LOS CAMPOS DEL RHIN. EL DESTINO DE LOS PRISIONEROS ALEMANES EN MANOS NORTEAMERICANAS.
El derecho internacional.
Durante la Conferencia de Paz de la Haya al inicio del siglo XX los Estados que se consideraban como "civilizados" se comprometieron a cumplir con una serie de derechos y obligaciones internacionales.
Esta convención internacional buscaba humanizar las guerras,y en ello acabar con el uso de la fuerza contra los indefensos. El 26 de enero de 1910 las convenciones de guerra de La Haya fueron ratificadas por todos los paises participantes, entre ellos los Estados Unidos.
Con los indefensos se incluían también los prisioneros de guerra.
Sobre los prisioneros de guerra quedó constatado:
Art. 4. Los prisioneros de guerra están bajo el poder del Gobierno enemigo y no de los individuos o Cuerpos que los hayan capturado.
Deben ser tratados con humanidad.
Todo lo que les pertenezca personalmente, exceptuando armas, caballos y papeles militares es de su propiedad.
Art. 6. El Estado puede emplear como trabajadores a los prisioneros de guerra, según su grado y aptitudes, excepción hecha de los Oficiales. Los trabajos no serán excesivos...
Art. 7. El Gobierno en cuyo poder se encuentren los prisioneros de guerra se encarga de su sostenimiento.
A falta de acuerdo especial entre los beligerantes, los prisioneros de guerra serán tratados en cuanto a alimentación, alojamiento y vestuario, de la misma forma que las tropas del Gobierno que los haya capturado.
Art. 14. Se establecerá desde el principio de las hostilidades en cada uno de los Estados beligerantes... una oficina de información sobre prisioneros de guerra....
Art. 20. Una vez restablecida la paz la repatriación de los prisioneros de guerra se efectuará en el más breve término posible.
A partir del 27 de julio de 1929 las obligaciones contempladas en los artículos de la Convención de Ginebra para la protección de los heridos de guerra se extienden a los prisioneros de guerra:
Aquí queda constatado que los prisioneros deben ser tratados con las mismas condiciones básicas que las propias tropas (alimentación, alojamiento, servicios sanitarios...). Además deben estar bajo la vigilancia de la Cruz Roja Internacional. Tras la finalización de las hostilidades deben ser liberados sin demora.
Los aliados firmaron todas estas convenciones comprometiéndose a cumplirlas.
Violación del derecho internacional
En 1943 se pusieron los aliados de acuerdo con tratar a los prisioneros de guerra alemanes no como prisioneros de guerra, sino como prisioneros comunes violando ya con ello el derecho fundamental.
En este sentido, el jefe del estado mayor de las tropas norteamericanas Dwight David Eisenhower, el 10 de marzo de 1945 toma la responsabilidad de Washington de no liberar los prisioneros alemanes en suelo aleman al cese de las hostilidades, sino de mantenerlos como prisioneros en calidad de “Disarmed Enemy Forces” (DEF). A partir de ahí, los prisioneros alemanes quedan privados del derecho internacional quedando su seguridad transferida a la arbitrariedad de los vencedores.
El no respeto del derecho internacional en las cuestiones de guerra es considerado como Crimen de Guerra.
Tras el cruce del Rin en marzo de 1945, el ejército norteamericano comenzó a construir campos de concentración en la orilla occidental de esta frontera natural por indicación de Eisenhower. Amplios espacios de terreno fueron incautados a los habitantes locales, rodeados por vallas de espino y ocupados por una cifra creciente de prisioneros a medida que los ejércitos angloamericanos avanzaban por suelo alemán al otro lado del rio. Entre ellos había heridos y amputados, mujeres, niños y ancianos. Listado de los campos junto al Rin: Alzey Andernach dec Bad Kreuznach Biebelsheim Böhl Bretzenheim Büderich Büdesheim Dietersheim Diez Hechtsheim Heidesheim Ingelheim Koblenz Koblenz-Lützel Ludwigshafen Ludwigshafen-Rheingönheim Mainz Mainz-Kastel Mainz-Zahlbach Mannheim Mannheim-Käfertal Mannheim-Sandhofen Mannheim-Schönau Mannheim-Waldhof Miesenheim Plaidt Remagen Rheinberg Rheinheim Schwarzenborn Siershan Sinzig Trier Urmitz Wickrathberg Winzenheim Entre los apresados estaban los que huyeron de los rusos hacia el Oeste, esperando un trato más humano de los poderes Occidentales. Junto a ellos también hubo aquellos civiles que ocuparon algun cargo en el partido, el Estado o la economía del regimen recién derrocado y que fueron, bajo arresto automático y sin juicio alguno, deportados a los campos de prisioneros. A medida que los ejércitos aliados penetraron hacia el Este fueron abriéndose nuevos campos de prisioneros en suelo alemán. Aalen, Baden-Württemberg Adelsdorf, Bayern Aigen, Böhmerwald Alsdorf, Nordrhein-Westfalen Altenstadt, Bayern Amberg, Bayern Ansbach, Bayern Artern, Bezirk Halle, Aschaffenburg, Bayern Asperg, Baden-Württemberg Auerbach, Bayern Augsburg-Oberhausen, Bayern Babenhausen, Hessen Bad Aibling, Bayern Bad Hersfeld, Hessen Bad Homburg, Hessen Bad Mergentheim, Baden- Württemberg Bad Nauheim, Hessen Bad Reichenhall, Bayern Bad Salzschlirf, Hessen Bad Tölz, Bayern Bad Wildungen, Hessen Bamberg, Bayern Bebra, Hessen Berchtesgaden, Bayern Berlin-Lichterfelde, Berlin-Wannsee Berlin-Zehlendorf Bischofswiesen, Bayern Brilon Bobingen. Bayern Bremerhaven-Weddewarten Bruchsal, Baden-Württemberg Bruck, Bayern Burgau, Bayern Burghausen, Bayern Butzbach, Hessen Coburg, Bayern Dachau, Bayern Darmstadt, Hessen Ebensee, Oberösterreich Elsenfeld, Bayern Ens an der Ens, Österreich Erding, Bayern Erlangen, Bayern Eschborn, Hessen