm

Allí explicábamos las razones que nos obligan a pronunciarnos en contra de este proyecto legal, dado que nos corresponde anunciar el evangelio de la familia y de la vida, es decir, la buena noticia de que el hombre y la mujer, uniéndose en matrimonio, responden a su vocación de colaborar con el Creador llamando a la existencia a los hijos y realizando de este modo su vocación al amor y a la felicidad temporal y eterna.

Hoy, ante la eventual aprobación inminente de una ley tan injusta, hemos de volver a hablar sobre las consecuencias que comportaría este nuevo paso. No es verdad que esta normativa amplíe ningún derecho, porque la unión de personas del mismo sexo no puede ser matrimonio. Lo que se hace es corromper la institución del matrimonio. Esa unión es en realidad una falsificación legal del matrimonio, tan dañina para el bien común, como lo es la moneda falsa para la economía de un país. Pensamos con dolor en el perjuicio que se causará a los niños entregados en adopción a esos falsos matrimonios y en los jóvenes a quienes se dificultará o impedirá una educación adecuada para el verdadero matrimonio. Pensamos también en las escuelas y en los educadores a quienes, de un modo u otro, se les exigirá explicar a sus alumnos que, en España, el matrimonio no será ya la unión de un hombre y de una mujer.

Ante esta triste situación, recordamos, pues, dos cosas. Primero, que la ley que se pretende aprobar carecería propiamente del carácter de una verdadera ley, puesto que se hallaría en contradicción con la recta razón y con la norma moral. La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral, pero no puede entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, recordamos que los católicos, como todas las personas de recta formación moral, no pueden mostrarse indecisos ni complacientes con esta normativa, sino que han de oponerse a ella de forma clara e incisiva. En concreto, no podrán votar a favor de esta norma y, en la aplicación de una ley que no tiene fuerza de obligar moralmente a nadie, cada cual podrá reivindicar el derecho a la objeción de conciencia. El ordenamiento democrático deberá respetar este derecho fundamental de la libertad de conciencia y garantizar su ejercicio.

Es nuestro deber hablar con claridad cuando en España se pretende liderar un retroceso en el camino de la civilización con una disposición legal sin precedentes y gravemente lesiva de derechos fundamentales del matrimonio y de la familia, de los jóvenes y de los educadores. Oponerse a disposiciones inmorales, contrarias a la razón, no es ir en contra de nadie, sino a favor del amor a la verdad y del bien de cada persona.

23 comentarios

Rafael N. -

Su único problema es solucionar los problemas de estos colectivos. ¿Será que entre ellos abundan más de lo que pensamos? ¿Quizás no sea Zerolo el único? Yo lo he dicho muchas veces, los voté en las elecciones pasadas, pero reconozco mi grave equivocación y me gustaría subsanarla ahora mismo, pero claro debo esperar a las próximas elecciones en las que sí pediré a todos que los boten, en pocas palabras que los manden fuera.



Eso sí, la piscina para que disfrute su señora, eso que no falte, si a los ciudadanos, al menos a un gran sector no les llega para subsistir cada día, eso a él no le importa, mientras su señora tenga piscina para realizar cursos de buceo, a los demás que nos vayan dando



Espero que los ciudadanos de este país tomen nota y en las próximas elecciones, les boten, yo haré lo posible. (FIN)

Rafael N. -

Una vez más, este grupo de políticos de poca calidad política, en una de esas reuniones en el Palacio de la Moncloa durante las mañanas de los viernes, vuelven y revuelven para ir poquito a poco, dando cada vez más derechos y creando leyes para los zerolos.



Contra viento y marea, contra las opiniones y las leyes de terceros países sobre las adopciones de niños por parte de los gays y lesbianas, repito que este gobierno o lo que sea, toma la decisión de realizar convenios para que estos colectivos una vez unidos en "sacro matrimonio", puedan adoptar niños de otros países. Parece ser que en la mente de estos personajes la coherencia, el sentido común y la realidad de las cosas es algo que se pasan por el forro de sus caprichos. (continua....

