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Kirchner demoniza al FMI con el aplauso del Episcopado argentino.

Kirchner demoniza al FMI con el aplauso del Episcopado argentino.
Kirchner a Rato sobre su exigencia de un mayor superávit primario: "Ni lo pienses, ni lo sueñes"

"Por suerte voy a hablar primero con Dios porque en un rato me tengo que encontrar con el diablo". Así se despedía el presidente argentino Néstor Kirchner del Episcopado argentino antes de encontrarse con el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato. Los prelados aplaudieron la gracia. Rato pidió un acuerdo amplio y estable con los acreedores privados y una aceptación del acuerdo por un 80% de los bonistas. Exigió un incremento del superávit primario al 4,3%, en línea a lo acordado con Brasil, y demandó una renegociación con las empresas privatizadas.

El presidente argentino había retrasado el encuentro con el Episcopado argentino un día porque en la fecha fijada recibió al futbolista Diego Armando Maradona, que solicitaba salir del país para seguir con su tratamiento médico. Donde esté Maradona que se quite un prelado. Los obispos accedieron al retraso y se reunieron con Kirchner el mismo día en que tenía prevista su reunión con el director gerente del FMI, Rodrigo Rato.

La relación entre la Iglesia argentina y el Gobierno Kirchner está siendo muy tensa en materia de aborto, eutanasia y "matrimonio" homosexual. En cambio, existe una intensa sintonía en lo referente a la política económica. Exactamente, lo contrario a lo ocurrido con el Gobierno Menem.

El caso es que al finalizar el encuentro, Kirchner pidió a los obispos su bendición porque "tras reunirse con los representantes de Dios, se reuniría con el representante de Satanás". Los obispos rieron la gracia y obviamente bendijeron al presidente de la República.

Entonces, tuvo el encuentro con el "representante de Satanás", Rodrigo Rato. El director gerente del FMI le pidió a Kirchner que retomara la normalidad en Argentina.

- "Gran parte de los problemas económicos argentinos tienen su origen en el FMI", respondió Kirchner.

- “Sí, pero nosotros ya hemos hecho la autocrítica y eso es el pasado. Es hora de mirar al futuro”, señaló Rato.

Dicho y hecho. Las partes comenzaron un diálogo de apenas 50 minutos. Rato exigió un acuerdo "amplio y estable" con los acreedores privados de la deuda soberana. Una "amplitud" que cuantificó en el 80% y que Kirchner prefiere fijar en el 50%. Además, el presidente argentino se quejó de la fortuna ganada por los bolsistas en la década de los 90. Una fortuna que, según Kirchner, supera con creces la actual deuda.

Además, el director gerente del FMI exigió un superávit presupuestario por encima del 3% calculado para 2005. Rato quiere para Argentina un acuerdo similar al alcanzado con Brasil, donde el compromiso gubernamental es de alcanzar un ahorro público del 4,3% del PIB. "Ni lo pienses, ni lo sueñes", fue la cortante respuesta de Kirchner. Rato contestó posteriormente en rueda de prensa que la exigencia de mayores márgenes de ahorro público corresponde al compromiso formulado por el Gobierno Kirchner el pasado mes de marzo.

En cuanto a la renegociación con las empresas privadas, Rato exige un incremento de las tarifas de las privatizadas y la "normalización" de las relaciones. El Gobierno responde que las tarifas se incrementaron un 64% desde la pesificación y que el incremento tarifario será "gradual". O sea, que hagan sus deberes de inversión "o serán partidas como un queso", en palabras del mismo Kirchner en un momento de calentón.

Lo más llamativo del encuentro de Rato con Kirchner fue su anuncio de estudiar la postergación del pago de 1.000 millones de deuda, que vence este mes de septiembre. Rato anunció que se estudiará "en el marco de la política económica que el FMI estime para Argentina". O sea, ni si, ni no, sino todo lo contrario. Quizás los disturbios ciudadanos animaron al director gerente del FMI a no echar más leña al fuego. En la mañana del miércoles 1, las revueltas piqueteras hacen imposible el tránsito ciudadano en la capital Buenos Aires.

