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Manifiesto prorrepublicano. ¿Ignorantes o embusteros?

Manifiesto prorrepublicano. ¿Ignorantes o embusteros?

Circula un curioso manifiesto prorrepublicano titulado "Con orgullo, con modestia y con gratitud", que empieza de tan raro modo: "La proclamación de la II República Española encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo". ¿Qué querrá decir eso? Parece una mala traducción de otro idioma... pero, ¡sorpresa!, no lo firman alumnos de la LOGSE intentando hacer retórica, sino una larga lista de intelectuales.

El escrito gira en torno a la idea de que la república supuso "un colosal impulso modernizador y democratizador", cuyos valores "siguen vigentes como símbolos de un país mejor, más libre y más justo", cosa muy lógica, pues ellos permitieron desarrollar "en múltiples campos de la vida pública una labor ingente, que asombró al mundo y situó a nuestro país en la vanguardia social y cultural". ¡Qué maravilla! Pero oigamos a Gregorio Marañón, uno de los más brillantes intelectuales liberales españoles del siglo XX y padre espiritual de aquel régimen: "Mi respeto y mi amor por la verdad me obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico". Atendamos a otro padre espiritual de la República, Ramón Pérez de Ayala: "Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Lo que nunca pude concebir es que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza". Por si hubiera equívoco, aclaro a los firmantes que Pérez de Ayala se refiere, precisamente, a los mismos políticos a quienes el manifiesto atribuye tales prodigios. El tercer padre espiritual de la república, Ortega y Gasset, clamó muy pronto: "¡No es esto, no es esto!". Y, amargado, se alejó de la política.

Podríamos citar muchísimas opiniones más, empezando por las de Azaña: "Me entristezco hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres. Veo muchas torpezas y mucha mezquindad, y ningunos hombres con capacidad y grandeza suficientes para poder confiar en ellos". Vuelvo a aclarar que no habla de los "reaccionarios", sino de los magníficos republicanos imaginados por los manifesteros. ¿No debieran tener éstos la elemental prudencia de prestar atención a tantas y tan autorizadas opiniones, y preguntarse la razón de ellas? Si lo hubieran hecho, habrían conocido una abrumadora documentación que les habría quitado de una vez por todas esas fantasías, propias más bien de adolescentes manipulados.

Tienen alguna razón, en cambio, cuando mencionan "la desleal oposición de quienes creían, y siguen creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad". Así, el propio Azaña creía, y lo declaró varias veces, que en la república sólo podían gobernar los suyos; el PSOE lanzó campañas con el lema "Todo el poder para el Partido Socialista"; los nacionalistas catalanes obraron desde el principio como si Cataluña fuera una finca suya. Etc. Sin embargo intuyo que los abajofirmantes no se refieren a éstos, sino a la derechista CEDA, que respetó la legalidad infinitamente más que sus contrarios. De ello también pueden enterarse sin demasiado esfuerzo.

En fin, ¿hay en manifiesto simple ignorancia, o falta de aquel "respeto y amor por la verdad" invocado por Marañón? Me temo lo segundo, a juzgar por esta acusación agresiva: "todavía se nos sigue intentando convencer de que la II República fue un bello propósito condenado al fracaso desde antes de nacer por sus propios errores y carencias. Rechazamos radicalmente esta interpretación, que sólo pretende absolver al general Franco de la responsabilidad del golpe de estado que interrumpió la legalidad constitucional y democrática". Esto suena claramente a coacción intelectual, y hasta legal, contra los disidentes. Pero cualquiera que, siguiendo a los padres espirituales de la república, a Azaña, a Pla, a Martínez Barrio, a Alcalá-Zamora, a tantos más, haya investigado los hechos, sabe perfectamente que la II República nunca fue un "bello propósito", que Franco y la CEDA respetaron la Constitución mucho más que las izquierdas, y que quienes destruyeron la legalidad democrática fueron los socialistas, los nacionalistas catalanes y, finalmente, el Frente Popular. Al destruirla, ocasionaron la guerra. Repito mucho estas cosas, porque estos señores, incapaces de refutarlas, insisten como si no las hubieran oído y proponen, abierta o solapadamente, la censura inquisitorial contra las versiones contrarias a las suyas, y más veraces.

Lo cual trae a la cabeza otra frase de Azaña sobre aquellos republicanos de quienes, muy justamente, se sienten herederos los firmantes: "No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad".

Y como entre los del manifiesto abundan los miembros o antiguos miembros no reciclados del PCE, termino recordándoles "con orgullo, con modestia y con gratitud" una observación de Julián Besteiro, uno de los pocos izquierdistas que defendió la legalidad y que desde 1933 profetizó lo que iba a suceder: "La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas: por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos".

28 comentarios

lucre -

Es interesante ver cómo \"argumentan\" esos \"republicanos\" que en realidad defienden al Frente Popular: mucho viva, mucho muera, mucho grito, mucho insulto... No dan más de sí. El mismo Azaña los retrató. Azaña quería valerse de ellos para hacer algo de interés, pero con tal ganado era imposible: \"corrupción de caracteres\",\"ineptitud\" \"política tabernaria\". Lo recuerda Moa y debiera ser conocido por todo el país, para aviso de viajeros.
Está bien que la gentecilla del PSOE-GAL-Filesa, la de la Infame Alianza o Alianza de Infames, se desahogue y chille y llame asesinos y ladrones a quienes defendemos la democracia y la unidad de España.
Pero ya lo dijo Besteiro. Ya lo dijo Ortega. Ya lo dijo Marañón. Ya lo dijo Pérez de Ayala: ellos son, precisamente, los ladrones y asesinos.

vasco orgulloso -

Para que todo el mundo lo sepa. Guerra Civil Española.
El tercio de Requeté Oriamendi se constituyó en Beasain (Guipuzcoa) en Octubre de 1936, tomando el nombre del monte (mendi) Oria, Oriamendi es igualmnte el titulo del himno del requeté de autor desconocido cuya partitura apareció en una batalla en la primera guerra carlista y se le adapto la letra \"Por Dios, por la Patria y el Rey...\". Antes de continuar aclarar que un tercio es esquivalente a un batallón del ejército. La creación de esta unidad posiblemente constituya un caso único por que cada Compañía estaba formada por voluntarios de una misma localidad. Así la 1ª eran jóvenes de San Sebastián, la 2ª de Tolosa, la 3ª de Ordicia y la 4ª de Beasain.

Javier Martinez -

En el 75 aniversario de la declaración de la Segunda República, asistimos a la magnificación del sistema político, cuya incapacidad desembocó en la Guerra Civil. Salen como setas los «intelectuales» que encumbran este sistema: ¿acaso habrá subvenciones para esto? Porque tras tres cuartos de siglo, se lo han debido contar sus abuelos y a veces sorprende la cercanía con que viven muchos esta etapa. Se trata por el Gobierno de revitalizar la historia, no desde un acercamiento intelectual, sino, en muchos casos, con gran visceralidad trasladada a nuestro tiempo. ¿Alguien puede explicar por qué ayuntamientos españoles van a colgar una bandera preconstitucional? ¿Por qué tratar de incardinar un sistema que nos llevó al fracaso como un modelo a imitar? El argumento aún hoy sostenido es el de un sistema democrático que trajo la modernidad a España, arrancado de cuajo por el golpismo fascista. Se condena como anatema las visiones que nieguen o critiquen el paradigma actual. Y es que si algo fastidia al progresismo es la labor realizada por algunos historiadores, que desmantela con datos esta visión monolítica de la época. Dejemos a los historiadores que nos cuenten la Historia y diriman sus diferencias, en vez de que sean los políticos los que utilicen el pasado con aviesas intenciones. Hay muchos problemas que actualmente les interesan más a los ciudadanos que volver al que fue el verdadero principio del fin. Aunque no me extrañaría que, en el futuro y dada la admiración de Zapatero a este sistema, den un capítulo de adoctrinamiento a los estudiantes, en la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Celebremos antes nuestro presente: la Constitución de 1978.

