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COMPANYS Y LA II REPÚBLICA.

COMPANYS Y LA II REPÚBLICA.
AUN con sus errores y responsabilidades en la guerra civil, Azaña era, con diferencia, el más inteligente de los políticos republicanos de los años 30. Sus decepcionadas observaciones sobre sus correligionarios podrían sintetizarse en frases como éstas: «gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta»; o, más amargamente, «muchas torpezas y mezquindad, y ningunos hombres con grandeza y capacidad suficientes... ¿Tendremos que resignarnos a que España caiga en una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta?». En tales quejas incluía, desde luego, a Companys, a quien dedica expresiones no muy laudatorias: «un iluminado, seguro de su fuerza, del porvenir, engreído», con la cabeza llena de tópicos insustanciales, de un «exaltado nacionalismo» de ocasión, etc.

En estas frases Azaña aludía al Companys de 1934, el que preparaba la guerra civil. Había surgido un conflicto entre los nacionalistas catalanes de la Esquerra y los de derecha, en torno a una ley de contratos de cultivo. Los catalanistas de derecha habían presionado para que la ley fuera sometida al Tribunal de Garantías Constitucionales. El débil gobierno, de muy mala gana y sin oposición de la Esquerra, lo hizo, y el tribunal falló en contra de dicha ley. El débil gobierno de Madrid indicó a la Generalidad que bastarían unas nimias correcciones de pura forma para que la ley se aprobara sin dar tiempo a nuevos recursos.

Pero Companys no quiso ni oír hablar de alterar una coma y se rebeló contra la decisión del tribunal, equivalente al Constitucional de ahora. Ante el Parlament declaró: «La política de conciliación nos está dando malos resultados... Me han llenado de estupor unas declaraciones del señor Samper lanzando la sugerencia de que tal vez, si se modificaran algunos aspectos (de la ley) podría haber un plano de avenencia, palabra que en este problema nos cubre por sí sola de vergüenza». Aseguró que en otras ocasiones los catalanes habían sido injuriados y no habían replicado con la necesaria violencia, pero ahora sería diferente, pues de otro modo, «¡Oh amigos!, si eso sucediese y yo tuviera la desgracia de quedar con vida, me envolvería en mi desprecio y me retiraría a mi casa para ocultar mi vergüenza como hombre y el dolor de haber perdido la fe en los destinos de la Patria». Y esto no fue más que el comienzo de una agitación belicosa e in crescendo contra las instituciones democráticas durante todo aquel verano.

Cuando todo acabó de forma no muy gloriosa el 6 de octubre, Companys pretendió ante el sorprendido fiscal que sus arengas del verano habían sido «muy moderadas». El fiscal comentó: «Primero, ¿qué concepto tendrá el señor Companys de la falta de moderación? Segundo, si el fascismo, según nos dijo ayer, se caracteriza por discursos heroicos, por amenazas de violencia, ¿quién no diría que el señor Companys, cuando pronunciaba este discurso, era fascista? Tercero, con razón se dice que los hombres estamos más dispuestos a matar o a hacer matar que a morir por nuestros ideales».

Companys no se había limitado a las palabras. Había utilizado dolosamente los instrumentos que la legalidad ponía en sus manos para organizar la insurrección, preparar y armar milicias, depurar las fuerzas de orden público (que por el estatuto dependían de él), infiltrar el ejército e impedir al gobierno la búsqueda de depósitos de armas socialistas en Cataluña (pues el PSOE también preparaba, activa y textualmente, la guerra civil).

¿Cuál era la causa de estas reacciones en apariencia alucinadas a una sentencia de los tribunales? Lo explica honradamente Amadeu Hurtado, jurista cercano a la Esquerra y enlace entre la Generalidad y el gobierno: «Supe que a la sombra de aquella situación confusa, la Ley de Contratos de Cultivo era un simple pretexto para alzar un movimiento insurreccional contra la República, porque desde las elecciones de noviembre anterior no la gobernaban las izquierdas».

