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Los Reyes viajan a Melilla, tras la calurosa acogida en Ceuta y las críticas de Marruecos.

Los Reyes viajan a Melilla, tras la calurosa acogida en Ceuta y las críticas de Marruecos.

A pesar de la reacción del Reino alauí, el Gobierno confía en que la visita Real no altere las "muy buenas" relaciones que existen con Marruecos. El día en que se produjo el anuncio del viaje de los Reyes (el miércoles por la tarde) fuentes oficiales enmarcaron la decisión en el deseo que siempre ha tenido el jefe del Estado de desplazarse a Ceuta y Melilla y consideraron que se trataba de "un buen momento" para hacerlo.

La agenda de hoy en Melilla comenzará a mediodía con los correspondientes honores en la Plaza de España, seguidos del acto solemne de recibimiento en el Palacio de la Asamblea, donde hablará en primer lugar el presidente de Melilla, Juan José Imbroda Ortiz, y posteriormente Don Juan Carlos tras recibir, como en Ceuta, la llave de oro de la ciudad. Los Reyes almorzarán a continuación con diversas autoridades y representantes de la sociedad melillense en el Hotel Melilla Puerto.
Ayer, los Reyes concluyeron su visita oficial a Ceuta descubriendo una placa en su honor en el parque Juan Carlos I. La visita comenzó al mediodía de ayer con la llegada a la ciudad, en la que 25.000 personas (un tercio de la población), según datos de la Policía Local, los recibieron copando el recorrido oficial que los Reyes realizaron hasta llegar a la plaza de África. Allí, saludaron a las autoridades y recibieron las salvas de honor, antes de asomarse al balcón del Palacio municipal a saludar a los ciudadanos que esperaban en la plaza con gritos de "ole, ole, ole, somos españoles" y de "España, España".
Posteriormente, Don Juan Carlos recibió la llave de oro de la ciudad, antes de pronunciar un discurso en el que señaló que no quería dejar pasar más tiempo sin visitar Ceuta. Después sus Majestades firmaron en el libro de honor de la ciudad antes de acudir a un almuerzo en el Parador de Ceuta en el que hubo unos 300 invitados entre autoridades y representantes de la sociedad ceutí.
Los Reyes de España terminaron la visita oficial descubriendo una placa en el parque Juan Carlos I antes de volver al helipuerto. Nuevamente allí estuvieron acompañados por numerosos ciudadanos que volvían a gritar "España, España". La visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía a Ceuta fue seguida por más de 150 periodistas nacionales e internacionales.

5 comentarios

Sanchez D. -

La protesta marroquí ha coincidido, sin sorpresa del respetable, con la crítica del nacionalismo catalán a la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Hemos oído expresiones como "colonialismo" y "nacionalismo español rancio" que, ya a estas alturas, y referido a la monarquía alauí y la república carod-roviriana, la verdad, mueven a la risa y precisan una matización.

ERC abandera un nacionalismo que combina el tradicionalismo –la vuelta a una inventada Edad de Oro basada en las "leyes viejas" y en la comunidad uniforme– con el socialismo, cuya conocida discrepancia con la libertad y la democracia exime de cualquier explicación. Su lenguaje recuerda al del padre Alvarado, el famoso Filósofo Rancio que atizó a los liberales de 1812 con su visión excluyente de la nación, el integrismo fanático, la demonización del otro, el victimismo y, cómo no, el postular la hoguera para el adversario –recuérdense las fogatas con las fotos del Rey e incluso con un monigote que lo simbolizaba–.

Ese nacionalismo catalán es excluyente y contrario a la modernidad, ajeno a la manera en que se siente el nacionalismo, o el patriotismo, en los principales países occidentales. ¿Qué diferencia hay, por tanto, con el nacionalismo español de hoy? La española es una nación de ciudadanos, anclada en la libertad en sentido pleno y contemporáneo; es decir, en la soberanía nacional, los derechos individuales y la separación de poderes, aunque con la conciencia de que su desarrollo institucional es mejorable, sin duda.