Eschwege, Hessen Falkenstein, Hessen Feucht, Hessen Flossenbürg, Bayern Frankenberg, Bezirk Chemnitz Frankenberg, Hessen Frankfurt, Main Frankfurt-Niederrad, Frankfurt-Zeilsheim, Frauendorf, Bayern Freising, Bayern Friesdorf, Nordrhein-Westfalen Fürstenfeldbruck, Bayern Fürth, Bayern Gabersee, Bayern Garmisch-Partenkirchen, Bayern Gars, Bayer Gemünden, Bayern Gießen-Wieseneck, Hessen Glasenbach, Salzburg Göggingen, Bayern Göppingen, Baden-Württemberg Golling, Salzburg Gotha, Thüringen Griesheim, Hessen Großauheim, Hessen Haar, München Haid, Oberösterreich Hallein, Salzburg Hammelburg, Bayern Happurg, Bayern Hausham, Bayern Heilbronn, Baden-Württemberg Heimbach, Hessen Herborn, Hessen Herrsching, Bayern Hersbruck, Bayern Hessisch-Lichtenau, Hessen Hintersee, Salzburg Hirschberg, Hessen Hof, Bayern Hof-Moschendorf, Bayern Hohenbrunn, Bayern Hundstadt, Hessen, Ingolstadt, Bayern Ipsheim, Bayern Kamp-Lintfort, Nordrhein-Westfalen Kaprun, Salzburg Karlsfeld, Bayern Karlsruhe Katzenfurt, Hessen Kaufbeuren, Bayern Kesterbach, Hessen Kleinmünchen, Oberösterreich Königstein, Hessen Korbach, Hessen Lambach, Oberösterreich Landsberg, Bayern Landshut, Bayern Langenzenn, Bayern Langlau, Bayern Limburg, Hessen Linz, Oberösterreich Linz-Wegscheid, Lohr, Bayern Ludwigsburg, Baden-Württemberg Maisach, Bayern Manching, Bayern Marburg, Hessen Markt Bibart, Bayern Memmingen, Bayern Mittenwald, Bayern Mohlsdorf, Thüringen Moosburg, Bayern Münchberg, Bayern München München-Allach München-Daglfing München-Freimann Münster Natternberg, Bayern Naumburg/Saale, Sachsen-Anhalt Neumarkt, Bayern Neustadt, Hessen Neu-Ulm, Bayern Nieserroden, Baden-Württemberg Nürnberg Nürnberg-Erlenstegen Nürnberg-Langwasser Oberdachstetten, Bayern Oberursel, Hessen Oberursel-Hohemark Ochsenfurt, Bayern Ochsenpferch, Baden-Württemberg Peuerbach, Oberösterreich Planegg, Bayern Plankstetten, Bayern Plattling, Bayern Possenhofen, Bayern Pupping, Oberösterreich Recklinghausen, Nordrhein-Westfalen Regensburg, Bayern Reinhartshausen, Bayern Rockenberg, Hessen Rosenheim, Bayern Roth, Bayern Salzburg Salzburg Gnigl Sankt Gilgen, Salzburg Schliersee, Bayern Schnuttenbach, Bayern Schwabach, Bayern Schwabmünchen, Bayern Schwäbisch-Hall, Baden-Württemberg Schweiklberg, Bayern Stadt Allendorf, Hessen Stein, Bayern Stephanskirchen, Bayern Steyr, Oberösterreich Straubing, Bayern Stuttgart-Zuffenhausen Sulzbach-Rosenberg, Bayern Tann, Bayern Teugn, Bayern Trostberg, Bayern Tutzing, Bayern Ulm Vilshofen, Bayern Weiden, Bayern Wels, Oberösterreich Wendelhöfen, Bayern Werneck, Bayern Wickelskreuth, Bayern Wien Wiesbaden-Dotzheim Wiesloch, Baden-Württemberg Wolfratshausen, Bayern Würzburg Würzburg-Heidingsfeld Wuppertal Zell am See, Salzburg Ziegenhain, Hessen La lista ha sido tomada de: Estos campos fueron posteriormente desmantelados y los prisioneros trasladados a los campos del Rin. Finalmente entre cinco y seis millones de prisioneros alemanes fueron hacinados allí. La situación en los campos La situación en los campos debería ser lo suficientemente conocida, no obstante se repetirán los hechos más importantes: – Los prisioneros no fueron registrados ni a su llegada ni durante su permanencia. – Los campos fueron vigilados por todos sus costados, durante la noche con focos de luz. Cualquier intento de fuga era respondido con fuego a matar. – También hubo casos en los que se disparó sin causa aparente contra los prisioneros. – Los prisioneros se instalaron, a pesar del frio y la lluvia, sobre el suelo raso sin techo alguno. Se les prohibió construir alojamientos. No fueron entregadas tiendas de ningún tipo a pesar de que está comprobado que los norteamericanos disponían de ellas. – Los prisioneros se cavaron agujeros para si, en los que poder cobijarse como podían de la intemperie. También estos agujeros fueron en algunos casos destruidos y el suelo de nuevo aplanado. – No había instalaciones de limpieza. Las letrinas, hechas de hoyos y maderos, estaban junto a las vallas, dónde los prisioneros no pudieran dejar se ser vigilados. – Durante los primeros momentos, no había alimentos ni agua a pesar de que los almacenes norteamericanos tenían alimentos suficientes y el Rin sólo se encontraba a 200 metros. – En algunos casos los prisioneros pudieron recibir más adelante algunos alimentos de los norteamericanos: huevo en polvo, leche en polvo, galletas, chocolate en barras, café en polvo, pero como no les fue entregada agua muchos murieron a causa de enfermedades intestinales. – Los prisioneros no tenían ningún tipo de relación con el mundo exterior, no se permitía ningún tipo de intercambio postal. A la población le estaba prohibido, bajo pena de muerte, el acercarse a los campos de prisioneros. – La Cruz Roja Internacional no tuvo ningún tipo de permiso para acercarse a los campos. Los alimentos y ayudas que fueron enviados por la Cruz Roja Suiza fueron devueltos por instrucción expresa de Eisenhower. – Los enfermos y los heridos fueron insuficientemente o nada atendidos mientras los hospitales cercanos no eran utilizados. – Como personal de vigilancia fueron contratados los trabajadores forzados extrangeros (polacos, rusos, etc..). La policía de los campos consistía en antiguos prisioneros de los campos de trabajo de Speer. Los prisioneros eran diariamente humillados, maltratados y torturados por ellos. Para una más detallada información consultar los trabajos del canadiense James Bacque, Other Losses y Crimes and Mercies. James Bacque Website Dos de los testimponios citados por Bacque clarifican