Sanchez S.H. -

Esta vez no va a haber alzamiento de parte del ejército porque, entre otras cosas, todos los mandos militares han sido convenientemente depurados por el Gobierno del rojo (dicho por él mismo) Zapatero. Los golpes de estado no solucionan nada y, además, sirven de excusa para que los desalojados del poder lo utilicen durante décadas para autojustificar sus desmanes posteriores, incluso muchos años después de finalizado el Régimen resultante del golpe.

Es alucinante que, viviendo en un régimen democrático constitucional desde hace casi treinta años, los simpatizantes del partido político que ha gobernado más de la mitad de ese tiempo se atrevan a apoyar un manifiesto que, implícitamente, deslegitima el actual régimen y que además trata de ocultar las atrocidades amparadas y/o perpetradas desde el mismo régimen, empezando por la Ley de Defensa de la República, verdadero compendio de estado totalitario. No obstante, leyendo la relación de firmantes del manifiesto, todo queda claro.

custor -

La república fué ilegal, pues sufrió una derrota electoral en los municipios españoles a favor de la monarquía. No obstante ganó en grandes ciudades como Madrid y Valencia. Esto, y la desligitimación que hicieron de la voluntad poular a su antojo, con argumentos absurdos , como culpar al caciquismo, les llevó a proclamar la segunda república en contra de la voluntad popular.

despues -

El único golpe de Estado efectivo del siglo XX en España, lo cometió el PSOE en 1934, ya que no admitieron la derrota electoral de 1933, donde ganó el centro derecha.
El PSOE, además de tener un orígen marxista ( léase el texto fundacional de Pablo Iglesias y sus famosas declaraciones parlamentarias en favor de la ilegalidad y el terrorismo ), puso en practica el terror de masas bolchevique ( Checas de Madrid..), y nos llevó a una guerra civil con su golpe de Estado de 1934, que gracias a Dios perdió el Frente Popular y hoy no somos un ex satélite de la URSS.
Basta de mentiras. Me gustaría una oposición al PSOE dura de verdad. Hay argumentoss de sobra para desligitimar esa falsa identificación que existe entre izquierda y progreso, libertad, tolerancia,..
No queremos negociaciones con asesinos. A los asesinos, un juicio justo, con una tutela judicial efectiva ( juez competente, proceso público sin dilaciones indebidas, asistencia de un Abogado, derecho a recurrir,..), y si se demuestra su culpabilidad, pena de muerte. ¿ Cuanto hubiera durado ETA ?
Me avergüenza la \"Ley del Menor\", el \"Código Penal\", la rendición ante ETA, la desconstrucción de España, el precio de la vivienda, la precariedad laboral, y la ignorancia de la gente.

hasta los co..... -

Mirad lo que dice la izquierda de las causas de la Guerra Civil:

\"Finalmente, pues, la Guerra Civil fue consecuencia de los esfuerzos de los líderes progresistas de la República por llevar a cabo la reforma contra los deseos de los estratos más poderosos y caciquiles de la sociedad.\"

Es decir que parece que los 200 católicos asesinados en 6 meses por los discípulos del Frente Popular, la quema de Iglesias y el asesinato de Calvo Sotelo no existieron.

Veamos qué pasaría si la derecha utilizara la misma técnica propagandística para justificar el Alzamiento:

\"En vista de que la Masonería había llegado a la Presidencia de la República (Azaña) y ésta era incapaz de evitar la revolución comunista stalinista que iba a causar aproximadamente 20 millones de asesinados, los militares españoles con el apoyo de toda la población se alzó militarmente para derrocar a los políticos corruptos y traidores hacia el pueblo.\"


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Cambiando de tema, parece que las izquierdas no saben que la Segunda República fue instaurada a través de un golpe de estado. El Rey se exilió para que no hubiera derramamiento de sangre (que pena que Azaña no hiciera lo mismo). Hubo unas elecciones municipales donde los alfonsinos obtuvieron muchos más votos, los republicanos sólo ganaron en las grandes ciudades: pero lo aprovecharon para proclamar ilegalmente la República.

En Andalucía el PP vence en las grandes ciudades. ¿Acaso nos aconsejan las izquierdas proclamar la República Andaluza y echar al cacique Manolo Chaves, que sólo gana en los pueblos?

adelante -

Se pongan como se pongan , los frutos del II república fueron la guerra civil y cuarenta años de dictadura, y si hoy vivimos con logros superiores alos que buscaban los abuelos repúblicanos es por el pacto constitucional.Genéticamente nos parecemos a nuestros abuelos más que a nuestros padres, leyes de mendel, y ellos lo que buscaban era vivir como vivimos hoy.
Viva el Régimen Constitucional yla Monarquía Parlametaria

greta -

A los historiadores profesionales y a los políticos de la izquierda jacobina y obrerista(i.e.,antiliberal):
Si el golpe de Estado del 14 Abril 1931 para hacerse ilegalmente con el poder(tras la declaración del general Sanjurjo de que la Guardia Civil se abstendría de intervenir) se justifica en que el triunfo republicano en la mayoría de las capitales de provincia era lo democráticamente significativo(??) frente al abrumador triunfo monárquico en el resto del país,¿POR QUÉ EL PSOE LLEVA MÁS DE 20 AÑOS GOBERNANDO EN ANDALUCÍA DONDE EL PP GANA SISTEMÁTICAMENTE EN LA MAYORÍA DE LAS CAPITALES DE PROVINCIA?
Si la regla de oro de unas elecciones democráticas es la de sacar más votos y más electos que los demás,entonces la declaración de la II República el 14 de Abril de 1931 fue un acto antidemocrático e ilegal, se pongan como se pongan los historiadores profesionales(por otra parte no infalibles).

leadgar -

S/ el Manifiesto \"Con orgullo, con modestia y con gratitud\".
El Manifiesto rezuma llamadas continuas a PRINCIPIOS y VALORES que, entiendo, son compartidos hoy día por la mayor parte de la ciedadanía española, muy especialmente la identificada con las posiciones liberales, tanto en lo político como en lo económico.
Desgraciadamente, los principios y valores alabados en el Manifiesto no eran en aquellos años 30 los de las izquierdas obreristas(socialistas del PSOE, comunistas del PCE, troskistas del POUM,anarquistas de CNT-FAI).En algún momento de aquellos cinco años, cada una de estas organizaciones, que se autopostulaban como representantes de la clase obrera, se manifestaron-con sus palabras y sus actos, sobre todo con sus actos-en contra de los principios y valores a los que hoy se adhieren los firmantes del Manifiesto.
Muchos, quizá todos, los firmantes saben que en los años 30(y también mucho después)los partidos socialistas(excepto la socialdemocracia británica y escandinava),comunistas y las organizaciones anarquistas pretendían derrocar el orden \"capitalista,liberal y burgués\" y sustituirlo, a través de una revolución violenta, por un nuevo orden, de dominio total y absoluto del Estado, dictadura del proletariado incluída,en el caso socialista/comunista y de comunidades autosuficientes de producción y consumo, previa la desaparición del Estado, en el caso anarquista.La táctica de los Frentes Populares de las fuerzas obreristas con las izquierdas burguesas sabemos documentalmente que fue lanzada por Stalin, vía Komintern, para parar la ola nazi-fascista.El pacto Stalin-Hitler(pacto Molotov-Ribbentrop), pacto entre primos- hermanos ideológicos al fin y al cabo,formó parte de esa estrategia defensiva de Stalin para ganar tiempo.