Tomas Perez -

El próximo 18 de junio esperaré a las cinco de la tarde en la plaza de Cibeles. Y me uniré a los que también creen que el matrimonio es la alianza de mujer y hombre para formar una familia y servir a la sociedad. Lo que pretenden algunos políticos es otra cosa. Allá ellos.

Carlos del Campo -

Y, por otra parte, ¿nos hemos parado a pensar si esta sociedad está preparada para aceptar estas situaciones? La sociedad se acostumbrará y se verán como normales tales familias, dicen, pero hasta ese momento, ¿sabemos con seguridad que estos niños no tendrán que sufrir las burlas de sus compañeros, los comentarios, las miradas y todo lo que tal situación sin duda provocará? ¿Es justo que estos niños tengan que pasar por todo esto para dar gusto a unas personas a los que la naturaleza les niega la posibilidad de ser padres?
Y por supuesto la máxima judicial que se aplica a los delincuentes será lógico, con mayor razón, aplicársela a los menores desprotegidos: «in dubio pro reo» en este caso, «in dubio pro puer». La vida de un niño es algo muy valioso para andar jugando con ella y, como se suele decir, «los experimentos con gaseosa». (FIN)

Carlos del Campo -

Que la homosexualidad existe es evidente. Que nadie puede ser criticado por su inclinación sexual, también. Que tienen todo el derecho a disfrutar de las prerrogativas que el matrimonio da a los heterosexuales, por supuesto. Mientras estas opciones, situaciones, derechos, se refieren a personas adultas que libremente toman una decisión y optan por una determinada forma de vivir su sexualidad, no habría nada que objetar. En el nombre que se dé a estas uniones: matrimonio, pareja de hecho o lo que sea, podremos estar o no de acuerdo pero, a priori, no provoca mayores perjuicios aunque ya veremos después los efectos. Pero cuando entran terceros intereses en liza y se pretende jugar con la vida de indefensos menores, es muy conveniente pararse y pensar en lo que se está haciendo. Mucho tiempo llevan otros países estudiando el tema de la adopción por parejas homosexuales y todavía, los expertos, no se han puesto de acuerdo en si tal cosa sería o no perjudicial para los adoptados. Aquí nos lanzamos, y sin mayores estudios ni comprobaciones, abrimos la puerta a la adopción por homosexuales. ¿Que hay parejas heterosexuales que no están capacitadas para cuidar y educar niños? Por supuesto. ¿Que habrá parejas de homosexuales que desempeñarían esa función mejor? También es cierto. Pero eso no quiere decir que tales parejas sean las más adecuadas para el mejor desarrollo de un niño. (continua....

Daniel R. H. -

Le sugiero al PCC, que le cambie el nombre a la calle donde están instalados y que en vez de llamarse «Puerta del Ángel», pase a llamarse «Puerta del Ángel Exterminador», ya que son partidarios de asesinar a inocentes y a las personas que no sean físicamente rentables.
Me parece muy bien que la educación sea laica, pero asesinar inocentes es muy grave. (FIN)

Daniel R. H. -

El viernes estuve en la sede del Partido Comunista de Cataluña, donde un cargo del partido habló sobre el tema de la laicidad. Evidentemente yo también soy partidario de la laicidad, en la medida en que Dios no pertenece a ningún partido político y porque Él siempre da libertad a las personas. Dios no condena a nadie, sino que es uno mismo el que, haciendo uso de su libre albedrío, se condena o el que se salva. No obstante me gustaría dejarles claro a los dirigentes del PCC que ellos también son materia y espíritu, que con la muerte su materia volverá a integrarse en el cosmos, pero que su alma pasará a ser juzgada por Dios.
El gran error de los comunistas es querer construir el paraíso terrenal sin contar con el arquitecto que construyó ese paraíso terrenal. Por lo tanto que los comunistas tengan claro que construir el paraíso en la tierra conlleva el seguir las directrices del que lo construyó y el dejar de comportarse como los animalitos, que sólo se dejan guiar por sus bajos instintos.
Las personas nos distinguimos de los animalitos, en que tenemos entendimiento y voluntad que son, precisamente, las potencialidades del espíritu. Los comunistas nunca podrán construir el paraíso en este mundo, ya que se basan exclusivamente en criterios materiales y las personas, además de ser materia somos espíritu cuyo objetivo debe ser llegar a gozar de la visión de Dios (continua....