lo suficiente la situación vivida en el interior de esos campos. Un testimonio norteamericano: El 30 de abril fue un dia duro. Lluvia, aguanieve y nieve se iban turnando, y todo ello con un frio que calaba hasta los huesos. Estrechamente apilonados, para poder calentarse mutuamente, se mostraban a la vista al otro lado del alambre de espino: alrededor de 100.000 hombres extenuados, apáticos, sucios, descarnados con mirada vacía, vestidos con uniformes sucios y grises, con los pies hundidos en el barro hasa los tobillos. Aquí y allá se veían manchas blancas que tras una mirada más atenta resultaban ser las vendas de heridas mal curadas. La comandancia divisionaria alemana informó que los hombres no habían comido nada desde hacía por lo menos dos días y que el abastecimiento de agua era un problema urgente – mientras ahí estaba el Rin, llengo de agua, a sólo 200 metros. (James Bacque, a.a.O., Pg. 51 f.) Un testimonio de un prisionero alemán: En abril fueron aprisionados cientos de miles de soldados alemanes, pero también muchos de ellos enfermos que se encontraban en hospitales, amputados, auxiliares femeninas y civiles. Un internado de Rheinberg tenía más de 80 años, el otro tan sólo nueve.... un hambre constante y una sed torturadora eran sus compañeros, murieron de disentería. Un cielo cruel los regó semana tras semana con tormentosa lluvia..... los amputados se deslizaban por el barro como anfibios, empapados y temblorosos... dia tras dia sin techo, noche tras noche permanecian desalentados en la arena de Rheinberg o morian en sus hundidos agujeros...(Heinz Janssen, prisionero de guerra en Rheinberg – James Bacque a.a.O, Pg. 52). Los hechos muestran que la situación en los campos del Rin no era consecuencia de la arguida incapacidad de los norteamericanos, sino de la intención de acabar con aquella masa de prisioneros. Todo fue consecuencia de una firme voluntad asesina y no de unas circunstancias adversas inevitables. James Bacque afirma que el General Dwight Eisenhower fue responsable de los sucedido en aquellos campos. "La responsabilidad por el trato que se le dio a los prisioneros de guerra alemanes en manos de los norteamericanos recae sobre el ejército de los Estados Unidos en Europa, subordinado únicamente al poder político del gobierno. Todas las decisiones sobre el trato a los prisioneros fundamentalmente tocan exclusivamente a las tropas de los Estados Unidos."(Bacque, a.a. O., Pg. 45) El doctor Ernest F. Fisher jun., Mayor del Ejército de los Estados Unidos, escribió: "El odio de Eisenhower, tolerado por una burocracia militar que le era dócil, produjo el horror de los campos de la muerte, algo incomparable con cualquier otro suceso a lo largo de la historia militar norteamericana. En vista de las catastróficas consecuencias de aquel odio y de la indolente indiferencia que la oficialidad de la SHAEF (del comando central de las fuerzas expedicionarias aliadas) se mostró la más dolorosa cara del ejército norteamericano." (citado por Baque en a.a.O., Pg. 17) En julio de 1945, como consecuencia del reparto de las zonas de ocupación entre las fuerzas aliadas, los campos pasaron al control de las fuerzas inglesas o francesas según su localización. Los ingleses procuraron mejorar el trato de los prisioneros. Los franceses no lo mejoraron nada, y además comenzaron a trasladar a los hombres sanos hacia Francia para realizar trabajos forzados. Sólo unos pocos volvieron. Morir Bacque escribe: En los campos a lo largo de las orillas del Rin constataron los médicos militares desde el 1 de mayo hasta el 15 de junio de 1945 una pavorosa tasa de mortalidad, ochenta veces superior a la de cualquier otra situación conocida anteriormente por aquellos profesionales. Efectiva y escrupulosamente registraron las causas de muerte: muchos murieron por disentería y diarrea, y otros muchos por tifus, tétanos, envenenamiento de la sangre, etc. todo en cifras inconcebibles desde la Edad Media. La terminología médica no bastaba para describir la catástrofre de la que eran testigos aquellos médicos. También fueron regitrados casos de muerte por adelgazamiento o cansancio.... por enfermedad del corazón o inflamación pulmonar. (Bacque, a.a. O., Pg. 78 f.) Todas las mañanas los muertos eran trasladados a fosas comunes fuera de los campos. “los cuerpos de los que morían de hambre eran llevados diariamente en carros hacia lugares alejados de los campos, dónde eran enterrados apilonados en cinco niveles en largos fosos. Cuando estos eran llenados, se procedía a volver a aplanar el lugar con la tierra de los fosos con las excavadoras” (Willi Griesheimer, Die Hölle der amerikanischen Kriegsgefangenschaft, Egendruck S.2) A ellos deben sumárseles los obscenos casos de los muertos que en un inexplicable horror cayeron y se hundieron en las letrinas sin ser salvados por nadie. Bacque demuestra por medio de los documentos y los testimonios, que en los campos de prisioneros y de trabajo norteamericanos y posteriormente franceses murieron un total de entre 800.000 y 1.000.000 de personas. Alrededor de tres cuartas partes del total las atribuye Bacque a los norteamericanos, es decir, entre 600.000 y 750.000: “La cifra total de víctimas se encuentra sin ninguna duda por encima de los 800.000, con casi toda seguridad más cerca de los 900.000 y posiblemente por encima de un millón. Las causas de su muerte fueron esencialmente provocadas por los oficiales del ejército norteamericano, que disponían de suficientes alimentos y otros medios como para poder manterner