Pero si hablamos de los supuestos principios y valores de la II República qué mejor que invocar al Presidente Rz. Zapatero que continuamente nos manifiesta su identificación con aquel régimen.¿Qué son para Rz.Zapatero lo PRINCIPIOS y VALORES?:
leadlag dijo el día 11 de Abril de 2006 a las 15:02:
Como información objetiva(datos comprobables frente a opinión subjetiva)para alfonsito,asomao,grapeg,mola y otros izquierdistas participantes en este blog,todos ellos adornados de la superioridad moral que se autoatribuye(subjetivamente)la \"izquierda\":
Escribe el Presidente Rz. Zapatero en el prólogo del libro del ministro Jordi Sevilla \"De nuevo el Socialismo\"

\"En política todo es posible y aceptable dado que carecemos de principios, de valores y de argumentos racionales que nos guíen en la resolución de los problemas\"

Veamos, ahora, dos pertinentes definiciones del Diccionario:

\"Nihilismo:Negación de todo principio político y social\"

\"Oportunismo:Sistema político que atiende más a las circunstancias de tiempo y lugar que a los principios y doctrinas\".

COROLARIO:El Presidente Rz Zapatero y el Socialismo son NIHILISTAS y OPORTUNISTAS al carecer de principios y valores, como ellos mismos afirman;asimismo se autoatribuyen la IRRACIONALIDAD, al carecer de argumentos racionales para la resolución del los problemas como ellos mismos dicen.

Un ejemplo de irracionalidad es el sentimiento, el sentimentalismo.

laboro -

Estos son los republicanos:

Casos de terrorismo sociata:
Pablo Iglesias justificó el atentado contra enemigos políticos.
Cuando la huelga revolucionaria del 17 hicieron descarrilar un tren y causaron gran número de muertos.
Se opusieron a cualquier ley contra el terrorismo anarquista.
Durante la República, las Juventudes socialistas se convirtieron en un grupo terrorista, como reconoció Prieto
El asesinato de Calvo Sotelo (entre otros muchos) fue realizado por socialistas
Durante la dictadura de Primo de Rivera, el PSOE colaboró con ella. Durante la de Franco prácticamente desapareció.
Cuando \"resucitó\", con apoyo de la Guardia Civil y de la extrema derecha alemana (entre otros), pareció que iba a civilizarse.
Pero una vez en el poder, montó el GAL, desprestigiando al estado democrático.
Y ahora está aliado con la ETA y los separatistas para liquidar la Constitución.

Julian Garcia F. -

Antes de la celebración del 75 aniversario del advenimiento de la II República, más \"Gloriosa\" que la I, he ido leyendo durante muchos años cantidad de libros y artículos que pretenden informar al personal que quiera analizar y discurrir sobre lo que ocurrió en esos años apasionantes, según las preferencias políticas de cada autor. Desde que en febrero de 1963 una amiga norteamericana me regaló un libro titulado \"The Spanish civil war\" de Hugh Thomas (Harper & Brothers Publishers. New York. 1961) no he cesado de leer casi todo lo que pudiera publicarse relacionado sobre esa guerra, sus antecedentes y consecuencias (y que he estado viviendo hasta hoy; nací en 1933). Por si me quedaba alguna capacidad de asombro, este verano he leído dos libros a mi juicio importantísimos y de los que no he visto mención en \"Listas de los más vendidos\" ni en las Bibliografías de obras que están de actualidad. Sólo en un \"Diálogo\" de FJL hace unas semanas en LD leí una cita de pasada sobre una de estas obras. Se trata de 2 libros de Francisco Olaya Morales, nada sospechoso de \"fascismo\" según los calificativos al uso (fue militante de la CNT) y que se titulan \"El expolio de la República\" (2ª edición, Febrero 2004) y \"La gran estafa de la Guerra Civil\" (septiembre 2004). Lean, lean, y si les queda algo de aliento, repasen los profundos pensamientos de nuestro Presidente sobre esa \"ejemplar\" etapa de nuestra Historia. Es para llorar...de asco.

español -

A los firmantes del manifiesto.
Muchas, demasiadas, palabras para no decir nada. Firmantes de propangandas, esbirros de sus miserias y de lo material. Intelectos dictados.
La libertad esta fuera de vuestras caras urbanizaciones. Nos estamos hartando de pagar vuestro lustre y vuestros retoques para ocultar lo que sois y que produce repusion.
Ya basta de textos gratuitos pretendidamente intelectuales, arrolladores por pesados. Nos dais sueño con vuestras memeces de atrezzo que ya no os creeis mas que vosotros y cuatro \"pringaos\". La fiesta se esta acabando.
La segunda republica no es nada, no existe, es cosa de muertos, como vosotros. Si fuerais republicanos hablarias de la tercera, pero no lo sois. Asi que, amigos de sus amigos, dejen por favor de publicar basura, que nos revuelve el estomago.

historiador -

El golpe de estado que proclamó “LA SANGRIENTA” IIª República

14 de abril, ciertos nostálgicos del caos han celebrado el golpe de estado que constituyó la proclamación de “LA SANGRIENTA” IIª República

El que sea conocida como “La sangrienta” es un indicador de la cantidad de muertes violentas que sucedieron con posterioridad al advenimiento ilegal de dicha república.

No hay nada que celebrar y mucho menos el que unos ayuntamientos, por el mero hecho de haber sacado mayoría socialista en las elecciones municipales, cuyo fín era simplemente elegir a los concejales para el siguiente período, declararan la república, de manera manifiestamente ilegítima, máxime cuando en el cómputo total en número de concejales monárquicos superó con creces a los republicanos.

Las cifras que conocemos de los comicios se componen de dos partes, las oficiales publicadas, que según datos de Tuñón de Lara fueron 22.150 concejales monárquicos y 5.775 republicanos, y el resto (hasta 80.000 concejales) de los que la República nunca comunicó el resultado, para ocultar su ilegitimidad de origen. El profesor Miguel Artola obtiene del Anuario Estadístico de 1932 las siguientes cifras (seguramente maquilladas a favor del gobierno republicano, por ser el Instituto de Estadística un organismo oficial): 40.275 concejales monárquicos y 26.563 concejales republicanos.

La proclamación de la IIª República fue, por tanto, pura y simplemente un golpe de estado. Y el primer ayuntamiento que hizo esta burrada histórica fue el de Eibar, que declaró la república el día 13 de abril de 1931, un día antes que el resto de las ciudades españolas. El día 14 la proclamación de la Repúbilica se fue llevando a cabo a lo largo de toda la mañana en diversas ciudades. De madrugada en Vigo. A la una y media de la tarde se proclamó en Barcelona. En Madrid a la una de la tarde ondeaba ya la bandera republicana en el edificio de Correos y las masas vociferantes corrían por la Gran Vía hacia la Puerta del Sol.

A las 5 de la tarde del 14 abril 1931 se reunía el último Consejo de Ministros.
A las nueve menos cuarto de la tarde partió alfonso XIII rumbo al Cartagena y el exilio, para evitar el enfrentamiento civil entre españoles, que se veía como la única manera de hacer respetar el resultado elecotral.