Jose Maria Macarulla -

Algunos afirman que el reconocer como matrimonio a las asociaciones temporales (parejas de hecho) o a pares de gays o de lesbianas no perjudica para nada a las familias tradicionales. ¡Y esto es totalmente erróneo! ¿Ustedes creen que poner en circulación montones de monedas falsas no perjudica a la moneda verdadera? Al contrario, la devalúa y puede llegar a hundir la economía del país. Así, por ejemplo, al existir más "familias" cada una recibirá menos ayudas económicas (el presupuesto estatal siempre es limitado) y sobre todo las verdaderas verán disminuida la posibilidad de adoptar niños al tener que competir con las fraudulentas.

En resumen, no somos los dueños absolutos de nuestra vida, nuestra salud, nuestra sexualidad o de nuestros hijos, sino simplemente somos administradores de todos esos bienes, al servicio del bien común. Al final deberemos dar cuenta, a Dios y al mundo, de nuestras actuaciones. Cuando un hombre y una mujer se casan debe ser para toda la vida, "en salud o enfermedad, en riqueza o en pobreza,...." Lo contrario origina inseguridad y temor ante la vejez, la invalidez, la enfermedad, la precariedad de medios,....Ir contra naturam siempre acarreará desgracias a los individuos y a la sociedad que fomente tales aberraciones que repugnan hasta a la misma biología. (FIN)

Jose Maria Macarulla -

La función de reproducción garantiza la continuidad de la especie. A diferencia de la nutrición, esta no resulta esencial para cada individuo, pero sí lo es para la comunidad. Determinadas personas, si eligen, por ejemplo, el celibato apostólico, pueden desentenderse de la reproducción aunque no de la relación y la nutrición. Así como la alimentación, por designio divino (para que no nos olvidemos de comer), va acompañada de ciertos placeres, también la reproducción conlleva un placer propio, puesto que su inicio suele ir seguido por una colección de sacrificios ulteriores y las personas egoístas jamás lucharían de forma altruista por el porvenir de la especie. También desvincular deliberadamente la actividad sexual del objetivo reproductivo es una aberración tan antinatural como pretender comer sin alimentarse y así morir de hambre.

La necesidad de una familia verdadera y armónica se puede justificar por mil razones biológicas. Diré sólo alguna: el hombre es el mamífero con una infancia más larga. Mientras que en un perro o un gato al infancia abarca la vigésima parte de sus vidas, el hombre depende de sus padres la cuarta parte de la suya. Y esto se debe a que posee menos instinto y sus conocimientos dependen más del aprendizaje. Hasta el idioma materno ha de aprenderlo (aprovechemos para enseñar inglés a nuestros hijos durante la infancia, porque así lo aprenderán mejor y para siempre). Cuanto más elevada es la cultura de un pueblo tanto más larga es la infancia de sus jóvenes. (continua....

Jose Maria Macarulla -

En la India fueron capturados dos hermanitos-lobo, criados por una jauría de esos cánidos, que sólo comían carne cruda, se comunicaban mediante aullidos, jamás aceptaron vestirse, etc., y sólo se les pudo detectar un aspecto humano: al morir uno de ellos, al otro se le saltaron dos lágrimas (esto no es propio de los lobos). Con estos precedentes ¿qué cabe esperar de un niño educado por una pareja estable de gays? ¿Podrá alcanzar un desarrollo armónico si en su ambiente no conoce siquiera lo qué es una verdadera madre?

