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Plan Ibarreche. La situación.

Plan Ibarreche. La situación.

No es casual que el plan Ibarreche haya sido aprobado con los votos de los terroristas. Un parlamento distinguido por la presencia de un asesino como Josu Ternera en su comisión de derechos humanos, y por la permanencia de los representantes de la ETA, en jactancioso reto a la ley, no pasa de caricatura o farsa de parlamento, inaceptable en cualquier país civilizado. Pero a eso se ha llegado allí, o se ha permitido que se llegara. La complicidad de los terroristas con Ibarreche es sólo la culminación, por ahora, de la alianza que propuso el PNV a la ETA para hacer frente común contra la reacción por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por lo demás, como he podido comprobar abundantemente al estudiar la historia del nacionalismo vasco, según he expuesto en el libro de reciente aparición Una historia chocante, la política de sacar rentas políticas de los asesinatos ha constituido el eje y sentido de la acción peneuvista desde el comienzo mismo de la Transición (vamos a olvidarnos ahora de sus condenas retóricas y sin consecuencias). Ha sido una asociación de hecho entre el PNV y el TNV (Terrorismo Nacionalista Vasco, autobautizado como MNLV), asociación con alternativas y peleas de familia, pero mantenida siempre en lo esencial.

El uso de palabras de contenido emocional inevitablemente fuerte, como "asesino", "terrorismo", etc., puede dar a entender, a su vez, un contenido emocional en el anterior análisis. No hay tal. Procuro dar una descripción precisa de los hechos, que quizá podrían exponerse con palabras más frías, pero probablemente menos adecuadas. No conviene tomar por frialdad analítica la ocultación de realidades, como a menudo se hace. En síntesis, la asociación PNV-TNV ha determinado la política en las Vascongadas, con repercusión en toda España, y ha sido la causa principal del asolamiento de la democracia en aquellas provincias. Lo podemos mirar desde otra perspectiva: si las libertades subsisten allí en parte, se debe a la acción de las fuerzas de seguridad del estado, a las cuales nunca ha dejado el PNV de desacreditar y calumniar, en concomitancia con la propaganda etarra.

La consecuencia lógica del Plan Ibarreche es la legitimación del terrorismo como instrumento político. La democracia se apoya, en suma, en la sustitución de la violencia por unas reglas de juego equitativas y basadas en las libertades, pero en realidad el PNV, fiel a sus totalitarios orígenes sabinianos, nunca aceptó las reglas democráticas y no ha cesado de sabotearlas y desprestigiarlas, al paso que las explotaba abusivamente, como por lo demás han hecho siempre los totalitarios. Ahora bien legitimar el terrorismo como lo hace Ibarreche es un arma de doble filo, pues vale lo mismo para los nacionalistas que para los antinacionalistas. Obviamente, Ibarreche, Arzallus y los suyos confían en que no habrá un terrorismo de respuesta, pero lo menos que puede decirse es que, al beneficiarse del TNV y beneficiarlo a su vez, han abierto las compuertas a cualquier réplica en los mismos términos. Romper las reglas del juego vuelve el juego imposible y convierte la política en violencia. Aun si eso no llega a ocurrir, como es de esperar y desear, los jefes sabinianos han asumido una responsabilidad inmensa.

Eso aparte, el Plan Ibarreche rompe unilateralmente la Constitución y el Estatuto autonómico, y lo hace desde unas instituciones que son parte del estado español, legitimadas precisamente por la Constitución y el Estatuto. Estamos ante un golpe de estado en toda regla, ante una rebelión contra la legalidad constitucional, realizada, insisto y como no podía ser menos, en complicidad con los terroristas y en un parlamento degradado a niveles difíciles de creer si no estuvieran ante nuestros ojos. Significa la sustitución de la soberanía del pueblo español por la soberanía de la alianza PNV-TNV, que se arroga la representación del pueblo vasco. Es la secesión práctica, apenas disimulada por una leve y formal capa que le facilitaría mantenerse en la Unión Europea sin afrontar los costes económicos de la secesión.

Que los secesionistas intenten golpes de estado contra la legalidad constitucional no es, por desgracia, algo nuevo en España. En 1923 los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos se sintieron lo bastante fuertes para establecer un "Pacto Tripartito" y amenazar con un próximo recurso a la acción armada, en concomitancia con los rifeños de Abd El Krim. El plan no cuajó porque a los pocos días Primo de Rivera dio a su vez su golpe de estado y desarticuló la trama separatista. Al llegar la república, que nada debía a la presión del nacionalismo catalán, éste aprovechó el momento para imponer una política de hechos consumados, y en 1934 se rebeló por las armas contra el gobierno legítimo. Durante la guerra civil los nacionalistas vascos y catalanes intrigaron permanentemente en Francia e Inglaterra, incluso en la Italia fascista y la Alemania nazi, saboteando los esfuerzos de sus aliados del Frente Popular (lo cual, dicho sea de paso, vino muy bien a Franco). Tras el final de la dictadura, la reforma democrática permitió la primera Constitución hecha por consenso en España, y esa legalidad constitucional es la que intentan echar ahora por tierra entre Ibarreche, Carod-Maragall, Beiras y otros más, con la complacencia del gobierno de Rodríguez. Mientras desde fuera presiona y golpea el terrorismo islámico.

El actual golpe de estado del PNV-TNV no ofrecería el menor peligro en una democracia asentada. Al gobierno le bastaría cumplir y hacer cumplir la ley, suspendiendo la autonomía hasta que la situación se normalizase y el parlamento vasco dejase de ser el de los Josu Ternera y similares. Gran Bretaña ha suspendido en más de una ocasión la autonomía irlandesa -donde el terrorismo ha ocasionado tres veces más víctimas que en España- y no ha pasado nada. La suspensión sería la reacción legal, legítima y más eficaz ante un desafío como el planteado por las fuerzas antidemocráticas, y seguramente no pasaría nada si se realizase con la habilidad y previsión necesarias ante posibles resistencias. Sin embargo esto resulta difícil en España, donde existe una tradición de gobiernos que prefieren cerrar los ojos y claudicar ante conflictos menores. hasta que los conflictos se vuelven mayores e inmanejables. España no es, por desgracia, una democracia asentada, y los políticos sienten gran temor a asentarla del único modo posible: aplicando la ley.