Al golpe de estado contribuyeron decisivamente la posición entreguista del masón Conde de Romanones y la negativa a defender el régimen constituido, que además era el que había sacado más votos, del ministro de Defensa Berenguer y del General Sanjurjo Jefe de la guardia Civil, los cuales mandaron el día 13 de abril sendos telegramas a las Capitanías generales y las Comandancias advirtiendo de que no se tomara partido por ninguno de los dos bandos. Esto era simplemente alta traición y sería incomprensible si no se tuviera en cuenta la decisión masónica, previamente tomada, de echar abajo la monarquía e implantar la república.

masereti -

Es la primera vez que entro, pero me he quedado perplejo, estan todos los que no nos dejan entrar en sus foros, pues los insultos que te hechan son para no entrar mas y lo que les corroe es que no somos como ellos, al menos cuando tenemos bicicleta lo reconocemos y de ningun modo la repartiriamos entre todos, claro que ellos no solo tienen bici.
Cuanta risa que los que firman que la riqueza para repartirla, sean los mas aposentados, chupasubvenciones.
La esquizofrenia os aseguro que bien controlada por un medico se cura, el muro de Berlin cayó hace tiempo.
De todos modos, enhorabuena por que habeis encontrado un foro completamente libre, aunque no lo llegueis a entender, que le vamos a hacer!

ledgad -

Repitamos una vez más que la declaración de la II República el 14 Abril 1931 fue un acto antidemocratico e ilegal, fue un golpe de Estado fente al abrumador triunfo de las candidaturas monárquicas.Si esa mayoría de historiadores profesionales tuviera honradez intelectual, en vez de comportarse como intelectuales orgánicos de los partidos antiliberales(socialistas, comunistas y nacionalistas), así lo reconocerían.

Lo que ocurre es que,como ha escrito el Presidente Rz.Zapatero,\"carecemos de principios, de valores y de argumentos racionales...para la resolución de los problemas\".

El famoso Manifiesto, santificador de la II República y denostador del Régimen de Franco, ha sido firmado EN EL AÑO 2006, no en 1956 o en 1966, cuando tanta luz y ánimo habría dado a los luchadores antifranquistas de entonces.En el 2006 ya no sirve para derrotar a Franco;pero en vida de Franco habría sido comprometido para el bolsillo, es decir para mantener el favor del Régimen y los buenos ingresos que actores, directores de cine y teatro, literatos, intelectuales, profesores, etc obtenían de la sociedad española de entonces con la realización de sus trabajos.EN EL AÑO 2006 SIRVE PARA OTRA COSA:PARA RENDIR PLEITESIA A LOS ACTUALES GESTORES DEL PAIS(nación y periódico).

Exigen(¿en nombre de qué o quién?)de las instituciones romper de manera definitiva los lazos con la época franquista \"desde los callejeros de los municipios...hasta el contenido de los libros de texto\".¿ROMPERÁN SUS TÍTULOS ACADÉMICOS OBTENIDOS DURANTE EL FRANQUISMO?¿DEVOLVERÁN AL PUEBLO LOS BIENES Y PROPIEDADES ADQUIRIDOS CON EL BUEN DINERO QUE EL PUEBLO LES DIO POR SUS TRABAJOS BAJO EL FRANQUISMO?

Pero a esa NEGACIÓN DE SÍ MISMOS,hijos de un tiempo y una época(y muchos- actores, literatos, intelectuales-hijos mimados del Régimen) le añaden su autoodio, su falta de autoestima al señalar en el Manifiesto que \"EL RETOCESO FUE TAN BRUTAL\" QUE DEJARON TODA LA CULTURA \"EN MANOS DE UNA IMPROVISADA COSECHA DE OPORTUNISTAS Y SEGUNDONES QUE REDUJERON LA VIDA CULTURAL ESPAÑOLA A UNA LAMENTABLE MANIFESTACIÓN DE MEDIOCRES OSCURIDADES\".

Quizá los firmantes del Manifiesto han acertado con la caterización de lo que realmente han sido y son:UNA LAMENTABLE MANIFESTACIÓN DE MEDIOCRES OSCURIDADES.

muchos -

Es interesante ver cómo \"argumentan\" esos \"republicanos\" que en realidad defienden al Frente Popular: mucho viva, mucho muera, mucho grito, mucho insulto... No dan más de sí. El mismo Azaña los retrató. Azaña quería valerse de ellos para hacer algo de interés, pero con tal ganado era imposible: \"corrupción de caracteres\",\"ineptitud\" \"política tabernaria\". Lo recuerda Moa y debiera ser conocido por todo el país, para aviso de viajeros.
Está bien que la gentecilla del PSOE-GAL-Filesa, la de la Infame Alianza o Alianza de Infames, se desahogue y chille y llame asesinos y ladrones a quienes defendemos la democracia y la unidad de España.
Pero ya lo dijo Besteiro. Ya lo dijo Ortega. Ya lo dijo Marañón. Ya lo dijo Pérez de Ayala: ellos son, precisamente, los ladrones y asesinos.

socio -

Palabras de Azaña sobre \"su\" república, la que derivaría en Frente Popular: “Me entristezco casi hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres. ¿Tendremos que resignarnos a que España caiga en una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta?”

Parece que no hubiera pasado el tiempo.

J. G. -

Llamazares está haciendo grandes méritos para alzarse con el título de campeón nacional de la mentira, hasta ahora muy reñido entre Rubalcaba y Blanco. Dice el jefe de los criptocomunistas, los neototalitarios y los fundamentalistas verdes que los que hicieron la República son los mismos que hicieron la Transición. No sabía yo que la República la hubieran hecho los franquistas, pues no otros fueron los artífices del actual sistema, al que las izquierdas se sumaron una vez puesto en marcha por Suárez y demostrado el apoyo masivo de los españoles.

Cuando Franco se alzó contra la República en julio del 36, ya lo habían hecho antes casi todos los partidos que apoyaron al Frente Popular. Al crearse la coalición, siguiendo los planes moscovitas, nada parecido quedaba en España a un régimen de libertades. De hecho, los contenidos garantistas de la Constitución del 31 apenas estuvieron vigentes debido a la Ley de Defensa de la República y a la arbitrariedad de los gobiernos de izquierda. Pero Llamazares no va por ahí. Lo que intenta el doctor Habana es trazar un delirante paralelismo con los tiempos actuales tras mistificar, torcer y simplificar el pasado hasta la caricatura.

No se sabe si en su farsa tiene más importancia la anacronía o la falsedad. Su aquelarre ilegal con la bandera tricolor, por ejemplo, constituye, aunque él lo ignore, un homenaje póstumo a Alejandro Lerroux. Podrían nuestros progres limitarse a defender para la España del siglo XXI un régimen republicano, y muchos estaríamos de acuerdo. Pero no. Exigen la institución de una amarga patraña, el establecimiento de una torpe ficción. Ahí está la desmesura de presentar a los comunistas de los años treinta como defensores de la democracia. Puede que el PCE se civilizara a finales de los setenta, pero colgarle una medalla a estas alturas al partido perrunamente estalinista de José Díaz y la Pasionaria por promover la democracia y la libertad es una barbaridad que sólo apoyará quien no hayan abierto jamás un libro de historia contemporánea.

Desde luego, si a alguien se debe que la Segunda República fuera el fiasco que fue, y que acabara como acabó, es a formaciones políticas como el PSOE, ERC o el PCE. Han decidido defender su memoria. Adelante. Pero si se embarcan en la falsificación del ayer con el único fin de reforzar hoy su visión maniquea de la realidad, si se visten de Largo Caballero, de Prieto, de Companys y del Campesino (Carrillo ya vuelve a ir disfrazado de Carrillo), alguien acabará pidiéndoles explicaciones por Paracuellos, las checas, los incendios sacrílegos, las detenciones irregulares, las torturas, los paseos, los golpes socialista y separatista del 34. Con lo tranquilitos que estaban los fantasmas encerrados en los libros, y ellos dale que te pego con el coñazo de la memoria. ¿Qué memoria? ¿Estuvieron ahí? No. Entonces la memoria operará sobre lo leído. Llamazares, Rodríguez, Tardà: empiecen leyendo algo.