La función de nutrición tiene por objetivo alimentar correctamente al individuo, para lograr un desarrollo equilibrado y una vida saludable. Se puede atentar contra esa función tanto por defecto como por error o por exceso. Por defecto podrían situarse las huelgas de hambre y muchas dietas de adelgazamiento o sesgadas (por ejemplo, vegetarianas estrictas). Tampoco se puede sustituir habitualmente la comida que alimenta por un sucedáneo o placebo que engaña y no nutre (por ejemplo, la famosa papilla de bario, ingerida como contraste en las radioscopias gástricas). Por exceso, la gula y los atracones que conlleva pueden conducir a indigestiones o bien a estados patológicos (por ejemplo, borracheras con cirrosis al final, enfermedades derivadas de la hipercolesterolemia, etc...). A veces, un único error puede destruir de modo irreversible toda una vida ordenada (por ejemplo, la ingestión de setas venenosas). (continua....

Jose Maria Macarulla -

Como biólogo voy a aducir conceptos e ideas englobados en nuestra disciplina y que pueden ilustrar de forma conveniente lo que ya nos sugiere el sentido común de personas civilizadas. ¿Qué dice pues la Biología? El hombre, como los demás seres vivos, debe desarrollar tres funciones fundamentales, a saber, las de relación, nutrición y reproducción.

¡Veámoslas con orden! La función de relación nos permite integrarnos en el entorno en que vivimos y comportarnos correctamente tanto con nuestros semejantes como con las demás especies vivas. Para un desarrollo equilibrado, esta relación empieza dentro de la familia y se complementa en una sociedad bien estructurada. Están documentados múltiples casos de clamorosos errores en el desarrollo humano. Recuerdo el de un niño-gacela, de 18 años, capturado en Irak, que jamás "pudo ser recuperado para nuestra especie". Vivió hasta su muerte como una gacela: sólo comía hierba, cuando se escapaba corría a cuatro patas y a 60 km/hora, y nunca llegó a hablar o razonar como un hombre. (continua....

Jose Maria Macarulla -

Las diversas vertientes (biológica, social, jurídica, espiritual,...) son coincidentes y complementarias y vienen a reafirmar el significado etimológico del matrimonio. Los gays nunca podrán constituir un verdadero matrimonio. Los Estados podrán reconocer una estabilidad y conceder unos derechos a los gays o lesbianas que "se asocien de por vida", pero deberán inventar o adaptar una fórmula diferente, por ejemplo, Sociedades Anónimas, Limitadas, De Seguros Mutuos, Fraternidades u otras, pero deben respetar y dejar en paz a la verdadera familia, a la que ya Cicerón definía como "Pincipium urbis et quasi seminarium reipublicae", es decir, "unidad básica de la sociedad y del estado". (continua....

Jose Maria Macarulla -

Como biologo, el autor, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV, ilustra de forma conveniente lo que ya nos sugiere el sentido común de personas civilizadas

Hace 68 años me enseñaron que 2 y 2 son 4 y jamás creí que iba a llegar un momento en que eso - tan evidente - se pondría en tela de juicio y habría que demostrarlo. Pues bien, a eso vamos: ¿Pueden casarse dos gays? En el día de hoy muchos "progresistas" tienden a tergiversar y prostituir los conceptos clave de todas las culturas y sociedades que siempre han considerado que "el matrimonio es la unión permanente de un hombre y una mujer para constituir una familia". La misma palabra matrimonio deriva de los vocablos latinos "matrix" y "munium" que significan oficio de madre. Así pues, según su etimología, el matrimonio es una unión que tiene como primer objetivo "engendrar y educar a los hijos" que es justamente lo que hacen las madres y eso no lo pueden hacer los gays.(continua....

Sebastian -

La institución matrimonial, con toda la belleza propia del verdadero amor humano, fuerte y fértil, también en medio de sus fragilidades, es muy estimada por todos los pueblos. Es una realidad humana que responde al plan creador de Dios y que, para los bautizados, es sacramento de la gracia de Cristo, el esposo fiel que ha dado su vida por la Iglesia, haciendo de ella una madre feliz y fecunda de muchos hijos. Precisamente por eso, la Iglesia reconoce el valor sagrado de todo matrimonio verdadero, también del que contraen quienes no profesan nuestra fe. Junto con muchas personas de ideologías y de culturas muy diversas, estamos empeñados en fortalecer la institución matrimonial, ante todo, ofreciendo a los jóvenes ejemplos que seguir e impulsos que secundar. En este proyecto de una civilización del amor las personas homosexuales serán respetadas y acogidas con amor. Invocamos para todos la bendición de Dios y la ayuda de Santa María y de San José.