Pero si cabe dudar de que incluso Aznar se atreviera a hacer cumplir la ley en este conflicto, pese a ser el enemigo en realidad irrisorio, con Rodríguez no hay ninguna duda: no sólo no hará cumplir la legalidad, sino que contribuirá a su ulterior descomposición, al menos durante un tiempo. Por una de esas monstruosidades de la historia que llevan a los pueblos al despeñadero, el gobierno de España ha recaído en unos personajes que no creen en la nación española, que detestan a Montesquieu y no creen tampoco en la democracia liberal, que comparten muchas ideas con los terroristas, se dedican a dividir a la sociedad hostigando a la mayoría católica, y sufren tan infección de sectarismo que con tal de cortar a la derecha el paso al poder están dispuestos a pactar con quien sea y a tolerar cualquier ataque a la democracia y la unidad de España. Esa fue, viene a cuento recordarlo, la política de las izquierdas presuntamente moderadas de Azaña y Prieto en 1936, después de otras elecciones anómalas. Y con esa política se deslegitimaron.

¿Qué va a ocurrir, por tanto? Tenemos ante nosotros unas presiones de creciente intensidad y peligro para disgregar España, en combinación de hecho con la amenaza islámica, más un gobierno complaciente con los enemigos de la democracia y la unidad españolas, que con ello corre hacia su propia deslegitimación.

El análisis no debe prescindir de aspectos menos sombríos: la oposición tiene gran fuerza, en principio, aun si no es claro que sepa utilizarla, y cabe en lo remotamente posible que el gobierno cambie a tiempo de rumbo. Por otra parte, aunque la sociedad española está ciertamente aturdida y letárgica, hay indicios de reacción. La democracia no depende en última instancia de los partidos, sino de los ciudadanos, y quizá éstos sepan responder al desafío mejor que los políticos, empujándolos a actuar o descartándolos.

42 comentarios

Juan Luis Carrasco -

«Podría haber planteado legítimamente la independencia, pero he propuesto la convivencia con España»

Hay determinados personajes de esta vieja y hastiada piel de toro que no están dispuestos a que el poema de Don Antonio se convierta otra vez en realidad, aunque con matices distintos. Porque, a las alturas que nos encontramos de este lamentable drama que sufrimos quienes aún nos consideramos españoles, la cosa tiene toda la pinta de que a ese españolito que viene al mundo no le helará el corazón ninguna de las dos Españas machadianas. Porque sencillamente esa realidad nacional de cinco siglos de antigüedad se halla en serio en peligro de extinción. Que un tipo como Ibarreche y su hueste hayan puesto a esta nación contra las cuerdas demuestra, sobre todo, el nivel de los gobernantes españoles en nuestra breve trayectoria democrática. Sobró pusilanimidad, desorientación, cobardía, en suma, para arrinconar con la Ley en la mano a un lobo al que dejaron crecer y encima alimentaron. Una fiera antidemocrática, excluyente y totalitaria, que se encargó de devorar y liquidar metódica y concienzudamente todo o casi todo lo que sonaba u olía a español en el País Vasco. Ahora, incluso, envalentonado, el golpista nos hace un favor: «Podía haber pedido la independencia...» Y lo peor es que quienes debieran hacerle frente parecen no haber aprendido la lección. Nada invita al optimismo. Dan ganas de salir corriendo...

Antonio Solar -

Las sensaciones que transmite el Gobierno en relación con el envite soberanista del PNV no pueden ser más alarmantes. Yo ya no estoy seguro ni siquiera de que el llamado plan Ibarreche vaya a ser rechazado por el Congreso de los Diputados en vista del vergonzoso chantaje a que está siendo sometido el PSOE por sus socios de ERC y por otra parte creo que el Gobierno nunca acudirá al TC porque sabe, como sabemos todos, que el nuevo Estatuto que propongan desde Cataluña va a ser manifiestamente anticonstitucional, y entonces no van a poder plantear recurso al TC a no ser que quieran salir de La Moncloa.

Luis Gomez -

Siendo espectador atónito del increíble Plan Ibarreche, observo por doquier el rechazo frontal que está suscitando, así como las posibles y contundentes medidas que se deberían adoptar, que están brillando por su ausencia. Pero entre estas medidas, observo que ningún medio apunta a la más efectiva, que es la movilización. ¿Cuántas huelgas y manifestaciones se han celebrado por motivos económicos y laborales? ¿Es que el Plan Ibarreche no se debe trasladar a la calle si nuestros gobernantes siguen empeñados en ignorar la tremenda importancia que este Plan (y los posteriores) tiene para la integridad y estabilidad de nuestro país?
Al «cuarto poder» le compete poner en marcha una operación a la que nos sumaremos millones de ciudadanos antes de que un Gobierno paranoico cometa la mayor tropelía nacional que recuerda la historia, todo ello en el año 2005 y en democracia. Freudiano.

Jesus D. -

Ibarreche habla ya de «tortas». Pero, ¿a quién va a mandar Ibarreche a dar «tortas»? ¿Se imaginan a estos burgueses del PNV dando «tortas»? No. Los de Ibarreche, Madrazo y Otegui para dar «tortas» ya tienen a los pistoleros y asesinos de ETA.
Ya sabemos el diálogo de Ibarreche. O se aprueba su Plan de Ibarreche o «tortas». Y ZP ¿va a dialogar en esos términos? ZP no debería ni recibir en La Moncloa a este señor tan «dialogante».

Juan P. Colmenarejo -

Cree el presidente que la clave son las elecciones autonómicas de primavera. ¿Y si vuelve a ganar el PNV y con mayoría absoluta? En este momento las señas de identidad del problema nos generan dudas sobre el final de este proceso. Ibarreche ha explicado hasta el desenlace sino se le hace caso. Lo de las tortas es el ruido. Las nueces son los desprecios a la soberanía nacional que reside en el Parlamento de la Nación. Bono ha clamado en el desierto gubernamental con el visto bueno de Zapatero como haciéndo el papel de «poli malo». El jueves Ibarreche llegará al Palacio de la Moncloa con las tortas debajo del brazo. ¿Le recibirá José Luis Rodríguez Zapatero con la ikurriña en la puerta o detrás del sofá en el que se sienten? ¿Le dará por tanto el trato que más le gusta a Ibarreche, el de jefe de otro Estado? Después de casi tres décadas de esfuerzo estamos cerca de equivocarnos mucho.

Juan P. Colmenarejo -

Mucho se ha escrito en los primeros días de este 2005 sobre las tortas de Ibarreche como solución final para su plan. Demasiadas palabras en el mismo sentido que chocan con la parsimonia con la que está respondiendo el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. No habrá pacto entre el PSOE y el PP para hacer frente a todo lo que significa el texto independentista que además tiene el visto bueno de ETA. Nuestro gobierno quiere estar a todo y no perder un solo cauce de relación con nadie. Pero resulta que al PP casi siempre se le dice que no y a los socios nacionalistas, incluidos los de su partido en el País Vasco y Cataluña, la respuesta afirmativa a sus peticiones es una constante. En su afán por evitar las negativas,el presidente del gobierno se está liando en una madeja poco entendible. Ojalá tengan que rectificar los que le piden más firmeza ahora mismo porque el tiempo le da la razón a Rodríguez Zapatero.

