Blogia
ametralladora

QUÉ TENEMOS (¿Y VALORAMOS?) LOS OCCIDENTALES. Por la libertad.

QUÉ TENEMOS (¿Y VALORAMOS?) LOS OCCIDENTALES. Por la libertad.
No sé si somos todos conscientes de los derechos y placeres de que disfrutamos en el área occidental.
Una niña holandesa de 14 años desea dar la vuelta al mundo en su pequeña nao, y mientras unos discuten si la dejan o no, ella se va y aparece en Barbados. Una vecina y coetánea de la niña viajera –ni falta hace que nos fijemos en Yemen o Marruecos– tiene prohibido participar en las clases de gimnasia de su colegio, porque sus padres –o el padre al menos– han nacido en un reino aún más islamizado que el de Holanda (o España o Suecia, o Gran Bretaña...). Bah, digo como ejemplo. Y a nadie se le ocurra enviar una carta al rey o a la ministra, o a alguna otra alta carga de un gobierno de ese área. Porque o no tienen nada que ver con las libertades, u oran et laboran para que perezcan.

Cualquiera que pueda pagárselo o consiga una subvención de la Unrwa, o de algún otro aparato benefactor, puede adquirir un pasaje y lanzarse a la aventura de desposar un jeque o guerrillero, o sacar fotos allí donde las agencias de viaje recomiendan no atreverse, o repartir caramelos en una zona de guerra, o pasearse en toples por un bello desierto árabe... ¡Qué chuli! ¡Libres somos, sí!

¿Y quién duda de que se trata de legítimos derechos, de placeres genuinos, de conquistas que defender hasta con las uñas sin pintar y los dientes del implante? No seré yo, que bien supe meterme donde nadie me había llamado, frotando mi pellejo contra la Muerte tantas veces.
Pero entonces el jeque se pone bravo, se lleva a tu hijo, o no te lo deja llevar a quién sabe dónde, o te hace prisionero un salvaje de dos metros de alto, o te roban la cámara, o te arrojan a una mazmorra sobrepoblada por ratas y cucarachas...

¿Y entonces qué? Menos mal que te dejaron el celular y puedes llamar a tu primo, el de Zumosol, para que con parte del dinero que nos saca a todos los demás pague a tus inoportunos aguafiestas. ¡Menos mal! O para que las fuerzas armadas y de seguridad, y los diplomáticos, pidan por ti. Para eso están las libertades y los placeres occidentales, para que tengan (casi) siempre un final feliz, para que vuelvas a casa, donde te esperan tus parientes y amigos que tanto han abogado por que te devuelvan las cámaras, los hijos, las zapatillas de marca, los sostenes y los caramelos cooperantes. O tu vida, incluso.

No, si no digo yo que no me alegre cuando hay un final feliz, y no veinte años entre cucarachas, violaciones, inenarrables cosas de comer y otros intermedios infelices en lo que fuere tu ejercicio de la libertad y disfrute de audacias cool, fantasías idiotas, placeres buenistas, caridades y demás motivaciones progresistas. Sólo espero que cuando te hayas zafado, o mejor dicho, cuando te hayan sacado de esas en las que te has o han metido, la malhadada experiencia te sirva para reflexionar acerca del mundo en que vivimos, acerca de lo defendible y la paparrucha, acerca de la solidaridad y el juego, acerca de dónde, en qué lado estás situado, y tires en el container adecuado los dogmitas y consignas que te confundieron acerca de qué es la libertad, de dónde vienen los derechos, en qué consiste lo social, quién carajo eres tú mismo en este mundo, junto con la ropita sucia e irrecuperable de tu aciago viaje.

Y a empezar de nuevo, ya libre de engaños, ya gozando y doliendo placeres inteligentes.

5 comentarios

petrus -

Los Derechos humanos están por encima de cualquier religión y digo cualquiera.
Los países musulmanes tienen que grabárselo en su cerebro que estamos en el Siglo XXI y ni en XI y tienen que ponerse al día, sobre todo cuando sus ciudadanos salen a otros países y respetar sus creencias y no tratar por todos los medios de imponer la musulmana que por cierto deja mucho que desear en cuanto a derechos de las personas. con esto que he dicho no quiero decir que las religiones no tengan que existir lo que no admito es que nos las quieran imponer a los demás, todos somos libres de profesar la religión que queramos.
Señores judios y musulmanes ustedes quieren que les ayudemos pero ¿quieren ustedes ayudar a los demás sean de la religión que sean?. Hay está el problema. Mucho tenemos que aprender sobre todo las religiones monoteístas (Cristianismo, Judaismo e Islamismo) de los romanos que conquistaron grandes territorios alrededor del Mediterraneo pero nunca impusieron su religión sino que las adaptaron a su imperio porque eran mucho más tolerantes que lo que somos nosotros hoy en día.

huesca-madrid -

El Partido Socialista ha ido demoliendo sin pausa las reglas escritas y tácitas de la transición.