Sebastian -

Pensamos, pues, que el reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales y, más aún, su equiparación con el matrimonio, constituiría un error y una injusticia de muy negativas consecuencias para el bien común y el futuro de la sociedad. Naturalmente, sólo la autoridad legítima tiene la potestad de establecer las normas para la regulación de la vida social. Pero también es evidente que todos podemos y debemos colaborar con la exposición de las ideas y con el ejercicio de actuaciones razonables a que tales normas respondan a los principios de la justicia y contribuyan realmente a la consecución del bien común. Invitamos, pues, a todos, en especial a los católicos, a hacer todo lo que legítimamente se encuentre en sus manos en nuestro sistema democrático para que las leyes de nuestro País resulten favorables al único verdadero matrimonio. En particular, ante la situación en la que nos encontramos, “el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley”[2] que pretenda legalizar las uniones homosexuales.

Sebastian -

Se alegan también razones de tipo jurídico para la creación de la ficción legal del matrimonio entre personas del mismo sexo. Se dice que ésta sería la única forma de evitar que no pudieran disfrutar de ciertos derechos que les corresponden en cuanto ciudadanos. En realidad, lo justo es que acudan al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco.

En cambio, se debe pensar en los efectos de una legislación que abre la puerta a la idea de que el matrimonio entre un varón y una mujer sería sólo uno de los matrimonios posibles, en igualdad de derechos con otros tipos de matrimonio. La influencia pedagógica sobre las mentes de las personas y las limitaciones, incluso jurídicas, de sus libertades que podrán suscitarse serán sin duda muy negativas. ¿Será posible seguir sosteniendo la verdad del matrimonio, y educando a los hijos de acuerdo con ella, sin que padres y educadores vean conculcado su derecho a hacerlo así por un nuevo sistema legal contrario a la razón? ¿No se acabará tratando de imponer a todos por la pura fuerza de la ley una visión de las cosas contraria a la verdad del matrimonio?

Sebastian -

Se dice que el Estado tendría la obligación de eliminar la secular discriminación que los homosexuales han padecido por no poder acceder al matrimonio. Es, ciertamente, necesario proteger a los ciudadanos contra toda discriminación injusta. Pero es igualmente necesario proteger a la sociedad de las pretensiones injustas de los grupos o de los individuos. No es justo que dos personas del mismo sexo pretendan casarse. Que las leyes lo impidan no supone discriminación alguna. En cambio, sí sería injusto y discriminatorio que el verdadero matrimonio fuera tratado igual que una unión de personas del mismo sexo, que ni tiene ni puede tener el mismo significado social. Conviene notar que, entre otras cosas, la discriminación del matrimonio en nada ayudará a superar la honda crisis demográfica que padecemos.

Sebastian -

La relevancia del único verdadero matrimonio para la vida de los pueblos es tal, que difícilmente se pueden encontrar razones sociales más poderosas que las que obligan al Estado a su reconocimiento, tutela y promoción. Se trata, en efecto, de una institución más primordial que el Estado mismo, inscrita en la naturaleza de la persona como ser social. La historia universal lo confirma: ninguna sociedad ha dado a las relaciones homosexuales el reconocimiento jurídico de la institución matrimonial.

El matrimonio, en cuanto expresión institucional del amor de los cónyuges, que se realizan a sí mismos como personas y que engendran y educan a sus hijos, es la base insustituible del crecimiento y de la estabilidad de la sociedad. No puede haber verdadera justicia y solidaridad si las familias, basadas en el matrimonio, se debilitan como hogar de ciudadanos de humanidad bien formada.

Si el Estado procede a dar curso legal a un supuesto matrimonio entre personas del mismo sexo, la institución matrimonial quedará seriamente afectada. Fabricar moneda falsa es devaluar la moneda verdadera y poner en peligro todo el sistema económico. De igual manera, equiparar las uniones homosexuales a los verdaderos matrimonios, es introducir un peligroso factor de disolución de la institución matrimonial y, con ella, del justo orden social.