Cris L. -

La fábrica de mitos más importante del siglo XX no ha estado en Hollywood, sino en la izquierda, o para ser precisos, en el imperio soviético. Algunas veces, y no por casualidad, colaboraron esos dos centros productores de mitologías, pero siempre con los de Santa Mónica en posición subordinada. Quienes mandaban permanecían en la sombra y sus genios creadores no firmaban sus obras. Hoy cualquiera puede saber quiénes eran y cómo lo hicieron, pero no todo el mundo desea obtener el conocimiento que se dispensa en investigaciones como la de Stephen Koch, El fin de la inocencia.

El caso es que por ignorancia de muchos y listeza de unos cuantos, las criaturas de la gran factoría mitológica han seguido rulando sin sus papás. El mito del antifascismo radical del comunismo se urdió para tapar las negociaciones secretas con Hitler y luego el Terror estalinista, y ahí lo ven, con muletas y achaques, pero en pie. Y uno de sus retoños, la visión de la Guerra Civil española y de la II República como paradigma de la lucha entre el fascismo y la democracia, ha reverdecido en nuestro suelo gracias al abono que han ido depositando los artífices del nuevo régimen.

En los años previos a la Transición, la República no era tema. Los comunistas, única oposición organizada, andaban con su Reconciliación Nacional a vueltas, que obviamente suponía el entierro del pasado, y los inmersos en grupos marxistas poco ortodoxos pretendíamos la Revolución. La República era sólo una forma más de la democracia burguesa y, por tanto, deleznable. No se lamentaba su desaparición, sino el hecho de que no condujera al triunfo revolucionario. Había sido una oportunidad perdida, sí, pero no para la democracia, sino para la dictadura del proletariado. No había añoranza.

Sin embargo, veintitantos años después, el mito republicano florece en las primaveras, y en cualquier estación, que ahora se cultiva en invernadero, como un ramillete de nomeolvides impregnado de lacrimógena nostalgia. El manifiesto que han firmado decenas de personalidades del establishment cultural bajo el título de \"Con modestia, con orgullo y con gratitud\", equivale a una necrológica en toda regla, con el debido panegírico del cadáver. El mito de la República se ha convertido en una variante del mito del paraíso perdido. Pero es algo más.

Para quienes impulsan el revival republicano, se trata de una operación propagandística destinada a deslegitimar la Transición y a demonizar a la derecha actual, por la vía de identificarla con la que apoyó el golpe militar del 36. La fiebre guerracivilista y republicana comenzó a extenderse tras la mayoría absoluta de Aznar en el 2000. La República ha de ser idealizada para más acentuar la maldad de sus enterradores, entre los que nunca cuentan a los propios grupos de izquierda. Y la operación tiene un público rendido entre quienes, ayunos del mito primordial, el del socialismo, encuentran un sucedáneo en el de la República.

La nostalgia de la República viene a ser la nostalgia por los sueños frustrados de una izquierda mitómana. Que son sueños fabulados a posteriori, al calor del resentimiento. Una izquierda gobernó en España entre 1982 y 1996, pero no estuvo ni a la altura de sus mitos ni, en general, a la altura. No se puede perdonar que la derecha gobernara con más éxito. Ni permitir que vuelva. La necrolatría republicana encubre el deseo de un régimen que excluya a quienes no se sometan a sus dogmas.

santiago bravo -

Coincidiendo con las celebraciones del 75 aniversario de la II República, el Gobierno tripartito acaba de remitir al Parlamento catalán el proyecto de ley del Memorial Democrático. La exposición de motivos señala que esta ley tiene por objeto \"desplegar las políticas públicas del Gobierno dirigidas a la acción cívica de recuperación, conmemoración y fomento de la memoria democrática, es decir, del conocimiento de la segunda república, de la Generalitat republicana, de la guerra civil, de la represión de la dictadura, del exilio y de la deportación, de los valores y de las acciones del antifranquismo y, por tanto, de todas las tradiciones de la cultura democrática, con la finalidad prioritaria de estimular la comprensión del tiempo presente\". ¿Y las checas? ¿Y el asesinato indiscriminado de religiosos por parte de los republicanos?

Este Memorial Democrático impulsado desde el Gobierno tripartito nace para traicionar nuestra historia y los principios democráticos de la Constitución. Según señala la exposición de motivos de esta ley, \"en Cataluña y en España —como si fueran cosas distintas— el sistema democrático actual tiene su origen y se ha construido en el antifranquismo\". Nada más falso. Una de las virtudes de la Constitución española de 1978 y de la transición fue la superación de las dos \"españas\". No se quiso, premeditadamente, mirar al pasado ni pasar cuentas. Los españoles, todos, quisimos construir juntos el futuro. Y no podemos decir, veintiséis años después, que hasta ahora las cosas no nos hayan ido razonablemente bien. Por eso resulta tan injusto para quienes construyeron nuestra democracia, después de cuarenta años de dictadura, que la ley impulsada por el tripartito señale que \"uno de los déficits de la transición a la democracia fue la institucionalización de la desmemoria\".

El Memorial Democrático del tripartito no incluye a los 2.039 religiosos asesinados por la represión republicana en Cataluña (6.842 obispos, sacerdotes seculares, religiosos y monjas en toda España). El consejero Saura también ha olvidado en su ley del Memorial Democrático los nombres de las 18 iglesias quemadas sólo en la ciudad de Barcelona por los republicanos el 19 de julio de 1936, así como las declaraciones del máximo responsable del Partido Obrero de Unificación Marxista, que afirmó que \"la clase obrera ha resuelto el problema de la iglesia, sencillamente, no dejando ni una de pie\". El Memorial Democrático del tripartito tampoco subvencionará el estudio y catalogación de las múltiples \"checas\" de Barcelona que sirvieron para torturar y asesinar a todos aquellos que no pensaban como las \"milicias ciudadanas\" nacidas con el objetivo de \"aniquilar en toda Cataluña los últimos núcleos fascistas existentes\", según el decreto de 23 de julio de 1936 firmado por el presidente Lluís Companys. No debemos abrir viejas heridas que quedaron cicatrizadas con la llegada de la democracia y la aprobación de la Constitución, pero si se pretende abrirlas, abrámoslas en canal. Aprovechemos el Memorial Democrático para estudiar y denunciar las barbaridades del franquismo pero también las cometidas por los republicanos.

historia verdadera -

Pero Azaña, ministro de la Guerra en ese Gobierno, obró por sorpresa y contra el acuerdo de sus colegas. En un preparado discurso propuso en las Cortes no sólo la disolución de los jesuitas, también la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas y la anulación del presupuesto del clero –acordado tiempo atrás como compensación por las desamortizaciones de bienes eclesiásticos, expropiados sin pago en el siglo XIX–. E iba más allá: las órdenes religiosas debían ser reducidas a la miseria, al prohibírseles, además, cualquier actividad económica e incluso la beneficencia. Esta medida atentaba contra las libertades de conciencia, asociación y expresión; negaba el derecho de los ciudadanos a elegir la educación de sus hijos, reducía los clérigos a ciudadanos de segunda y amenazaba la enseñanza de cientos de miles de niños y jóvenes.

Azaña lo justificó así: \"No me vengan a decir que esto es contrario a la libertad, porque esto es una cuestión de salud pública\". Es decir, la República debía defenderse, aun vulnerando las libertades, contra un supuesto enemigo designado por él. Un enemigo que venía demostrando espíritu conciliador y hasta acomodaticio, y que había respondido sin la menor violencia a agresiones tan salvajes como la quema de conventos y demás. Con frivolidad no rara en él, Azaña comenta: \"El catalanismo de los catalanes llega a extremos chistosos. [El cardenal] Vidal i Barraquer no ve con malos ojos la disolución de los jesuitas, pero estima que ha podido hacerse una excepción con los jesuitas de Cataluña, que son de otra manera, y, por supuesto, mejores\". Aun si la anécdota fuese cierta –probablemente lo era–, el político estaba cavando un foso, innecesariamente, entre una República patrimonializada por los suyos y la opinión católica.