Como cualquier entendimiento social -ya sea una sociedad anónima, un club gastronómico o un matrimonio-, un sistema político no funciona y sobrevive exclusivamente por sus normas escritas. El respeto a las reglas no escritas es fundamental. En la transición democrática, los entendimientos informales y el respeto al adversario jugaron un papel muy importante, permitieron evitar la ruptura y ayudaron a salir pacíficamente de la dictadura.
Pero hay que reconocer que ese espíritu de concordia duró poco. En realidad, empezó a esfumarse el mismo día de la gran victoria socialista de octubre de 1982. Llegado al poder, Felipe González rectificó su oportunista posición anti-OTAN e hizo algunos cambios de la legislación laboral que pedía el centro-derecha y que mejoraron el mercado de trabajo, pero, aprovechando su aplastante mayoría, llevó a cabo dos reformas cargadas de consecuencias: en 1985, modificó el procedimiento de elección de los vocales del Consejo del Poder Judicial, politizando la Justicia -lo que se reforzó con el cambio de las normas de acceso a la magistratura- y, además, eliminó el virtuoso recurso previo de inconstitucionalidad, pasando por encima de la oposición, a la que no se ofreció acuerdo ni transacción alguna.
Bastante después, las reglas no escritas de la transición fueron definitivamente laminadas con las campañas orquestadas por el PSOE de Rodríguez Zapatero utilizando el accidente del Prestige (2002), la guerra de Irak (2003-2004), el accidente del Yak-42 (2003), y, sobre todo, con el infame aprovechamiento del 11-M. Todas ellas, pero especialmente la del 11-M, fueron actuaciones inconcebibles por su agresividad y demagogia en cualquier otro país de la Unión Europea. Y algo parecido puede decirse de los contactos secretos del PSOE con ETA a la vez que firmaba con el PP el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo.
Ya en el Gobierno, el rasgo más profundo de la política de Rodríguez Zapatero ha sido su desprecio, cuando no animadversión, hacia aquel espíritu de la transición, manifestado, primero, en la promoción y defensa de un Estatuto de Cataluña abiertamente anticonstitucional, cuyo cimiento fue el cordón sanitario pactado contra el PP a finales de 2003 (el llamado Pacto del Tinell); y, segundo, en la negociación con ETA. Ambas iniciativas se llevaron adelante a pesar de la oposición frontal del PP, representante de casi 10 millones de electores, y sin que en ningún momento se ofreciera desde el Gobierno a la oposición compromiso o acuerdo alguno.
Además, Rodríguez Zapatero ha dado una orientación peronista a su gobierno, algo que sugieren dos hechos sin paralelo ni precedentes en la Europa democrática: el papel de los sindicatos en la definición de la política económica y su utilización como fuerzas de choque frente a la oposición y los movimientos desafectos de la sociedad civil.
UGT y CCOO sobreviven y medran gracias a las subvenciones que reciben de los presupuestos públicos (incluyendo Estado y Comunidades Autónomas, pueden superar, quizá, los 300 millones de euros en 2009, eso sin incluir el patrimonio inmobiliario que, al parecer, siguen recibiendo, y los sueldos de los liberados sindicales). A cambio, ejercen de protectores del Gobierno del PSOE y se han constituido, a imagen y semejanza de los sindicatos peronistas argentinos, en piqueteros del nuevo justicialismo español de Rodríguez Zapatero.
Pero con ser esto grave, no es lo peor. Las prácticas antidemocráticas, que nos acercan a ciertas visiones políticas latinoamericanas, tienen ahora una manifestación transparente en la presión -tremenda, según todas las informaciones- sobre el Tribunal Constitucional. Lo que está ocurriendo puede caracterizarse, sin exageración alguna, como un golpe institucional: una actuación política que perturba, impide o corrompe el funcionamiento normal de las instituciones. Solo que este golpe no sería posible sin la diligente cooperación de la presidenta del órgano golpeado, María Emilia Casas.
De acuerdo con el procedimiento previsto en la propia ley del Tribunal Constitucional, que remite a la Ley Orgánica del Poder Judicial, tras el fracaso de la ponente, la señora Pérez Vera, con su primer proyecto de sentencia, lo normal y lo que prevé la norma habría sido nombrar otro ponente. En lugar de hacer esto, la presidenta -no parece aventurado suponer que con el visto bueno de Rodríguez Zapatero- ha permitido que la señora Pérez Vera haya presentado hasta tres nuevos proyectos de sentencia, todos ellos rechazados por la mayoría de los magistrados. Y no parece que la presidenta del Tribunal tenga la menor intención de poner fin a este bloqueo nombrando otro ponente, lo que supone, de facto, el colapso del Tribunal.
este es un verdadero golpe contra el funcionamiento normal de un órgano constitucional fundamental. La sustancia del caso no es muy diferente de lo que sería, por ejemplo, una negativa del presidente del Gobierno a convocar el Consejo de Ministros; o una negativa del Jefe del Estado a firmar una ley aprobada por el poder legislativo; o que, llegada en 2012 la fecha de disolución de las Cortes y de convocatoria de elecciones generales, el Gobierno se negase a tal disolución y convocatoria. En conclusión, estamos viviendo, a cámara lenta, una especie de golpe, dirigido y amparado por el Gobierno, contra el normal funcionamiento del sistema democrático y de sus instituciones. Algunos no lo quieren ver, pero así de duro es lo que está ocurriendo.