Sebastian -

El bien superior de los niños exige, por supuesto, que no sean encargados a los laboratorios, pero tampoco adoptados por uniones de personas del mismo sexo. No podrán encontrar en estas uniones la riqueza antropológica del verdadero matrimonio, el único ámbito donde, como Juan Pablo II ha recordado recientemente al Embajador de España ante la Santa Sede, las palabras padre y madre pueden “decirse con gozo y sin engaño”. No hay razones antropológicas ni éticas que permitan hacer experimentos con algo tan fundamental como es el derecho de los niños a conocer a su padre y a su madre y a vivir con ellos, o, en su caso, a contar al menos con un padre y una madre adoptivos, capaces de representar la polaridad sexual conyugal. La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona. Ningún estudio ha puesto fehacientemente en cuestión estas evidencias.

Sebastian -

Los significados unitivo y procreativo de la sexualidad humana se fundamentan en la realidad antropológica de la diferencia sexual y de la vocación al amor que nace de ella, abierta a la fecundidad. Este conjunto de significados personales hace de la unión corporal del varón y de la mujer en el matrimonio la expresión de un amor por el que se entregan mutuamente de tal modo, que esa donación recíproca llega a constituir una auténtica comunión de personas, la cual, al tiempo que plenifica sus existencias, es el lugar digno para la acogida de nuevas vidas personales. En cambio, las relaciones homosexuales, al no expresar el valor antropológico de la diferencia sexual, no realizan la complementariedad de los sexos, ni pueden engendrar nuevos hijos.

A veces se arguye en contra de estas afirmaciones que la sexualidad puede ir hoy separada de la procreación y que, de hecho, así sucede gracias a las técnicas que, por una parte, permiten el control de la fecundidad y, por otra, hacen posible la fecundación en los laboratorios. Sin embargo, será necesario reconocer que estas posibilidades técnicas no pueden ser consideradas como sustitutivo válido de las relaciones personales íntegras que constituyen la rica realidad antropológica del verdadero matrimonio. La tecnificación deshumanizadora de la vida no es un factor de verdadero progreso en la configuración de las relaciones conyugales, de filiación y de fraternidad.

Sebastian -

Las personas homosexuales, como todos, están dotadas de la dignidad inalienable que corresponde a cada ser humano. No es en modo alguno aceptable que se las menosprecie, maltrate o discrimine. Es evidente que, en cuanto personas, tienen en la sociedad los mismos derechos que cualquier ciudadano y, en cuanto cristianos, están llamados a participar en la vida y en la misión de la Iglesia. Condenamos una vez más las expresiones o los comportamientos que lesionan la dignidad de estas personas y sus derechos; y llamamos de nuevo a los católicos a respetarlas y a acogerlas como corresponde a una caridad verdadera y coherente.

Sebastian -

Con todo, ante la inusitada innovación legal anunciada, tenemos el deber de recordar también algo tan obvio y natural como que el matrimonio no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón. A dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a contraer matrimonio entre ellas. El Estado, por su parte, no puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un modo arbitrario que excede sus capacidades y que dañará, sin duda muy seriamente, el bien común. Las razones que avalan estas proposiciones son de orden antropológico, social y jurídico. Las repasamos sucintamente, siguiendo de cerca las recientes orientaciones del Papa a este respecto

Garcia J. -

Muchas gracias al Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal por haberse pronunciado, como era de esperar, en forma tan clara y contundente, tanto en contra de la proyectada reforma legal que permitiría la asimilación de las parejas homosexuales al matrimonio, como por la apelación a los parlamentarios y funcionarios para que, haciendo uso del derecho constitucional a la objeción de conciencia, se opongan a su aprobación y aplicación. Es un mensaje que creemos será escuchado y cumplido no sólo por los católicos, sino por cualquier persona que conserve un mínimo sentido racional de lo que es el matrimonio: unión de un hombre y una mujer como ya lo definía desde hace dos mil años el Derecho Romano.