Además, otra bomba "lanzapanfletos" explotó en la sucursal de Patagonia Sudameris de Cabildo, en el barrio porteño de Belgrano. No dejó víctimas, pero destruyó el cajero automático. Es sólo una muestra del grave desorden social en el que vive Argentina con un movimiento piquetero que, en su momento, fue alentado desde el Gobierno, pero que hoy se encuentra absolutamente descontrolado. Mientras tanto, los rumores sobre una posible "pueblada" (revuelta social) siguen en las calles de un país sumido en el más absoluto caos

4 comentarios

Alejandro -

El salario nominal aumentó 25% desde que se terminó con la convertibilidad, pero debido al aumento de precios, el salario real cayó en 30%. Los más perjudicados han sido los más pobres, ya que la cesta familiar aumentó un 73%. Así hoy el ingreso promedio (familia tipo) es de 551 pesos mensuales, 25% por debajo de la cesta básica y la consecuencia es que 53% de la población es pobre, a pesar del crecimiento del 8,4% del PIB en 2003. Ese aumento del PIB se debe al alto valor de las materias primas que exportamos, pero la distribución del ingreso es cada vez más regresiva: los ricos ganan cada vez más y los pobres menos, aunque la propaganda política anuncia lo contrario.

A escasos 20 kilómetros del centro de Buenos Aires, donde los ricos y los amigos del poder siguen comprando apartamentos a 3.000 dólares el metro cuadrado, miles viven hacinados en casuchas de chapa y cartón, donde campea la miseria. El 70% de los nuevos pobres proviene de la clase media, lo que hace aún más traumática la situación.

La desigualdad, la pobreza y la desesperanza han contribuido a exacerbar una ola de delitos violentos que no habíamos sufrido antes en la Argentina. Los secuestros ya alcanzaron el nivel de Sao Paulo, Brasil, la capital mundial del secuestro y la extorsión.

Alejandro -

Es decir que con salarios sustancialmente inferiores, Argentina exporta por habitante menos que los países con los salarios más altos. La gran ironía es que más exportan los que tienen salarios más altos y no por casualidad, sino porque tienen una altísima productividad debido a que son economías de capital intensivo, ya que se lograron desarrollar libremente, sin altos impuestos ni regulaciones coactivas que los frenaran. Así producen y exportan bienes con altísimo valor agregado. Cada trabajador estadounidense produce más de 72.000 dólares por año, seguido por los belgas con más de 65.000 dólares.

La irresponsabilidad de nuestros gobernantes ha convertido a la Argentina en un caos, donde la confiscación de los depósitos bancarios y la suspensión de pagos terminaron de ahuyentar a los inversores y al crédito. Así, después de 3 años de haber eliminado la convertibilidad, no se han incrementado significativamente las exportaciones industriales, mientras que los salarios se redujeron catastróficamente. El mercado interno quedó muy reducido por la caída del ingreso real de los argentinos que provocó el estallido de la pobreza y la indigencia. Sin acceso al crédito, sin mercado interno y sin confianza en el país, las empresas no valen nada porque, aun con salarios miserables, no son rentables.

Alejandro -

Si Argentina exporta 35.000 millones de dólares este año, equivaldría a 970 dólares por habitante, para un país con un ingreso per cápita de 3.600 dólares anuales. Supuestamente, los bajos sueldos en dólares nos transformarían en los campeones de las exportaciones. Pero veamos la realidad. EEUU con un ingreso per cápita de 37.600 dólares anuales exporta 3.600 dólares por habitante al año. Nueva Zelanda, con un ingreso per cápita de 15.900 dólares exporta 6.329 dólares por habitante. Japón, con un ingreso per cápita de 34.500 dólares anuales, exporta 3.781 dólares por habitante y Suiza, con un ingreso per cápita de 39.900 dólares, exporta 18.737 dólares por habitante.

Alejandro -

La convertibilidad de la moneda, que permitía al gobierno emitir un peso sólo contra la entrada de un dólar, garantizando así la paridad cambiaria, no era un sistema monetario ideal y en varias ocasiones fue sutilmente violado. Aun así, significaba cierta restricción al poder coactivo y discrecional del Estado y, por lo tanto, beneficiaba la libertad de los argentinos.

Los promotores de la eliminación de la ley de convertibilidad –derogada a fines de 2001, entre gallos y medianoche, mostrando la irresponsabilidad de los legisladores– sostenían que era imposible exportar debido a los altos salarios en dólares de los trabajadores argentinos. Hoy, con el peso a un tercio (0,33 dólares) y los sueldos en dólares teóricamente competitivos, las exportaciones no han crecido significativamente. Peor aún, el mercado interno se redujo debido a los bajos salarios y a falta de inversión.