Agapito M. -

El trámite mismo de admisión de ese plan es ya odioso; admitir un papel para discutir sobre él, incluso, sabiendo que a los secesionistas les importa un rábano lo que diga el Congreso es un crimen de guante blanco, o sea, hacernos perder el tiempo a todos los españoles de bien. Esto no es hipocresía. Esto es, sencillamente, una desvergüenza. Únicamente quieren ganar tiempo para "persuadir", embaucar e imponer a la ciudadanía un Estado Confederal, un triste Estado sin España, cuando les llegue la Orden de Maragall y el negociador de Perpiñán. Lo surgido de un Parlamento dominado por terroristas y golpistas no puede ser aceptado por ninguna sociedad normal. Más aún, cuando a una democracia madura se le plantean propuestas que dañan al propio sistema democrático, los proponentes son duramente castigados penal y socialmente.

Agapito M. -

Todo es populismo barato. Todo es fascismo sin correaje. Todo es ocultación de una nación a la deriva. Basta ya de engañarnos hablando de "izquierda" y "progresismo". El socia-nacionalismo, que está en el poder, olvidó por completo, si es que alguna vez alcanzó a saberlo, el contenido emancipatorio que a veces albergó esa tradición política. Estamos ante el ataque más perverso que la democracia española haya vivido nunca. Gente que no cree en nada ocupa las instituciones sin otro objetivo que mantenerse en ellas para sobrevivir. Hablemos claro. Esta gente desconoce la democracia. Para ellos es sólo un nombre para detentar el poder. Su comportamiento totalitario protege a los golpistas del País Vasco. Éstos aprueban un plan, o mejor, una estratagema para acabar con el Estado de Derecho y, encima, sus aliados en el Parlamento de España lo admiten para que sea discutido entre los partidos.

Agapito M. -

Sólo quedan algunos programas de radio, especialmente cuando participan los oyentes, para extraer una idea de los ruidos de la calle. Los oigo con atención, los paso por el crisol del entendimiento y, a veces, me dan la verdadera clave de la opinión de un pueblo. Algunas hebras de esa clave son diáfanas: Afanarse en llamar democracia a lo que estamos viviendo en España es patético. Intentar describir con categorías políticas normales el fracaso de la democracia española es una tarea inútil. España parece un gentío desgobernado por el totalitarismo social-nacionalista. Cualquier cosa vale, excepto respetar la base de la democracia: no convertir al adversario político en enemigo. El PSOE no soporta la existencia de una alternativa política plausible a su desgobierno. Falsificación del lenguaje, desprecio a la Oposición, romper cualquier continuidad con lo llevado a cabo por el anterior Gobierno, engañar, mentir, dejar que los más miserables, los nacionalistas, se lleven lo mejor de la gran olla, el Presupuesto, negar, en fin, cualquier vínculo con la Oposición es la "estrategia" del Gobierno de Rodríguez para alcanzar su principal objetivo: Negar la Nación, especialmente a esa parte de la Nación que representa el PP, España.

Agapito M. -

Pasó la Pascua Militar. Ya ni siquiera hay ruido de sables. Todo es retórica. Un inmenso árbol burocrático sin flores ni frutos. El jefe de los maragalles rabiaba en silencio, mientras la retórica real tapaba el ruido de la calle. Pasó la Pascua Militar con repetitivas declaraciones al sol… ¡Y ahora qué! ¿Quién conseguirá poner en contacto a la calle con los que viven entre espesas moquetas y alfombras ministeriales?, ¿quién relatará que los gobernantes tiene que gobernar mirando a los ciudadanos?, ¿quién tendrá coraje de contar lo que está pasando? Me temo lo peor. Los medios de comunicación como creadores de opinión pública política son, hoy, más un problema que una solución. La "Efémera" es, hoy, en España una diosa arbitraria y antojadiza, pero predomina su carácter medroso y contemporizador con los farsantes; por ejemplo, el Gobierno embucha en nuestra prensa escrita unos extractos de un bodrio llamado "Constitución Europea" e, inmediatamente, todos guardan silencio. La crítica política desaparece. Don dinero, la gran olla, el Presupuesto, o como quiera que se llame, tapa la boca del editorialista más perspicaz. Y de la televisión nada bueno puede esperarse. Niega lo real o, peor aún, convierte lo político en una sección de sucesos.

E. J. G. -

Según los prelados, los peligros que debe evitar la opción nacionalista es «considerarse a sí misma como la única forma coherente de proponer el amor a la nación» y «defender los propios valores nacionales excluyendo y menospreciando los de otras realidades nacionales o estatales».
Para los obispos, «la pretensión de que a toda nación, por el hecho de serlo, le corresponda el derecho de constituirse en Estado, ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza, dan lugar a un nacionalismo totalitario, que es incompatible con la doctrina católica».
Recuerdan que España es fruto de un complejo proceso histórico, por lo que «poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, no sería prudente ni moralmente aceptable».

E. J. G. -

En ese documento realizaban un juicio moral sobre el «nacionalismo totalitario» y afirmaban que «resulta moralmente inaceptable que las naciones pretendan unilateralmente una configuración política de la propia realidad y, en concreto, la reclamación de la independencia en virtud de su sola voluntad». «No es moral -agregaba la Instrucción- cualquier modo de propugnar la independencia de cualquier grupo y la creación de un nuevo Estado, y en esto la Iglesia siente la obligación de pronunciarse ante los fieles cristianos y los hombres de buena voluntad». Cuando la voluntad de independencia «se convierte en principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y por cualquier medio, es equiparable a una idolatría de la propia nación que pervierte gravemente el orden moral y la vida social», añadía el texto.
Para los obispos, «tal forma inmoderada de culto a la nación es un riesgo especialmente grave cuando se pierde el sentido cristiano de la vida y se alimenta una concepción nihilista de la sociedad y de su articulación política». «Dicha forma de culto está en relación directa con el nacionalismo totalitario», según los obispos españoles, para los que la opción nacionalista, como cualquier otra opción política, «no puede ser absoluta», y para ser legítima «debe mantenerse en los límites de la moral y de la justicia» y evitar un doble peligro.

