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ZAPATERO APUÑALA A ESPAÑA EN CATALUÑA

ZAPATERO APUÑALA A ESPAÑA EN CATALUÑA

El Estatuto separatista que ha aprobado el parlamento catalán supone lisa y llanamente un proyecto de constitución para un futuro estado independiente catalán. El proyecto que llegará a Madrid gracias a los socialistas constituye un atentado contra la soberanía nacional, cuya inconstitucionalidad es el menor de sus problemas, ya que con independencia de que Congreso lo rechace, ha planteado en Cataluña abiertamente un proceso de secesión.

El criminal proyecto no solo consagra el carácter de nación de Cataluña, sino que prevé el derecho de autodeterminación. El derecho de los catalanes a "determinar libremente su futuro como pueblo" y considera que "la aspiración, el proyecto y el sueño de una Cataluña sin ningún tipo de obstáculos a la libre y plena interdependencia que una nación necesita hoy" mueve el texto aprobado en el Parlament, para añadir "En su proceso de construcción nacional, expresa su voluntad de ser y de continuar avanzando en el reconocimiento de su identidad colectiva y el perfeccionamiento y ampliación del autogobierno mediante este nuevo Estatut".

El texto se abre con la proclamación "Cataluña es una nación" y la constatación de que la Generalitat restablecida en 1931 "nunca ha dejado de existir, en tierra propia o en el exilio, gracias a la tenacidad de nuestro pueblo y a la fidelidad de sus dirigentes". Asimismo, se señala que Cataluña, "afirmando sus derechos históricos, ha desarrollado y dispone de una posición singular en la lengua, la cultura, el derecho civil y la organización territorial". Considera España un Estado Federal plurinacional". La nación española no existe, ya que Cataluña solo forma parte de una Euroregión no de España, y de la Unión Europea a través del Estado, no como parte de España.

El Estatuto también reclama un poder judicial, propio, una agencia tributaria propia, el derecho a fijar tipos impositivosy recaudar sus propios impuestos, el derecho a fijar la cuota y procedencia de inmigrantes en su territorio. Consagra unas relaciones con el estado español de igual a igual, además de la posibilidad de mantener acuerdos internacionales propios. Además el estatuto blinda las competencias catalanas ante cualquier injerencia del estado español. Contienen todo un catalogo de derechos y deberes paralelo a la constitución española y adopta una política lingüística que pretende erradicar el español de Cataluña, a la vez que impone al resto de España el reconocimiento del catalán como lengua en la que los catalanes se pueden dirigir a cualquier administración.

Son tantas las aberraciones que contiene este texto, cuya estructura imita a la constitución española, que serian necesario un libro para analizar todas ellas.

En definitiva, poca diferencia existe entre esta preconstitución del estado federal catalán y el estado libre asociado del Plan Ibarreche.

Zapatero se comprometió a aprobar en Madrid lo que se aprobase en el parlamento Catalán. Si el que se supone es presidente de todos los españoles, al menos de nombre, apoya semejante texto y pretende imponernos a todos los ciudadanos un estado federal, lo que debe hacer es disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones, esta vez para Cortes Constituyentes y entonces plantear al pueblo el cambio de régimen que pretende. Veremos entonces si el pueblo apoya su traición.

13 comentarios

Marcial D. F. -

Sólo uno de cada cuatro encuestados, el 25 por ciento, es partidario de que ese término lo empleen las Comunidades Autónomas a su gusto. En este caso, los que estarían a favor serían el 30 por ciento votantes del PSOE y el 10 por ciento votantes del PP.

La encuesta fue realizada un día antes del acuerdo entre los partidos que conforman el tripartito y CIU, que permitió sacar adelante el Estatuto. La aprobación del texto, según el sondeo, es interpretada como un "éxito" de Maragall para el 60 por ciento de los encuestados. También son mayoría los que creen que además salen beneficiados Carod Rovira y el tripartito. Sólo el 26 por ciento entiende que esta reforma estatutaria beneficia políticamente a Zapatero. (FIN)

Marcial D. F. -

ENCUESTA: El término "nación", sólo para España
Dos días después de que el Parlamento catalán aprobara el Estatuto, que considera a Cataluña una "nación", el diario ABC ha hecho pública una encuesta en la que dos de cada tres ciudadanos creen que ese término sirve sólo para España. Coinciden en esto los votantes del PSOE y del PP aunque entre estos últimos esa opinión es más mayoritaria.