Magdalena Hernandez S. -

La deshumanización de Holanda: tras tocar fondo, la religión se vislumbra como una salida

Enseñanza religiosa prohibida, 40% de la población sin creencias y 2.500 eutanasias anuales; el contraste: ya se ordenan 15 sacerdotes al año y crecen las inscripciones en los colegios católicos


Holanda, un país que hace medio siglo era católico o protestante, o sea absolutamente cristiano, ha vivido un proceso radical de secularización que se ha traducido en los siguientes datos estadísticos: el 41% de la población declara no tener ninguna creencia religiosa; el 58% ignora el significado de la Navidad; sólo un 16% de los niños se bautizan; y sólo un 7% de católicos van a misa los domingos.

Al mismo tiempo, el vació existencial de una población inmersa en el laicismo ha conducido a una progresiva deshumanización de la sociedad que se ve reflejada en hechos concretos, como que actualmente se practiquen más de 2.500 eutanasias al año y más 400 suicidios asistidos.



Sin embargo, algo se mueve. Tras tocar fondo, poco a poco, la religión se vislumbra como una posible salida a la decadencia de la secularizada Holanda. Tanto es así que, mientras en el 68 no salió ni un solo sacerdote del seminario de Haarlem-Ámsterdam, hoy ya hay 45 seminaristas, reflejo de una fuerte presencia neocatecumenal, y se ordenan 15 sacerdotes nuevos cada año.



Son datos de un informe elaborado por Marina Corradi que fue publicado el pasado 23 de diciembre en el diario Avvenire, propiedad de la Conferencia Episcopal italiana.



Colegios católicos llenos



Según el obispo de Haarlem-Ámsterdam, Josef Maria Punt, algo ha cambiado respecto a la crisis más dura experimentada veinte o treinta años atrás y ahora “se percibe una nueva exigencia, generada por el sentido de vacío”.

“Hoy, cada año en Holanda se ordenan 15 nuevos sacerdotes [...] En esta diócesis, algunos cientos de personas piden cada año el bautismo de adultos”, añade.



Además, Josef Punt constata que “en nuestra escuela católica en Haarlem no llegamos a aceptar todos los pedidos de inscripción. Tengo la sensación que estos padres, pese a que no son creyentes, están fascinados por la belleza del cristianismo y la desean para sus hijos”.



Así, ante el sentido de vacío que se ha producido, sobre todo entre los más jóvenes, “la Iglesia está verdaderamente llamada a ser misionera”, añade el arzobispo emérito de Utrecht, el cardenal Adrianus Simonis, de 78 años.



“Se han perdido dos generaciones. Se trata de recomenzar de nuevo, y dentro de una cultura indiferente al cristianismo, en medio de medios de comunicación que no son amistosos”, agrega el llamado “gran anciano” de la Iglesia holandesa.



Descristianización evidente



De hecho, el proceso de descristianización vivido en Holanda desde hace medio siglo es evidente. Mientras que las principales confesiones protestantes agrupaban a finales de los años 50 al 23% de la población, hoy sólo alcanzan el 6%. Los católicos eran en 1958 alrededor del 42%, pero actualmente se han reducido al 17%.