E. J. G. -

La Conferencia Episcopal Española calificó hoy de «inadmisible» pretender «alterar unilateralmente» el ordenamiento jurídico «en función de una determinada voluntad de poder, local o de cualquier otro tipo», en referencia al Plan Ibarreche.
En una nota de prensa, los obispos recuerdan que la aprobación en el Parlamento vasco del denominado Plan Ibarreche el pasado 30 de diciembre ha suscitado «un fuerte debate social y político» y defienden la necesidad de «respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria» como la española.
Para la Conferencia Episcopal, «la Constitución es hoy el marco jurídico ineludible de referencia para la convivencia» y, aunque reconocen que se trata de una norma «modificable», consideran que todo proceso de cambio «debe hacerse según lo previsto en el ordenamiento jurídico».
Los obispos españoles reiteran que la Constitución de 1978 «no es perfecta, como toda obra humana», pero es «el fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento» y el «instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos».
En el contexto del debate suscitado a raíz de la aprobación de la propuesta del lendakari Ibarreche, los obispos recuerdan la doctrina moral de la Conferencia Episcopal sobre las relaciones entre nación y nacionalismos en España, que se desprende de una Instrucción Pastoral sobre terrorismo de noviembre de 2002.

Alberto M. -

Los partidos de las selecciones españolas, en especial la de fútbol, logran unir a los españoles. Ahora me parece que también va a lograr unirlos con más motivo aún.

Primero porque el País Vasco es una tierra donde la mitad de los ciudadanos están como objetivos de la banda terrorista. Muchos cargos públicos han de ser escoltados para moverse, también muchos vascos se han ido ante la situación de extorsión terrorista.

Igualmente, porque a unos iluminados seguidores de la ideologías nacionalistas, ya moderadas o ya violentas, se les ha metido en la cabeza que sonde una raza superior, que todo lo hacen con más perfección que los demás españoles, y que proceden del Cáucaso, cuando en realidad los estudios del ADN de los vascos, madrileños o andaluces es mucho más similar al de los bereberes del Sáhara que de los europeos.

Igualmente los filólogos encuentran más similitud entre el vasco y el bereber que con otros idiomas. Todos sabemos que igualmente en la educación de las nuevas generaciones se les ha inculcado el odio a lo español.

¿Ha habido alguna vez unas condiciones de ejercer los derechos y libertades en el País Vasco como, por ejemplo, en otros puntos de España como Granada, Salamanca, Valencia, Madrid, Badajoz, Las Palmas o Zaragoza?

Todos tenemos amigos o algún familiar vasco que nos dan buena información de lo que allí hay. Así que hay que ganar el partido a Ibarretche, a Batasuna y a ETA.

Oscar Molina -

“Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada.
Y hará que nuevas manos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retornarán aladas de savia sin otoño,
Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado que retoño
Aún tengo la vida, aún tengo la vida.

Para la Libertad…”

A poco que sembremos para la Libertad, se regenerará nuestra España. Y la Libertad es como la vida: Se abre paso.

Oscar Molina -

España existe, España todavía es España, y está necesitada de una regeneración que ya ha quedado claro que no vendrá de sus instituciones, sino de sus ciudadanos. España no es un sueño, ni fue un sueño, pero se ha hecho necesario soñarla desde la Libertad. España será lo que quieran los españoles que sea, o no será. Y esa regeneración ha de ser para la Libertad; la de poder profesar cualquier ideología en cualquier parte de ella sin miedo, la libertad de tener la tranquilidad de que las futuras generaciones hablarán, escribirán, amarán y se expresarán en la maravillosa lengua común de 350 millones de personas; la de poder estudiar y conocer nuestra Historia sin sesgos, amputaciones y manipulaciones, y ejercer el orgullo que supone pertenecer a una de las naciones más antiguas del Mundo. La Libertad que nace cuando todos los recursos de una comunidad están al servicio solidario de todos sus miembros sin surrealistas e increíbles imposiciones sobre el agua, el sol o el viento. La facultad de poder decir libremente que España es algo más que una selección de fútbol que siempre decepciona sin que nadie tenga que mofarse de uno, o aguantar la cara de condescendencia con que se regala al niño que cree en los Reyes Magos. A través de la regeneración se llega a la Libertad, y se puede entender la Libertad como regeneración. Pregúntenle a Miguel Hernández, cuyos versos canta Joan Manuel Serrat en “Para la Libertad”:

Oscar Molina -

La izquierda ha preferido tradicionalmente mirar para otra parte con la sola intención de pescar en los caladeros nacionalistas moderados. Y la derecha ha tomado medidas para contrarrestar al nacionalismo en una carrera en la que siempre fue por detrás, por la sencilla razón de que renunció a dar la pelea en el terreno de las ideas, se sintió acomplejada de decir en voz alta que existe España como Historia, como comunidad, como unidad…como ideología. Prefirió curar los síntomas que iban apareciendo antes de atacar la enfermedad, y su dejadez negligente, su dimisión militante son su gran culpa. Ante el espacio ideológico que se les dejaba vacío los nacionalismos sólo han tenido que practicar la ocupación sin lucha alguna. Han recurrido al asesinato, el secuestro, la extorsión y la amenaza, y han tasado sus ambiciones como precio para la resolución del problema que ellos crearon, en singular coacción a una sociedad que empieza a preferir la supuesta Paz, antes que pagar su asqueroso peaje en la defensa de algo que ya no le merece la pena, porque apenas sabe lo que es: España.

España no ha tenido quien la defienda, pero haber sufrido unos políticos que no han estado a la altura no debe impedir que la sociedad civil española se ponga a la tarea de evitar que se consume el desastre.

Oscar Molina -

Es cierto que el Apóstol del Talante nos ha caído justo cuando más firmeza y determinación hacían falta, es verdad que su confusa adhesión al concepto de España allana el camino de los peritos del chantaje, es indiscutible que su menesterosa obsesión por diferenciarse de Aznar es como viento en popa para todo el que quiera sacar tajada, y por supuesto no hay duda de que de su vergonzante carencia de proyecto e identidad toman nota todos los que al Norte y al Sur quieren repartirse los despojos de lo que él no va a defender. Pero todo esto no empezó ayer.

Son muchos los años en los que poco a poco España se ha ido plegando al vendaval de sinrazón; hace ya mucho que se ha dejado en manos de partidos separatistas materias como la Enseñanza de la Historia, la Política Lingüística o el significativo mundo de los símbolos. Todos los Gobiernos de la Democracia, en mayor o menor medida, han huido de la defensa de la idea de España como de la peste, y han optado por ofrecer un perfil bajo que no les colgara el cartel de franquistas que muchos de ellos han vinculado a la defensa de nuestra nación, su Historia y sus señas de identidad. No han querido proclamar a los cuatro vientos algo tan elemental como que España es muy anterior a Franco, y que la Constitución de 1978 no inaugura la unidad de España, simplemente porque España es mucho más antigua que esa Constitución, y su unidad también.