Y ahí estaba, en efecto, el secreto de una agitación realmente salvaje. En noviembre de 1933 el centro derecha había ganado las elecciones por amplia mayoría, ante lo cual la Esquerra se declaró «en pie de guerra» contra el gobierno democrático, mientras el PSOE preparaba la insurrección armada para implantar un régimen de tipo soviético. Hoy estos hechos pueden considerarse firme y documentalmente probados, y decir que Companys fue uno de los principales responsables de la guerra civil corresponde estrictamente a la realidad histórica, no es hacer una frase demagógica o arbitraria.

También por entonces había explicado Companys a Azaña la teoría de la «democracia expeditiva», que, señala el segundo, sólo podía traducirse al lenguaje normal como «despotismo demagógico». Resalta aquí el fino olfato de Azaña tanto como su escaso sentido autocrítico, pues también él había reaccionado al triunfo de la derecha en 1933 con dos intentos de golpe de Estado, y había estado más cerca de la rebelión de Companys de lo que admitirá a posteriori.

El testimonio de Azaña sobre Companys se vuelve aún más duro al referirse a la reanudación de la guerra en 1936, y la connivencia de la Esquerra con los anarquistas en el saqueo del Estado: «Su deber (de Companys) más estricto, moral y legal, de lealtad política e incluso personal, era haber conservado para el Estado, desde julio acá, los servicios, instalaciones y bienes que le pertenecían en Cataluña. Se ha hecho lo contrario. Desde usurparme (y al Gobierno de la República, con quien lo comparto) el derecho de indulto, para abajo, no se han privado de ninguna invasión de funciones. Asaltaron la frontera, las aduanas, el Banco de España, Montjuich, los cuarteles, el parque, la telefónica, la CAMPSA, el puerto, las minas de potasa... ¡Para qué enumerar! Crearon la Consejería de Defensa, se pusieron a dirigir la guerra, que fue un modo de impedirla, quisieron conquistar Aragón, decretaron la insensata expedición a Baleares para construir la Gran Cataluña...».

Companys, en compañía y rivalidad simultánea con la CNT-FAI, presidió la época de mayores crímenes, expolios y desorden que haya conocido Cataluña en época contemporánea. Fue nula su lealtad al Frente Popular, como en 1934 a la República, y los diarios de Azaña, entre otros muchos documentos, dan de él un retrato que en nada coincide con el que quieren ahora presentarnos sus nostálgicos explotando la sentimentalidad por su trágico fin.

Su ejecución, que él afrontó con dignidad, como otros muchos en la derecha y la izquierda, fue un acto brutal, como todos los fusilamientos, máxime teniendo en cuenta que el franquismo debía agradecerle las deslealtades y divisiones introducidas por su partido en el Frente Popular. Pero debemos tener en cuenta las circunstancias: ¿qué hubieran hecho con Franco sus enemigos de haberle capturado? ¿Qué hizo Companys por salvar a Goded? ¿O a tantas víctimas del terror en aquellos años? Las guerras desatan las pasiones, y no cabe dudar, insisto, de la responsabilidad del líder de la Esquerra en su desencadenamiento.

Naturalmente, cada cual puede admirar a quien le dé la gana, pero no en nombre de lo que le dé la gana. Homenajear oficialmente a Companys en nombre de la democracia significa degradar profundamente la idea misma de ella, y quienes lo hacen se retratan. Asistimos al intento de la llamada «Segunda Transición». La primera nos trajo la democracia. La segunda, si triunfa, traerá otra cosa: quizá la «democracia expeditiva» tan del gusto del homenajeado.

25 comentarios

robert -

Oiga, y Sanjurjo?

Jose A. S. -

Miquel Mir, documentalista e historiador

“La izquierda catalana ha querido negar a las 9.000 víctimas de Lluís Companys”
El autor, especialista en la Guerra Civil, publica ‘La otra memoria histórica’. Cuenta crímenes ocultos durante más de siete décadas.
Por fin se está cayendo el muro de Berlín también en nuestra historia después de más de 40 años del monopolio de mentiras y maniqueísmo subvencionado, dejando ver la verdadera cara de la revolución marxista en España y tras tanto silencio ahora se empiezan a publicar las cifras del genocidio cometido contra los católicos durante la República ( ya antes de estallar la guerra mataron a muchos religiosos y católicos) y sobre todo en la guerra civil, y a decir que eran personas inocentes e inofensivos, no combatientes, y que estaban, como en el hecho que denuncia este historiador, en la retaguardia del frente popular (en conventos, seminarios, casas particulares,... de ciudades y pueblos) no en los frentes de guerra, siendo además ejecutados con frecuencia con gran crueldad. A estos se refiere el historiador con las 9.000 víctimas pero además están los políticos y combatientes ejecutados por la política criminal genocida de la Generalidad de Cataluña.