La Oude Kerk, la iglesia más antigua de Ámsterdam, construida en 1309, está actualmente en el corazón del Barrio Rojo, donde las prostitutas sudamericanas y del Este golpean en los cristales para atraer la atención de los transeúntes.



La Neuwe Kerk, la iglesia donde eran coronados los reyes de Holanda, es ahora un museo; y la única iglesia que triunfa es la de la Cienciología, con seis pisos en pleno centro.



Cabe recordar también que en 1964 se abolió la enseñanza de la religión en las escuelas, hasta el punto en que dos generaciones de holandeses han olvidado el alfabeto cristiano.



“Nos hemos extraviado, hemos perdido nuestra identidad cristiana. Si esta identidad fuese fuerte, no tendríamos miedo a los islámicos”, advierte el cardenal Simonis.



Islamización de la sociedad

El cardenal se refiere así a una cierta islamofobia que se está dando en una buena parte de la sociedad. Y es que sobre una población total por encima de los 16 millones de habitantes, el número de inmigrantes árabes supera los 900.000; y el número de mezquitas, sólo en Ámsterdam, es de veinte.



Al mismo tiempo, el partido de Gert Wilders, de la derecha populista, es el segundo según las encuestas, mientras que dos terceras partes de los holandeses consideran que los inmigrantes son demasiados.



Pero, por otra parte, se está produciendo desde hace unos años un fenómeno paralelo de crecimiento de los inmigrantes cristianos, que ya sumaban en 2007 unos 700.000. Estos cristianos dan vida a iglesias propias y están también reintroduciendo, por ejemplo, los crucifijos en las aulas católicas del país.

Nolasco -

El problema del Islam bajo una perspectiva europea



La actitud de Europa de huir de los problemas -en el caso español peor todavía porque además los disfraza- impide contemplar con realismo la situación.

Hace pocos días, un experto en el Islam europeo, Lorenzo Vidino, experto de la Universidad de Harward en Islam y violencia, afirmaba en Barcelona que la radicalización de una parte de la población islámica es ya un problema de Europa. Pero esto que es una evidencia, por la cantidad de policías que cada país tiene asignado a vigilar a personas y grupos de este perfil, tiene una perspectiva muy complicada porque todo resulta confuso, al menos en línea al razonamiento de Vidino que puede resumirse en estos términos:

Es imposible ganarles la partida por la fuerza.
Resolver las guerras en Irak, Afganistán, encontrar una respuesta satisfactoria al conflicto entre Israel y Palestina, no acabará con el terrorismo islámico.
Las causas de esta actitud no están claras, y la marginación social y la precariedad económica solo lo explican en parte.
Una vía son los programas de prevención y desradicalización, que algunos países ya han puesto en marcha. Se trata de generar un discurso contrario a la ideología violenta. Pero en realidad nadie sabe como esto debe hacerse para que obtenga resultados.

Una cosa son los grupos violentos, unos pocos miles entre los veinte millones de musulmanes que ya viven en Europa, y otra cosa son las organizaciones musulmanas que presentan un perfil ortodoxo, que están dispuestas a vivir más o menos integradas sin perder para nada su condición religiosa, y que rechazan frontalmente determinadas culturas y leyes que son propias de Europa. El caso de la homosexualidad es bien evidente, también sobre el papel de la mujer, y otras muchas cuestiones que pertenecen al orden moral. Según y como se maneje este segundo aspecto el Islam de conquista encontrará o no un terreno abonado para su desarrollo.

¿Qué se puede deducir de todo esto? Lo dicho al principio, que nuestra sociedad vive inmersa en una situación que no sabe explicarse ni abordar, y que entraña un peligro grave que vive en estado de impotencia. Hay que distinguir, además, el hecho de que el cristianismo no sea un factor de conflicto con las comunidades musulmanas, sino de diálogo. Sus encontronazos son con determinados aspectos de la libertad de expresión, con la cultura sexual imperante y con los gobiernos que la promueven. La mayoría de comunidades asume que ese es el sustrato europeo y su objetivo no es tanto alterarlo como vivir y crecer en paz. Quizás algunos piensen que a largo plazo su peso demográfico será tal, dada la cultura de la muerte en que vive sumergida la población europea post cristiana, que las cosas caerán por su mismo peso.