Oscar Molina -

Juan José Ibarreche ha tirado por la de enmedio y ha decidido que la unidad de España está en manos de un 6% de los españoles. Ha culminado el estirón de una cuerda hasta ponerla en la tensión de poder proclamar que sólo los vascos tienen derecho a decidir sobre el futuro de un país que es de todos. O eso, o las tortas. Las tortas de los que le han prestado tres votos, las tortas de los que han causado mil muertos para allanar su camino, las tortas de todos esos que ni han dado ni darán una torta en su vida porque ni tuvieron, ni tienen, ni tendrán cojones para otra cosa que no sea apretar el mando a distancia o disparar por la espalda.

Mientras tanto, nuestro Gobierno “fashion” prefiere mantener su imagen a que se le despeine ese flequillo hortera en la lucha por las cosas de comer, opta por olvidar que los papeles de Salamanca son el epitafio del autoofrecido cadáver de uno de sus Ministros, y se empequeñece complaciendo a los que le tienen agarrado por los talantes. Pero no nos engañemos, ZP no es culpable de esta situación. Responsabilizar a Zapatero de este desbarajuste es un absurdo recurso a la pataleta fácil.

Oscar Molina -

La letanía de consignas, “Cataluña no es España”, “El ámbito vasco de decisión”, “Las comunidades nacionales”, “La nación de naciones” y toda esa amalgama de proclamas tan carentes del mínimo rigor histórico, y dotadas de un éxito tan inversamente proporcional a su fundamento, tienen su raíz en ésta: “España no es España”.

Esas absurdas arengas de acomplejados anhelantes de patrias que sólo están en el mito, nacen de una mucho mayor. Es exclusivamente mediante la anulación de la existencia de España como pueden alumbrarse otros absurdos con fronteras. Únicamente a través de la negación de un todo pueden llegar a tener tal condición sus partes. Y en esa tarea, triste es decirlo, llevamos muchos años, con una perseverancia suicida que vista fríamente es como para no darle crédito. Poco a poco la estrategia de los nacionalismos ha ido cuajando. De forma sutil y casi siempre poco ruidosa, a modo del ofidio que anida en ellas, las formaciones separatistas han ido creando las condiciones objetivas que justificaran sus muy subjetivas pretensiones, y hoy, tenemos en España al Presidente de una Comunidad Autónoma que ha cruzado el Rubicón de lo tolerable, sometiendo a todo un pueblo a un chantaje en cuya declamación no ha cuidado ni siquiera las formas, no ha ahorrado las amenazas ni ha escondido sus armas.

Carlos A.M. -

«Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria... o el futuro acabará demostrando que os quedásteis sin ellas». Hace un mes, De Juana Chaos exigía así la continuidad de los atentados. Su presencia en la calle sería una afrenta no sólo para las víctimas, sino también para el Estado de Derecho. La Audiencia Nacional debe encontrar mecanismos legales para impedir que este ultraje se consume.

Carlos A.M. -

El ministro de Defensa, sin embargo, fue más lejos y pronunció un discurso netamente político, en sintonía con el sentir mayoritario de la ciudadanía. José Bono recordó que los «enemigos de la Constitución» han asesinado «a cerca de mil españoles inocentes en atentados terroristas, entre ellos 295 militares y guardias civiles». Todos ellos tenían en común la defensa de una idea de España, por lo que el titular de Defensa concluyó que «honrarles es deber de los vivos». El ministro parafraseó el famoso discurso de Lincoln en el que el presidente norteamericano dio sentido político a la «memoria» de los muertos en la Guerra de Secesión. Una cita altamente significativa, ya que Lincoln respondió a la secesión primero con la palabra y luego con la fuerza de las armas para defender los valores de una nación democrática.

La existencia de España como nación mucho antes de que se hubiera completado la unidad de países como Canadá, Italia, Brasil o Alemania fue el hilo conductor del discurso que desembocó en su compromiso de que las víctimas del terrorismo «no hayan muerto en vano».

Quiso la casualidad que mientras Bono pronunciaba estas solemnes palabras en el Palacio Real la opinión pública conociera una de esas noticias que producen la mayor indignación. El histórico y sanguinario miembro del comando Madrid de ETA, José Ignacio de Juana Chaos, condenado a más de 3.000 años de cárcel por múltiples asesinatos puede salir en libertad el mes que viene. Por estar matriculado en cursos de formación, De Juana Chaos ha redimido condena y sólo cumplirá 18 años del límite máximo de 30 que marca la ley.

Carlos A.M. -

La aprobación del plan Ibarretxe en el Parlamento de Vitoria ha dado lugar en estos primeros días de 2005 a un intenso y apasionado debate político sobre el futuro de la Nación española. Sin embargo, se echaba en falta que algún dirigente político hablara en nombre de quienes no pueden hablar: las más de 900 víctimas de ETA. Ellos tienen más derecho que nadie a que se les tenga en cuenta porque quienes les arrebataron la vida lo hicieron con el objetivo de que el Estado cediera ante el chantaje de una banda terrorista que coincide en los fines con los promotores del plan secesionista. Más aún. El grupo que propició la aprobación del texto pese a estar ilegalizado es, precisamente el brazo político de ETA.

Ayer, durante la celebración de la Pascua Militar, el jefe del Estado y el ministro de Defensa rompieron ese silencio sobre las víctimas. Don Juan Carlos lo hizo en el tono institucional que le corresponde, asegurando que los españoles les deben «solidaridad y entrega». El discurso del Monarca, sin dejar de resaltar la vigencia de la Constitución, no se refirió al plan Ibarretxe.Una cautela debida, sin duda, a que no quiere que nadie pueda interpretar que se inmiscuye en un asunto que se encuentra en trámite de debate parlamentario.

Brado -

"Si el lehendakari vuelve a afirmar que se hará lo que quiera la sociedad vasca, y no lo que quieran el PSOE y el PP; es decir, si afirma que los votantes del PP y del PSOE no son miembros de la sociedad vasca, ¿qué va a ser de ésta a partir de ahora?"

¿Es posible decir más en tan poco espacio?

Tremenda lógica, aplastante contundencia.

¡Que profunda reflexión!

¡Enhorabuena Sr. Arregui!

¡Que los dioses nos cojan confesados!