kaster -

Companyns se escribe,Asesino se pronuncia
¿es lo mismo matar inocentes "inofensivos" religiosos en la retaguardia que a soldados o revolucionarios en el frente de guerra? ¿es lo mismo asesinar con crueldad y dolor a estos inocentes que matar a revolucionarios y asesinos con pelotón de ejecución?



husar -

Menos mal que Franco en este caso hizo irreversible la sentencia de los Tribunales y dio el enterado a la sentencia de muerte por fusilamento de este asesino, de lo contrario lo tendriamos dando lecciones de democracia al estilo del charcutero Carrillo.
Companis fue un asesino y recibio el tratamiento adecuado a su comprtamiento
En este caso SI hubo JUSTICIA

fundidor -

¿Y quién era Companys? Quienes le trataron, decían de él que en ocasiones parecía loco (es el caso de Manuel Azaña en sus diarios de la guerra), pero vayamos a los hechos. Este individuo se sublevó contra la República, su Constitución y un Gobierno de derechas –elegido por las Cortes- el 6 de octubre de 1934. La Esquerra de entonces participó junto con el PSOE, la UGT y el PCE en un golpe de Estado llamado Revolución de Octubre y que causó más de 1.200 muertos en toda España. Tanto ERC, como el PSOE, la UGT y el PCE existen hoy día. ¿Van a pedir ellos perdón por ese golpe de Estado y esas muertes? Desde ese momento, la República ya no pudo sobrevivir; la derecha sabía que la izquierda no admitía que ganase unas elecciones y gobernase.

Companys huyó a Francia y cuando los alemanes conquistaron este país, le capturaron y le entregaron a España. El franquismo le juzgó y le condenó a muerte. Entre los motivos para semejante castigo estaban la participación de Companys en el citado golpe de Estado –de lo que nunca se arrepintió- y en los miles de asesinatos producidos en Cataluña desde el comienzo de la guerra civil hasta 1939.

¿Sabrán los escolares catalanes que en Cataluña las instituciones de la República establecieron siete campos de trabajo y que Francesc Macià, el ‘Avi’, fue un militarista protegido por Alfonso XIII?, ¿emitirá TV3 reportajes sobre las matanzas de catalanes cometidas por las fuerzas de Companys?, ¿cuándo el PSOE, el PCE y ERC van a contar toda la verdad sobre los asesinatos de miembros de la CNT y el POUM en Barcelona en la primavera del 37?

Si queremos recuperar la memoria histórica, adelante, pero TODA.

Creo que Rodríguez y Carod no se dan cuenta de que están serrando la rama en la que se han sentado.

Jose Fuentes -

Una de las ficciones a las que frecuentemente recurren los veneradores de Companys es pasar o de la negación sin más de estos crímenes (recuérdese que la reciente fosa en la que encontraron los restos del asesinado líder catalán de la época Andreu Nin no han merecido ni un comentario por los apóstoles de la "memoria histórica" al tratarse de una víctima del terror izquierdista), a su atribución a unos misteriosos personajes sin nombre ni identidad a los que califican como "incontrolados".
Pero eran realmente "incontrolados" los pistoleros de la izquierda o habían recibido deliberadamente armas por las autoridades de Companys?
El historiador José Javier Esparza: El Terror rojo en España, Áltera, Barcelona, 2007 escribió:

Quien sofocó [en Cataluña] la sublevación militar no fueron los milicianos armados, sino la Guardia Civil, obediente a la autoridad formal de la Generalitat, el gobierno autónomo catalán. Las milicias anarquistas actuaron, frecuentemente, como simple acompañamiento de las fuerzas de orden público; ello no les ahorrará bajas sensibles, como la del sindicalista Ascaso, pero su participación distó de ser decisiva. Sin embargo, acto seguido el consejero de Orden Público de la Generalitat, Federico Escofet, cumplió la orden de armar a los milicianos, acción que incluía el libre saqueo de las armerías de Barcelona. Resultado: los anarquistas, así armados, desplazan inmediatamente a Escofet, acusado de haber protegido a personalidades moderadas y a algunas congregaciones religiosas; los milicianos de la CNT/FAI se hacen con todo el poder y desatan una política deliberada de Terror.