La propuesta azañista tenía, además, un carácter groseramente antipolítico, por lo irrealista. Partía del supuesto de que \"España ha dejado de ser católica\". La frase no aludía al hecho, aceptado por la Iglesia, de la separación entre ésta y el Estado: pretendía negar la significativa incidencia católica en la sociedad. Martínez Barrio, una de las principales figuras de la masonería y ministro de aquel Gobierno, escribe:

\"La afirmación rotunda [de Azaña] produjo, primero, estupor y, luego, indignación. ¿Dónde las pruebas, siquiera los síntomas? (…) Tan sólo una minoría, insignificante cuantitativamente, habíamos pasado el Rubicón y colocado nuestra conciencia individual y las de nuestras familias fuera de la órbita de la autoridad formal de la Iglesia\".

Azaña quiso explicar su peculiar idea con otra afirmación no menos gratuita: \"Todo el movimiento superior de la civilización se hace en contra suya [del catolicismo]\". Desde la izquierda, incluso desde la derecha, se han multiplicado las críticas a la nulidad intelectual de la Iglesia española, pero las mismas exageran, y se hacían, no debe olvidarse, desde la tradición anticlerical, ésta sí singularmente estéril en materia intelectual. De nuevo Martínez Barrio suena más realista cuando señala: \"El clero regular realizaba una intensa labor seudo científica y pulidamente literaria para no perder las posiciones preeminentes que en siglos anteriores había conquistado\". Y los movimientos antirreligiosos, en particular los comunistas y fascistas, a duras penas podrían calificarse de civilizadores. Significativamente, el ataque a la Iglesia atacaba también las libertades, como el mismo Azaña reconocía.

Aquel despótico artículo 26 culminaba, por el momento, el proceso abierto con la quema de conventos, bibliotecas y aulas; y en ambos casos la postura de Azaña pesó decisivamente. Indignados, los diputados católicos abandonaron el debate constitucional, advirtiendo que la ley dividía, y no unía, a los españoles. Alcalá-Zamora y Maura, los más eficaces promotores de la República, dimitieron; el primero advertiría que se había hecho una Constitución para la guerra civil. Y aunque, una vez más, la derecha respondió pacíficamente, la ley básica del Estado tomó un carácter partidista y de trágala del peor augurio. Las libertades democráticas reconocidas quedarían todavía más mutiladas, poco después, por la Ley de Defensa de la República.

El propio Azaña describe muy bien la mezcla de sectarismo y frivolidad de aquel Parlamento: \"Al proclamarse el resultado de la votación, estalló un aplauso clamoroso (…) Los diputados rompieron en vivas a la República, y las tribunas hacían coro (…) Vi al Presidente [Alcalá-Zamora], echado atrás en su asiento, mirando al techo y hablando solo, en voz baja. Estaba como en un desvarío\"; anota cómo al peneuvista Leizaola, \"que estaba en pie, solo, en una de las escalerillas entre los escaños, increpando a los republicanos, le daban un puñetazo en la nuca. Espantoso griterío y barullo. Los diputados se echaban unos contra otros. Me han dicho que Sigfrido Blasco sacó una pistola\". (FIN)

historia verdadera -

Una Constitución democrática, pero no mucho.

La II República no tenía otra tarea, realmente, que la de establecer una Constitución que garantizase el libre juego de las fuerzas políticas y sus programas mediante las libertades, la separación de poderes y las elecciones. Tal venía a ser el proyecto de los derechistas Alcalá-Zamora y Maura, los auténticos organizadores del movimiento republicano; y en él coincidía básicamente Lerroux, el republicano más antiguo y con mayor fuerza electoral, un político moderado por la experiencia, después de haber despuntado a principios de siglo como un exaltado demagogo, furiosamente anticlerical e implicado en el terrorismo.

Pero esa idea no la compartían las izquierdas, las cuales, pese a su papel poco lucido en los trabajos para traer el nuevo régimen, pensaban representar mucho más que una parte de la República: pretendían \"encarnarla\" (a su principal jefe por entonces, Azaña, se le llamó precisamente \"la encarnación de la República\"). Y así, hacían de sus particulares interpretaciones de la realidad española la sustancia misma del régimen, y no un programa de partido expuesto al voto popular. Como vimos anteriormente, esta concepción antidemocrática ha sido adoptada sin crítica por una vasta historiografía, hasta convertirla en un tópico: en España todo se había hecho mal, o no se había hecho, antes de la República, y, por tanto, ésta tenía el derecho y el deber de cambiar drásticamente el país. \"Un programa de demoliciones\", pedía Azaña.

El problema de la Constitución iba a ser, por tanto, clave en el destino del régimen. La clase política española había demostrado una gran afición a las constituciones: no menos de seis en 120 años escasos, de las cuales una sola, la de la Restauración, había regido durante un espacio de tiempo significativo: 47 años. Este solo hecho certifica la inestabilidad, el sectarismo y la corta visión de aquel personal político a través de generaciones, inepto para crear una tradición genuina. Al llegar la II República se planteó nuevamente la cuestión: ¿una Constitución de amplio consenso, capaz de ganarse el respeto y la lealtad de la mayoría de la población y sus partidos, o una Constitución al gusto del partido o grupo de partidos hegemónico en ese momento? Azaña defendió, en las mismas Cortes, la segunda opción:

\"Si yo perteneciese a un partido que tuviese en esta Cámara la mitad más uno de los votos (…) no habría vacilado en echar sobre la votación el peso de mi partido para sacar una Constitución hecha a su imagen y semejanza, porque a esto me autorizarían el sufragio y el rigor de las mayorías\".

Idea realmente sandia, porque si el sufragio variaba y otros ganaban las elecciones, estarían autorizados por la misma regla a establecer una nueva Constitución acorde con sus intereses. Pero Azaña y la izquierda en general consideraban, como había de verse, que \"el rigor de la mayoría\" sólo contaba cuando la obtenían ellos.

Martínez Barrio, en sus memorias, comenta con amargura: \"De un manotazo se rompía con el propósito de ensayar cualquier política de transacción y de acomodo (…) La clave de la política que desarrolló luego Azaña está en estas palabras\". No sabemos si lo vio con tanta claridad en el momento.

Aunque había muchos puntos de fricción en el debate constitucional, uno en especial hacía saltar chispas: el de la religión. Las izquierdas españolas, desavenidas en la mayoría de los asuntos, tenían una sola idea realmente clara, aun si obtusa: la Iglesia Católica era la gran culpable de los males del país, y su erradicación una necesidad perentoria. Herencia, desde luego, de la Revolución Francesa, cuyas doctrinas, muy vulgarizadas, seducían a un progresismo hispano poco aficionado a la reflexión y el análisis. Ya he insistido en este punto, y conviene no olvidarlo para entender tendencias que hoy mismo rebrotan con fuerza.