Tomas C. -

La ley existe para todos y debe ser cumplida
Estan soltando malvados asesinos,que son los que han llevado a Ibarreche donde esta y al mismo tiempo,se intenta arregar lo que no tiene remedio,que es el intento secesionista
Con la politica por medio y sin haber querido ir nunca a la cabeza del problema,que es el PNV hemos llegado casi a la secesion y los separatistas,ahora,han dado un ultimatun a el Gobierno o me das Vascongadas o habra mas violencia y mas muertes
Y con ese ultimatum,el partido socialista,se arruga y recibe a bombo y platillo al chantagista
Y no contento con esto,el partido que gobierna,se alia con los sepatatistas catalanes,para aislar al unico partido que ahora mismo,dice que es Nacional
Este presidente es un mezquino individuo
Y nos ha metido en un buen lio
Esta dispuesto a romper España
Esta dispuesto a hacer una España confederal
Y sin mandato alguno

David Parada -

Ante este panorama, se impone la necesidad de un acuerdo de Estado sobre España en el que los dos grandes partidos, PSOE y PP, tiendan puentes y afronten el desafío planteado por el Parlamento vasco con la altura de miras que la ocasión demanda. Al Gobierno socialista le corresponde la tarea de responder al órdago lanzado por el PNV, con el apoyo de Batasuna/ETA, otorgándole a la Constitución el valor que merece como instrumento integrador y de defensa ante la ofensiva nacionalista.

David Parada -

No es suficiente que Bono -le guste o no, miembro de un Ejecutivo apoyado por Carod-Rovira- aproveche cada evento militar al que acude para decir cosas que cuentan de antemano con amplio respaldo. Lo importante es que si Bono y otros dirigentes del socialismo español piensan realmente que la soberanía es del pueblo español, que la unidad de España es indisoluble y que no hay más Nación que la española, algo tendrán que hacer para corregir la trayectoria política de un Gobierno que tiene como aliado parlamentario principal a un partido -ERC- declarada y hostilmente independentista.

Defender la Constitución y alabar a ERC como socio es una contradicción sostenible por la debilidad política del Gobierno, expuesta en estado puro en la autocorrección que se impuso José Blanco, secretario de Organización del PSOE. Primero advirtió a ERC de que, si amenazan con romper la colaboración con el Gobierno, éste se buscará otros socios; y luego hizo de esa colaboración un dechado de virtudes, tratando a ERC como el gran apoyo del Ejecutivo socialista. Este doble mensaje para mantener una actitud de firmeza ante un partido que la merece sin reserva ni matiz es lo que socava el crédito del Gobierno ante cualquier encrucijada en la que haya que definirse sin ambigüedades. Las palabras de Bono y de Blanco son la metáfora de la dispersión de intereses que atenaza al PSOE y que puede llevar a este partido a una situación en la que cada cual busque salvarse de la quema asegurada por las peligrosas relaciones con las nacionalistas.

David Parada -

LA opción de alargar los plazos relativos al debate sobre el plan Ibarretxe puede tener para el Gobierno y para el PSOE un efecto interno contraproducente, del que ya han aparecido los primeros indicios. El tiempo es un factor que los nacionalistas saben manejar bien. Más de tres años ha estado Ibarretxe viviendo políticamente a costa de su plan. Pero cuando además tienen la iniciativa, como en este caso, la respuesta de los partidos no nacionalistas debe basarse en la imposición de una estrategia propia. El Gobierno y el PSOE no lo están haciendo y dado que no tienen un discurso homogéneo, el paso de los días hará que afloren las divergencias que ahora sólo se hacen valer en voz baja. Ayer, ante su Majestad el Rey y ante el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa, José Bono, volvió a asumir la representación de la visión nacional de su partido, al defender la soberanía del pueblo español frente a proyectos rupturistas. Como no podía ser de otra manera, este planteamiento del ministro de Defensa coincide con el criterio de la mayoría de los españoles, pero trasladado al terreno político sólo cabe comprobar su irrelevancia en la toma de decisiones del Gobierno y del PSOE.

David Garcia G. -

El plan Ibarretxe ya está aquí. Nueva demostración de que los nacionalismos son insaciables a la hora de tratar de conseguir sus objetivos. En todos estos años, los sucesivos Gobiernos de España han ido cediendo hasta premiarles con el mayor grado de autonomía que existe en una región de cualquier país de Europa. En cuanto se les concedían ciertas transferencias de poder, ya estaban exigiendo otras nuevas. Conseguidas las nuevas, el ansia insolidaria de lograr algo más solamente para su tribu les hacía ponerse en pie de guerra, ayudados de las amenazas de los que mueven el árbol del terrorismo. En estos instantes, ya es el todo o nada. Sin tapujos.

Años han estado minando los cimientos de este Estado español que tanto repudian y del que tanto se han beneficiado, que se han crecido hasta verse capaces de lanzar el órdago de sus ideas secesionistas. Y justo en un momento en el que entre todos caminamos más juntos que nunca hacia la idea de una Europa unida. Todos estos años en democracia han tratado de dinamitar la Constitución que nos une y nos representa. Y ahora, ya sin caretas, sabemos que buscan dar el tiro de gracia a una hermosa realidad llamada España. Pero no saben que la ley, la justicia y la lógica de un tiempo en el que no caben los xenófobos independentistas harán que sus pretensiones de iluminados de la raza se queden ancladas en el pasado rancio y caduco que representan.

Jose M. Marco -

Otra cosa es que el PP se deje enredar. Además de seguir insistiendo en la viabilidad de un pacto de Estado, habrá de encontrar fórmulas que le permitan salir del aislamiento y el acoso al que lo que quiere someter la coalición nacional socialista. Rajoy siempre ha tenido fama de hombre de centro. Las circunstancias lo han colocado justo en el punto de gravedad, en el centro exacto de la situación. El PP es ahora el único elemento de estabilidad en la delirante situación española. Todo gravita sobre él. Es una situación difícil, pero no desesperada.

Jose M. Marco -

En consecuencia, el plan Ibarreche y la ofensiva nacionalista son elementos secundarios, puramente utilitarios, para pararle los pies al PP. En realidad, el Gobierno socialista ni siquiera ha empezado a responder a los nacionalistas. Estamos presenciando la escenificación de cómo el PP es, primero, el auténtico culpable de la situación “de crispación” que estamos viviendo, y, segundo, la de cómo el PP sigue siendo el principal obstáculo para encontrar una salida pacífica y dialogada al problema en el que el mismo PP nos metió.

La actitud dice mucho del grado de confianza que la izquierda y el progresismo tienen en ellos mismos, equivalente a cero. Si la izquierda y el progresismo prefieren alinearse con los enemigos de España, es porque piensan que frente a frente, y sobre todo en ese terreno, siempre les va a ganar el PP. Personalmente creo que están equivocados, pero es un hecho que piensan así y ya no hay vuelta atrás.

Inseguridad no equivale a falta de recursos. Como todo está subordinado al único fin de que el PP no vuelva al poder, el Gobierno socialista se siente completamente libre de adoptar cualquier acción. Puede hacer gestos contradictorios, desdecirse en días, cambiar de posición en horas. Da igual, con tal de que se cumpla el objetivo propuesto. Cuenta además con el aplauso de la opinión progresista, que piensa igual y aspira a lo mismo.