¿De veras hay que santificar la figura de Companys?

Jose Fuentes -

Cuando Alcalá publicó su libro fue entrevistado por LA VAnguardia y recordó a los miles de catalanes que padecieron las llamadas checas, los campos de tortura creados por las autoridades de la izquierda en la Catalunya de Companys:

-¿Cuánta gente pasó por las checas?
-¡Miles de catalanes! Algunos pasaban semanas encerrados, a otros los torturaban... y enloquecían.Ala mayoría los tenían en espera de ir sacándolos para matarlos de un tiro.

-¿Quién gestionaba esas checas?

-De julio de 1936 a mayo de 1937, los anarquistas de la CNT-FAI y las patrullas de control (comandadas por Erno Gero, un enviado de Stalin), que recorrían Barcelona quemando iglesias y deteniendo a religiosos, católicos, carlistas, patronos, comerciantes...

-¿Acusándolos de qué?

-De ser gente de misa,gente de orden...

-¿Qué hacía el gobierno de la Generalitat?

-Lo presidía Lluís Companys, que no supo frenar aquellos crímenes, por lo que alguna responsabilidad de éstos podemos atribuirle. La pregunta es: ¿en qué grado?

-¿Qué respondería usted a esa pregunta?

-Que Companys era el presidente de todos los catalanes..., y 8.352 de ellos fueron asesinados en Catalunya de 1936 a 1939, muchos previo paso por checas. ¡Fue el 0,28% de la población catalana! ¿No debería haber hecho algo Companys para protegerlos?


(...)


-Es horrible el de Eusebio Cortés Puigdengolas: fue descuartizado en la checa de Sant Elies y dado de comer a los cerdos...
-Qué espanto...

-Su delito: ser católico. Y la familia quedaba desamparada. A algunos los mataban en el mismo comedor de su casa, ante sus hijos... No hubo ni un juicio. A unos novios que sorprendieron casándose, los detuvieron y mataron, a ellos y al cura. ¡Para aquellos revolucionarios, casarse por la Iglesia era un delito que merecía la muerte!

doble ciudadano -

una vez finalizada la guerra se juzgó y fusiló a Companys. No por haber sido presidente de la Generalidad sino por los crímenes cometidos durante la guerra y aún más, por no haber impedido semejantes atropellos contra todos los que no pensaban como él. Todo lo demás es esconder la realidad y convertir a un asesino en mártir de la causa catalanista.

demostenes -

El 15 de octubre de 1940 fue fusilado en Barcelona Lluis Companys, presidente de la Generalitat. Este aniversario ha servido para insistir en una de las más recurrentes obsesiones del nacionalismo catalán como es la práctica santificación de este personaje, uno de los más nefastos de la historia catalana.
Companys era presidente de la Generalitat en 1934 cuando proclamó la República catalana en lo que fue un golpe de estado en toda regla contra la legalidad republicana, en sintonía con la insurreción proclamada en Asturias por el PSOE que se negó a aceptar su derrota en las elecciones de 1933.

La intentona promovida por Companys fue fácilmente sofocada pero costó cerca de un centenar de muertos.

Tras la sublevación del 18 de julio de 1936 Companys proclamó un decreto que decía textualmente



La rebelión fascista ha sido vencida por el heroísmo popular y el de las fuerzas locales. Precisa, pues, acabar de aniquilar en toda Cataluña los últimos núcleos fascistas existentes y prevenirse contra los posibles peligros de fuera. Por tanto a propuesta de la presidencia, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto lo siguiente: 1º Se crean las milicias ciudadanas para la defensa de la República y la lucha contra el fascismo y la reacción … 2º En toda Cataluña se constituirán los Comités locales de defensa que deberán obrar de acuerdo con el Comité Central


Este decreto legalizaba las denominadas patrullas de control, grupos de pistoleros adscritos a los grupos de izquierda, básicamente la CNT pero también ERC, que desde finales de julio iniciaron una verdadera bacanal de crímenes cuyas cifras recoge César Alcalá en su obra "Checas de Barcelona" (Belaqua): Los asesinatos ascendieron a 8.352 personas lo que supone el 0,28% del total de la población catalana en ese momento.
Para tener una idea de la magnitud de la ola de crímenes que nació de aquel decreto firmado y propuesto por Companys, indicar que equivalen a como si en la Cataluña actual se asesinase a 20.800 personas en tres años, es decir, 22 personas al dia

dester -

Este asesino y traidor español todavia es venerado por el nacionalsocialismo catalan, los nazis del siglo XXI estan en cataluña y n son otros que ERC.