a los prisioneros con vida. A las organizaciones de ayuda que procuraron ayudar a aquellos prisioneros les fue prohibido el acercarse. Todo esto fue entonces ocultado y cubierto mediante mentiras.... Las actas y pruebas fueron eliminadas, maniupadas o guardadas secretamente. Esto continúa así todavía hasta la actualidad.” La historiografía de los Estados Unidos frente a esto, habla únicamente de 5.000 muertos. La historiografía oficial alemana actual, se centra en 5.000 muertos, máximo en 10.000 pero nunca acepta un número mayor. Esto significaría que de los cinco o seis millones de prisioneros que fueron hacinados en los campos del Rin, sólo un 0,1% no superaron las condiciones en que se vivía en los campos. No obstante una tasa de mortalidad del 0,1% corresponde a la tasa que tendría una población que viviera en condiciones normales. Para los Campos del Rin una tasa así queda totalmente descartada. Sobre ésto está además, a pesar de todas las investigaciones, un millón de muertos alemanes en la Segunda Guerra Mundial que permanecen sin aclarar. Se trata del millón perdido. Hasta la caida del muro de Berlín estos desaparecidos fueron atribuidos a la URSS, pero cuando los rusos abrieron sus archivos en los noventa, los cuales desde por lo menos el 1946 mostraron una información inesperadamente detallada, sólo pudieron quedar aclarados alrededor de 100.000 desapariciones. Se calcula además, que durante el año 1945 alrededor de 200.000 alemanes murieron anónimamente en las extensiones de Rusia. El millón perdido permanece sin aclarar. La cifra de alrededor de 750.000 muertos en los Campos del Rin norteamericanos puede quedar aclarada mediante un informe del Campo de Bretzenheim en Bad Kreuznach. Sobre los apresados es informado: .... a pesar de que entretanto adelgazó hasta quedar en un esqueleto, a pesar de que algunas noches miraba con ojos ardientes hacia el cielo y procuraba calcular, cuándo él pasaría a contar entre aquellos camaradas que eran extraidos por las mañanas del campo y enterrados en las largas fosas... Los habitantes de Bretzenheimer vieron como desde abril hasta julio de 1945 los montones de 120 hasta 160 muertos ante la puerta y pueden informar de las cargas de estos cadáveres en camines que zumbaban hacia Galgenberg, en Kreuznach, o hacia Stromberg. Esto significa, que en el Campo de Bretzenheim en los tres meses de dirección norteamericana murieron alrededor de 15.000 prisioneros. En una cifra de alrededor de 130.000 prisioneros contendios en ése campo, el resultado que arroja es el de una proporción de más de un 11,5% de tasa de mortalidad dentro de esos tres meses en ése campo de prisioneros. ¿Cuantos murieron realmente en aquel barro? ¿Cuántos , debilitados por el hambre, fueron vencidos por el barro? Él (el barro) caía con una fuerza primordial sobre nosotros .... debilitados y sin fuerzas como estábamos, en semanas de mayo en las que la muerte recogió una gran cosecha. (E.Werner, a.a.O. Pg. 12) Muchas de las víctimas, quizás la mayoría, fueron arrastradas por el barro y el inconsistente subsuelo hasta las letrinas, cuyo uso degeneró a causa de las lluvias a partir del final de abril en un juego de a vida o muerte. La cuestión que no puede fallar en ningúna crónica de los campos, es que en aquel tiempo, sobretodo por la noche, muchos de los prisioneros que fueron a las letrinas no volvían nunca más entre sus compañeros porque caían en aquel precipicio apestoso e indescriptible del que ya no existía ninguna salida. (R.Spenner, a.a.O., S. 37f.) Si se calculan también los prisioneros que murieron en el barro y las letrinas, se puede llegar fácilmente a la cifra de un 15% de muertos en el campo de Bretzenheim. No existe ningún fundamento para considerar que en los demás campos, donde las condiciones eran equivalentes, hubiera una cifra de muertos inferior. Basándose en la cifra de un total de cinco millones de prisioneros, a partir de un 15% se extrae la cantidad de 750.000 muertos en los campos de prisioneros norteamericanos en Europa en la Segunda Guerra Mundial. Esta es la cifra a la que llega Bacque, aunque su argumentación usa otras vias. Alrededor de 5.000 muertos de los campos de prisioneros fueron enterrados en cementerios locales en aquella época, exactamente la misma cifra que es aceptada por la historiografía oficial. En el año 1953, 2.000 de esos muertos fueron transportados desde el cementerio de Galgenberg al cementerio de Lohrer Wald. Por parte de la oficialidad no se ha considerado nunca la necesidad de buscar fosas comunes en el entorno del Rheinwiesen. Muertos que según la postura oficial no existen, no es necesario buscar. La asociación para el cuidado de las sepulturas de guerra alemanas (Volksbund für Deutsche Kriegsgräberfürsorge) tienen las manos atadas desde la ley de sepulturas de 1952, en la que su labor quedó centrada únicamente a cuestiones de los caidos en el extranjero. En Alemania debe aguardar una orden de la administración. Una orden así no ha sido nunca dada. Únicamente en un caso podría la asociación entrar en acción por su cuenta: cuando alguien esté en disposición de dar el lugar exacto de alguna de esas fosas bajo juramento. Cosa que no ha sucedido hasta el momento. ¿Quién, de todos modos, podría estar en situación de hacerlo? Las tropas norteamericanas enterraron a los muertos sin testigos. Sólo mediante una búsqueda profesional pueden llegar a ser localizadas. Sólo en una ocasión se inició la búsqueda de fosas comunes, y fue de manera no oficial. El miembro de las fuerzas