Donde sí existe rechazo es ante esta cultura laicista que impone soluciones como las del matrimonio homosexual. En el caso de España, una ley como la que protege a la mujer de la violencia de género, resulta absolutamente inaplicable a la comunidad musulmana, y ahí se produce un riesgo que va a crecer: que el país haga leyes que en realidad solo puedan aplicarse a una parte de la sociedad, mientras que en otra, vive en el margen.

Así mismo, el problema de la integración choca con una cuestión clave. Si los gobiernos locales, autonómicos, español, rechazan su herencia y tradición cultural porque tiene componentes nacidos del cristianismo, ¿a qué tradición y fuentes culturales vamos a integrar a los jóvenes musulmanes? Si los gobiernos y los grupos auspiciados por él atacan y son irrespetuosos con estos valores, con su herencia cristiana, ¿qué pedagogía se está haciendo sobre los jóvenes musulmanes de segunda generación, que pueden ser el principal foco de desarraigo y campo de reclutamiento de violentos? Cuando las organizaciones homosexuales como la COGAM hacen calendarios sin otro fin que herir a los cristianos, ¿cómo es percibido todo esto por los musulmanes? ¿Nadie se da cuenta de quienes están cavando la tumba de nuestros hijos?

Pero, además, en el caso de España esto se acentúa porque vive en un entorno básicamente musulmán. Marruecos revitaliza su Islam. Cuenta con 48 mil mezquitas y 42 mil imanes. Esto es más del doble que las parroquias y sacerdotes católicos españoles. Los jóvenes responden a esta revitalización religiosa. Asisten de manera creciente a las mezquitas, ven los canales de televisión religiosos, ayunan por el Ramadán y se interesan por los edictos islámicos. Cada vez, las chicas visten más recatadamente y hay más que utilizan el hiyab.

Todo esto no sucede porque sí. Hay un proceso de reactivación institucional del Islam que comporta por ejemplo que los viajes a la Meca o la construcción de mezquitas estén subvencionadas por el Estado. Marruecos tiene en sus raíces religiosas la posibilidad de crear una potente cultura que vertebre a su población.

Ahora, su tamaño demográfico es claramente inferior a España, algo más de 32 millones de habitantes. Pero en el 2025 se situará ya casi en los 40, mientras que España superará sólo en 6 millones esta cifra. Esto por lo que se refiere a la población total. Si la contabilidad se hace sobre gente joven, Marruecos gana a España de una manera nítida, porque en el 2025 nuestro país habrá dado un paso de gigante hasta convertirse en un inmenso geriátrico. Y esta es solo una parte muy próxima del Islam, a la que se debe añadir Argelia, y con carácter más general, en relación al conjunto de Europa, el enorme peso y papel de Turquía, que en aquel año 2025 ya superará los 90 millones de habitantes.

La sociedad española, las organizaciones empresariales y sindicales, los partidos políticos, el conjunto de la sociedad civil en definitiva, deben reflexionar sobre esta realidad y sobre el hecho de que Al-Qaeda en el Magreb ha bautizado a su órgano de propaganda Al-Andalus “El paraíso perdido de los musulmanes, la tierra afianzada por Alá para ellos”.

Isabel Ordoñez -

El problema del Islam bajo una perspectiva europea



La actitud de Europa de huir de los problemas -en el caso español peor todavía porque además los disfraza- impide contemplar con realismo la situación.

Hace pocos días, un experto en el Islam europeo, Lorenzo Vidino, experto de la Universidad de Harward en Islam y violencia, afirmaba en Barcelona que la radicalización de una parte de la población islámica es ya un problema de Europa. Pero esto que es una evidencia, por la cantidad de policías que cada país tiene asignado a vigilar a personas y grupos de este perfil, tiene una perspectiva muy complicada porque todo resulta confuso, al menos en línea al razonamiento de Vidino que puede resumirse en estos términos:

Es imposible ganarles la partida por la fuerza.
Resolver las guerras en Irak, Afganistán, encontrar una respuesta satisfactoria al conflicto entre Israel y Palestina, no acabará con el terrorismo islámico.
Las causas de esta actitud no están claras, y la marginación social y la precariedad económica solo lo explican en parte.
Una vía son los programas de prevención y desradicalización, que algunos países ya han puesto en marcha. Se trata de generar un discurso contrario a la ideología violenta. Pero en realidad nadie sabe como esto debe hacerse para que obtenga resultados.