Jose Fuentes -

Companys, desde los balcones de la Generalidad lanzó la siguiente arenga: “Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a acá pretenden traicionar a la República han logrado su objetivo y han asaltado el poder. Los partidos y los hombres que han hecho publicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra; los núcleos que predican constantemente el odio y la guerra contra Cataluña, constituyen hoy el soporte de las instituciones. Todas las fuerzas auténticamente republicanas y los sectores sociales avanzados, sin excepción ni distinción, se han levantado en armas contra la audaz tentativa fascista. Cataluña enarbola su bandera y llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia absoluta al gobierno de la Generalidad, que, desde este momento, rompe toda relación con las instituciones falseadas. En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del parlamento, el gobierno que presido asume todas las facultades del poder en Cataluña, proclama el estado Catalán dentro de la República Federal Española …”


El pronunciamiento había comenzado el 6 de octubre y finalizó la mañana del día 7, apenas había durado unas horas, pero la estúpida ambición de Companys dejó aproximadamente 73 muertos innecesarios.

La represión se atempera durante los años 1937 y 1938, para volver a subir en 1939, barajándose un total de al menos 2.300 ejecuciones más en el territorio catalán.

Finalizada la contienda civil, Companys huye a Francia donde es detenido por la Gestapo y entregado a las autoridades españolas que tras un juicio militar condenan a muerte al que fuera presidente de la Generalidad.

El balance no puede ser más siniestro, son dos los hechos criminales que se deben imputar a Luis Companys y Jover.

Por lado un levantamiento armado contra la legalidad democrática, que provoca decenas de muertos en octubre de 1934, y por otro la responsabilidad política y personal directa en la represión en Cataluña durante la Guerra Civil, represión que Companys no solo no desconocía y permitía, sino que apoyó con sus medidas legislativas y de gobierno.

De aplicarse las mismas normas procesales y penales que se utilizaron durante el juicio de Nuremberg contra los dirigentes nazis, a la conducta de Companys, seguramente habría acabado, al igual que los jefes nazis, colgando de una soga.

Jose Fuentes -

Companys fue un burgués de izquierdas, por tanto con unas raíces filosóficas relacionadas más con el individualismo y relativismo, aunque tambien apoyaba el totalitarismo marxista. Fue un personaje mediocre, mezquino y oportunista, con una ideología bastante simplona, de corte jacobino, el perfil intelectual de Companys era bajo, personaje, un tanto ridículo que había adquirido cierto renombre defendiendo anarquistas (...).

Instalado en el poder Companys apostó por un separatismo cada día más extremista. Companys dijo que los catalanes sufrían una agresión “de los lacayos de la monarquía y de las huestes fascistas monárquicas” alimentando el fuego de la radicalización que produjo numerosos muertos atribuibles a su entera responsabilidad.

Y estos llegaron el de 6 de octubre de 1934. Companys, prisionero de sus proclamas catalanistas, rehén de su discurso demagógico que había buscado la rebeldía popular apostó por la total ruptura con la legalidad democrática republicana alzándose en armas en connivencia con el PSOE en lo que fue, ni más ni menos, que un intento de golpe de estado. La disculpa, la entrada en el gobierno del partido más votado en las últimas elecciones, la derechista CEDA.

dani -

A Companys le condenaron a muerte en un juício justo de acuerdo a los cánones de la época y si le fusilaron fue porque no podían hacer con él otra cosa.


Los traidores a la patria son siempre exacrados en todas las sociedades humanas.

tecnico -

Lluis Companys representa aún hoy a la peor generación de Cataluña y de España. Una España segmentada y sectaria. Una generación furibunda e ideologizada Que era capaz de cualquier cosa y cualquier atrocidad, jurídica, humana y política por estar por encima, por machacar a sus enemigos.