armadas y experto en fosas Otto Schmitt, de Guldental – Bretzenheim se puso como tarea desde alrededor de 1970 el clarificar la cuestión de los desaparecidos por propia cuenta. Él sabía que en las tierras dónde anteriormente estuvieron los campos se han encontrado placas de identificación de soldados alemanes: “El campesino Karl Schneider, de Sinzig, encontró en diversas ocasiones, cuando araba sus tierras situadas en la zona de los antiguos campos, placas de identificación de soldados alemanes. Hasta hoy nadie ha buscado en las fosas ni en las antiguas instalaciones de letrinas los restos de los miembros de las fuerzas armadas desaparecidos” (Helmuth Euler, Die Entscheidngsschlacht an Rhein und Rhur 1945, Stuttgart 1981 – Pg. 271) Él tomó la decisión de inciciar la búsqueda de fosas en los campos de los antiguos campos. En la extensión de alrededor de 8 km² sólo se ha construido desde la época de los campos en uno de sus bordes: Junto a la carretera hay un monumento conmemorativo de1966 . Por lo demás esta tierra sólo ha sido usada como antaño para el cultivo y el pastoreo. En otoño de 1985 Otto Schmitt comenzó, tras consultar con el propietario, Otto Tullius, en el emplazamiento de las antiguas letrinas los primeros trabajos de prospección. El interes de los habitantes de la zona y de la prensa local se despertó. ¿Se lograría rescatar a los muertos desaparecidos desde hacía casi medio siglo? Poco después del comienzo de las pesquisas, cuando todavía no se había encontrado nada, llegó una visita inesperada: Una delegación de la admnistración local de Bad Kreuznach transmitió un escrito en el que se comunicaba que aquellas tierras quedaban dentro de los terrenos protegidos por la ley de patrimonio nacional y que por lo tanto cualquier excavación o manipulación de ellas quedaba prohibido. Otto Schmitt se vió obligado a abandonar su trabajo. El 27 de octubre del año siguiente, 1986, se ratificó y reforzó la ley de patrimonio sobre las tierras del campo de Bretzenheim. Todas las solicitudes que Otto Schimtt presentó para poder continuar con su trabajo fueron rechazadas por diversos motivos. Finalmente, al inicio de los noventa y derrotado por la Administración, abandonó su estéril lucha.
También tras el fin de la guerra el 8 de mayo de 1945 siguieron siendo apresados soldados y civiles alemanes en distintos puntos de Alemania. Diariamente llegaban los prisioneros hacinados en vagones de ganado y en camiones y descargados tras las vallas de espino. No pocos de los prisioneros murieron ya durante el transporte.
Los campos en suelo alemán fueron:
Kurt W. Böhme, Die deutschen Kriegsgefangenen in amerikanischer Hand Europa, München 1973.
La situación de los campos del Rin llevó en poco tiempo a unas tasas de mortalidad masivas.Bretzenheim
(Rolf Spenner, Tränen, Tod und tausend Qualen, Kriegsgefangenenlager Bretzenheim, Pfaffen-Schwabenheim, 4. Auflag, 1995, Pg 38)
Otro interno en el campo escribe:
(Erich Werner, Kriechsgefangenenlager Bretzenheim, Bretzenheim, 1998, 5. Auflage, Pg. 9)Los muertos
Ninguna búsqueda de los muertos.
¿Dónde estan los muertos de los Campos del Rin?Buscando fosas en el Campo de Bretzenheim
Veto
24 comentarios
Alvaro R, -
Alvaro Wilches V. -
Kakovo -
Lo que hicieron los aliados fue un genocidio con el pueblo alemán
Carlos Fuenmayor -
Anónimo -
Diana Abrego -
Josè antonio -
HIJO DE ALEMAN -
En el caso de los "aliados" (sovieticos, americanos, franceses, etc.) fue mas grave, puesto que ya estaban rendidos todos los alemanes, incluidos los niños mujeres y ancianos a los cuales se les bombardeo y arraso las propias ciudades donde estaban refujiados, despues de rendirse y produciendo cientos de miles de muertos inocentes.
¡¡¡¡CRIMENES DE GUERRA!!!
pepino -
El que cosecha vientos...
Diana -
radio, los periódicos, la Cruz roja nacional y Correos. También fue despojada Alemania de gran cantidad de su carbón, de sus
territorios en el Este (que constituían 25 % de sus tierras cultivables), de sus patentes industriales, bosques, reservas de oro y
de la mayor parte de su fuerza de trabajo. Los Aliados saquearon y destruyeron fábricas, oficinas, laboratorios y talleres (...).
A partir del 8 de mayo, fecha de la capitulación al Oeste, los prisioneros alemanes e italianos en Canadá, Estados Unidos y
Reino Unido, que hasta entonces eran alimentados en conformidad con la Convención de Ginebra, fueron de golpe sometidos
a raciones muy reducidas. (...) Se impidió a las agencias de socorro internacionales mandar comida desde el extranjero; los
trenes de la Cruz roja cargados de comida fueron reexpedidos a Suiza; se les negó a todos los gobiernos el permiso de mandar
sustentos a los civiles alemanes; se redujo brutalmente la producción de abono; y, especialmente en la zona francesa, se
confiscaron los alimentos. La flota pesquera se quedó en puerto, cuando la gente se estaba muriendo de hambre.
lancelon -
interaliados de marzo de 1946 formularon las decisiones concretas (...) de reducir las capacidades industriales alemanas
hasta un nivel bajo, y de dar a la agricultura una mayor prioridad. Para eliminar toda capacidad de hacer una guerra a la
economía alemana, se decidió prohibir totalmente la producción por Alemania de productos estratégicos tales como
aluminio, caucho y benceno sintéticos. Además, Alemania estaba en la obligación de reducir sus capacidades siderúrgicas
hasta un 50 % del nivel de 1929, y el equipamiento superfluo debía ser desmontado y transportado a los países vencedores,
tanto del Este como del Oeste» ([3]).