Del sondeo realizado por Metroscopia se desprende que el 68 por ciento de los encuestados no aceptan el Título Preliminar el que aparece el concepto de nación para Cataluña. Tanto los votantes del PSOE como los PP coinciden en que este término debe reservarse únicamente para España. Por porcentaje, un 63 de los socialistas y un 86 por ciento de los populares se oponen a que se considera nación a la comunidad catalana. (continua....

ganchyter -

Podeis entrar a
http://libretacritica.zoomblog.com y vereis mas opiniones sobre este inutil de Zapero

C. Carrasco -

Como a millones de compatriotas, me invade estos días una honda preocupación por la reciente aprobación del Estatuto (Constitución encubierta) por el Parlamento de Cataluña. Gabriel Albiac escribe en LA RAZÓN: «Abolir la Constitución desde el arbitrio de una instancia local es un golpe de Estado». Claro, contundente e irrebatible, mi admirado Albiac. ¿Qué clase de pesadilla estamos viviendo en España, cuando los que tratan de desguazarla son el imprescindible sostén del mismísimo Gobierno de la Nación, al que ponen de rodillas cada vez que lo estiman necesario? ¿Qué locura es ésta? ¿Adónde hemos llegado? En los años sesenta, en la universidad de Berkeley (EE UU), los estudiantes pusieron de moda el eslogan «Who guard us from the guards..?», en clara alusión al comportamiento brutal de la Guardia Nacional durante las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Hoy, en España, me viene a la cabeza tan descriptivo eslogan y me pregunto: ¿quién nos defiende de las minorías antiespañolas y etnicistas –amén de insolidarias– que han decidido romper nuestro país por la vía de los hechos consumados mientras nuestro presidente del Gobierno sonríe cual marioneta? No. No da la impresión de que vaya a ser el señor Zapatero. La cara de Zapatero en la portada de LA RAZÓN del viernes, no vale mil palabras sino mil editoriales.

Manuel Martinez F. -

El problema del «estatut catalá» o del plan de Juan Jose no es que sean justos o no, no es que sean constitucionales o no; el problema es que resulta absurdo plantear una nación que funcione con leyes de este tipo, toda vez que mucho hablan de derechos, pero poco de responsabilidades; toda vez que la soberanía no se somete a un ideario común, sino a múltiples caprichos. Como ciudadano afectado por las promesas de este Gobierno, no tengo que esperar a que vengan a por otros, Zapatero ya ha venido a por mí con alguna de sus leyes; quisiera pode plantearme que todo se soluciona con un cambio de gobierno, pero sé que esto sería insuficiente. El problema, en mi opinión, es dónde queremos estar nosotros, cosa que al parecer no hay nadie que lo sepa. (FIN)

Manuel Martinez F. -

La soberanía consiste en que el poder de un estado democrático reside en el pueblo que lo forma, luego la del estado español habita en los españoles, y españoles somos, no guste o no, todos los que tenemos la nacionalidad española; ni que decir tiene que el poder no sólo consiste en tener una serie de derechos, también están las obligaciones, o dicho de otro modo, las responsabilidades. En estos días, mientras cinco subsaharianos se dejan la vida en un intento de alcanzar nuestro territorio, en el Parlament de Catalunya se brinda con cava por la aprobación del nuevo estatuto para la «nación» catalana, una ley prometida para una tierra prometida. Al igual que el Plan Ibarretxe, el nuevo «estatut» se resume en una sola frase: la nación seguirá colaborando con España siempre y cuando se le permita hacer lo que le dé la real gana, o dicho de otro modo, se seguirá sirviendo de ella hasta el momento en que no le interese . (continua....

Juan Lopez -

Dicen que un laberinto es un lugar con muchos caminos y sólo una salida. Pareciera que España a nivel político se encontrara inmersa en uno de esos laberintos de compleja resolución. No se sabe donde está la salida. Quizá se supiera si se conociera lo que está escrito en esa salida.

Fernando R. G. -

Resulta entonces que el proyecto estatutario tiene que llegar a las Cortes respetando la Constitución, como sea. En el momento presente, el “señerismo” de los nuevos señores territoriales no reclama explícitamente la escisión. En la España del siglo XXI, en la era del posmodernismo, el giro lingüístico y la deconstrucción, el “apartismo” de la segunda parte demanda ahora a la primera parte un Estado Libre Asociado, una España Plural y una Nación de Naciones, si bien algunos no ignoramos lo que esto conlleva: por el norte, un plan soberanista de facto a prueba de bomba… y adiós, España; por el noreste, el programa “¡Bon dia, Espanya!”, transmitido desde Barcelona a los restos del Estado.

Si Cataluña no se va de España, es España la que deviene Gran Cataluña. Como sea, Cataluña “se abre”. He aquí el eterno retorno del Estatuto catalán. He aquí el proyecto estatutario: primero, Cataluña über alles; después, los Países catalanes; el control del mercado de valores, por descontado; luego, la energía; próximamente, el bilingüismo de las lenguas vernáculas en todo el ámbito nacional; más tarde, ya se verá. (continua....