La España del "y tu más"... por la que todavía andamos.


La II República Española fué una luz al final de un tunel que todos se empeñaron en tapar. Cada uno robó la Republica para si mismo haciendola inviable.


Siento sin duda el asesinato de Companys. Como el de tantos otros. Pero entalcer su figura es enaltecer lo peor de nuestra historia, su porpia traición a un régimen que queriendo ser de todos, algunos trabajaron para apropiarselo.

radio -

Lo que nos faltaba: hundidos en lo económico, con un nivel de políticos esperpéntico...y estos tios añorando la 2ªRepública....Mientras no reivindiquen a Largo Caballero, hay esperanza..

Pedro Sancho -

LA montaña de Montjuïc cuenta con un «santoral» laico copado por Francisco Ferrer Guardia y Lluís Companys. Hoy, como cada 15 de octubre, formaciones nacionalistas e independentistas montarán en el Fossar de la Pedrera el número de las antorchas: un acto que, más que una conmemoración democrática, parece sugerir reminiscencias inquietantes.Uno de los efectos de la llamada «memoria histórica», destilada tendenciosamente desde el poder, ha sido idealizar la II República como uno de los periodos más liberales, un espejo de virtudes civiles del que, supuestamente, la democracia actual es deudora. Como recordarà Puig i Ferreter en sus memorias al referirse a Cataluña: «Els polítics de tirant poètic prou s'esforçaven a crear mites —mite d'una Catalunya-nació i nacionalista, mite Macià, mite Companys—, però la substancial pobresa d'aquests mites i la dels homes mitificats, els desmentien constantment...»
Entre los mitos del régimen del 14 de abril figura la libertad de prensa, aparentemente consagrada en el artículo 34 de la Constitución de 1931 y vulnerada por sucesivos estados de excepción. La cronología de censuras, multas, suspensiones y secuestros de diarios comenzó a los pocos días de la proclamación del nuevo régimen. Cuatro años después la cosa no había mejorado: lo prueba la censura de ABC por informar de la boda de don Juan y doña María de las Mercedes. La diferencia cualitativa entre aquella república y esta monarquía es que mientras la una perseguía todo lo que oliera a monárquico, la otra permite que los republicanos exhiban banderas no constitucionales y manifiesten su furor antimonárquico.
So pretexto de proteger a la República de sus enemigos, contados desde el carlismo al anarcosindicalismo pasando por los diarios católicos o monárquicos, Azaña elaboró en cuarenta y ocho horas la ley de Defensa de la República, que otorgaba al ministro de Gobernación y gobernadores civiles plenos poderes para reprimir los «actos de agresión» al régimen, entre los que destaca «la difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden». La inconcreción del articulado daba pie a una interpretación subjetiva y caprichosa. Podía suspenderse un diario por no exhibir suficiente entusiasmo republicano. Gobernadores y censores obligaban al depósito previo de ejemplares e imponían multas tan onerosas que difícilmente podían abonarse sin poner en peligro la supervivencia de las empresas periodísticas. Los asesinatos del teniente Castillo y del líder de la derecha Calvo Sotelo demostraron el celo censor del Frente Popular: el primero fue «asesinado» y el segundo «muerto». Aquella República «triste y agria», como la definió Ortega, acabó en la reyerta del 36 que Companys, como responsable político de Cataluña, no pudo o no quiso controlar.

husar -

¿Y los fusilados por Companys?
¿Y los fusilados por Carrillo?

?Hasta cuando vamos a tener a los muertos sin enterrar?

español -

Queda claro lo peligrosa que es la dialéctica catalanista: como fue de los nuestros, se le perdona todo.

Carlos -

Si estos tipejos sectarios del gobierno, homenajean y adulan a alguien , que no ya fue traidor, sino que fue un criminal de guerra y genocida, con tanta pasión, de que serán capaces ellos de hacer, para imitarle.