No resulta muy difícil imaginarse cuáles fueron las decisiones concretas tomadas con respecto al bienestar de la población:
«Tras la capitulación de mayo del 45, escuelas y universidades estaban cerradas, como también lo estaban las emisoras de
radio, los periódicos, la Cruz roja nacional y Correos. También fue despojada Alemania de gran cantidad de su carbón, de sus
territorios en el Este (que constituían 25 % de sus tierras cultivables), de sus patentes industriales, bosques, reservas de oro y
de la mayor parte de su fuerza de trabajo. Los Aliados saquearon y destruyeron fábricas, oficinas, laboratorios y talleres (...).
A partir del 8 de mayo, fecha de la capitulación al Oeste, los prisioneros alemanes e italianos en Canadá, Estados Unidos y
Reino Unido, que hasta entonces eran alimentados en conformidad con la Convención de Ginebra, fueron de golpe sometidos
a raciones muy reducidas. (...) Se impidió a las agencias de socorro internacionales mandar comida desde el extranjero; los
trenes de la Cruz roja cargados de comida fueron reexpedidos a Suiza; se les negó a todos los gobiernos el permiso de mandar
sustentos a los civiles alemanes; se redujo brutalmente la producción de abono; y, especialmente en la zona francesa, se
confiscaron los alimentos. La flota pesquera se quedó en puerto, cuando la gente se estaba muriendo de hambre» ([4]).
Las potencias ocupantes rusa, británica, francesa y norteamericana transformaron efectivamente a Alemania en un enorme
campo de la muerte. Las democracias occidentales capturaron al 73 % de todos los prisioneros de guerra alemanes en sus
zonas de ocupación. Murieron muchos más Alemanes tras la guerra que durante las batallas, bombardeos masivos y campos
de concentración de la guerra. Como resultado de la política del imperialismo aliado, entre 1945 y 1950 perecieron entre
nueve y trece millones. Semejante genocidio tuvo tres fuentes principales:
primero entre los 13,3 millones de Alemanes de origen que fueron expulsados de las regiones orientales de Alemania, de
Polonia, Checoslovaquia, Hungría, etc., según los Acuerdos de Postdam; esta depuración étnica fue tan inhumana que no
llegaron a destino tras las nuevas fronteras alemanas de la posguerra, más que 7,3 millones de ellos; los demás
desaparecieron en las peores circunstancias;
luego, entre los prisioneros de guerra alemanes que murieron debido al hambre y a las enfermedades en los campos
aliados: entre 1,5 y 2 millones;
por fin, entre la población en general que no tenía para sobrevivir más que raciones de 1000 calorías cotidianas, lo que no
garantizaba sino una larga hambruna y epidemias más de 5,7 millones murieron de enfermedades.
husar -
Lorenzo Gomez Brado -
En octubre de 1944, a la edad de dieciocho años, fui reclutado en el ejército de los Estados Unidos. Debido en gran parte a la "Batalla de las Ardenas", mi formación fue interrumpida. Mi permiso se redujo a la mitad, y me enviaron de inmediato al extranjero. Llegamos a Le Havre, Francia, y fuimos rápidamente cargados en los coches y enviados al frente. Cuando llegamos allí, yo sufría gravemente los síntomas de la mononucleosis, y fui enviado a un hospital de Bélgica. Como entonces, la mononucleosis se conocía como la "enfermedad de los besos", envié miles de cartas de agradecimiento a mi novia.
Para cuando salí del hospital, el equipo con el que me había formado en Spartanburg, Carolina del Sur estaba en el interior de Alemania, por lo que, a pesar de mis protestas, me reubicaron en un depósito de reposición. Perdí el interés en las unidades en las que fui asignado y no recuerdo a todos ellos: las unidades de no-combate no eran ridiculizadas en ese tiempo.
A finales de marzo o principios de abril de 1945, fui enviado a la guardia de un campo de prisioneros de guerra cerca de Andernach a lo largo del Rin. Tuve cuatro años de idioma alemán en la escuela secundaria, por lo que podía hablar con los presos, aunque estaba prohibido. Gradualmente, sin embargo, se me utilizó como intérprete, y se me pidió encontrar miembros de las SS (jamás encontré alguno)
En Andernach, cerca de 50000 prisioneros de todas las edades estaban encerrados en un campo abierto rodeado de alambre de púas. Las mujeres se mantenían en un recinto apartado que no vi hasta más tarde. Los hombres que vigilaba no tenían refugios ni mantas; muchos no tenían abrigos. Dormían en el barro, húmedo y frío y sin letrinas. Era una fría, húmeda primavera y su miseria por la exposición, era evidente por sí sola.
Aún más sorprendente fue ver a los prisioneros meter césped y malezas en una lata para preparar una sopa. Me dijeron que lo hacían para a aliviar el dolor del hambre. Rápidamente, empezaron a demacrarse. La Disentería apareció, y así dormían entre sus propios excrementos, demasiado débiles para llegar a las letrinas. Muchos rogaban por comida, enfermos y muriendo ante nuestros ojos. Teníamos abundante comida y suministros, pero no hicimos nada para ayudarlos, ni siquiera asistencia médica.
Indignado, protesté a mis oficiales y me encontré con la hostilidad o la cruel indiferencia. Cuando presioné, me explicaron que estaban bajo órdenes estrictas de "más arriba". Consciente de que mis protestas eran inútiles, le pedí a un amigo que trabaja en la cocina si él me podría deslizarme algunos alimentos adicionales para los presos. También dijo que estaban bajo órdenes estrictas de no alimentar a los presos y que esas órdenes provenían de "más arriba". Pero él dijo que había más alimentos de los necesarios y que me pasaría algunos.
Cuando arroje la comida sobre el alambre de púas a los prisioneros, me atraparon y me amenazaron con encarcelarme. Repetí la "ofensa", y un oficial con enojo me amenazó con dispararme. Asumí este era nada hasta que encontraré a un capitán en una colina por encima del Rin disparando a un grupo de civiles alemanas con su pistola calibre .45. Cuando le pregunté por qué, Murmuró, "Práctica de tiro", y disparó su pistola hasta acabar su munición. Vi que las mujeres corrían para protegerse, pero, a esa distancia, no podía saber si alguna había sido alcanzada.