Así pues, entre las izquierdas, muy hegemónicas en las Cortes tras las elecciones de junio-julio del 31, predominaba la línea comecuras. Alcalá-Zamora, jefe del Gobierno provisional, temiendo algún disparate, presionó a sus ministros en pro de una propuesta gubernamental moderada y aceptable para la mayoría. El acuerdo, según Martínez Barrio, sostenía estos puntos: separación de la Iglesia y el Estado, libertad de religión, regulación de las órdenes monacales, sostenimiento de los presupuestos de culto y clero durante los años de vida de sus beneficiarios, disolución de la Compañía de Jesús y apertura de un concordato con el Vaticano para regular la situación de la Iglesia. Puntos aceptables para los católicos, excepto el de la disolución de los jesuitas, ofrecida como carnaza a las izquierdas más exaltadas, si bien susceptible de futura renegociación con la Santa Sede. Parecía posible sacar así adelante, sin una ruptura radical, el célebre artículo 26. (continua....

catalá -

El relato de Enrique de Angulo es preciso, especialmente cuando relata la cobardía de algunos de sus protagonistas. Los cabecillas de la rebelión, al ver que las cosas pintaban mal,

\"nada dijeron a sus partidarios de lo que en realidad ocurría, sino que cautelosamente, sin despertar sospechas, Dencás, Menéndez, Pérez Salas, España, Guarner y algún otro, recogieron el dinero en abundancia que tenían preparado para el caso y desaparecieron por el pasadizo subterráneo que se habían hecho construir meses antes para comunicar con las alcantarillas (…) No es que los cabecillas separatistas abandonasen a los suyos en el fragor de la pelea. Es que huían de sus propios partidarios. En una noche pasaron de la categoría de ídolos a la de traidores infinitamente despreciados\".

Detrás de estos sucesos casi trágico-cómicos de 1934, que preludian la Guerra Civil, no sólo se recoge el ejercicio del derecho a la autonomía política, incluso a la \"autodeterminación\", llevado hasta los extremos de segregarse de España, sino una forma muy concreta de concebir la política y llevarla a cabo. Pues es, en efecto, esa concepción de la \"política\", que tiende a equiparar los intereses personales o de grupos sociales con los intereses políticos, lo que hoy como ayer se repite. El nacionalismo no es, en sentido estricto, una ideología, un pensamiento que trate de responder a la cuestión de cómo se organiza, o cómo puede gobernarse mejor, una sociedad, sino quién tiene que hacerlo.

El nacionalista no quiere saber cómo se organiza lo público, sino que lo hagan los de su tribu. El nacionalismo sólo quiere que ejerzan el poder los jefes o los augures de un determinado grupo, en realidad, de una tribu, sin importarnos cómo lo hagan. Lleva razón Sevilla, el ministro de Administraciones Públicas, al decir que Montilla, un charnego, nunca podrá ser presidente de la Generalidad. La superstición de ser superior por haber nacido en un determinado lugar es absolutamente prioritaria a cualquier otra consideración racional.

La semejanza de los argumentos y del trasfondo entre lo ocurrido entonces y lo que sucede ahora es sorprendente. Es como si la historia no hubiera enseñado nada a las elites políticas nacionalistas, tampoco a sus colaboradores traidores a España en Madrid. ¡Cuántos malos imitadores de Azaña hay hoy en el Gobierno!

El nacionalismo, entonces como ahora, es en esencia una superstición de elites políticas, sin duda, pero no deberíamos olvidar que el pueblo, y eso lo deja también muy claro Enrique de Angulo, no es inocente en su colaboración con la clase política, empresarial y el clero catalán.

Unamuno sigue teniendo razón en su crítica al nacionalismo catalán: \"Petulante vanidad de un pueblo que se cree oprimido\". (FIN)

catalá -

Diez horas de Estat Català.

De paso, como el que no quiere la cosa, las patologías psicológicas de las elites nacionalistas aparecen reflejadas en la genial descripción de los hechos que lleva a cabo Enrique de Angulo. Este periodista, que cuenta lo que ve, oye y toca, a veces, con precisión de naturalista, está también muy bien informado sobre el proceso histórico, ideológico, político y social que conduce a Companys a declarar el Estado Catalán, pero a las pocas horas tiene que rendirse a una oficial del Ejército español con el grito: \"¡Viva España!\".

Obra tan descriptiva como ideológica, hoy, resulta imprescindible para comprender el proceso que llevó al nacionalismo catalán al desastre. Lo pedían todo, como ahora, siendo muy poco. Siguen sin tener conciencia de sus límites. Debería ser de lectura obligada para todos los nacionalistas, porque es una lección, casi un freno, para que sus demandas chantajistas no los lleven otra vez al desastre, incluido el ridículo de salir corriendo ante la legalidad democrática.

Una crónica grandiosa sobre las diez horas que duró la rebelión secesionista de Cataluña, el 6 de octubre de 1934. Publicada originalmente en el periódico El Debate, fue más tarde recogida en un libro por la editorial Fenollera de Valencia. Es ya un documento histórico de cómo sofocó el general Domingo Batet la rebelión de la Generalidad de Cataluña contra la República de España. La inteligencia y sagacidad mostradas por este general, leal a las autoridades de la República de España, son puestas en valor por el periodista. Batet, sin emplearse a fondo, sofocó a los facciosos en pocas horas, y con un número de bajas mínimos para lo que podía haber sucedido.

Desde la proclamación del Estado Catalán, a las ocho, aproximadamente, de la noche, hasta su final transcurrieron diez horas, pero aparecen todos los protagonistas, y la contextualización de sus argumentos y sinrazones. Desde Companys hasta Azaña, pasando por Dencás, el consejero de Gobernación, y todos los traidores al Ejército español y a las instituciones de la República, son retratados con maestría por Enrique de Angulo. Resalta la cobardía de alguno de los principales protagonistas del acto de secesión, no tanto porque no fueran capaces de resistir, a pesar de los intensos preparativos y de las muchas armas que poseían, al Ejército español, sino porque desde el principio de la operación lo primero que prepararon fue un complejo sistema de alcantarillas para huir en caso de que el golpe de estado fracasara. (continua....

Pablo Martin -

Cualquier historiador de mediana solvencia ha de dar a estos hechos su importancia política y psicológica, pero no suele ser así. Beevor los menciona muy de pasada, tergiversándolos y sin entrar en detalles:

\"Estos disturbios obligaron finalmente al gobierno provisional a decretar la ley marcial y reprimir con dureza a los revoltosos. Pero la derecha no olvidaría nunca la frase que se atribuyó a Azaña de que todas las iglesias de España no valían la vida de un solo republicano\".

Por algo el grupo Prisa y Santos Juliá han promocionado con tanto fervor el libro de Beevor. Todavía lo empeora Javier Redondo en la historia publicada por El Mundo:

\"La tensión se extiende por toda España y el Gobierno es censurado por monárquicos y católicos por su debilidad. En la mañana del día 11 los disturbios se recrudecen y la ira popular se concentra contra la Iglesia y particularmente contra los jesuitas. Arden varios conventos, iglesias y centros religiosos\".

Redondo llama \"ira popular\" a las tropelías de grupos de criminales, identificando (es tradición, como hemos visto) al pueblo con la delincuencia. Bennassar, más drástico, simplemente ignora el crucial episodio, refiriéndose meramente a la \"indiferencia\" de Azaña ante los incendios. Desde luego, queda muy en cuestión su aserto de un Azaña dedicado a \"gobernar con la razón\". Otros, incluso de derecha, atribuyen a la Iglesia una \"reacción excesiva\"…

Ninguno observa la reacción pacífica de los católicos ante agresión tan brutal y premonitoria, ni la crisis abierta en la opinión pública, ni las consecuencias políticas generales. Tengo la impresión de que estas omisiones encajan con el presupuesto de que, en definitiva, las izquierdas tenían cierto derecho a sus violencias, pues venían a resolver grandes problemas del país y la Iglesia constituía un obstáculo a sus bellos proyectos. Esos historiadores simpatizan, más o menos claramente, con los mesianismos de entonces y, de un modo u otro, hacen suya la democrática advertencia del periódico izquierdista La Época a las derechas: \"Callen y aguanten. La vida es así. Y hay que aceptarla como es\".