Jose M. Marco -

Todos los instrumentos están listos para cerrar el camino a los nacionalistas. Las instituciones están en pie, la opinión pública apuesta por la estabilidad, hay un gobierno democráticamente elegido, un partido de oposición sólido que ha ofrecido su colaboración para salvar la situación, un contexto internacional de progreso económico y de estabilidad. Incluso gobierna la izquierda.

No ocurre esta vez como en otras ocasiones en la historia de España, en que se intentaba explicar la inestabilidad echando mano de los males endémicos de nuestro país, una situación de crisis general o cualquier otro pretexto. Ahora no. Si ante un desafío como el de los nacionalistas, el Gobierno del PSOE no acepta el pacto que le ha ofrecido el PP, asumirá todas las responsabilidades que se deriven de su decisión.

Es lo que ha hecho, y sabemos por qué. Para el PSOE, para la izquierda y en general para la opinión progresista española, el único objetivo legítimo de la acción política es evitar que el PP vuelva al poder. Todo lo demás, absolutamente todo, incluida la continuidad de la nación española, está subordinado a ese fin.

Pablo Hernanz -

Y hoy, cuando la amenaza a nuestra convivencia, cuando el modelo de estado y nuestra libertad está siendo ninguneada, arrasada, y violada sistemáticamente, es cuando tenemos que plantarnos y hacer cumplir la ley que nos une nos protege y nos defiende. Es decir, la Constitución. Presentar las "tortas" como arma arrojadiza parra quienes defendemos la Constitución vigente, cuando los apoyos del plan han sido de los que han torteado hasta el hartazgo de la sociedad democrática, cuando han sido ellos los que han torteado hasta la muerte a más de mil personas, es algo espurio que no tiene parangón demagógico desde hace décadas. Y teniendo una ley muy clara que aplicar, no sé qué dudas caben para solucionar este entuerto. Cosas veredes, Sancho.

Pablo Hernanz -

Ibarretxe, en su primera comparecencia tras la aprobación en el Parlamento Vasco de su plan separatista, se preguntó sobre una hipotética solución "a tortas". Pues bien, no es precisamente a tortas. Lo que hoy está puesto por escrito y tramitado a través de su plan separatista no es otra cosa que la fascista forma de pensar de quienes durante años encubrieron, defendieron y ampararon con su silencio a los que usaban las tortas para conseguirlo; o mejor, las bombas y el tiro en la nuca. Lo que ocurre es que desde su ilegalización (aún con la barrabasada de Atutxa en la cámara vasca) las tesis pistoleras, que tradicionalmente, los incautos como yo pensábamos que escapaban a las tesis del PNV –a pesar de que unos removían el árbol y otros recogían las nueces (Arzallus dixit)– fueron haciéndose más presentes en los postulados políticos del "nacionalismo moderado" del partido de Sabino Arana.

Aleix V. Q. -

Si la imagen que transmiten los televisores es que se ha producido un agradable encuentro de dos dignatarios públicos para discutir de igual a igual asuntos de mutuo interés, no se habrá servido demasiado bien a la causa constitucional. La gente ha de saber, y el Presidente del Gobierno así lo ha de expresar con sus palabras y con su lenguaje corporal, que nos encontramos ante una crisis de enorme alcance en la que nos jugamos el futuro del país. Su deseo de seguir en el poder, absolutamente legítimo en lo político y comprensible en lo humano, debe estar por debajo de su obligación de mantener la cohesión entre los españoles y la existencia misma de la nación que tanto le gusta pilotar. Porque si España desaparece del mapa durante su mandato, José Luis Rodríguez Zapatero y la formación que encabeza se pueden ir despidiendo de volver a gobernar lo que quede de ella por varias generaciones.
La Corona y los dos grandes partidos nacionales tienen sentido si hay Nación que los sustente. Por tanto, la preservación de la unidad de España es la condición indispensable de su propia razón de ser como instituciones. Mucho ojo, pues, porque aquí lo que se dirime no sólo es si nuestra venerable y agitada patria va a saltar en pedazos, sino si los que tienen la principal responsabilidad en la tarea de garantizar su permanencia en el tiempo son a su vez pulverizados. Lo digo para contribuir constructivamente a la tranquilidad y serenidad de la que todos hemos de hacer gala en estos días.

Aleix V. Q. -

El Gobierno y el PSOE han dado consigna a todas sus figuras representativas de transmitir un mensaje de normalidad ante el Plan Ibarretxe y su remisión al Congreso de los Diputados por parte del Parlamento vasco. Todas las propuestas al respecto del Partido Popular han sido descalificadas como desmesuradas o alarmistas. Ni el recurso al Tribunal Constitucional para paralizar el procedimiento, ni la no aceptación a trámite por parte de la Mesa del Congreso evitando así el debate en pleno, ni el pacto de Estado para defender la Constitución frente a lo que es ya sin disimulo una rebelión abierta de un Ejecutivo autonómico, han sido consideradas adecuadas para la ocasión por José Luis Rodríguez Zapatero. Su respuesta al desafío del lehendakari va a consistir en recibirle en La Moncloa –no sabemos si con ikurriña en la puerta o sin banderas de ningún tipo– y comunicarle afablemente su desacuerdo con la dinamitación del Estado y la disolución de la nación más antigua de Europa que su interlocutor le va a proponer, se supone que también con la mayor cordialidad.
Las buenas maneras y las actitudes dialogantes siempre son preferibles a los gestos desabridos y a la descortesía, pero ello no significa que no haya circunstancias en las que, sin necesidad de llegar a la grosería, una cierta severidad en los comportamientos resulta conveniente para no desorientar a la opinión.

Gabriel A. -

Sería idiota criticar esa jugada. Al jugador que trata de ganar una partida, no se le censura que intente amedrentar al adversario. Va en las reglas del juego. Menos fácil de entender es que al adversario lo congele el pánico ante el amago de un atacante tan débil. Y que, apenas pasadas unas horas tras proclamarse el chantaje, Rodríguez haya cedido gratis a la exigencia de ERC y PNV: renuncia formal a que la ley española siga vigente en las provincias vascas. Lo que es lo mismo, aceptación impune, sine die, de una doble administración, un doble ejecutivo, una legislación y juridicidad dobles, un doble Estado.
La confrontación llegará. De todos modos. Al final del hiato que un doble poder abre, hay necesariamente el choque de fuerzas que define al vencedor y al vencido. Pero, entre tanto, el PNV se habrá dotado de los elementos materiales y simbólicos de los que su arsenal todavía carece para hacer esta nueva guerra carlista con opción de triunfo. Para entonces, ERC y PSC habrán aprobado una versión muy catalana del estatuto vasco. El Gobierno de España habrá perdido, entonces, la partida.
Y empezará la tragedia. Pocos meses.