No hay mitificaciones históricas –como presuponen historiadores del nacionalismo como Gellner o Hobsbawm–, pues somos especialistas en censurar nuestro pasado, aquilatando personas, regímenes y acontecimientos. Tenemos un pasado liberal, de transformación de la nación de vasallos en nación de ciudadanos, plenamente moderno y aceptable, que tuvo lugar en la Guerra de la Independencia, y cuyo cenit fueron la Constitución de 1812 y su Discurso Preliminar. Nación y libertad, en sus acepciones más contemporáneas, están unidas desde entonces, al igual que reconocidos sus avatares históricos y los errores cometidos.

No hay mitos ya en nuestra historia, como tampoco invenciones al estilo de los nacionalismos vasco y catalán y sus sucedáneos. El historiador Anderson colocaba la invención como elemento imprescindible para las nuevas naciones del siglo XX. No es el caso de la española. Con 500 años de historia común –al menos–, con fronteras inalteradas y una proyección internacional histórica, política y cultural importantísima, es innecesaria la invención; para bien y para mal.

El nacionalismo español de hoy concibe a la nación como una comunidad de ciudadanos, una sociedad abierta, no excluyente, en la que no hace falta requisitos lingüísticos o tener los cuatros apellidos propios del terruño. Es una adhesión voluntaria, personal, no condicionada a etnias, lenguas, ideas políticas, planteamientos sociales o religiosos. Tan abierta es que admite en su seno a quien niega su españolidad, y no se le retira por ello sus derechos ni se le obliga, directa o indirectamente, a dejar el país.

No es vergonzoso ser nacionalista español, como postulan cierta izquierda y los separatistas. Es la modernidad y lo propio de Occidente: el sentimiento de pertenencia a una comunidad abierta, que asegura la libertad del individuo, la ciudadanía verdadera.

Por esto es preciso diferenciar el nacionalismo excluyente y arcaizante, del inclusivo y modernizador; distinguir entre el que defiende la comunidad etnolingüística, cerrada y obligatoria, y el que sostiene la comunidad de ciudadanos, abierta y voluntaria. La primera ensimisma, la segunda es práctica y adecuada al contexto político mundial. ¿Quién es el rancio?

rosendo -

Miles de melillenses han recibido ya en la Plaza de España de la ciudad a los Reyes entre gritos de ‘España, España’ y lemas como: “Melilla os quiere, Melilla os adora, que sepa todo el mundo que Melilla es española”. Muchos balcones han amanecido engalanados con la bandera española, que puede verse también en vallas y farolas de las calles que están recorriendo los Reyes.

Una verdadera marea rojigualda ha dado la bienvenida a los reyes


Ayer en Ceuta, Don Juan Carlos y Doña Sofía estuvieron acompañados en todo momento por el calor de los ceutís, que los recibieron desde primera hora de la mañana con la ciudad engalanada con la bandera nacional por todo el recorrido que Sus Majestades realizaron por la ciudad.


A pesar de la reacción del Reino alauí, el Gobierno confía en que la visita Real no altere las “muy buenas” relaciones que existen con Marruecos. El día en que se produjo el anuncio del viaje de los Reyes (el miércoles por la tarde) fuentes oficiales enmarcaron la decisión en el deseo que siempre ha tenido el jefe del Estado de desplazarse a Ceuta y Melilla y consideraron que se trataba de “un buen momento” para hacerlo.

greta -

Juan José Imbroda, presidente de Melilla, comentaba ante la visita de hoy de los Reyes a la ciudad autónoma que hasta ahora se habían sentido "olvidados" pero "bien está lo que bien acaba". Y ha explicado que Marruecos no tiene ninguna razón histórica ni de derecho para quejarse de la visita. "Melilla era España ya desde hace más de 510 años. Marruecos no tenía ni idea de que iba a existir como nación política". Además, ha añadido que "esto se va a reconducir". "La sanidad nuestra está dando servicio a más de 30 mil personas de la zona. Y diariamente entran en Melilla 30 mil personas en una población de 80 mil. Las relaciones son fuertes. Y se van a reconducir porque España tiene un peso en Marruecos como de diez a uno, con la ayuda que hace España". Para Imbroda, además, "hay que estar" con Marruecos pero "también exigirle el respeto que no nos tienen mucho".