Tampoco menciona casi ninguno de esos historiadores la gran cantidad de libros y bienes culturales e históricos quemados por tan \"populares\" delincuentes, amparados de hecho por el Gobierno; acaso porque esa realidad suscita dudas sobre el mito de unos republicanos muy intelectuales y decididos elevar el nivel cultural de la población. Quede ese tema para otro artículo. (FIN)

Pablo Martin -

Pero lo más revelador fue la reacción del Gobierno y de las izquierdas. Azaña paralizó en seco cualquier intento de frenar los disturbios, arguyendo: \"Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano\". Alcalá-Zamora, jefe del Gobierno provisional, escribe con amargura en sus memorias: \"La furiosa actitud de Azaña planteó, con el motín y el crimen ya en la calle, la más inicua y vergonzosa crisis de que haya memoria\". Pero omite su propia actitud contemporizante y amedrentada, reseñada en cambio por Maura. A los pocos días, en una reacción final muy desmesurada cuando el mal estaba hecho, el Gobierno declaró el estado de excepción y movilizó al Ejército, cesando instantáneamente los desmanes. Unas pocas compañías de la Guardia Civil habrían bastado para impedirlos.

Las izquierdas en general justificaron las tropelías atribuyéndolas \"al pueblo\", y culpando a las derechas por haber \"provocado a los trabajadores\". El Socialista amenazaba: \"Si de algo han pecado los representantes de la revolución victoriosa es de excesivas contemplaciones con los vencidos\" (no habían vencido a nadie, los monárquicos les habían regalado el poder).Viejo talante, que identificaba al pueblo con unas turbas de delincuentes y, lógicamente, a las mismas izquierdas con semejante \"pueblo\". Aún más graves que los incendios resultó esta clara inclinación de las izquierdas a vulnerar la ley y amparar las violencias so pretexto de un pretendido carácter popular.

La Iglesia y los católicos protestaron, pero sin violencia. Ello no aplacaría a las izquierdas, que lo interpretaron como signo de flojera y mantuvieron su agresividad. Contra toda evidencia, siguieron acusándolos de violentos e intolerantes, manifestando al mismo tiempo burla y desprecio hacia ellos y sosteniendo, con sorna contradictoria, que la misma Iglesia había provocado adrede los disturbios, para desprestigiar a la República.

Pero la casi increíble mansedumbre de la reacción derechista, debida en parte a su desorganización, no impidió que en aquel momento se abriese una grieta profunda en la opinión pública. Quienes desconfiaban del nuevo régimen vieron confirmados sus temores, y muchos que lo habían recibido con tranquilidad, incluso con alborozo, mostraron su preocupación. Entre ellos Ortega. Empezaron también las conspiraciones monárquicas en el Ejército, aunque tan irrelevantes como las republicanas anteriores.

No cabe exagerar las consecuencias políticas, bien descritas, tardíamente, por Alcalá-Zamora: los incendios crearon a la República \"enemigos que no tenía; quebrantaron la solidez compacta de su asiento; mancharon un crédito hasta entonces diáfano; motivaron reclamaciones de países tan laicos como Francia o violentas censuras de Holanda. Se envenenó la relación entre los partidos\". Calla otro efecto, oculto pero no menos trascendental: su pusilánime gestión de la crisis al frente del Gobierno le hizo perder el liderazgo moral y político de la derecha, y esa frustración le llevaría a sabotear a los nuevos líderes de Acción Popular, con efectos finalmente trágicos.

En cuanto a Maura, ministro de Gobernación, había intentado atajar a tiempo los desmanes, sin conseguirlo, por la oposición de Azaña y las izquierdas y la indecisión de Alcalá-Zamora. A partir de entonces, \"dejé prácticamente de ser ministro de un Gobierno para pasar a ser cabo de vara o loquero mayor de un manicomio suelto y desbordado\", empeñado en \"la lucha a brazo partido con las bandas de insensatos que estaban hiriendo de muerte a un régimen recién nacido, régimen que les había devuelto las libertades y derechos\". (continua....

Pablo Martin -

La mayoría de la gente tiene hoy la imagen de la República proyectada por una historiografía muy politizada: un régimen de izquierdas llegado con la misión de solucionar una serie de problemas ancestrales nacidos de la incuria y los privilegios de la derecha. La realidad, como recordará el lector, es harto diferente.

Fueron los políticos derechistas Alcalá-Zamora y Maura quienes unieron a los republicanos y los impulsaron a tomar el poder, y lo hicieron con el fin no de cumplir supuestas \"misiones\", sino de instaurar una democracia normal, con posibilidad de alternancia entre derechas e izquierdas y solución de los problemas según dictase el voto mayoritario. La iniciativa de dichos dos políticos tuvo otro doble efecto de alcance: debilitó a los monárquicos y calmó la desconfianza de gran parte de la opinión pública ante los conocidos mesianismos republicanos. Gracias a ello la República \"advino\" entre el entusiasmo de unos, la confianza de otros y sin ninguna oposición significativa (salvo la de los comunistas, muy pocos por entonces).

Maura y Alcalá-Zamora conocían el mesianismo y las manías antirreligiosas de las izquierdas, pero creían poder neutralizarlas mediante el establecimiento de unas libertades generales, elecciones libres y la participación activa de las derechas en el proceso republicano. Y había otro hecho alentador: el PSOE constituía, con gran diferencia, la fuerza más potente, organizada y disciplinada del nuevo régimen, tanto en la izquierda como en la derecha. Debía esa ventaja, como hemos observado, a su colaboración con la dictadura de Primo de Rivera.

Pues bien, bajo la dictadura los socialistas habían renunciado en la práctica a sus violentos extremismos anteriores, inclinándose por la moderación socialdemócrata. Lógicamente, esa tendencia debía acentuarse en la República, un régimen más afín a sus aspiraciones, convirtiendo al PSOE en un decisivo factor de equilibrio.

Esas expectativas razonables iban a recibir enseguida un tremendo golpe: la llamada \"quema de conventos\". El 11 de mayo, antes de un mes desde la ocupación del poder por los republicanos, las turbas izquierdistas comenzaron en Madrid una oleada de incendios de edificios religiosos, tras un frustrado intento de asaltar el diario monárquico ABC.

Típicamente, la agresión comenzó fabricando un incidente por la supuesta emisión de la Marcha Real desde un piso de monárquicos (algo perfectamente legítimo, si realmente ocurrió), y difundiendo bulos sobre el imaginario asesinato de un trabajador por el marqués de Luca de Tena. Métodos usados desde las matanzas de frailes del siglo XIX, so pretexto de que envenenaban las fuentes públicas.

Todo indica que, como el 13 de abril, los incendiarios salieron del Ateneo, convertido desde meses atrás en centro de agitación republicano con fuerte influencia masónica.

Los incendios cundieron los días siguientes por Andalucía y Levante, dejando un balance final de unos cien edificios destruidos, incluyendo iglesias, varias de gran valor histórico y artístico, centros de enseñanza como la escuela de Artes y Oficios de la calle Areneros, donde se habían formado profesionalmente miles de trabajadores, o el colegio de la Doctrina Cristiana de Cuatro Caminos, donde recibían enseñanza cientos de hijos de obreros; escuelas salesianas, laboratorios, etc. Ardieron bibliotecas como la de la calle de la Flor, una de las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas, etcétera; o la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación. Quedaron reducidas a cenizas cuadros y esculturas de Zurbarán, Valdés Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés, Alonso Cano, etcétera, así como artesonados, sillerías de coro, portadas y fachadas de gran antigüedad y belleza… Un desastre casi inconcebible. (continua....