Una cosa son los grupos violentos, unos pocos miles entre los veinte millones de musulmanes que ya viven en Europa, y otra cosa son las organizaciones musulmanas que presentan un perfil ortodoxo, que están dispuestas a vivir más o menos integradas sin perder para nada su condición religiosa, y que rechazan frontalmente determinadas culturas y leyes que son propias de Europa. El caso de la homosexualidad es bien evidente, también sobre el papel de la mujer, y otras muchas cuestiones que pertenecen al orden moral. Según y como se maneje este segundo aspecto el Islam de conquista encontrará o no un terreno abonado para su desarrollo.

¿Qué se puede deducir de todo esto? Lo dicho al principio, que nuestra sociedad vive inmersa en una situación que no sabe explicarse ni abordar, y que entraña un peligro grave que vive en estado de impotencia. Hay que distinguir, además, el hecho de que el cristianismo no sea un factor de conflicto con las comunidades musulmanas, sino de diálogo. Sus encontronazos son con determinados aspectos de la libertad de expresión, con la cultura sexual imperante y con los gobiernos que la promueven. La mayoría de comunidades asume que ese es el sustrato europeo y su objetivo no es tanto alterarlo como vivir y crecer en paz. Quizás algunos piensen que a largo plazo su peso demográfico será tal, dada la cultura de la muerte en que vive sumergida la población europea post cristiana, que las cosas caerán por su mismo peso.

Donde sí existe rechazo es ante esta cultura laicista que impone soluciones como las del matrimonio homosexual. En el caso de España, una ley como la que protege a la mujer de la violencia de género, resulta absolutamente inaplicable a la comunidad musulmana, y ahí se produce un riesgo que va a crecer: que el país haga leyes que en realidad solo puedan aplicarse a una parte de la sociedad, mientras que en otra, vive en el margen.

Así mismo, el problema de la integración choca con una cuestión clave. Si los gobiernos locales, autonómicos, español, rechazan su herencia y tradición cultural porque tiene componentes nacidos del cristianismo, ¿a qué tradición y fuentes culturales vamos a integrar a los jóvenes musulmanes? Si los gobiernos y los grupos auspiciados por él atacan y son irrespetuosos con estos valores, con su herencia cristiana, ¿qué pedagogía se está haciendo sobre los jóvenes musulmanes de segunda generación, que pueden ser el principal foco de desarraigo y campo de reclutamiento de violentos? Cuando las organizaciones homosexuales como la COGAM hacen calendarios sin otro fin que herir a los cristianos, ¿cómo es percibido todo esto por los musulmanes? ¿Nadie se da cuenta de quienes están cavando la tumba de nuestros hijos?

Pero, además, en el caso de España esto se acentúa porque vive en un entorno básicamente musulmán. Marruecos revitaliza su Islam. Cuenta con 48 mil mezquitas y 42 mil imanes. Esto es más del doble que las parroquias y sacerdotes católicos españoles. Los jóvenes responden a esta revitalización religiosa. Asisten de manera creciente a las mezquitas, ven los canales de televisión religiosos, ayunan por el Ramadán y se interesan por los edictos islámicos. Cada vez, las chicas visten más recatadamente y hay más que utilizan el hiyab.

Todo esto no sucede porque sí. Hay un proceso de reactivación institucional del Islam que comporta por ejemplo que los viajes a la Meca o la construcción de mezquitas estén subvencionadas por el Estado. Marruecos tiene en sus raíces religiosas la posibilidad de crear una potente cultura que vertebre a su población.

Ahora, su tamaño demográfico es claramente inferior a España, algo más de 32 millones de habitantes. Pero en el 2025 se situará ya casi en los 40, mientras que España superará sólo en 6 millones esta cifra. Esto por lo que se refiere a la población total. Si la contabilidad se hace sobre gente joven, Marruecos gana a España de una manera nítida, porque en el 2025 nuestro país habrá dado un paso de gigante hasta convertirse en un inmenso geriátrico. Y esta es solo una parte muy próxima del Islam, a la que se debe añadir Argelia, y con carácter más general, en relación al conjunto de Europa, el enorme peso y papel de Turquía, que en aquel año 2025 ya superará los 90 millones de habitantes.

La sociedad española, las organizaciones empresariales y sindicales, los partidos políticos, el conjunto de la sociedad civil en definitiva, deben reflexionar sobre esta realidad y sobre el hecho de que Al-Qaeda en el Magreb ha bautizado a su órgano de propaganda Al-Andalus “El paraíso perdido de los musulmanes, la tierra afianzada por Alá para ellos”.