Victorino -

Cuando la naturalidad es noticia, algo extraño sucede. Y ver algo que tendría que ser tan normal como que los Reyes de España puedan visitar tierra española, y ser recibidos con todo el cariño y la admiración por ciudadanos españoles que enarbolan con sinceridad y sin complejo la bandera de nuestra Democracia, debería ser lo más natural del mundo. ¿Dónde está el problema?
En Ceuta ayer, y en Melilla hoy, otra vez más vuelven a ser los Reyes -ahora junto a ceutíes y melillenses- los que nos han dado a todos una lección de orgullo y sencillez regalando una muestra más de libertad y compromiso del que deberíamos aprender más en el resto de España. Una gran lección de unos grandes Reyes y de unas ejemplares ciudades autónomas que son y sienten España. Aunque a algunos les pese.

sanchez -

Tras la demostración que ayer hicieron los ceutíes de su cariño a los Reyes y de su entusiasmo por ser parte de España, hoy les llega el turno a los melillenses, que preparan desde hace una semana todos los detalles para el histórico viaje.
El programa de la visita institucional que hoy realizarán Don Juan Carlos y Doña Sofía a la ciudad autónoma es muy similar al seguido ayer en Ceuta. Los Reyes llegarán a Melilla poco antes de las doce de la mañana procedentes de Madrid, donde ayer pernoctaron. Justo al mediodía llegarán a la plaza de España de la localidad mediterránea, donde recibirán los honores correspondientes.
Las autoridades locales se han esforzado toda esta semana en engalanar la ciudad. Gracias a ese esfuerzo, los Reyes pasearán bajo más de 25.000 banderas, 5.000 metros de guirnaldas y otros 2.500 de tela. Además, se repartirán alrededor de 30.000 tarjetas conmemorativas de la visita.
Al igual que lo ocurrido en Ceuta, el Rey recibirá de manos del presidente del Consejo de Gobierno melillense, Juan José Imbroda, la Llave de Oro de la ciudad. Para concluir su visita, Don Juan Carlos y Doña Sofía almorzarán con trescientos representantes de la sociedad melillense.
El «regalo» de los Reyes
Los ciudadanos han mostrado a lo largo de estos días la emoción por el viaje de los Reyes y la poca atención que desde sus calles prestan a las protestas de Marruecos. Es el caso de Josefa, una mujer de 80 años, que ha comentado a Efe que está «encantada» con tener en su ciudad a Don Juan Carlos y Doña Sofía. «Pensaba que me iba a ir de este mundo sin poder ver al Rey y a la Reina aquí, en mi tierra, pero a mi edad Dios me ha dado ese regalo», aseguraba Josefa con lágrimas en los ojos.
Miguel Córdoba, propietario de un quiosco de prensa en la Plaza de España, centro neurálgico de la visita, también resaltaba la importancia de este acontecimiento, al tiempo que quitaba peso a todo lo que está sucediendo con la actitud de Marruecos. «En Melilla nos sentimos muy españoles y lo único que ahora nos importa es que vienen los Reyes. Da igual lo que hayan tardado, da igual lo que digan otros, lo importante es que vienen», afirma Miguel, mientras no pierde de vista los preparativos.
Los colegios tendrán hoy horario reducido para que los escolares puedan acudir a ver a los Reyes, mientras que la Administración estatal ha dado facilidades a los funcionarios para que se ausenten del puesto de trabajo y acudan a la calle a unirse a las manifestaciones de apoyo.
A los preparativos festivos de la visita en la ciudad autónoma se unen los planes de seguridad para evitar cualquier tipo de incidente durante las horas que Don Juan Carlos y Doña Sofía estén en suelo melillense. La frontera de la ciudad con Marruecos ha tenido esta semana controles más exhaustivos para evitar la entrada de elementos peligrosos, al tiempo que se ha reforzado en más de cien efectivos el número de policías que tiene la ciudad autónoma. Si en Ceuta las medidas de seguridad han sido excepcionales, no lo serán menos en Melilla, que tiene más población y es vecina de la localidad marroquí de Nador, donde las autoridades del país magrebí han localizado en anteriores ocasiones algunos focos de radicalismo. Con la visita de hoy, los Reyes cierran el mapa de España, visitando la única ciudad que a día de hoy no conocen.