Gabriel A. -

En las situaciones de doble poder, decae la legitimidad constituida y se identifica y consolida la emergente. Los costes militares de la insurrección serán tanto más bajos para quien los planifica cuanto más amplio –en el tiempo y las instituciones– logre ser el interregno de vacío legal. También aquí, como en el arte bélico de Sun-tzé, la batalla debe ganarse antes de mover una sola pieza. Lenin dio a esa herencia del turbulento siglo XIX forma y concisión magistrales: el poder no se comparte; y la insurrección, como una de las bellas artes, cabe en el cálculo exacto del intervalo que separa al Estado en suspenso de su óptimo de fragilidad. En una coyuntura insurreccional, quien deja al adversario marcar ritmos y calendarios ha perdido ya el combate. Antes de que el primer cruce de fuego se produzca.
El doble poder es, por definición, transitorio. Y su apertura misma, síntoma de una descomposición casi siempre irreversible. Porque, siendo el Estado máquina, por definición, monopolística, en la cesión voluntaria que lo lleva a compartir poder con otro, con quien sea, hay siempre el poco equívoco desaliento de los moribundos.
Y se nota. Vaya si se nota. ¿De qué, si no, un partidito con tan irrisorio número de votos como Esquerra Republicana de Cataluña iba a cantar jaque (y jaque mate) al partido mayoritario de España y al Gobierno de la nación? Con esa irrisoria cuota electoral, los de Carod dieron anteayer el ultimátum: si Rodríguez Zapatero opone resistencia al paréntesis constitucional abierto por Ibarreche en el País Vasco, ERC derribará al Gobierno. Y clausurará la legislatura.

Francisco Maruenda -

La estabilidad del Gobierno de España depende de un partido independentista. Es una obviedad que conviene recordar porque está en juego no sólo la actividad normal de un Gobierno y la aplicación de un programa, sino iniciativas que pretenden acabar, simplemente, con España. ERC y PNV coinciden en sus objetivos, algo que muestran sin subterfugios. Ahora podemos observar, además, una inquietante solidaridad a la hora de plantear los pulsos al Estado. La advertencia del secretario general de ERC, Joan Puigcercós, al presidente del Gobierno sobre una pérdida de apoyo parlamentario según cual sea su actitud ante el plan secesionista de Ibarreche deja las cosas muy claras y es un serio aviso a navegantes. ¿Hasta dónde llevará ERC un pulso que puede provocar elecciones anticipadas en España y Cataluña?
Las cesiones que haga Zapatero pondrán de manifiesto cuál es su grado de apego al poder. Los indicios resultan preocupantes, pero cabe esperar que no ceda ante Ibarreche porque luego lo tendrá que hacer ante ERC que impondría, alentada ante un éxito del nacionalismo vasco, una reforma del Estatut de carácter soberanista. El debate en el Congreso servirá para que todos los grupos muestren sus posiciones sin ambigüedades, algo que perjudica al PSOE, que preferiría seguir instalado en el limbo actual. Por su parte, Puigcercós quedará en evidencia ante su electorado y sus compañeros de viaje si se pliega a los cantos de sirena del recién estrenado poder en la Generalitat.

Jose L. de los Reyes -

Me resulta ingenua la desmesurada publicidad que se da al enloquecido y enloquecedor, pero astuto, Plan Ibarreche. ¿Por qué no entendemos que el presidente vasco, sabedor de que su plan no puede prosperar, si se aplica la norma constitucional y legislación vigentes en España, está sacando un extraordinario, y gratuito, provecho para seguir protagonizando la actualidad nacional y, encima, acaparar votos nacionalistas y batasunos para su reelección en las inminentes autonómicas de aquella comunidad?
Piden ZP y sus portavoces que no desconfiemos de que su Gobierno parará el plan en su entrevista con su iluminado autor, sin necesidad de llegar al TC. Pero, ¿por qué los españolitos de a pie vamos a confiar en él y su cacareado «talante» en esta trascendente materia de la unidad de España, cuando ha cedido tan vergonzosamente ante los acosos nacionalistas, tanto en sus «pactos» parlamentarios, casándose hasta con los que pactan y ayudan a los asesinos, como en las cuestiones y símbolos patrios?
Lo mejor sería ir directamente al TC, que es juez en tan vital materia, como es la unidad constitucional de España. Aunque a estas alturas de la película del absurdo, ya no sabe uno en quién confiar, cuando el demonio anda suelto. Salvo en Dios, aunque ahora andará bastante atareado con lo del maremoto y demás desgracias inevitables, como para preocuparse del «jueguecito» que se traen los españolitos nada menos que con su unidad territorial y con sus principios soberanos.

Rafael J. Gil L. -

El mal llamado Plan Ibarreche (estimo que debía denominarse algo así como «plan de separación de España de algunas personas de algunas provincias vascas») es un asunto muy grave para España. Desde el momento de su aprobación por el Parlamento vasco se ha convertido en un desafío a la unidad de España y a su actual Constitución de 1978.
Debo manifestar algo que me causa mucho resquemor. Pero dados los muchos antecedentes de mentiras, decirse y desdecirse y otras cosas similares del actual Gobierno, muchos españoles estamos pensando por qué este «desgobierno» no presenta el inmediato recurso de inconstitucionalidad, de acuerdo con el artículo 161.2 de nuestra Carta Magna. El presidente afirma que no lo hace porque «puede ser contraproducente». Contraproducente: ¿para quién?, ¿para qué? ¿Por qué no lo explica?

Rafael J. Gil L. -

La única respuesta posible a la pregunta de Ibarreche de si tendrá que acabar «a tortas» es que retire el «disparate nacionalista» aprobado con apoyo etarra, que es una burla macabra para vascos y españoles que venimos padeciendo hace muchos años el terrorismo y no vamos a consentir que se salgan con la suya. En contra de lo que dice, su «plan» genera mucha más violencia y los primeros que la padecerían serían los vascos en el caso de que saliera adelante.
No cabe otra solución que parar ya los propósitos de este señor que tanto daño está haciendo a todos, con medidas judiciales, políticas y ciudadanas.

Ibarreche tiene un plan/ que lo defiende con saña,/ y, aunque ETA le acompaña,/ no le importa, pues su afán/ es separarse de España.
Después de tanto terror/ como la ETA ha sembrado/ ¿no le importa a este malvado/ aprovechar el dolor/ de su pueblo vascongado?
ETA removió el nogal/ y él recoge las nueces./ Vascos y vascas mil veces/ lamentarán tanto mal/ como ha hecho y hará con creces.
Se aprovechó del terror/ y a España quiere partir./ Si es por mí, se puede ir,/ cuanto más lejos mejor,/ y que nos deje vivir.