Esto fue cuando me di cuenta que se trataba de asesinos de sangre fría llenos de odio moralista. A su juicio, los alemanes eran una raza infrahumana y digna de ser extermininada; otra expresión de la espiral del racismo. Artículos en los periódicos de los soldados, el Star and Stripes, enfatizaban la importancia de los campos de concentración alemanes, completos con fotos de cuerpos descuartizados, lo que amplificaba nuestra moral y crueldad, lo que hizo que fuese más fácil de imitar el comportamiento al que se supone que nos oponíamos. También, creo, los soldados que no fueron expuestos al combate, trataban de demostrar que tan duros eran disparando a los prisioneros y los civiles.
Me enteré que estos presos eran en su mayoría agricultores y obreros, tan simples e ignorantes como muchas de nuestras tropas. A medida que paso el tiempo, más de ellos parecían zombis por su indiferencia, mientras que otros trataban de escapar en una forma demente o suicida, corriendo a través de campos abiertos en plena luz del día hacia el Rin buscando apaciguar por su sed. Fueron fusilados. Algunos presos estaban tan deseosos por cigarrillos como por comida, diciendo que calmaban su hambre. En consecuencia, soldados emprendedores adquirían hordas de relojes y anillos a cambio de puñados de cigarrillos o menos. Cuando empecé a tirar cajas de cigarrillos a los prisioneros para arruinar este comercio, fui amenazado por soldados y oficiales de alto rango.
La única luz en este sombrío panorama llegó una noche cuando fui asignado al puesto en el "cementerio", de dos a cuatro AM, en realidad, hubo un cementerio en la cuesta arriba de este lado del recinto, no a muchos metros de distancia. Mis superiores habían olvidado de darme una linterna y no me había molestado en preguntar por una, como estaba disgustado con toda la situación de ese momento. Fue una noche bastante brillante, y pronto vi un prisionero que se arrastraba por debajo del alambrado hacia el cementerio. Se suponía que debíamos disparar a cualquier escapista en vista, así que empecé a levantarme del suelo para advertirle para que regresara. De repente me di cuenta que otro preso se arrastraba desde el cementerio de nuevo hacia el alambrado. Arriesgaban sus vidas para llegar al cementerio por algo, tenía que investigar.
Cuando entré en la oscuridad de este matorral, ese arbolado cementerio, me sentía totalmente vulnerable, pero de alguna forma la curiosidad me hacia seguir. A pesar de mi cautela, tropecé con las piernas de alguien en posición prona. Tratando de recuperar la compostura de la mente y el cuerpo, pronto me sentí aliviado de no haber disparado accidentalmente. La figura se sentó. Poco a poco, pude ver la hermosa pero aterrorizada mirada de una mujer con una cesta de picnic. Los civiles alemanes no podían alimentar, ni siquiera acercase a los prisioneros, por lo que rápidamente le asegure que aprobaba lo que estaba haciendo, le dije que no tenga miedo, y que me iría del cementerio para no entrometerme.
Lo hice de inmediato y me senté, apoyado contra un árbol al borde del cementerio para parecer distraído y no asustar a los prisioneros. Me imaginé entonces, y todavía lo hago ahora, lo que sería encontrar a una bella mujer con una cesta de picnic, en esas condiciones como prisionero. Nunca olvidadare su rostro.
Eventualmente, más presos se arrastraban de nuevo hacia al alambrado. Vi que arrastraban alimentos para sus compañeros y sólo podía admirar su valor y devoción.
El 8 de mayo, Día VE, tomé la decisión de celebrar con algunos presos que vigilaba el horno donce hacian el el pan que de vez en cuando recibían otros presos. Este grupo comió todo el pan que podía, y compartimos el jovial ánimo generado por el final de la guerra. Todos pensamos que pronto iríamos a casa, una patética esperanza de su parte. Estábamos en lo que sería la zona francesa, donde pronto sería testigo de la brutalidad de los soldados franceses cuando transferimos nuestros prisioneros a ellos para sus campamentos de mano de obra esclava.
Ese día, sin embargo, nos sentimos felices.
Como gesto de amistad, vacié mi fusil y lo paré en la esquina, incluso les permití jugar con el a su antojo. Este fondo "rompió el hielo", y pronto cantábamos canciones que nos habíamos enseñado o que yo había aprendido en la escuela secundaria. Por agradecimiento, me hornearon un pequeño pan dulce especial, el único regalo posible que les quedaba por ofrecer, que eran los que habían dejado de ofrecer. Lo guarde en mi chaqueta y volví a mi cuartel, y lo comí en mi privacidad. Jamás había probado un pan tan delicioso, ni sentí un sentido más profundo de la comunión mientras comía.
Poco después, algunos de nuestros débiles y enfermizos presos marcharon con soldados franceses a su campamento. Íbamos en un camión detrás de esta formación. Temporalmente, bajaba la velocidad y paraba, tal vez porque el conductor estaba tan conmocionado como yo. Siempre que un alemán preso cayese o tratara de escapar, lo mataban a culatazos. Los cuerpos eran apartados a la orilla de la carretera para ser recogidos por otro camión. Para muchos, esta muerte rápida podría haber sido preferible para frenar el hambre en nuestros "campos de la muerte."
Cuando finalmente vi a las mujeres alemanas en el recinto aparte, pregunté el motivo por que se las tenía presas. Me dijeron que eran seguidoras del campamento (camp followers) seleccionadas como mujores reproductoras de la SS para crear una súper raza. Hablé con algunas y debo decir que nunca conocí un grupo más enérgico o atractivo. Ciertamente, pensé que nunca merecieron estar presas.
Cada vez más era utilizado como intérprete, y especialmente fui capaz de impedir que algunos fueran detenidos injustamente. Una vez un divertido incidente con un viejo agricultor que estaba siendo arrastrado por varios soldados. Me dijeron que tenía una lujosa medalla nazi" la cual me mostraron. Afortunadamente, tenía una tabla con la identificación de esas medallas. El había sido premiado por haber concebido cinco hijos. Quizá, su esposa estaba algo aliviada por sacárselo de la espalda, pero no me parecía que uno de nuestros campos de la muerte fuera un castigo justo por su contribución a Alemania. Los soldados estaban de acuerdo y lo soltaron par que continúe su "trabajo sucio".