Fernando R. G. -

Así, francamente, es difícil conllevarse con quienes no paran de moverse, no saben quedarse en su sitio ni en qué siglo viven. La situación es particularmente dramática porque nos falta hoy un Ortega y no vibra tampoco en el Parlamento un Azaña, ese republicano que, en 1932, decía todavía confiar en la unión de los españoles en un Estado común. Ese mismo Azaña, ay, que anunciaba ilusionado que los nacionalistas catalanes no nos traen un proyecto de nuevo Estatuto para molestar, “desde sus fronteras, creándole conflictos, sino para colaborar con el Gobierno de toda España en el mantenimiento del orden social y en el progreso del país”. ¿Será esto esperanza vana u otra expresión de melancolía? (FIN)

Fernando R. G. -

Con todo, “algunos republicanos de tiro rápido” vuelven otra vez a la carga con nueva munición. En su imaginario político, parecen recrear o reconstruir el escenario republicano de los años treinta. Aunque Azaña ha pasado a mejor vida y la guerra civil ha terminado, ellos, en su terca melancolía, no pierden la esperanza. Mas ¿qué decía, a la sazón, Azaña? Leamos: “para resolver esto, digo, no nos basta variar el sistema político, sino que tenemos que variar la política del sistema”. El primer objetivo pasa por el brusco cambio de régimen. Ayer, el 14 de Abril. Hoy… en ello están los beneficiarios del 11-M. Como siempre, sin ganar las elecciones limpiamente. El segundo objetivo persigue “el trastueque de las bases fundamentales de la organización del Estado español”.
Para los republicanos y los nacionalistas melancólicos de hogaño, el nuevo régimen instaurado identifica, como ayer, la causa particular (“lo que hasta ahora era un problema local, catalán o nacionalista”) con la “gran causa española”, según la entendía aún Azaña, no así sus presumidos herederos. El especial dramatismo del problema particularista que todavía colea reside en su resistencia a distinguir lo grande y lo pequeño, la parte y el todo. De esta guisa, no puede haber cuestión insoluble, pues para la política melancólica, todo es posible y opinable, sobre todo cuando la ocasión es propicia y el consenso, favorable. (continua....

Fernando R. G. -

Es conocida la postura de Ortega. El problema de la melancolía nacionalista, característica de las pequeñas regiones aquejadas por el mal de bajura estatal, esto es, por la conciencia nacional trastornada de los perpetuamente descontentos pero con aspiraciones, no tiene, en verdad, cura. Con suerte y paciencia, sólo se puede conllevar. Consiste esto en “restar del problema total aquella porción de él que es insoluble, y venir a concordia en lo demás”. Lo incuestionable, naturalmente, es la soberanía, clave de bóveda nacional que ya en la Transición quedó constitucional y socialmente sancionada. (continua....

Fernando R. G. -

La notable alocución, infortunadamente muy contemporánea, y que todavía cabe situar en la filosofía política más que en la historia de las ideas, la disertación parlamentaria en cuestión, digo, ha sido reeditada recientemente, junto a la posterior intervención de Manuel Azaña sobre la cuestión, en un volumen a cargo de José María Ridao, con sospechoso criterio publicista, todo sea dicho. El compilador e introductor busca enfrentar allí, punzantemente, más de lo necesario, al filósofo y al político, con la proterva intención de justificar y dramatizar las “dos visiones de España”, y de ofrecer, de paso, un pretexto legitimador de las premuras del actual Ejecutivo y del tripartito catalán a fin de resolver políticamente, de una vez por todas, el asunto particularista de las raíces: “como si — se apresura a sospechar Ridao, el diplomático con prisa —una interminable dictadura tras la guerra civil, y un sistema democrático con un cuarto siglo de vigencia, hubieran resultado insuficientes para hallar una solución estable, y más aún, definitiva”. (continua....

Fernando R. G. -

Me sumerjo estos días en la prosa elegante y clara de Ortega y Gasset —es decir, en su escritura doblemente inteligente— con el fin de comprender mejor qué es lo que nos pasa en España, o mejor, en algunas de sus partes bajas, y que no nos deja vivir ni convivir según conviene y es menester.

Como en 1932, en España tenemos hoy un problema, que no es tanto un vago problema catalán cuanto algo más grave y serio que subyace en el así llamado, a menudo solapándolo, a saber: la presión de aquellos catalanes nacionalistas para quienes más Cataluña significa invariablemente menos España. Nos las vemos ahora con parejo envite soberanista, aunque, lamentablemente, no dispongamos en nuestro Parlamento de un Ortega que sepa cazarlo y desplumarlo con la necesaria firmeza y brillantez. Rememoremos, pues, el célebre discurso que pronunció nuestro primer pensador en las Cortes Españolas de aquel año a propósito del Estatuto de Cataluña y, en términos más generales, sobre el ser y el estar en España. (continua....