Genis de Tera -

La operación de Companys, coordinada con la que los socialistas del PSOE tramaban en el resto de España, consistió en hacerse por la fuerza con Barcelona, proclamar el Estat Catalá y poner a la Nación en jaque y al servicio de su propia ambición de político mediocre. Para la maniobra golpista, al margen de la Ley y vulnerando la Constitución del 31, no escatimó en medios. Armó una milicia compuesta por jóvenes militantes de la Esquerra, los célebres escamots, y convocó una huelga general en toda Cataluña. La intentona, sin embargo, le salió mal. Los catalanes mantuvieron su lealtad a la República y tanto el golpe como su inspirador quedaron sumidos en el descrédito más absoluto.

Dos años después, ya en plena contienda fratricida que enfrentó a catalanes con catalanes, Companys volvió a tentar a la fortuna –desde la misma magistratura- entregando el poder a los comunistas teledirigidos por Stalin desde Moscú. Este segundo saqueo, del Estado y de la propia Cataluña, le llevó directamente al exilio. En Francia fue apresado por los alemanes y entregado a la España franquista donde, en 1940, fue condenado a muerte. Estos son los credenciales del presunto héroe de la democracia que la plana mayor del Gobierno catalán y la vicepresidenta del Ejecutivo nacional homenajearon ayer. Un individuo siniestro, exaltado y que no dudó en traicionar por dos veces la causa de la República, se ha convertido en modelo a seguir y paradigma del buen catalán amante de la libertad. Bárbara ironía.

Genis de Tera -

Lluis Companys es uno de los personajes históricos del siglo XX español que más tinta ha hecho correr. Y no precisamente para bien. Fue presidente de la Generalidad en los años treinta y protagonizó algunos de los episodios más bochornosos de la Segunda República y la Guerra Civil. En octubre de 1934, organizó desde el Gobierno autónomo catalán un golpe de estado con el que pretendía contribuir a derribar al gabinete de centro derecha que el año anterior había ganado las elecciones por amplia mayoría.

Fernando Barcelona -

Era otra cosa por la aparente expansión del victimismo nacionalista a amplias capas sociales, pero sobre todo por los preparativos reales para la acción, que, informa Amadeu Hurtado, debía estallar en toda Cataluña simultáneamente: “En todas las emisoras de las radios locales se hacían sonar al final unos golpes secos y acompasados que significaban que no había llegado la hora del alzamiento, pero se sabía la consigna de aquellos golpes que, cuando fuesen seguidos y rápidos, serían la orden de insurrección inmediata”. Y era otra cosa cuando, simultáneamente, los socialistas se aprestaban a la revolución, que en sus papeles aparece sin ningún eufemismo como un llamamiento a la guerra civil; y cuando Azaña y los republicanos de izquierda intentaban poner a punto, a su vez, un golpe de estado, mientras el PNV daba los primeros pasos para una maniobra desestabilizadora muy semejante a la de la Esquerra.

Fernando Barcelona -

En Cataluña, las proclamas de Companys, cada vez más salvajes —aunque él mismo corregía las versiones aparecidas en los periódicos, según señala Dencàs, para quitarles algo de hierro y que no terminasen de alarmar a Madrid—, ponían a la opinión, al menos en apariencia, al rojo vivo. Uno de sus partidarios, Jaime Miravitlles, lo describe así: “Cada discurso de Companys era un toque de atención. Cada viaje, una concentración popular. Cada inauguración, una revista. A medida que pasaban los días, la figura del President adquiría proporciones épicas, de leyenda, mientras que Samper, Lerroux, Salazar Alonso, aparecían en su miserable minusculidad”.

Fernando Barcelona -

Companys predicaba abiertamente la guerra civil en Cataluña con declaraciones explosivas. Una delegación del PNV visitó Barcelona, siendo acogida en triunfo. En los edificios oficiales había desaparecido la bandera republicana, y ondeaban sólo la catalana y la del PNV. Companys advirtió: “Cuando nosotros decimos que estamos dispuestos a dar la vida, no lanzamos al aire una palabra vana, una frase de mitin. Hemos de esperar el momento que nos convenga para el gesto definitivo”.

Mientras, Dencàs creaba un Comité Militar, dedicado a instruir a las milicias, a crear una trama golpista entre los oficiales de izquierdas y nacionalistas en las guarniciones, y a hacer planes concretos, hoy bastante bien conocidos.

yuste -

Estos progres no tienen verguenza ni la han conocido. Companys fue un asesino sin mas.