El hambre empezó a propagarse entre la población civil alemana también. Era una algo común ver mujeres alemanas hasta sus codos en nuestra basura en busca de algo comestible - es decir, si no eran perseguidas.
Cuando entrevisté a los alcaldes de los pequeños pueblos y aldeas, me dijeron que su suministro de alimentos había sido quitado por "personas desplazadas" (extranjeros que habían trabajado en Alemania), los cuales empacaron la comida en camiones y se la llevaron. Cuando me informé de esto, la respuesta fue una de encoger los hombros. Nunca vi a la Cruz Roja en el campamento o ayudando a los civiles, a pesar de que su café y rosquillas estaban disponibles en cualquier lugar para nosotros. Entre tanto, los alemanes tuvieron que confiar en la distribución de los almacenes ocultos hasta la próxima cosecha.
El Hambre hizo a la mujer alemana más "disponible", pero a pesar de esto, la violación era frecuente y, a menudo, acompañada de violencia innecesaria. En particular, recuerdo a una mujer de dieciocho años, que le rompieron su rostro con la culata de un rifle, y luego fue violada por dos soldados. Incluso los franceses se quejaron de que las violaciones, saqueos y destrucción por embriaguez por parte de nuestras tropas eran excesivas. En Le Havre, nos habían dado folletos de advertencia de que los soldados alemanes habían mantenido un alto nivel de comportamiento con la población civil francesa que era pacífica, y que debíamos hacer lo mismo. En esto, miserablemente hemos fracasado.
"¿Y qué?" Algunos diran. "Las atrocidades del enemigo fueron peores que las nuestras." Es cierto que sólo he experimentado el final de la guerra, cuando ya estábamos los victoriosos. La oportunidad alemana de cometer atrocidades se ha perdido; la nuestro estaba al alcance de la mano. Pero dos errores no hacen un acierto. En lugar de copiar los crímenes de nuestros enemigos, debemos tratar de una vez por todas de romper el ciclo de odio y venganza que ha asolado y distorsionado la historia de la humanidad. Esta es la razón por la que estoy hablando ahora, cuarenta y cinco años después del crimen. Nunca podremos evitar crímenes de guerra individuales, pero podemos, si una cantidad suficiente de nosotros hablase, influir en la política gubernamental. Podemos rechazar la propaganda del gobierno, que representa a nuestros enemigos como infrahumanos y alienta la clase de ultrajes de los que fui testigo. Podemos protestar por el bombardeo de objetivos civiles, que siguen en la actualidad. Y podemos negarnos siempre a condonar el asesinato de prisioneros desarmados y derrotados de la guerra por parte de nuestro gobierno.
Me doy cuenta de que es difícil para el ciudadano común y corriente admitir haber atestiguado un crimen de tal magnitud, especialmente si lo implica a uno mismo. Incluso soldados que se compadecían de las víctimas me dijeron que tenían miedo de quejarse y meterse en problemas. Y el peligro no ha cesado. Desde que hablé hace algunas semanas, he recibido amenazas telefónicas y rompieron mi buzón de correo. But its been worth it. Pero vale la pena. Escribir sobre estas atrocidades ha sido una catarsis de sentimientos que he reprimido durante mucho tiempo, una liberación, y quizás recordará a otros testigos que "la verdad nos hará libres, no tengan miedo." Incluso podemos aprender una lección suprema de todo esto: sólo el amor puede conquistar todo.
Eso que han leído es el relato del Profesor Martin Brech, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente retirado y ex profesor adjunto de la catedra de Filosofia y Religion de la Universidad de Mercy, New York.
Martin Brech (Adjunct Professor, Philosophy & Religion, Mercy College; Ex-G.I., Finally Free)Fuente: Reimpreso de El Diario de Revisión Histórica, vol. 10, no. 10, no. 2, pp. 2, pp. 161-166. 161-166.
giromalo -
jacinto -
Julia N. -
El Holocausto judío es innegable (y peor por el número de víctimas, aunque muy manipuladas), pero ya conocido. En cambio los genocidios cometidos por los aliados (incluidos los sovieticos)se ocultan, y lo peor es que hoy en día se siguen cometiendo. En el bando alermán, los que sí "se lo merecían", como afirma von Manstein, son los hombres de ls SS responsables del holocausto, que no los soldados comunes, y mucho menos los civiles, mujeres y niños. Por lo tanto, es una mustra más de la barbarie injustificable de los aliados: crimen disfrazado de justicia.
yuyote -
Tampoco olvidemos el posterior bloqueo a Berlín, ya durante la guerra fría, de la manera en que Norteamérica con un espectacular abastecimiento aéreo salvo del hambre a los berlineses.
Pues entonces si no le dieron de comer a 5.000.000 de prisioneros fue realmente porque no quisieron.
urquiolo -
Pero una cosa es el soldado raso, y otra los mandos y dirigentes de los países, que tendrían que haber hecho todo lo que estuviera en su mano para ayudar a esta pobre gente (con más razón a los pobres niños). Aunque hay algo que me escama: al final de la guerra había una escasez crónica de alimentos (a los aliados no les faltaban, es mas, se les estropeaban en los almacenes gigantescos) , pero del relato de los acontecimientos parece que no es así.
huesca-madrid -
gallego -
Jose A. Martinez -
En España, estamos empezando a caer en lo mismo.
¡¡¡Es que no nos enseña la historia nada!!!
goyesco -
Lorenzo Ramirez -
kenitere -
No hay duda de que los rusos y comunistas fueron bastante peor tratados que los aliados de las potencias democraticas, al menos estos no eran matados por inanición en masa, ni fusilados sin causa justificada. Creo que el mismo Iacov, hijo de Stalin, murió ametrallado en la alambrada de un campo de prisioneros. Aunque éste era un campo mixto, de ingleses, rusos, americanos, no un campo de exterminio, al menos tendrían alguna porquería que comer y un catre donde dormir...